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Félix Colón de Larreátegui y Ximénez de Embrún

Biografía

Colón de Larreátegui y Ximénez de Embún, Félix. Madrid, 20.XI.1740 ant. – Arnedillo (La Rioja), 23.IX.1820. Militar, jurista, caballero de la Orden de Santiago y consejero del Consejo de Guerra.

Perteneciente a una numerosa e influyente dinastía de letrados y ministros que sirvieron a la monarquía, durante sucesivas generaciones entre los siglos XVII y XIX, desde muy destacados cargos, nació en Madrid, en cuya parroquia de San Andrés fue bautizado el 20 de noviembre de 1740. Su padre, Pedro Isidro Colón de Larreátegui y Angulo, fue fiscal del crimen (1729), fiscal de lo civil (1730-1735) y oidor (1735- 1739) de la Real Chancillería de Granada, regente de la Real Audiencia de Barcelona (1739-1742), y fiscal de lo criminal del Consejo Real de Castilla (1742). Después, además de fiscal de lo civil, consejero (1748) y camarista de Castilla (1754), llegó a actuar como decano del Consejo Real en 1760, y, un año antes de morir, en 1769, en ausencia de su presidente, el conde de Aranda, ejerció como tal, y como gobernador interino. Su madre, María Antonia Ximénez de Embún y Mateo Fernández de Moros Guerrero y Garay de Urríes, era natural de la villa de La Almunia de Doña Godina, en el obispado de Zaragoza, donde fue bautizada el 9 de noviembre de 1720, habiendo de fallecer en Madrid, el 9 de octubre de 1788. Contrajeron matrimonio sus progenitores el 16 de abril de 1738, naciendo de él ocho hijos: María Francisca, Félix, Pedro, María Josefa, Mariano, José Joaquín, Francisco y Tomás Colón de Larreátegui y Ximénez de Embún. La primogénita, María Francisca Colón (Madrid, 23 de enero de 1740 – 29 de abril de 1771), fue creada I condesa de Torre Arias, sin Grandeza, en virtud de un Real Decreto de 21 de septiembre de 1760, por el que Carlos III había otorgado tal título de Castilla a su padre, como merced real por su labor en la Junta de asistentes de las Cortes de 1760, con facultad de pasarlo a su hija, para sí y sus descendientes. Por lo demás, otros dos hermanos poseyeron destacadas biografías: Mariano Colón de Larreátegui, alcalde de Casa y Corte (1778), consejero de Castilla (1787), superintendente general de Policía de la Corte (1787-1792), consejero de Estado (1814) y presidente del Consejo de Hacienda (1814- 1820), y José Joaquín Colón de Larreátegui, consejero (1791) y camarista (1814) de Castilla, primer decano del Consejo y Tribunal Supremo de España e Indias (Consejo Reunido), creado por la Junta Suprema Central en 1809, y miembro del Consejo de Regencia (1810).

Félix Colón de Larreátegui y Ximénez de Embún, Angulo y Mateo Fernández de Moros, hermano mayor de los mencionados Mariano y José Joaquín, aunque debió estudiar leyes como ellos, prefirió, sin embargo, seguir otra carrera que no la letrada, cual fue la militar, y en alto grado: teniente coronel de infantería, segundo (1781) y primer ayudante mayor del Regimiento de Reales Guardias de Infantería Española (1787), brigadier (1793), mariscal de campo (1810) y teniente general de los reales ejércitos entre 1816 y 1820. Al ser integrada la Junta Suprema de Caballería del Reino en el Consejo de Guerra, en 1802, pasando a constituir su Sala tercera, Félix Colón ejerció de secretario de lo gubernativo y económico —no de lo contencioso, por tanto.

