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Francisco José Sánchez Labrador

Biografía

Sánchez Labrador, Francisco José. La Guardia (Toledo), 19.IX.1717 – Rávena (Italia), 10.X.1798. Misionero jesuita (SI), naturalista e historiador.

Fue uno de los varios hijos del matrimonio de cristianos fervientes, formado por Juan Sánchez Labrador y María Hernández. Era moreno, de poca barba y pelo negro, e ingresó a la Compañía de Jesús (7 de octubre de 1731) iniciando sus estudios de Gramática y Filosofía en el Colegio de Valladolid, interrumpidos por los preparativos de su viaje a las Indias. Integró la expedición del padre Machoni, la que arribó a Buenos Aires (27 de marzo de 1734) y de inmediato se dirigió a la Universidad de Córdoba, donde prosiguió su formación teológica y filosófica, cursando dichos estudios con bastante brillantez, hasta 1739, año en que recibió su ordenación sacerdotal. Permaneció en la docta ciudad con breves interrupciones entre los años 1742 y 1746, ocupando el cargo de catedrático en el Colegio de Montserrat y en la citada casa de altos estudios.

Por ese tiempo, ya comenzó a manifestarse su espíritu científico de genuino investigador. Se había convertido en un observador perspicaz, en todas partes directa o indirectamente, llegaba al conocimiento de cuanto podía contribuir a ampliar o rectificar su ciencia de la naturaleza. Son claramente interesantes sus referencias sobre hechos y fenómenos acaecidos o contemplados en las tierras cordobesas, tales como sus precisiones al rayo, al picaflor, a las cuevas de Adaro y a otras numerosas observaciones geológicas que se relatan en la primera parte de su Paraguay Natural. Las contínuas noticias de Buenos Aires y de Montevideo, que aparecen en sus escritos, atestiguan su permanencia por breves lapsos en dichas ciudades, entre los años 1742 y 1746.

Desde 1747 hasta 1758, viajó constantemente por las regiones de las provincias rioplatenses habitando en distintos pueblos guaraníes y en ellos se dedicó preferentemente al apostolado de su ministerio, sin dejar de estudiar, analizar y comparar los diferentes fenómenos de la naturaleza que le rodeaba. Hacia 1748, ocupó la docencia de Teología Moral en un colegio de la ciudad de Buenos Aires y aprovechó el tiempo para retornar a la vecina orilla oriental, y efectuar allí sus numerosas y variadas observaciones botánicas, mineralógicas y zoológicas. En 1753, se hallaba enseñando Teología Escolástica en el Colegio de la Asunción y, es en esta ciudad donde inició, y por espacio de más de una década, la etapa más valiosa de su actividad misionera y científica. De acuerdo a sus escritos, se constata su gran deferencia hacia el Paraguay, especialmente sobre las bondades de su clima, de su gente y de su prodigiosa naturaleza. En 1757, fue designado cura párroco de la reducción de Apóstoles, donde inició contactos con los sacerdotes Ovando y Asperger, sus posteriores colaboradores.

A partir de 1758, habría de encontrar su campo de apostolado fecundo y múltiple entre las comunidades indígenas y, por consiguiente, decidió abandonar la Cátedra de Teología y los aplausos del púlpito. En 1759, fue designado para desempeñar este cometido y eligió como compañero al padre José Martín Mantilla, con quien partió de las Misiones del Paraná (4 de agosto de 1760) hacia el norte de la provincia del Paraguay. Recorrieron selvas y praderas interminables, llegando al río Ypané-Guazú, veinte días más tarde. Los mosquitos, los piques, la disentería y el calor; las lluvias y lodazales; las crecientes y las fieras, no disminuyeron ni apagaron su espíritu de observador y científico. Sobre la desembocadura de la citada corriente en el río Paraguay, territorio de los mbayas, perteneciente a la familia lingüística de los guaycurúes, Sánchez Labrador y Mantilla establecieron la reducción de Nuestra Señora de Belén. Los mbayas que en los primeros tiempos de la conquista habitaban el Gran Chaco, pasaron a establecerse en la región Oriental, a unas setenta leguas de Asunción, desde donde asolaban constantemente las haciendas y chacras dispersas en los alrededores, llegando, incluso, varias veces hasta la capital, causando depredaciones, abigeos y muertes. Numerosos y difíciles problemas debieron vencer ambos misioneros ante las reacias y hostiles actitudes de los indígenas. Con todo, Sánchez Labrador a más de trabajar en las obras materiales y espirituales, propias de toda nueva fundación y, pese a padecer de un ataque de disentería aguda, un año después de contactar con estas etnias paleolíticas y belicosas, ya había traducido un catecismo, preparado el vocabulario de la lengua mbayá hasta la letra P, y traducido numerosas oraciones elementales.

