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María Salazar de Torres

Biografía

Salazar de Torres, María. María de San José. Toledo, 1548 – Cuerva (Toledo), 19.X.1603. Carmelita descalza (OCD), escritora, poetisa.

Es una de las figuras más relevantes de la reforma teresiana. Con Jerónimo Gracián y Ana de Jesús, fallecidos ambos en Bruselas, forma una trinidad de personas que asumió la defensa de la herencia teresiana, cuando el italiano Nicolás Doria tomó la dirección de la Descalcez y le dio un giro rigorista tratando de borrar las huellas de Teresa de Jesús, lo que les supuso persecución y cárcel, y expulsión de la Orden al padre Gracián. Teresa de Jesús pensó en María de San José como su sucesora cuando le escribió poco antes de morir: “Vuestra reverencia lo dice tan bien todo que, si mi parecer se hubiera de tomar, después de muerta la eligieran por fundadora, y aun en vida muy de buena gana, que harto más sabe que yo y es mejor” (carta de 17 de marzo de 1582). Jerónimo Gracián, en Peregrinación de Anastasio, su propia biografía, la califica como “una de las mujeres de mayor pureza, santidad, espíritu, prudencia y discreción que después de la madre Teresa de Jesús he conocido en la Orden, y la que más trabajos y contradicciones padeció por estar firme en que no se mudasen las leyes que su madre Teresa les dejó ordenadas” (Anastasio, diál. 12).

Nació en Toledo, según consta en el Libro de Defunciones del Monasterio de Cuerva, donde murió. Y en el Libro de Profesiones del Monasterio de Malagón, donde profesó, aparece como “hija de Pedro de Velasco y de María de Salazar, la cual natural de Aragón”. Otras fuentes señalan a sus padres como Sebastián de Salazar y María de Torres, oriundos de Molina de Aragón. El cronista portugués Melchor de Santa Ana (Chronica, t. I, cap. XXVII) la emparenta remotamente con la familia de los duques de Medinaceli.

De hecho, vivió desde niña en Toledo, en el palacio de Luisa de la Cerda, hermana del duque de Medinaceli y esposa de Arias Pardo de Saavedra, señor de las villas de Malagón, Paracuellos y Fernán Caballero. En 1562, conoció por primera vez a Teresa de Jesús, cuando la santa, poco antes de sus fundaciones, acudió a consolar a doña Luisa, que había quedado viuda, y moró en su palacio unos seis meses. María de Salazar, que tenía catorce años y refleja estos recuerdos en su Libro de Recreaciones, que recoge la mudanza que se dio en esa casa con la presencia de santa Teresa “que causó en todos su santa conversación y el ejercicio de oración y mortificación”. María de Salazar, que vivió su adolescencia y juventud entre “músicas, conversaciones y galas”, sintió un cambio radical en su vida que “no negaré que fueron por aquella angélica Madre, porque en este tiempo me llamó el Señor con particulares favores y amor a la soledad y ejercicios de oración... Confeséme generalmente y comencé en cuanto pude a mudar los ejercicios, cuanto daba lugar la vida que se suele tener en palacio” (Recreación, 2).

En 1568 apareció de nuevo por Toledo Teresa de Jesús camino de Malagón, donde pensaba fundar. María de Salazar, a sus veinte años, sintió la vocación del Carmen. Cuenta ella cómo “a este tiempo me llamó el Señor a la religión, viendo y tratando a nuestra Madre y a sus compañeras, las cuales movían a las piedras con su admirable vida y conversación, y lo que me hizo ir tras ellas fue la suavidad y gran discreción de nuestra buena Madre” (Recreación, 2). El 9 de mayo de 1570, tomó el hábito en el Convento de Malagón a sus veintidós años con el nombre de María de San José y un año más tarde profesó sus votos (11 de junio de 1571). Su espíritu carmelitano queda reflejado en diversas poesías que concibió por entonces, donde ya despuntaba su fecunda vena poética: “Monte Carmelo, ilustre, hermoso, bueno,/ claro, fértil, alegre y abundoso,/ de bienes celestiales te veo lleno,/ en ti he hallado paz, gloria y reposo”.

