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Bonifacio Castellano de Lara

Biografía

Castellano de Lara, Bonifacio. Fernando Rico Fijas. Ajofrín (Toledo), 14.V.1719 – Madrid, 16.I.1789. Capuchino (OFMCap.), historiador, archivero de los capuchinos de Castilla.

El 14 de mayo de 1719 nacía, en la villa manchega de Ajofrín, Bonifacio Castellano. Sus padres eran Bernardo Castellano y Aguirre y Petronila Lara, y el día 20 era bautizado en el templo parroquial. No se conocen cuáles fueron sus estudios antes de ingresar en los capuchinos, en el noviciado de Salamanca con veintiún años, el 24 de noviembre de 1740. Será a partir de este momento cuando empiece a usar el nombre de Francisco de Ajofrín, con el que será conocido en adelante. Culminado este año comienza sus estudios de Filosofía y Teología. La conclusión de los mismos será su ordenación sacerdotal el 18 de marzo de 1747.

No se tienen muchas noticias de sus primeros años de sacerdocio, que como cualquier capuchino dedica a la predicación popular. En octubre de 1753 es destinado a Segovia como vicario del convento. Allí permanece sólo un año, pues es enviado como lector de Filosofía al convento de El Pardo, donde permanece hasta el 12 de octubre de 1759, cuando es nombrado lector de Teología, por lo que nuevamente se tiene que trasladar a Segovia. No se sabe con exactitud cómo se desarrollan estos años, pero debió de permanecer allí siete años de profesorado que tenían reglamentados los capuchinos de Castilla. Desde estos años muestra ya una actitud bastante conservadora y hostil hacia los cambios.

Desde 1761 la Congregación de Propaganda Fide venía buscando un religioso capuchino, castellano o aragonés, que pudiera trasladarse a México con el encargo de recoger limosnas para la misión capuchina del Tíbet. El 4 de agosto de 1762, el provincial de los capuchinos de Castilla escribía al nuncio de Madrid, y designaba para dicha tarea al padre Pablo de Logroño, que residía en el convento de La Paciencia.

Los trámites con el Consejo de Indias no supusieron ninguna dificultad, pero con la intervención del padre Pablo de Colindres, ministro general de los capuchinos, que en aquel momento se encontraba en Madrid, el 9 de julio de 1763 el nuncio designaba al padre Ajofrín para dicha tarea. Once días más tarde, el mismo general extendía la obediencia en el convento de San Antonio del Prado de Madrid, nombrando además compañero para dicha tarea a Fray Fermín de Olite. En dicha obediencia se decía que fray Francisco de Ajofrín pasase “a dicha capital de Méjico y su Reino y se detenga en él cuanto sea necesario para el cumplimiento de su comisión”.

El mismo día 20, ambos religiosos abandonaban Madrid. El padre Ajofrín comienza desde ese momento su Diario de viaje [...], en el que recoge lo más anecdótico y significativo de todo aquello que les va ocurriendo. Por su diario se sabe el recorrido que hacen a pie por la Península hasta llegar el 17 de agosto a Sevilla y a Cádiz nueve días más tarde. Se embarcan el 8 de septiembre y el padre Ajofrín narra cómo sufre a consecuencia de los mareos. La singladura concluye en el puerto de Veracruz el 30 de noviembre y consiguen llegar a la capital de la Nueva España el 23 de diciembre.

Después de la necesaria recuperación, tras tan arduo y fatigoso viaje, el padre Ajofrín cumplió los requisitos necesarios para poder emprender su trabajo de recolectar limosnas. Con este fin, el 22 de marzo de 1764 salía de Ciudad de México, en su viaje, que duró varios meses, recorrió lo que hoy corresponde a los estados de Michoacán, Guanajuato y Querétaro.

Él mismo refiere haber viajado cerca de cuatrocientas leguas. El 9 de octubre llega nuevamente a la capital y allí permanece hasta diciembre de 1765. Es precisamente en Ciudad de México donde comienza su actividad de prolífico escritor. Al mismo tiempo que se empeñaba en la tarea de recaudar limosnas, escribe una obra, Carta familiar de un sacerdote. La obrita respondía al fin de su tarea, dar a conocer los adelantos que se estaban produciendo en la misión del Tíbet, las necesidades existentes en la misma y, al mismo tiempo, presentar a los capuchinos en aquellas tierras.