Mucho costó a los dos misioneros lograr que los indígenas de la novel reducción, que eran cazadores y recolectores se conviertan en agricultores. Iban a ser los indios guaraníes, acompañantes de los jesuitas, quienes introducirían con el ejemplo, al cultivo de la mandioca, de la caña de azúcar y hasta de unas cepas de vid. A sus trabajos y dolencias, se agregaron también las hormigas, que todo lo destruían y deterioraban, y en 1763, una gran epidemia de viruela redujo la población a un mínimo de veinte personas. Por la misma fecha, Sánchez Labrador colaboró con los padres Oyarzábal y Dobrizhoffer en una misión popular. Simultáneamente a todas estas tareas, misionó entre los guanás, esclavos de los mbayas y procuró el establecimiento de una reducción, la de San Juan Nepomuceno, entre ellos, la que sólo pudo iniciarse en 1766 con el padre Manuel Durán, en las cercanías del río Tepotí, llamado Aaba por los naturales.

Pero la intención de Sánchez Labrador no se limitaba sólo a la fundación de Belén y de las otras reducciones aledañas; sino también, planeaba establecer otras en el Chaco Boreal, de manera que éstas sirviesen de postas en las comunicaciones entre la gobernación del Paraguay y el Alto Perú y especialmente con las misiones de Chiquitos (actual Bolivia). El 10 de diciembre de 1766, inició la empresa más meritoria de su carrera de explorador. Acompañado por dos mbayas y tres guaraníes, viajó por la región Occidental, franqueando numerosos peligros, aunque dichas dificultades fueron aprovechadas para observar y analizar la naturaleza de esos sitios. Así, por ejemplo, en cierta ocasión había manifestado que pasaron la noche sobre un brazo del río Paraguay, habitado por una gran cantidad de lagartos y caimanes; refiriéndose posteriormente a las diversas especies de estos animales acuáticos. También, tuvieron hambre, y siendo ésta más poderosa que el miedo, unos indios entraron al riacho y cazaron un cocodrilo y comieron sus ovados y su carne, relatando que ésta tenía un buen gusto y era parecida en el sabor a la del dorado y los huevos eran mayores que los de los gansos, no tan puntiagudos, con bastante yema y de excelente agrado. La preocupación del misionero, por encontrar una utilidad práctica a todo lo ofrecido por la naturaleza es notable y su erudición es remarcable. Finalmente, después de atravesar ciénagas, abrir picadas y vencer todos los obstáculos, la expedición llegó a destino, el 13 de enero de 1767. Todo el pueblo del Sagrado Corazón de Chiquitos, dirigido por los padres José Pelaya y Javier Guevara, manifestó su júbilo con instrumentos, danzas y cantos por el arribo de la admirable empresa. La comitiva permaneció en la reducción hasta el 14 de junio del mismo año, en que reinició el retorno, llegando nuevamente a Belén el 7 de agosto.

De esta manera, Sánchez Labrador se convirtió en el descubridor de la ruta tan anhelada para llegar al Perú, acortando a sólo 200 leguas y estableciendo una vía que regularmente requería hasta entonces con grandes rodeos, de unas mil (el viaje entre Asunción y el Alto Perú debía hacerse por Santa Fe-Córdoba- Tucumán).

Lastimosamente, la Pragmática Sanción dictada por Carlos III (1767), que ordenaba la expulsión de los jesuitas de España y de sus dominios coloniales, iría a suspender tan promisoria perspectiva y los proyectos del misionero de fundar otras reducciones se vieron truncados, perdiéndose de esta manera el camino abierto. Años después, los gobernadores trataron de hallarlo, pero sus esfuerzos fracasaron, aunque Sánchez Labrador hubo especificado bastante bien en sus relaciones la citada vía.

Díez días después de su vuelta a Belén, se encontraba descansando de la penosa travesía y planeando una nueva reducción entre los indios mbayas de la parcialidad lichagotegodi, a la que denominaría San Ignacio de Loyola, cuando fue sorprendido por el decreto real de expulsión. El gobernador de la provincia del Paraguay, Carlos Murphy, demostró hacia los jesuitas una conducta de franco apoyo y amistad, permitiéndoles llevar consigo algunas pertenencias más que el breviario y lo puesto, actitud contraria a la de su par de Buenos Aires, Francisco Bucarelli y Ursúa, quien exageró innecesariamente las órdenes de la Corte, privándolos hasta de las cosas más fundamentales. Así se perdieron papeles y apuntes de incalculable valor científico e histórico. No obstante, Sánchez Labrador llevó consigo sus notas y, si bien casi todas le fueron requisadas en Buenos Aires, queda claro que sus escritos brotaron de su pluma coadyuvados únicamente por su poderosa memoria, lo que agiganta aún más su colosal producción.