En 1575, Teresa de Jesús llegó nuevamente a Malagón de paso para las fundaciones de Beas y Caravaca. Y al grupo de monjas, que le acompañaban, agregó a María de San José, destinada en principio para priora de la fundación de Caravaca. Pero en Beas de Segura, donde dejó de priora a Ana de Jesús, la madre Teresa conoció al padre Gracián, un encuentro providencial que fue decisivo para la incipiente obra teresiana. Gracián, que en esos momentos tenía patente de visitador de la Orden del Carmen en Andalucía, la incitó a fundar en Sevilla. Así que Teresa de Jesús, con las monjas que tenía destinadas a Caravaca, tomó el camino de Sevilla donde fundó en 1575, dejando a María de San José por priora: “La que va para priora —confiesa la madre Teresa— es harto para ello”. Sevilla fue su primer gobierno y también su primer calvario.

Las calumnias que los calzados sevillanos levantaron contra el padre Gracián —un descalzo joven que visitaba los conventos calzados de Andalucía— afectaron también a María de San José, que en 1578 llegó a su culmen cuando el provincial calzado fray Diego de Cárdenas la destituyó de priora y nombró de vicaria del Convento a la monja que la había acusado, apodada por madre Teresa la “negra vicaria”.

Restituida en su oficio de priora un año después, vino la serenidad al Convento de Sevilla, que había padecido también la presencia de la Inquisición, primero en 1575 estando presente Teresa de Jesús y después en 1578. En diciembre de 1584, María de San José pasó a la fundación de un Carmelo en Lisboa, siendo ya en esos momentos Portugal parte del Reino de España. Le habían precedido los descalzos con la fundación del Convento de San Felipe en 1582. El nuevo Carmelo fue llamado de San Alberto, y no de San José, como era costumbre en las fundaciones teresianas, en honor del cardenal archiduque Alberto de Austria, a quien Felipe II confirió el gobierno de Portugal.

Meses después de la fundación, el capítulo de los descalzos reunido en Lisboa nombró por provincial, en sustitución del padre Gracián, al genovés Nicolás Doria, lo que fue el inicio de un prolongado calvario de quienes se sentían valedores de la herencia de santa Teresa. Con Doria se pasó de una provincia independiente gobernada por los descalzos dentro de la Orden del Carmen a una Orden nueva de carmelitas descalzos y con un gobierno, llamado de la Consulta, donde Doria pretendía controlar la vida de todos los religiosos y religiosas de la reforma teresiana. María de San José y Ana de Jesús, apoyadas por el padre Gracián, capitanearon un movimiento de monjas que solicitó y consiguió de Roma un breve para mantener las Constituciones dadas por su fundadora. Doria reaccionó y logró, con el apoyo de Felipe II, otro breve que anulaba en parte el anterior. Y se recrudecieron las persecuciones. Al padre Gracián le supuso injurias y calumnias atroces, que le condujeron a la cárcel conventual y a un proceso ignominioso que le llevó a la expulsión de la Orden en 1592. Ana de Jesús, en esos momentos en el Convento de Madrid, sufrió cárcel y posterior destierro a Salamanca, hasta que pudo salir a las fundaciones pedidas en Francia, con lo que logró su liberación. Y María de San José sufrió también la destitución y cárcel durante un año en su Convento de Lisboa, donde escribió unas páginas maravillosas que llevan por título Carta de una pobre y presa descalza (1593).

Muerto Doria en 1594, María de San José pudo disfrutar en su Convento de Lisboa de una relativa paz durante el gobierno del padre Elías de San Martín. Pero en 1600 llegó al generalato de la Descalcez un fraile émulo de Doria, Francisco de la Madre de Dios. Se recrudecieron los métodos dorianos y aparecieron nuevas tensiones. A María de San José, en la lejana Lisboa, no le llegaron hasta el año 1603, siendo sacada secretamente del Convento, llevada a Castilla y recluida en el Convento de Cuerva (Toledo). Nueve días después de su llegada a Cuerva, murió a sus cincuenta y cinco años, el 19 de octubre, tal vez de pesar, de cansancio o del desprecio que recibió esta hija predilecta de santa Teresa, heredera de su pensamiento, perseguida y calumniada.

