Lozano, Pedro. Madrid, 16.IX.1697 – Humahuaca, Jujuy (Argentina), 8.II.1752. Sacerdote jesuita (SI), cronista e historiador.
Nació en el seno de una familia acomodada. Su padre, el distinguido humanista y literato Juan Antonio Lozano, influyó poderosamente en la vida de sus hijos.
El mayor, Pablo, se dedicó al estudio de la Literatura Clásica y poseía un gran conocimiento de las lenguas latina, griega, hebrea y arábiga. En cambio, Pedro, quien realizó su primeros estudios en Madrid, abrazó la vocación sacerdotal y a la edad de catorce años, ingresó a la Compañía de Jesús (7 de diciembre de 1711), profesando sus primeros votos dos años más tarde (15 de agosto de 1713).
Noticias de las Misiones del Paraguay alentaron la idea de viajar a esas latitudes y, en consecuencia, solicitó su inmediata partida. Arribó al Río de la Plata (8 de abril de 1717), integrando un grupo de setenta y dos misioneros de diferentes naciones, entre los cuales figuraban Asperger, Nussdotffer y Lizardi. A poco de su llegada, fue destinado a la provincia de Tucumán y culminó sus estudios en la Universidad de Córdoba (5 de agosto de 1720).
Cuatro años más tarde fue enviado a Santa Fe como cronista de la Compañía, cargo en el que sucedió al padre Diego Lezama. De vuelta a la ciudad universitaria, enseñó Filosofía y Teología, juntamente con los ilustres jesuitas Quiroga, Cardiel, Falkner y Guevara.
Aunque su residencia habitual era Córdoba en el Colegio Máximo de la Compañía y en la hacienda Santa Catalina, el padre Lozano viajó por toda la región del Plata recogiendo noticias y extractando documentos del pasado, material que utilizó ulteriormente en sus trabajos históricos. En uno de sus primeros viajes, atravesó los pantanos de Ñeembucú para llegar al Paraguay; descendió por el río epónimo hasta el puerto de las Conchas y de allí pasó a Corrientes en épocas de sequía. En otra siguiente travesía, viajó al alto Uruguay y bajó por este río, pasando en balsa su gran arrecife y en las de sus afluentes, el Cuareim y el Negro, recogió varias muestras de petrificaciones prehistóricas.
El superior de la Orden, observando su gran interés por la crónica histórica, le designó historiador oficial de la Compañía (1726) y prontamente inició un viaje de estudio e investigación. Visitó en varias oportunidades la ciudad de Buenos Aires, residió por un tiempo en Asunción e inspeccionó personalmente los archivos de esa ciudad. En procura de más noticias, viajó diligentemente hacia otras provincias, así llegó a Santiago del Estero, Tucumán y Salta, donde halló diferentes tipos de legajos ubicados en los repositorios de dichas localidades.
Diez años después, sus investigaciones habían adelantado bastante y cuando consideró terminada la obra (25 de febrero de 1740), la presentó a las autoridades religiosas a los efectos de su examen y análisis.
El trabajo está compuesto de dos partes: la primera, una extensa introducción, es la crónica de la conquista hispana de las regiones del Paraguay, Río de la Plata y el Tucumán, y la segunda, contiene los anales de la orden de la Compañía de Jesús. “No ha dejado de ser dificultosa —explica el propio padre Lozano en el “Prólogo”, refiriéndose a la tarea que se le encomendó—, aún en lo material; porque si bien me ayudaron no poco los trabajos del padre Pastor, del padre Techo y otros, ha sido todavía no poco lo que he necesitado inquirir en muchos papeles antiguos, con sobrada fatiga”. La narración comprende los veintiocho años de la actuación de la Compañía de Jesús en el Río de la Plata, desde su entrada al Tucumán (1586), hasta el final del provincialato del padre Diego de Torres (1614).
La Consulta de Provincia en Córdoba enjuició la sección correspondiente a los anales de la Compañía de Jesús, con unas pocas censuras, derivándosele a su autor para corregir los puntos y detalles, conforme al dictamen de los censores. Lozano, tardó un poco más de cinco años (1745) para concluir las modificaciones y, por consiguiente, el procurador general de la provincia del Paraguay solicitó la licencia del Consejo para la impresión de la misma (1747). El expediente se arrastró durante seis años, hasta que el laborioso estudio de Lozano fue considerado digno de su publicación (13 de abril de 1753), bajo el título de La Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay. Pero aun así, el libro estuvo a punto de ser abreviado, porque a última hora los examinadores jesuitas lo encontraron muy difuso, según se lee en una carta del provincial Barreda (20 de julio de 1753).