Regresó a Europa embarcado en la fragata Esmeralda, junto con sus demás compañeros expulsos. Arribó a los Estados Pontificios y de allí se dirigió a Rávena, donde fue superior de una de las casas de esa ciudad, permaneciendo en ella hasta el fin de sus días y disponiendo de un lapso de tres décadas para desarrollar su inmensa labor literaria.

Sánchez Labrador se propuso englobar en una obra de monumentales proporciones todos los aspectos de la naturaleza, la vida y la historia del Paraguay y del Río de La Plata. Inició su labor durante el tiempo en que trabajó como misionero y la siguió en Italia durante su obligado destierro. No se conoce el plan de su trabajo, pero cabe colegirse de la titulación que otorgó a las distintas series. Primeramente trató la historia natural en el Paraguay Natural, posteriormente la historia económica en el Paraguay Cultivado y, finalmente la historia política y religiosa en el Paraguay Católico. En total escribió unos 17 grandes volúmenes, que al ser editados en su totalidad abarcarían unos 40 tomos. La mayor parte de sus trabajos permanecen inéditos; algunos de ellos se han extraviado y solamente los de interés etnográfico se han publicado. Es de advertir que, a lo largo de las páginas de todos sus escritos se manifiesta una magna y vastísima erudición en matemáticas, física, química, ciencias naturales, anatomía, fisiología, biología, geografía, astronomía y medicina. Además, se constata que su autor era poseedor de una notable memoria, y de un método minucioso que le permitió efectuar descripciones cuidadosas y admirables, pese a las circunstancias ambientales desfavorables que le rodearon.

La primera de las investigaciones enunciadas anteriormente, está considerada como su obra cumbre: El Paraguay Natural, en donde el autor manchego da una exhaustiva descripción de los fenómenos físicos generales y particulares de cada región rioplatense. Se refiere además, a la botánica (diversos tipos de árboles y arbustos, bosques, selvas, campos y praderas del Paraguay) y a la zoología (animales cuadrúpedos, aves, peces, batracios, anfibios, reptiles, insectos). Le sigue en importancia El Paraguay Católico editado en parte por la Universidad de La Plata. Si el primero constituye una vasta historia natural, el segundo lo sigue siendo por las innumerables noticias valiosas sobre las distintas zonas del Paraná, Paraguay, Uruguay, del Itatín y, sobre todo, hace referencia a varias etnias extinguidas y otras muy poco conocidas como las de los eyiguayeguis, payaguas, chanas, lules y chiquitos, habitantes de los territorios chaqueños a más de los guaraníes de la región Oriental y de los pampas, puelches y patagones de la provincias del sur (actual Argentina). Los editores agruparon en esta obra, no solamente los manuscritos con ese nombre, sino también la gramática de la lengua eyiguayegui y otros artículos menores. En la primera parte de este trabajo, Sánchez Labrador relata extensamente la historia de cada una de las agrupaciones misionales en el Paraguay, con diversas noticias, no solamente de sus características geográficas y etnográficas, sino relativas a la conquista y colonización por los españoles. Después de describir la organización de las misiones, refuta las principales críticas perpetradas por los adversarios de la Compañía de Jesús. Se trata de una verdadera enciclopedia ilustrada con una gran cantidad de dibujos y diseños, y probablemente la más importante producida por los misioneros de la Compañía de Jesús en el Paraguay. Sólo se conoce un fragmento de la misma.

La tercera obra a la que su autor denominó El Paraguay Cultivado, comprende todo lo relacionado con la labranza de la tierra, de los cultivos hortícolas y de la jardinería. Adhiere un interesante calendario de uso agrícola y un sugestivo proyecto de la huerta ideal. Consta de cinco libros con un total de 876 páginas.