Condecorado con la gran cruz de la Orden de San Hermenegildo (1815), fue consiliario secular de la Junta de Reales Hospitales, entre 1807 y 1820; juez protector de la Escuela de Veterinaria, de 1817 a 1819; y, consejero de Guerra, militar o de capa y espada, desde 1817, como también lo había sido, un siglo antes, togado, entre 1714 y 1719, su tío abuelo Pedro Antonio (Madrid, c. 24 de febrero de 1649 – 15 de mayo de 1719), hermano de su abuelo Francisco Antonio Colón de Larreátegui, consejero de Indias entre 1697 y 1701, y consejero de Castilla entre 1699 y 1701. Junto con algunos manuscritos, como una Descripción de la plaza de San Fernando de Figueras (1774) o un Diario de las expediciones de Argel (1775), también entregó a la imprenta un Formulario de Procesos Militares, cuyo objeto inicial era el muy modesto de servir para la instrucción de los cadetes del Regimiento de Reales Guardias Españolas, que estaba a su cargo, como segundo ayudante mayor, y que, desde su primera edición, en Barcelona, de 1781, hasta la última, en Valencia, de 1822, alcanzó, igualmente, el éxito de sucesivas reimpresiones en vida de su autor. De quien, por cierto, ha quedado memoria, sobre todo, por otra obra suya, también de práctica jurídica relativa al fuero o jurisdicción especial castrense, muy difundida en su época: Juzgados Militares de España y sus Indias, impresa, en cuatro tomos, en Madrid, en 1788. Precisamente por ello, y por ella, Francisco de Goya le retrató, en 1794, sentado junto a un bufete, con la pluma en la mano y el ejemplar de uno de dichos tomos al lado, revestido de casaca azul con galones plateados, ostentando las insignias de la Orden de Santiago, en la que acababa de ingresar. De este modo quedó inmortalizada la efigie de Félix Colón de Larreátegui para la posteridad, gracias a una de las obras mejor conseguidas del genial pintor aragonés, de gran precisión psicológica: expresión natural y grave, actitud digna y enérgica, ademán de mando y autoridad, rostro sereno y sobrio, boca fina y levemente entreabierta, mirada inteligente en el retratado; soltura de ejecución, armonía cromática, hábil contraste en el tratamiento del color de la indumentaria y sus tejidos con las carnaciones de rostro y manos, que destacan sobre el fondo neutro oscuro, en el retratista.

Siendo ya su hermano Mariano Colón superintendente general de Policía de Madrid, el 14 de agosto de 1787 remitió al conde de Floridablanca, solicitando su aprobación, el Prospecto de una obra por suscripción, intitulada “Juzgados Militares de todos los Tribunales y Cuerpos que componen el Exército, Armada, y Milicias de España y sus Indias”, dividida en siete tomos, que había elaborado, con detalle, Félix Colón. Su propósito era el de evitar las infinitas competencias que diariamente se suscitaban entre la jurisdicción militar y la ordinaria, nacidas, a su juicio, de la ignorancia de las reales órdenes publicadas por mandato del monarca. No pretendía ser una simple colectánea de órdenes regias, que ya existía, y era el caso de la Colección General de las Ordenanzas Militares, sus innovaciones y aditamentos, de Joseph Portugués (Madrid, 1764-1768, 11 ts.), sino que procuraba tratar de los diferentes asuntos, atinentes a la milicia, con método jurídico-administrativo, lo que resultaba de interés no sólo para los militares, sino también para los oidores y alcaldes del crimen, corregidores, alcaldes mayores, auditores, asesores, abogados y cuantos estuviesen relacionados con las jurisdicciones real ordinaria, hacendística y eclesiástica, entre otras. Había trabajado Félix Colón de Larreátegui, para ello, desde 1782, durante seis años, habiendo tenido acceso a los archivos de las diferentes secretarías de Estado y del Despacho, cuyos titulares (Antonio de Valdés y Bazán en la de Marina y en la de Guerra, Hacienda, Comercio y Navegación de la desdoblada de Indias; Pedro López de Lerena, en la de Hacienda; Jerónimo Caballero, en la de Guerra; Antonio Porlier, en la de Gracia y Justicia de Indias; José de Gálvez, marqués de Sonora, en la única de Indias hasta su muerte, en 1787, y su posterior bipartición), le habían autorizado su consulta. El tomo I versaba sobre el fuero de guerra o jurisdicción castrense; el II, sobre el Real y Supremo Consejo de Guerra; el III, en cuya redacción agradecía, y reconocía, que le había auxiliado su hermano Mariano, sobre el proceso militar, constituyendo una segunda edición, corregida y aumentada, del Formulario de Procesos Militares; el IV, sobre las penas militares; el V, sobre la jurisdicción militar de la Marina, y el VI y el VII, sobre la jurisdicción política de la Marina.

