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Felipe Víctor Amadeo Ferrero Fieschi y Caracciolo

Biografía

Ferrero Fieschi y Caracciolo, Felipe Víctor Amadeo. Príncipe de Maserano (VI). Madrid, 11.X.1713 – Barcelona, 26.X.1777. Embajador, capitán general, gentilhombre de cámara, consejero de Guerra, consejero de Estado, comendador de la Orden de Calatrava, caballero de la insigne Orden del Toisón de Oro.

Además de príncipe de Maserano, era príncipe del Sacro Romano Imperio, marqués de Crèvecour (VI), Casaldone, Vilata y Ponsana, conde de Candel, Bena, Galiagnico, Lavanha, Roasio y Boriana.

Era hijo de Víctor Amadeo (1687-1743), V príncipe de Maserano, y de Juana Irene Caracciolo y Ruffo (1697-1721), de conocida familia napolitana.

Oriundo de Piamonte, Víctor Amadeo había entrado al servicio de España con motivo del enlace de Felipe V con María Luisa de Saboya y logró convertirse en un personaje relevante en la Corte de Madrid, llegando a Grande de España, capitán general y embajador. Bajo el nombre de marqués de Crevecoeur, su hijo mayor ingresó, en 1726, en la Milicia.

El 28 de septiembre de 1734 fue nombrado brigadier, con el mando del Regimiento de Dragones de Pavía. El 26 de octubre de 1737, en el gabinete oval del rey de Francia en Fontainebleau, casó con Carlota Luisa de Rohan (1725-1786), hija de los príncipes de Guémené, miembros de la poderosa familia francesa de Rohan. Hecho mariscal de campo el 5 de enero de 1740, sirvió en Italia a las órdenes de Montemar (1742), y recibió la Cruz de San Jenaro (1743). A la muerte de su padre (1 de octubre de 1743), heredó el título de príncipe de Maserano y, un poco más tarde (11 de febrero de 1744), su cargo de capitán de la compañía italiana de Reales Guardias de Corps, incorporándose además a la Orden de Calatrava (3 de junio). Ascendido a teniente general el 5 de septiembre de 1745, parece haber permanecido en la Corte, ejerciendo sus empleos de gentilhombre de cámara y de capitán de guardias. Elegido caballero del Toisón de Oro el 22 de septiembre de 1752, fue investido por el Rey en el Buen Retiro el 27 de septiembre y apadrinado por el marqués de la Ensenada.

El 2 de octubre de 1752 viajó a Francia con su esposa.

El 3 de noviembre, en el palacio de Fontainebleau, fue presentado a Luis XV y casi enseguida, dejando a su mujer con su familia, marchó a Piamonte a arreglar unos negocios particulares. De vuelta a París, a mediados de julio de 1753, se fue con su consorte a Compiègne, con la intención de despedirse allí del Rey Cristianísimo, pero un obstáculo protocolario no les permitió conseguir la audiencia deseada y, sin despedirse, dejaron el sitio el 27 de julio y marcharon a París desde donde emprendieron su regreso a España el 8 de agosto. Si se han de creer las alegaciones de Duras, embajador de Francia en Madrid, el príncipe, apoyado por los Rohan, albergaba esperanzas de ser elegido embajador de España en Francia, perspectiva que, en opinión de Duras, “sería una muy mala opción, ya que este sujeto, por lo menos mediocre personalmente, está además enteramente entregado al rey de Cerdeña” (1753). Sea como fuere, Maserano tuvo que esperar varios años antes de ingresar en la carrera diplomática. Tras el infeliz Tratado de París (10 de febrero de 1763) que marcaba el final de la contienda franco-hispano-inglesa, Carlos III había enviado a Londres a un encargado de negocios, Francisco de Carrión, para reanudar sus relaciones con Inglaterra.

Pero esperaba la llegada de un embajador para discutir los muchos e importantes problemas pendientes entre ambos países. La subida de Grimaldi al poder (14 de octubre de 1763) acarreó la designación de su amigo Maserano para la embajada de Londres.

El príncipe, acompañado por su mujer y el secretario Francisco Escarano, pasó por la Corte francesa antes de llegar a su destino, el 26 de noviembre de 1763. Su cometido era amplio y complejo: tenía que negociar la ejecución del tratado de paz y, al mismo tiempo, intentar poner coto a las usurpaciones inglesas en América, incluso las exploraciones marítimas realizadas en aquella parte del mundo. Actuó siempre de pleno acuerdo con Grimaldi, manteniendo con él no sólo la acostumbrada correspondencia diplomática, sino también un continuo intercambio de cartas confidenciales. Después de resolver los puntos del rescate de Manila, de las evacuaciones y restituciones, Maserano tuvo que enfrentarse con el largo, espinoso y harto conocido asunto de las Malvinas (1768- 1770). Es verdad que éste se trató esencialmente entre Madrid y Versalles, o sea, entre Grimaldi y Choiseul, pero el príncipe desempeñó un papel importante por sus informaciones y sus avisos, abogando siempre por una política de firmeza. Así y todo, cumpliendo las órdenes de su Corte, firmó en Londres la declaración del 22 de enero de 1771, que satisfacía gran parte de las pretensiones inglesas. Poco antes, en 1770, su conducta había sido premiada con el ascenso al grado de capitán general de los Ejércitos. Cansado y ya enfermo, consiguió una larga licencia y, dejando el cargo de los negocios a Escarano, se ausentó de 21 de agosto de 1772 a 26 de mayo de 1775. Durante ese tiempo estuvo en Madrid, donde acumuló muestras del favor regio: Cruz de Carlos III (3 de diciembre de 1771), plazas en el Consejo de Estado (18 de septiembre de 1773) y en el de Guerra (18 de enero de 1774). De vuelta a Londres a fines de mayo de 1775, hubo de defender a España, sospechada de simpatías activas en pro de las colonias rebeldes de América. La dimisión de Grimaldi (9 de noviembre de 1776) resultó un golpe muy duro para él. Cada vez más enfermo, solicitó y obtuvo una nueva licencia para volver a España a restablecer su salud. Abandonó Londres el 16 de septiembre de 1777 y llegó a Barcelona el 19 de octubre. Falleció en esa ciudad el 26 del mismo mes y fue sepultado el día 28 en la iglesia de San Miguel.

De su enlace había tenido un hijo, Carlos Sebastián (1760-1826), VII príncipe de Maserano.

 

Bibl.: D. Ozanam, Les diplomates espagnols du xviiie siècle, Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez-Maison des Pays ibériques, 1998; A. Ceballos-Escalera y Gila, La insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, Palafox y Pezuela, 2000.

 

Didier Ozanam

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