Esta obra suya, como muchas otras, la escribirá bajo seudónimo, algo que le resultará siempre muy sugerente.

En diciembre de 1765 vuelve a recorrer infinidad de pueblos, en esta ocasión se trataba de los estados de Puebla, Veracruz, Oaxaca y Guerrero (él habla de Mixteca, alta y baja). Entra nuevamente en la capital el 30 de junio de 1766. Cumplida su tarea en aquellas tierras, en compañía del virrey y su familia, embarca rumbo a España desde el puerto de Veracruz, el 30 de mayo de 1767, y llega a Cádiz el 28 de agosto. Hace el viaje en sentido inverso a como lo había hecho tres años antes, hay noticia de su llegada a El Puerto de Santa María el 13 de septiembre y, por fin, a Madrid el 5 de octubre.

La travesía nuevamente había afectado su salud, por lo que necesitará un tiempo de convalecencia en el que recuperar el ritmo de la vida conventual. Este período lo debió de pasar en el convento de San Antonio del Prado, donde los capuchinos de Castilla tenían su enfermería. Una vez recuperado, el padre Ajofrín retoma nuevamente la pluma para escribir infinidad de obras. No se sabe exactamente en qué momento fue escrita cada una de las mismas, puesto que sólo se cuenta con la fecha de su publicación. Desgraciadamente, una vez llegó a España, abandonó su diario, que hubiera permitido conocer mejor los últimos veinte largos años de su vida.

La prueba de que su recuperación no debió de llevar mucho tiempo lo atestigua el hecho de que el 15 de septiembre de 1778 su fecunda labor literaria venía confirmada por el nombramiento de cronista de la provincia. De esta manera se intuye que su labor literaria, a partir de este momento, va dirigida hacia los intereses y necesidades de la orden capuchina. Esta labor suponía necesariamente residir en el convento de San Antonio del Prado, e incluso gozar de ciertos privilegios en la vida comunitaria. Por desgracia, suponía también que los hechos concretos de su vida pasaban a un segundo plano. No cabe duda de que su profesionalidad en el desempeño de las tareas debía de ser grande, puesto que sus superiores lo mantendrán en el puesto de cronista y archivero hasta su muerte, que tendrá lugar el 16 de enero de 1789 en dicho convento de San Antonio del Prado de Madrid.

La amplia productividad de estos años, aun repleta de infinidad de novenas y asuntos piadosos, está especialmente determinada por la publicación de vidas de capuchinos, que se proponen como modelo para toda la sociedad española de aquel tiempo. Así cuenta las vidas de Lorenzo de Brindis, Fidel de Sigmaringen, Bernardo de Corleone, Serafín de Montegranario...

Las obras responden al estilo y gusto de la época, por lo que no se encuentra en ellas a un buen literato, sino que están surcadas por un estilo excesivamente ampuloso y barroco, incluso demasiado apegado a prácticas de piedad popular.

Su tarea como bibliotecario y archivero de San Antonio del Prado debió de ser de gran importancia, como lo demuestra la recopilación de opúsculos y manuscritos que fue recogiendo y organizando, incluso en sus años por México. Estos volúmenes fueron ordenados por él mismo en una serie de varios. Se tiene conocimiento de los mismos, tanto por el catálogo de la biblioteca por él confeccionado, y completado posteriormente por otros bibliotecarios, que se encuentra en el archivo provincial de los capuchinos de Castilla, así como por algunos de esos volúmenes que han ido a parar a la biblioteca de la Real Academia de la Historia, y hoy forman parte de la sección de Papeles de Jesuitas, aunque esto sea incorrecto.

Mención especial requiere su colección Tolle et lege, que consta de once volúmenes que se encuentra también casi en su totalidad en la biblioteca de la Academia y, en algún caso, en la Biblioteca Nacional; se trata de opúsculos, manuscritos originales, obras recogidas sobre capuchinos, así como los originales de algunas de las obras escritas y dadas a la imprenta por el padre Ajofrín.