Los cronistas oficiales de la Orden tergiversaron cuando no silenciaron su figura, como hicieron con el mismo padre Gracián. Fue el cronista portugués Belchior de Santa Anna, en su Chronica de Carmelitas Descalços do Reyno de Portugal, quien ha ofrecido múltiples referencias en su libro de quien fuera fundadora del primer Carmelo en Portugal. Para el cronista portugués, María de San José era un calco de Teresa de Jesús, “criada a los pechos de su doctrina, en la cual procuró imitarla tan al vivo que para del todo trasladarlo en sí no le faltó más que el nombre” (t. I: 355). Sus monjas parecían oír a santa Teresa, “tanto imitaba su lenguaje y modo, y tan fielmente plantaba en los corazones lo que les había enseñado” (t. I: 172).

La correspondencia de santa Teresa con María de San José (62 cartas) es casi tan copiosa como la que mantuvo con el padre Gracián. Teresa de Jesús la apodó de “letrera”, mujer de letras, como lo fue por sus grandes conocimientos literarios. Entre sus obras en prosa, hay que destacar el Libro de Recreaciones (1585), Consejos que da una priora (1590-1592), Carta de una pobre y presa descalza (1593), Ramillete de mirra (1595) e Instrucción de novicias (1602).

Sus poesías, que abarcan desde su infancia en casa de Luisa de la Cerda hasta su madurez en el Convento (1562-1593), muestran a una “insigne escritora renacentista, pulcra y correcta, abundante de palabra y fecunda de pensamiento, que se aproxima mucho más a fray Luis de León, y en general a los clásicos del siglo de oro, que a santa Teresa” (Á. C. Vega, La poesía de santa Teresa: 218).

El Libro de Recreaciones, su obra más memorable, compuesto en Lisboa en 1585, bajo forma de diálogos entre varias monjas de su comunidad en los momentos de recreación, es un libro de memorias en el que vierte su propia biografía y ensalza la grandeza del Carmelo y de la vida y muerte de santa Teresa. “En el caso concreto de María de San José —cuenta Manero Sorolla, que tanto ha estudiado a esta religiosa carmelita— nos las tenemos que haber con una literata de vocación que recurre al diálogo para hablar de sí misma por pudor; pero también por arte y cultura humanística” (Manero, Diálogos de carmelitas: 510). Consejos que da una priora (1590-1592), es un compendio de reglas para el buen gobierno de los monasterios, que María de San José envió al Convento de Sevilla. Carta de una pobre y presa descalza, terminada el viernes santo de 1593 en la cárcel conventual del monasterio de Lisboa, es un precioso escrito de amor a la cruz y perdón de las ofensas. Ramillete de mirra (1595), escrito después de la muerte de Doria, es la historia descarnada de las persecuciones que ha sufrido.

María de San José está excluida, en la Historia del Carmen Descalzo (1637), escrita por Jerónimo de San José, del capítulo titulado “Religiosas de insigne y conocida santidad”, pero ella aparece en los estudios modernos como una de las más esclarecidas religiosas de los tiempos fundacionales de Teresa de Jesús y una escritora, de dilatada cultura humanística y bíblica, que iguala e incluso supera en esto a la misma fundadora. Su feminismo, por último, es proverbial.

Luchadora de por vida en la defensa de la mujer, es sabedora de que su madre Teresa fue fundadora de mujeres y de hombres, caso insólito en aquellos tiempos.

Cuando, por el hecho de ser mujer, se sentía humillada, salía aguerrida en sus poesías con versos como estos: “¡Somos mujeres! Pregunto:/ ¿Cómo seremos oídas?/ ¡Menos nos oirán caídas/ en los males que barrunto!”. Y anima a las monjas a no dejarse arrinconar: “¿Arrinconarnos sin tiento/ cuando es razón nos pongamos/ con ánimo y resistamos?/ Os espantáis ya del viento”. Para defender la herencia teresiana, dispuesta estaba a llegar al martirio, y así lo escribió desde Lisboa a las monjas de los conventos de España.

