Barcia Goyanes, Juan José. Santiago de Compostela (La Coruña), 25.XII.1901 – Valencia, 13.VII.2003. Médico, catedrático, anatomista, neurocirujano, neuropsiquiatra y presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.
Miembro de la quinta de siete generaciones de médicos llamados Juan Barcia, la mayoría de ellos profesores de la universidad y dedicados al cultivo de las ciencias neurológicas. La familia figura en el libro Guiness de los récords y a ella han pertenecido y siguen perteneciendo otros médicos y profesores ilustres.
Su padre (Juan Barcia Elizegui) era médico militar y estuvo destinado en el ejército del Norte de África. Allí nació el interés de Barcia Goyanes por la cultura árabe y aprendió los rudimentos de su lengua. El conocimiento de idiomas y lenguas fue uno de sus empeños. Hablaba castellano, gallego, valenciano, portugués, alemán, francés, inglés, italiano, sueco, danés, ruso, griego moderno, árabe y polaco y conocía el griego clásico, el latín, el hebreo, el sánscrito y el persa, habiendo publicado en la mayoría de estos idiomas.
Estudió Medicina en Santiago de Compostela (1918-1922), al lado de su abuelo Barcia Caballero. Terminó la licenciatura a los veinte años con excelentes calificaciones y obtuvo el Premio Rodríguez Abaytúa de la Real Academia de Medicina. En 1925 leyó su tesis doctoral (Variedades atávicas y las detenciones en el desarrollo, estudiadas en el maxilar superior de los locos).
Al terminar la carrera fue profesor auxiliar temporal de Anatomía de oposición y simultáneamente médico del Sanatorio del Dr. Ángel Baltar, que lo inició en la cirugía. En 1926 (a los veinticuatro años) obtuvo por oposición la cátedra de Anatomía de la Universidad de Salamanca. Allí fue además encargado de la docencia de psiquiatría e inició un Servicio Universitario de esta especialidad. Fue becado para una estancia en Praga y más tarde trabajó con Arthur van Gehuchten en Lovaina.
En 1929 se trasladó a Valencia para ocupar la cátedra de Anatomía. Ese año obtuvo por oposición la plaza de jefe de Servicio de Enfermedades Nerviosas del Hospital de Valencia. Enseñó neurología hasta la inauguración del Hospital Clínico en las instalaciones actuales en 1966. En 1930 transformó el Servicio de Enfermedades Nerviosas en Servicio de Neuropsiquiatría y Neurocirugía, el primero de España de esta especialidad quirúrgica. Ese año realizó la primera intervención quirúrgica en España que abría la duramadre.
El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en Santander. Pudo trasladarse a La Coruña, donde se encontraba su familia. Allí ocupó, entre otros, el cargo de presidente de la Diputación Provincial. Trasformó el pequeño Hospital de Labaca en Hospital Neuroquirúrgico, fundando de este modo el primer Servicio de cirugía del Sistema Nervioso de Guerra del mundo.
Al terminar la guerra vuelve a Valencia, donde es nombrado jefe de la Sección de Neurología del Instituto Cajal que incorpora el servicio de Neuropsiquiatría y Neurocirugía. Allí se forma una serie de profesionales que ocuparán plazas de catedráticos o jefes de servicio de distintas especialidades.
Fue decano de la Facultad de Medicina (1945-1964), durante su gestión se creó y dotó la nueva Facultad de Medicina en el lugar en que se encuentra actualmente, se inauguró el nuevo Hospital Clínico, se rescató la Biblioteca Histórica y, con la colaboración del profesor López Piñero, se creó la Nueva Biblioteca y Hemeroteca, una de las más importantes de España.
Fue rector de la Universidad (1965 hasta su jubilación en 1971). Durante su rectorado se produjo la expansión de la universidad con la creación de nuevas facultades y secciones. Se crearon los centros de Estudios Universitarios de Castellón y de Alicante, el germen de lo que con el tiempo sería la Universidad de Alicante.
Barcia Goyanes fue un hombre renacentista de un saber enciclopédico. Cultivó la anatomía, la psiquiatría, la neurología y la neurocirugía. Tiene además publicaciones lingüísticas, antropológicas y filosóficas. Algunas publicaciones están en árabe, hebreo y persa.
En anatomía hizo un profundo análisis histórico del concepto de forma, en el que la perspectiva galénica, opuesta a la tradición de Platón (la función al servicio de la forma) y de Aristóteles (la forma al servicio de la función), ofrece la mejor base para entender al hombre como ser vivo (forma y función están ambas al servicio de las necesidades e intenciones del ser vivo). Renueva el corpus de la anatomía, desde la llamada “anatomía de la recapitulación”, consistente en la integración de la morfología comparada y filogenética, la citología, la histología, la embriología, la genética mendel-morganiana y las aportaciones de Jacob von Uexkhull, punto de partida de la ecología moderna. Para Barcia Goyanes la anatomía trasciende a la “anatomía del cadáver” y es la base para una comprensión del cuerpo humano como “totalidad viviente”. Esta visión nueva de la morfología es lo que le llevó a hacer imprimir en la sala de disección de anatomía de la nueva facultad la leyenda, Ic locus est ubi mors gaudet sucurrere vital (éste es el lugar en que la muerte se alegra de socorrer a la vida). Alguna de estas ideas está ya en su tesis doctoral de en la que distingue lo que debe entenderse por signos de degeneración y por signos atávicos. En ella describe en el maxilar superior un hueso, que denominó hueso incisivo superior, que algunos anatómicos han propuesto llamar “hueso Barcia”. Encontró en enfermos de esquizofrenia variaciones regresivas y detenciones del desarrollo que sugieren que hay en ellos un “retraso en el desarrollo” del cráneo, algo que confirman estudios muy posteriores de neuroimagen. Estudió el tálamo óptico (1947), la vía piramidal (1949), el lóbulo temporal (1950) y la vía auditiva (1954).