Un proyecto bien meditado, puesto que preveía no imprimir tomos abultados, para que no embarazasen a los militares en sus marchas, al tiempo que sí anunciaba la posibilidad de algunas tiradas de tomos en papel de marca mayor, a fin de que, en las Secretarías del Despacho, sus oficiales pudiesen anotar las resoluciones en sus amplios márgenes, junto con la inicial previsión de apéndices sucesivos para las disposiciones que luego fuesen publicándose. La suscripción general fue abierta, inicialmente, en la Librería de la Viuda de Ibarra e Hijos, sita en la calle de la Gorguera, de cuyas prensas salieron siempre los ejemplares impresos en Madrid de las obras de Félix Colón.

Todo lo cual explica por qué esta obra de praxis jurídica y administrativa pronto se habría de consagrar, gracias a su utilidad, en la forma comentada, y más reducida, de cuatro tomos.

 

Obras de ~: Descripción de la Plaza de San Fernando de Figueras. Hecha en 15 de enero de 1774 (inéd.); Diario de las expediciones de Argel, que contiene el plano de su bahía y la explicación de la batalla y campamento que debía haber formado el Exército, 1775 (inéd.); Formulario de Procesos Militares dividido en dos partes: en la primera se explica el orden de un proceso; en la segunda el modo de justificar el cuerpo de cada delito en los más comunes. Se dan algunas reglas para conocer el valor de las pruebas, la forma de tomar declaraciones a testigos y Reos, la de extender diferentes diligencias y el modo de hacer un inventario en la testamentaría de un Militar. Sacado de diferentes prácticas y coordinado por Don ~, Barcelona, Imprenta de Juan Dorga, 1781 (reimpr. en Madrid, Imprenta de Ibarra, 1782; Valencia, Imprenta de Josef Ferrer de Orga, 1810; Valencia, 1822); Prospecto de una obra por subscripción intitulada “Juzgados Militares de todos los Tribunales y Cuerpos que componen el Exército, Armada, Milicias de España y sus Indias”, s. l., s. f.; Juzgados Militares de España y sus Indias, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra e Hijos, 1788, 4 ts. (2.ª ed. corr. y aum., Madrid, Imprenta de la Viuda de Joaquín Ibarra, 1797; Valencia, Imprenta de Miguel Domingo, 1810; 3.ª ed., corr. y aum., Madrid, Imprenta de Repullés, 1817, 5 ts.); Apéndice a los Quatro Tomos de los “Juzgados Militares de España y sus Indias”, t. I, Madrid, Imprenta de la Viuda de Joaquín Ibarra, 1793; Compendio de los Juzgados Militares de España, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1793, 2 ts.; Índice General Alfabético de los Quatro Tomos y del primero del Apéndice de la obra de los “Juzgados Militares de España y sus Indias”, arreglado para la primera y segunda edición por el mismo autor, el Brigadier Don ~, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1798.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Gracia y Justicia, leg. 979.

R. Nieto y Cortadellas, Los descendientes de Cristóbal Colón. (Obra genealógica), La Habana, 1952, págs. 230-246; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de Autores Españoles del Siglo XVIII, t. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1983, págs. 451-453; A. Gil Novales (ed.), Diccionario Biográfico del Trienio Liberal, Madrid, Ediciones El Museo Universal, 1991, págs. 148-149; J. J. Luna y M. Moreno de las Heras, Goya. 250 Aniversario. Catálogo de la Exposición llevada a cabo en el Museo del Prado del 30 de marzo al 2 de junio de 1996, Madrid, Museo del Prado, 1996, n.º 83, págs. 360-361; R. Gómez Rivero, “Antonio Ignacio de Cortabarría y Barrutia, Consejero de Castilla y Magistrado del Tribunal Supremo (1756-1815)”, en Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País (San Sebastián), LII, 1 (1996), págs. 191-212; P. Molas Ribalta, Los magistrados de la Ilustración, Madrid, Boletín Oficial del Estado y Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, págs. 48-49 y 61-64; J. Barrientos Grandón, Los Letrados en la Judicatura Indiana (1511-1834). “De Iurisdictio Animata” en el Nuevo Mundo, tesis doctoral, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo, Universidad de Castilla- La Mancha, 2004 (inéd.), t. I, n.os 423-424, págs. 555- 558, y t. II, n.os 470, 1241 y 1935, págs. 708-709, 919 y 1228-1230.

 

José María Vallejo García-Hevia

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