Lizardi, Julián de. Asteazu (Guipúzcoa), 30.XI.1696 – Valle del Ingre, Chuquisaca (Bolivia), 17.V.1735. Misionero jesuita (SI), mártir en América.
Había entrado este paisano de san Ignacio de Loyola en la Compañía de Jesús en el noviciado castellano de Villagarcía de Campos, en junio de 1713. Tras finalizar los estudios de Filosofía, los superiores lo enviaron hasta la provincia del Paraguay, divisando Buenos Aires en julio de 1717. Formaba parte de una expedición compuesta por setenta y dos jesuitas, capitaneada por Bartolomé Jiménez y José de Aguirre. Prosiguió su formación en una de las casas universitarias de las Indias, la de Córdoba de Tucumán, con las disciplinas propias de la Teología. Comenzó su carrera docente como profesor de Gramática en el colegio de Buenos Aires, entre 1722 y 1723. Para entonces ya se había ordenado sacerdote (noviembre de 1721). Concluida la tercera probación en la misma ciudad y colegio de Córdoba, fue enviado a la reducción de Loreto, propia de los indios guaraníes, donde permaneció entre 1725 y 1727.
La lengua indígena se convertía en un necesario instrumento de catequización, por lo que Lizardi tuvo que aprenderla. Por un corto intervalo de tiempo, salió del espacio de las reducciones y ejerció el oficio de ministro en el colegio de Buenos Aires. Regresaba en 1728 a las que se habían puesto bajo la advocación del Santo Ángel y la Candelaria.
Propias del colegio de Tarija, correspondiente hoy a Bolivia, eran las reducciones de los indios chiriguanos.
Contaban para su reactivación con el apoyo del Cabildo de la ciudad y del propio virrey del Perú. Era menester reconstruir el horizonte misionero que había fundado José de Arce en 1691 y que había sido destruido durante la sublevación de los mencionados indios en 1727. Todavía no se habían establecido las paces pero se consideraba que era el momento de comenzar los trabajos con cuatro sacerdotes. El superior del grupo y de las reducciones que se habrían de fundar era el propio Lizardi. A Ignacio Chomé le encomendó el jesuita guipuzcoano, y en 1732, la fundación de la reducción de Santa Ana, continuando dos años después con la del Rosario y Concepción, en el valle de las Salinas. Se hallaba celebrando la Eucaristía el propio Julián Lizardi en la mencionada de Concepción cuando el 16 de mayo de 1735 los indios chiriguanos, que procedían de siete pueblos diferentes, atacaron la misión. Los jesuitas fueron hechos prisioneros, los asaltantes destrozaron una imagen de la Virgen con saetas y robaron los cálices. Al día siguiente del asalto, 17 de mayo, Lizardi fue asesinado junto con el sacristán en pleno camino, continuando con otros prisioneros. Su cuerpo fue encontrado unos días después, mientras portaba un crucifijo de bronce, su breviario y su oficio de Semana Santa.
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Javier Burrieza Sánchez