 

Obras de ~: Portentosa vida, admirables virtudes y estupendos milagros del pasmo de penitencia, el beato Bernardo de Corleón, capuchino: sacada de varios autores y principalmente de Jerónimo María de Caltanisetta, Madrid, 1769; Devota y sagrada novena a la Reina de los Ángeles, María Santísima de las Angustias, Madrid, 1771; Carta familiar de un sacerdote, respuesta a un colegial en que le da cuenta de la admirable conquista espiritual del vasto Imperio del Gran Tibet y la misión que los padres Capuchinos tienen allí, Madrid, Joaquín Ibarra, 1772; Primores de la divina gracia manifestados en la admirable vida, y portentosos milagros del nuevo taumaturgo de Sicilia el siervo de Dios Fr. Jerónimo de Corleón, religioso lego capuchino, Madrid, Joaquín Ibarra, 1775; Espejo de paciencia y resignación. Vida, virtudes y milagros de S. Serafin de Montegranario o de Ascúli, religioso lego capuchino, canonizado por S. S. Padre Clemente XIII, Madrid, Joaquín Ibarra, 1779; Compendio de la vida y virtudes del abogado de los pobres San Fidel de Sigmaringa, capuchino, protomártir de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, Madrid, A. López, 1786; Admirable y pasmosa vida del capuchino escocés, llamado en el siglo Jorge Lesleo, y en la religión Arcángel de Escocia, pónese también por Apéndice de esta obra la vida de otros dos capuchinos escoceses, Madrid, Antonio Fernández, 1787; Cordonazo de S. Francisco, respuesta seria de un minorita a la carta burlesca del Censor, Discurso CLIII en que se burla de la vida de S. Francisco, Madrid, Pedro Marín, 1787; Tratado teológicomístico- moral en que se explica, según los principios mas sólidos, la bula ‘pastoralis curae’ de la santidad de Benedicto XIV sobre el confesor extraordinario de las Monjas, Madrid, 1789; Apéndice a la tercera parte de los “Anales de la Religión de los Menores Capuchinos de nuestro Seráfico Padre San Francisco”, traducido del idioma latino en que le escribió el Reverendo Padre Fray Silvestre de Milán. Parte Segunda o tomos séptimo de sus crónicas generales (Biblioteca Nacional de España, ms. 12913); Disertación crítico-apologética a favor de los privilegios de la bula de la Santa Cruzada: respuesta a la disertación histórico-canónico-moral que sobre el uso de los oratorios domésticos se imprimió en el año 1772, Madrid, Imprenta de Ancos, 1857; Vida, virtudes y milagros de San Lorenzo de Brindis general que fue de los Capuchinos, Barcelona, Tipografía Del Sagrado Corazón, 1904; Diario del viaje que hicimos a Méjico Fray Francisco de Ajofrín y Fray Fermín de Olite, capuchinos, México, 1936; Breve descripción de las Californias por Fray Francisco de Ajofrín, capuchino. Manuscrito n. 3967 de la Biblioteca Nacional de Madrid, Madrid, Porrúa, 1958; Diario del viaje que por orden de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide hizo a la América septentrional en el siglo xviii el P. Fray Francisco de Ajofrín, capuchino, ed. y pról. de V. Castañeda y Alcocer, Real Academia de la Historia, Madrid, 1958-1959 (col. Archivo Documental Español, vols. 12-13).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Provincial de los Capuchinos de Castilla, Viridiario auténtico en que florecen siempre vivas las mejorías de lo que pertenece al buen gobierno de esta Provincia de la Encarnación de las dos Castillas, ms. 1/00005, pág. 440.

B. de Carrocera, Necrologio de los Frailes Menores Capuchinos de la Provincia del Sagrado Corazón de Castilla (1609-1943), Madrid, Mensajero Seráfico, 1943; “Notas bio-bibliográficas del P. Francisco de Ajofrín”, en V. Castañeda y Alcocer, Diario del viaje que por orden de la Sagrada Congregación [...], vol. 1, op. cit., págs. 279-324; M. de Pobladura, El verdadero autor de la carta familiar, México, 1965; “Francisco de Ajofrín”, en Collectanea Franciscana, 36 (1966), págs. 56-86; L. de Aspurz, “Ajofrín, Francisco de”, en Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 25.

 

Miguel Anxo Pena González, OFMCap.

 

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