La primera parte permaneció por mucho tiempo inédita, hasta que Andrés Lamas la publicó en cinco volúmenes (1873-1875) con el título de Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Se trata de una narración exageradamente prolija y detallista, escrita en desordenado estilo; no obstante, es la más conocida y la más aprovechada por los investigadores modernos de la historia colonial de las regiones rioplatenses, constituyéndose en uno de los tratados de obligada consulta. Contiene noticias y referencias de notorio valor histórico y es una expresión de la vida colonial de las citadas regiones. En ella, el padre Lozano describe la gobernación del Río de la Plata, su geografía, flora, fauna y el origen de las poblaciones.
Proporciona los pormenores de la fundación de Asunción, Corrientes y la división de la provincia en dos gobernaciones.
Prosiguiendo con su labor investigadora, el padre Lozano residió transitoriamente en San Lorenzo (Paraguay, 1728), donde se reunió con los jesuitas expulsados por Antequera. Presenció el retorno de los mismos y actuó en los agitados acontecimientos de la Revolución de los Comuneros (1721-1724 y 1731- 1735). Por ese tiempo (1728-1730), escribió su Descripción Corográfica del Gran Chaco y, posteriormente (1740-1745), La Historia de las Revoluciones de la Provincia del Paraguay.
La primera de las citadas, cuyo contenido se halla expresado en su largo título (Los terrenos, ríos, árboles y animales de las dilatadísimas provincias del Chaco Gualamba, y de los ritos y costumbres de las innumerables naciones bárbaras e infieles que las habitan, con su cabal relación histórica de lo que en ellas han obrado para conquistarlas algunos gobernadores y ministros reales, y los misioneros jesuitas para reducirlas a la fe del verdadero Dios), es el primer tratado de su género en que no se toma una entidad política o administrativa como objeto de estudio, sino una unidad geográfica bien caracterizada: El Chaco. Inmensa extensión territorial, asiento de un heterogéneo mundo étnico, sometido a la acción militar y evangelizadora de la provincia de Paraguay, jurisdicción que dominaba su mayor parte.
La región es estudiada en todos sus aspectos, comenzando por su orografía e hidrografía y luego su fauna y su flora. Consecutivamente, se delinea la configuración etnográfica, enumerándose hasta cincuenta y dos naciones distintas, según la diversidad de sus lenguas, de cada una de las cuales se ofrece un amplio panorama de su vida material y cultural. La parte estrictamente histórica está dedicada a reseñar los esfuerzos realizados por las autoridades españolas y por los misioneros para reducir las etnias indígenas a la civilización cristiana. En esta obra, el padre Lozano depuró la ciencia de errores y fábulas que discurrían en esa época con respecto a la botánica y la zoología.
En cuanto a Las Revoluciones del Paraguay, es un trabajo extraordinario en el cual su autor relata los acontecimientos sucedidos durante la Revolución de los Comuneros; uno de los conflictos más violentos de la historia paraguaya, escrito en Tucumán, apenas terminas las agitaciones. La obra recoge una impresionante información de todos los hechos protagonizados en Asunción, el interior de la provincia, las Misiones jesuíticas, Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Charcas, Lima, Chile, Brasil y Madrid.
Contiene desde reales órdenes y providencias hasta chismes pueblerinos y secretos de alcoba. El padre Lozano, protagonista de varios de los sucesos, escribe con sobrada parcialidad desde el punto de vista de uno de los bandos: el de los jesuitas, contra el cual se insurreccionó el “común” del Paraguay (1721-1735). Su relato se inicia en 1717 con el advenimiento de Diego de los Reyes Balmaceda al gobierno, y termina en 1735 cuando el gobernador de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zavala, con las tropas guaraníes reclutadas en las Misiones, restableció definitivamente, el orden y las instituciones.
El original se conservó por mucho tiempo en el Archivo Nacional de Asunción, guardado evidentemente después de la expulsión de la Orden.
Este hecho no deja de ser notable, pues los religiosos tuvieron tiempo de salvaguardar parte de sus archivos y bienes cuando éstos en realidad deberían ser confiscados en su totalidad, según se desprendía del decreto promulgado por el rey Carlos III (1767).
Durante la Guerra contra la Triple Alianza (1865- 1879), el Archivo de Asunción fue trasladado sucesivamente a otras localidades paraguayas que fungieron de capitales. En ese recorrido, los valiosos documentos de la historia paraguaya fueron diseminados entre la soldadesca, a veces por falta de leña, se usaban los legajos para hacer fuego o simplemente eran llevados como recordatorios. Es así como un manuscrito encuadernado en pergamino llamó la atención de un mercenario alemán, quien lo extrajo del montón como novedad y una vez terminada la contienda lo llevó consigo a su patria. A su muerte, sus herederos lo vendieron entre otros trastos sin valor.