Como sólo una pequeña porción de la inmensa obra Sánchez Labrador, ha sido publicada, la historiografía no puede pronunciar aún, su juicio definitivo; además, ella tiene más atinencia con la etnografía que con la historia propiamente dicha. La parte conocida ha merecido juicios consagratorios de quienes, como Lafone Quevedo y Metraux, se hallaban habilitados para estimarla en su justo valor. Lo que se sabe de las series inéditas, a través de los extractos publicados por Guillermo Furlong, permite aventurar la hipótesis de que el día que salgan a luz, será puesta a disposición de los investigadores del pasado rioplatense un caudal de noticias sumamente importante. Sánchez Labrador representa el primer esfuerzo por abarcar todos los aspectos de la naturaleza y de la historia del Río de La Plata, con criterio de cientifista quizás más que de historiador. No se nota, en la parte conocida, la utilización de fuentes documentales en apreciable escala, pero la información histórica es abundante y casi siempre fidedigna. Quizás el más interesante de sus estudios, desde el punto de vista historiográfico, sea el destinado a las misiones guaraníes, donde actuó largos años, pero mientras permanezca en la oscuridad, sustraído al conocimiento y a la crítica de los estudiosos, nada que no sea meramente conjetural puede establecerse a su respecto. Finalmente la obra de este gran misionero puede resumirse en: una Historia natural del Plata, como hasta el presente no ha sido escrita, siempre, claro está, ubicándola en su época y con su metodología particular y conforme al período histórico en que fuera escrita. La descripción geográfica admirable de una ruta, luego perdida, que unía el Paraguay con el Alto Perú. Gramática y vocabularios de grupos etnográficos, únicas fuentes para el conocimiento de esas lenguas, hoy extinguidas. Noticias amplias, inclusive sicológicas, de estos grupos. Noticias importantes de aplicaciones médicas, artísticas e industriales de la flora, fauna y geografía de toda la cuenca del Plata, como nadie la ha intentado realizar y, una descripción geográfica de la región nombrada.

 

Obras de ~: Paraguay Natural (ms. en Archivo de la Compañía de Jesús en Roma); Paraguay Cultivado (4 ts.) (ms. desapar.); Paraguay Católico (ms. en poder de A. Dodero) (en P. G. Furlong, Los indios pampas, puelches y patagonas según Joseph Sánchez Labrador 5. J., Buenos Aires, 1936); Vocabulario de la lengua Eyig (ms. en Biblioteca Estense de Módena); Padre Nuestro en Lengua Mbaya (ms. en Archivo Vaticano, Lat. 9802, p. 27); Carta del P. Sánchez Labrador a Lorenzo Hervás, Ravena, 21 de junio de 1783 (ms.); Gramática de la lengua Eyiguayegui (ms. en Archivo de la Compañía de Jesús en Roma) (en El Paraguay católico. Gramática Mbaya o Guaicurú, en Archivo de la Compañía de Jesús, Roma); Doctrina Cristiana (ms. en Archivo de la Compañía de Jesús en Roma) (en El Paraguay católico. Gramática Mbaya o Guaicurú, en Archivo de la Compañía de Jesús, Roma); Frases o modos (ms. en Archivo de la Compañía de Jesús en Roma) (en El Paraguay católico. Gramática Mbaya o Guaicurú, en Archivo de la Compañía de Jesús, Roma); Vocabulario de la lengua Eyiguayegui (ms. en Archivo de la Compañía de Jesús en Roma); Nombres de animales y plantas. Grados de parentesco (ms. desapar.); Carta al Padre Provincial, 22 de agosto de 1763 (ms.); Carta al Padre Provincial, Belén, 8 de noviembre de 1765 (ms. en el Archivo de la Provincia Jesuítica de Toledo, Alcalá, España); Carta al P. Nicolás Contucci, marzo de 1764, en El Paraguay Católico, t. II, págs. 261-274 (ms. en Archivo de la Provincia Jesuítica de Toledo, Alcalá, España); “Diario del viaje al pueblo de los Chanás”, en El Paraguay Católico, t. II, págs. 278-301; Anotaciones acerca de hechos relacionados con la mudanza de los pueblos de acuerdo al Tratado de Límites, San José, 20 de septiembre de 1756.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Compañía de Jesús (Roma), Paraguaria, Hist. 1710-1776, t. 3.

L. Quevedo, El Paraguay Católico. Diario del Viaje a las Misiones de Chiquitos, Buenos Aires, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, 1910-1917 (Col. Nota Linares, t. 56, págs. 430-449; D. Muriel, Historia del Paraguay, Madrid, 1918, págs. 223 y 225; E. Udaondo, Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1945; E. Cardozo, Historiografía Paraguaya, t. I, México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1959; G. Furlong, Misiones y sus pueblos de guaraníes, Buenos Aires, Imprenta Balmes, 1962; M. Castex, “Vida y obra del P. J. Sanchez Labrador, SJ”, en Peces y Aves del Paraguay Natural Ilustrado, 1767, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1968; A. Viola, Origen de los pueblos, vol. XXII, Asunción, Historia Paraguaya, Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, 1985; H. Storni, Catálogo de los Jesuitas de la Provincia del Paraguay (Cuenca del Plata 1585-1768), Roma, Institutum Históricum, SI, 1980; M. G. Monte de López Moreira, Biografía de José Sánchez Labrador, en Forjadores del Paraguay. Diccionario Biográfico, Buenos Aires, Distribuidora Quevedo de Ediciones, 2000.

 

Mary Monte de López Moreira

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