Díaz Navarro, Casimiro. Toledo, 1693 – Manila (Filipinas), 25.IV.1745. Agustino (OSA), cronista y misionero de Filipinas.
Fueron sus padres Marcos Díaz y Francisca María Navarro, feligreses de San Bartolomé. Inclinado a la vida consagrada, ingresó en la Orden agustiniana y emitió sus votos solemnes el día 1 de octubre de 1710 en el convento de San Felipe el Real de Madrid.
Cuando contaba dieciocho años y aún no había concluido su preparación académica, se alistó en la Misión recolectada por el padre Manuel de la Cruz para trabajar en Oriente. Partió de Cádiz en 1711 y, tras un breve tiempo de recuperación en México, nuevamente se hizo a la mar desde Acapulco en el navío Nuestra Señora de Begoña. Llegó a Manila el 7 de agosto de 1712 y al día siguiente afiliado en la Provincia agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas. En el convento de San Agustín de Manila concluyó con gran lucimiento los estudios de la carrera eclesiástica, que fue sancionada por el Capítulo Provincial de 1717.
Habilitado ya para el laboreo apostólico, en los comicios de ese mismo año fue nombrado vicario-prior del pueblo pampango de Magalang (1717). Dos años más tarde tuvo que dejar la cura pastoral para desempeñar el cargo administrativo de procurador general (1719). Su experiencia burocrática siguió ampliándose en los años siguientes al ser elegido secretario de Provincia (1722), definidor provincial (1725) y calificador del Santo Oficio (1728).
Nuevamente fue reclamado desde la Pampanga para regentar el priorato del pueblo de México (1728).
Luego presidió el Capítulo de 1731, según letras del general de la Orden y, tras un trienio vacante, en 1734 pasó al convento de Arayat como vicario-prior, oficio que ejerció también en los ministerios de Betis (1735), Minalín (1737) y Candaba (1740). En la recta final de su vida fue además cronista de la Provincia, predicador general del convento de Manila y lector (1744).
Y por estas últimas facetas pervive su recuerdo. No tanto por la de cronista rematador de la obra del padre Gaspar de San Agustín, sino por su manual para uso de los párrocos misioneros. En su libro Párroco de indios instruido plasma la postura adoptada por los agustinos desde su llegada a las islas: el no usar las armas para la reducción de los nativos: “En los Ituyes, en el tiempo que se mantuvieron allí los soldados, todos los días se levantaban, hasta que consiguieron desterrar de allí a los missioneros. Y, haviéndose determinado el R. P. Fr. Alexandro Cacho, de mi Orden, a entrar en dichos montes, tan afamados de incontrastables y tan notados sus habitadores de guerreros, lo executó sin más soldados que tres o quatro indios que le acompañaban. Y pudo con blandura, con amor y con paz restituir la Missión, entrando en ella religiosos de nuestra Orden, los que permanecieron cerca de veinte años sin experimentar alborotos ni inquietudes de dichos infieles [...]. Ya quieta y pacífica con pueblos formados, se la entregamos a los religiosos de Nuestro Padre Santo Domingo, a quien pertenece, los quales, viendo qué buenos efectos trahe no aterrar los infieles con soldados, ni armas, han proseguido viviendo solos en aquellos parajes tan remotos y tan cercados de enemigos. Y hasta ahora no se an visto las novedades que se experimentaban quando avía soldados”.
Al describir las cualidades y el carácter de los filipinos, usa algunas veces ciertas expresiones rudas. Hay que notar, sin embargo, que en general hace cumplidos elogios de los isleños y, llevado del sentimiento logrado por la convivencia entre ellos, antepone los filipinos a los hispanoamericanos. Los postulados que el padre Díaz presenta sobre la dignidad de los nativos hay que tenerlos en cuenta, y lo que dice sobre su disposición para recibir los sacramentos es la consagración solemne de una doctrina sobre la igualdad de todos los hombres por el simple hecho de ser hijos de Dios y tener un alma inmortal.
Su óbito tuvo lugar en el convento de San Agustín de Manila el 25 de abril de 1745.
Obras de ~: Trivmphos gloriosos de San Andrés Apóstol, a quien como a su Patronato celebra la Muy Noble y Leal Ciudad de Manila, Manila, 1721; Medida y peso de la Santa Casa de la Misericordia de esta ciudad de Manila, Manila, 1744; Párroco de indios instrvido. Idea de un perfecto pastor copiada de los SS. PP. y Concilio. Con la resolución de las principales dudas que en la administración de los Sacramentos se ofrecen acerca de los Indios, Manila, 1745; Gaspar de San Agustín, Conquistas de las Islas Filipinas. Parte segunda, Valladolid, 1890.
Bibl.: G. Cano, Catálogo de los Religiosos de N. P. S. Agustín de la Provincia del Smo. Nombre de Jesús de Filipinas desde su establecimiento en estas Islas hasta nuestros días, con algunos datos biográficos de los mismos, Manila, Est. Tipográfico La Opinión, 1864, pág. 132; E. Jorde Pérez, Catálogo bio-bibliográfico de los religiosos agustinos de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Islas Filipinas desde su fundación hasta nuestros días, Manila, Colegio de Santo Tomás, 1901, págs. 222-224; G. de Santiago Vela, Ensayo de una biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, II, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1915, págs. 224-227; T. López, Monastici Augustiniani, III, Valladolid, Tipografía Cuesta, 1916, págs. 208-209; A. M.ª de Castro, Misioneros agustinos del Extremo Oriente, 1565-1780. (Osario Venerable), ed. de M. Merino, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1954, págs. 59-60; M. Merino, Agustinos evangelizadores de Filipinas (1565-1965), Madrid, Archivo Agustiniano, 1965, pág. 184; I. Rodríguez, Historia de la Provincia Agustiniana del Smo. Nombre de Jesús de Filipinas, III, Manila, Estudio Agustiniano, 1984, págs. 21-25; I. Rodríguez y J. Álvarez, Al servicio del evangelio. Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas, Valladolid, Estudio Agustiniano, 1996, págs. 253-254.
Isacio Rodríguez Rodríguez, OSA