 

Obras de ~: Avisos para el gobierno de las religiosas, ed. de J. L. Astigarraga, Roma (1590); Instrucción de novicias, 1602; Libro de recreaciones. Ramillete de mirra. Avisos, máximas y poesías de [...], Burgos, 1913; [Obras completas] en el vol. “Humor y espiritualidad”, Burgos, 1966, págs. 119-639 (ed., pról. y notas del P. Simeón de la S. Familia); Escritos espirituales, Roma, 1979 (ed. y notas del P. Simeón de la S. Familia).

 

Bibl.: Belchior de Santa Anna, Chronica de Carmelitas Descalços do Reyno de Portugal, Lisboa 1657, t. I, caps. 24-34 y II, caps. 3-5, 35-36; José de San Juan de la Cruz, “Apuntes bio-bibliográficos: R. M. María de San José”, en Monte Carmelo, 7 (1906), págs. 466-468; Eduardo de Santa Teresa, “[Introducción al] Libro de Recreaciones de la Venerable Madre María de S. José”, en Monte Carmelo, 10 (1909), págs. 9-17; Silverio de Santa Teresa, Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América, t. VIII, Burgos, Monte Carmelo, 1935-1937, págs. 435-472; A. Donázar, Principio y fin de una Reforma. Una revolución religiosa en tiempos de Felipe II. La Reforma del Carmen y sus hombres, Bogotá, Ediciones Guadalupe, 1968; E. Llamas, Santa Teresa de Jesús y la inquisición española, Madrid, Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1972, págs. 53-194; A. Custodio Vega, La poesía de Santa Teresa, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1972, págs. 216-229; Santa Teresa de Jesús, Obras completas, ed. Efrén de la Madre de Dios, Madrid, BAC, 1974; E. J. M. Montalva, La herencia teresiana, Madrid, Espiritualidad, 1975, págs. 334-342; Efrén de la Madre de Dios y O. Steggink, Tiempo y vida de Santa Teresa de Jesús, Madrid, BAC, 1977; J. Gracián, Historia de las fundaciones, Roma, 1977; S. Herpoel, “Sainte Thérèse et le Libro de Recreaciones, Écrire sur soi en Espagne. Modèles et Ecarts”, en VV. AA., Actes du IIIe colloque international d”Aix-en-Provence (4-5-6 Décembre 1986), Aix-en-Provence, Publications Université de Provence, 1988, págs. 45-56; M.ª P. Manero Sorolla, “Exilios y destierros en la vida y en la obra de María de Salazar, 1616”, en Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, VI-VII (1988), págs. 51-59; “Diálogos de Carmelitas: Libro de Recreaciones de María de San José”, en VV. AA., X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Barcelona, Universidad, 21-26 agosto 1989; “La poesía de María de san José (Salazar)”, en Estudios sobre escritoras hispánicas en honor de Georgina Sabat-Rivers, Madrid, Castalia, 1992, págs. 187-222; M.ª J. de la Pascua Sánchez, “Escritura y experiencia femenina: la memoria de las Descalzas en el ‘Libro de Recreaciones’ de Sor María de san José”, en Revista de Historia Moderna y Contemporánea (Universidad de Cádiz), n.º 12-13 (2000-2001); J. Gracián, Peregrinación de Anastasio, ed. por J. L. Astigarraga, Roma, 2001; Daniel de Pablo Maroto, “María de San José (Salazar), heredera del espíritu de Santa Teresa y escritora de espiritualidad”, en Revista de Espiritualidad, 63 (2004), págs. 213-250; I. Morujâo, “María de San José (Salazar) OCD, fundadora del primer Carmelo descalzo femenino en Portugal”, en Revista de Espiritualidad, 63 (2004), págs. 177-211; M.ª P. Manero Sorolla, “María de San José y Luisa de la Cerda: género, poder y espiritualidad en el inicio de la reforma teresiana”, en Dejar hablar a los textos: Homenaje a Francisco Márquez Villanueva, vol. I, 2005, págs. 441-460; C. Ros Carballar, El hombre de Teresa de Jesús, Jerónimo Gracián, Sevilla, Rosalibros, 2006.

 

Carlos Ros Carballar

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