Treinta y seis años después de haber sido providencialmente salvado de la hoguera y comprobada su autenticidad por una editora alemana, el trabajo fue publicado íntegramente por la Junta de Historia y Numismática Americana, de Buenos Aires, bajo el título Historia de las Revoluciones de la Provincia del Paraguay (agosto de 1905).
En el transcurso de sus investigaciones y de sus viajes entre la provincia del Paraguay y del Tucumán, el padre Lozano, como un apasionado de la historia, misión que cumplió dignamente hasta los últimos años de su vida, escribió las Cartas Annuas correspondientes a los años 1735-1743. Escribió, además, una traducción del italiano de las Máximas eternas de Ambrosio Catáneo; varias Cartas descriptivas, una dirigida al padre Juan de Alzola sobre los Césares. Un Diario de un viaje a la costa de la mar Magallánica en 1745.
Contiene una descripción desde Buenos Aires hasta el estrecho de Magallanes; una representación en la cual la Compañía protesta por el tratado de límites con Portugal; unos Apuntes autobiográficos, La vida del padre Julián de Lizardi, un Diccionario histórico, índice en seis tomos manuscritos, que ha desaparecido, y varias cartas dirigidas a renombrados jesuitas.
El padre Pedro Lozano falleció en plena labor, mientras viajaba a la provincia de La Plata, comisionado para informar a la Audiencia de Charcas de los inconvenientes que presentaba el Tratado de Límites firmado entre las Coronas de España y Portugal con relación a los siete pueblos de las Misiones y los territorios adyacentes sobre el río Uruguay que debían ser entregados a los lusitanos.
No puede discutirse, con sanidad de espíritu y concepto claro de época, que Lozano fue un escritor fecundo, un cronista meticuloso y bien informado, de estilo fluido, aunque a veces es exagerado y se muestra tendencioso, precisamente en la exposición de los acontecimientos relacionados directa o indirectamente con la Compañía de Jesús, llegando al extremo, con el propósito de justificar ciertas actuaciones de algunos sacerdotes de su Orden. Con todo, sus obras se constituyeron en plataformas para escribir la historia colonial de estas latitudes.
El padre José Guevara, sucesor suyo en el cargo de cronista de la Compañía, lo elogia sin reservas, lo que demuestra el prestigio del que gozaba el padre Lozano entre sus coetáneos. Según sus palabras, el padre Lozano fue “el último erudito que trabajó la Historia, sujeto versadísimo en todo género de lectura, lleno de noticias sagradas y profanas, varón de los que raras veces produce la naturaleza para admiración de los siglos”.
Obras de ~: Descripción Corográfica del Gran Chaco, los terrenos, ríos, árboles y animales de las dilatadísimas provincias del Chaco Gualamba, y de los ritos y costumbres de las innumerables naciones bárbaras e infieles que las habitan, con su cabal relación histórica de lo que en ellas han obrado para conquistarlas algunos gobernadores y ministros reales, y los misioneros jesuitas para reducirlas a la fe del verdadero Dios, Madrid, 1736 (1.ª ed. en latín); Tucumán, 1941 (versión castellana); Historia de la Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay, Madrid 1754 y 1756 (ed. de la primera parte con el título Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, Buenos Aires, 1873); Historia de las Revoluciones de las Provincia del Paraguay, Buenos Aires, 1905; Diario de un viaje a la costa de la mar Magallánica en 1745, Buenos Aires, 1836.
Bibl.: E. Udaondo, Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1945; G. Furlong, Los jesuitas y la cultura rioplatense, Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1946; E. Cardozo, Historiografía Paraguaya, t. I, México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1959; C. R. Centurión, Historia de la Cultura Paraguaya, t. I, Asunción, Biblioteca Ortiz Guerrero, 1961; O. Massare de Kostianovsky, La instrucción pública en la época colonial, Asunción, Escuela Técnica Salesiana, 1975 (2.ª ed.); H. Storni, Catálogo de los Jesuitas de la Provincia del Paraguay (Cuenca del Plata, 1585-1768), Roma, Institutum Historicum, SI, 1980; J. B. Rivarola Matto, Ensayo sobre los Comuneros, t. I, Antequera, Asunción Cromos, 1986; L. Gianello, Biografía de Pedro Lozano en Forjadores del Paraguay. Diccionario Biográfico, Buenos Aires, Distribuidora Quevedo de Ediciones, 2000.
María Graciela Monte de López Moreira