Barcia Goyanes hizo aportaciones muy importantes al lenguaje anatómico en su Onomatología Anatomica Nova. Historia del Lenguaje Anatómico, en 9 tomos, en la que analiza el significado y origen histórico de los términos anatómicos. En los ocho primeros tomos se estudian 4.799 términos tomados del latín o el griego y en el noveno tomo, 916 términos procedentes del árabe o el hebreo. En la obra se da a cada término su definición, etimología, sinonimia y su historia. Cada término es, además, traducido al español, al portugués, al francés, al italiano, inglés, alemán, holandés, sueco, ruso, polaco, griego, árabe y hebreo. Completó la obra con artículos sobre el lenguaje anatómico en la medicina árabe, en la Biblia y en Vesalio, publicación que, según López Piñero, debía llevar a reconsiderar la anatomía del Renacimiento.
Barcia Goyanes es el introductor de la neurocirugía en España y es el que inicia la formación sistemática de especialistas en esta disciplina que culmina, con su hijo Juan Luis Barcia Salorio, el primer catedrático de Neurocirugía de España. Realizó aportaciones a la técnica de la ventriculografía de tal manera que se impuso la propuesta de Barcia Goyanes de acceder por vía parietal en lugar de por vía occipital, como había propuesto Walter Edward Dandy, que además utiliza para reducir la hipertensión intracraneal producida por los tumores. Para el alivio de ésta propuso también la utilización de agua destilada fría (1932, 1934) y el arfonat (1955). Dotó el servicio con métodos de exploración que pudieran objetivar las lesiones del sistema nervioso, creó una Sección de oftalmología y una de Neurofisiología, desarrolló, en colaboración con Juan Luis Barcia, la arteriografía e introdujo la palencefalografía, que consistía en recoger de las vibraciones cerebrales que la entrada en el cerebro de la sangre produce, para explorar la circulación cerebral de modo incruento. En 1934 publicó su serie de tumores cerebrales mostrando una mortalidad del veintiuno por ciento idéntica a la de Harvy Cushing e hizo aportaciones sobre meningiomas, tumores de IV ventrículo, glioblastomas (1935) y los meduloblastomas. Gregorio Marañón (cfr. Manual del Diagnóstico Diferencial) propuso llamar “signo de Barcia Goyanes” al vómito en escopeta, con ausencia de otra sintomatología, al inicio, especialmente en niños, de estos tumores.
Se ocupó del problema del dolor y su tratamiento. Éste no es considerado como una sensación más, sino que debe ser entendido como un lenguaje que debe ser aprendido. Del análisis de los términos utilizados en diferentes lenguas concluye que el dolor es una experiencia primaria, es decir, no ha necesitado de una elaboración conceptual y ello justifica que los términos utilizados por los primitivos de los cuales derivan muchas de las expresiones actuales procedan no de palabras sino de sonidos, algunos parecidos a los emitidos por animales. Solamente algunos derivan de experiencias penosas producidas por el dolor, tales como pena, castigo, miseria, mal, algunas de las cuales tienen un profundo sentido, como, por ejemplo, ha mostrado la investigación psicoanalítica. La enfermedad, contrariamente a lo que ocurre con la experiencia del dolor, implica una elaboración que ha variado culturalmente. La enfermedad se designa, por lo general, según tres características: como mal (maladie, malatia); como algo que produce sufrimiento (dolencia, bolieznie); y como algo que limita, que produce debilidad (enfermedad, Krankheit). Una de las aportaciones más interesantes de Barcia Goyanes a la neurología lo representan sus estudios sobre las alteraciones campimétricas en la esclerosis en placas y concluye que, junto a la abolición de los abdominales, las alteraciones campimétricas y vestibulares son los signos clínicos más frecuentes de la enfermedad. Barcia Goyanes introdujo pronto la técnica de electrochoque en su Servicio, y a diferencia de lo que era común en su época, investigó sobre la técnica, estudiando, por ejemplo, las modificaciones hemáticas postelectrochoque.
Hizo aportaciones a la psiquiatría dinámica. En su época de Salamanca publica Causalidad y teleología en la psicoterapia y Algunas consideraciones sobre los desdoblamientos de la personalidad, en los que analiza la diferencia esencial entre las doctrinas de Freud y Adler, inclinándose por este último. Lo esencial, según Barcia Goyanes, no es la distinta significación de la libido de Freud o el instinto de poder de Aldler. “No radica, escribe, en ese dilema, la diferencia más importante, la que serviría para caracterizar ambos sistemas, sino en algo más hondo, como que es la expresión, en el terreno psicológico, de la lucha de dos filosofías que se disputan el dominio de la biología; la que no admite en ella otro principio eficiente que el de la causalidad y la de abolengo kantiano, que hace de la tendencia a un fin la característica de la vida.” Esta distinción no es meramente académica, sino que es decisiva para el tratamiento de las neurosis. Así, dice: “no basta en todos los casos, por lo menos, el descubrimiento del conflicto causal para producir la curación como quiere la escuela psicoanalítica”, sino que es necesario desenmascarar la finalidad de la alteración y “ayudar luego al enfermo mediante una psicagogia adecuada a conseguir dentro de la normalidad aquello a que tendía la neurosis”. En cuanto a la sexualidad, no solamente acepta la importante significación que la sexualidad juega en el desarrollo de la personalidad, sino que indica la importancia que su conflictiva puede tener en la génesis de los trastornos neuróticos.
Hizo aportaciones a la antropología médica. Para Barcia Goyanes la medicina debe basarse en un esquema antropológico del hombre con dos radicales esenciales: ser una antropología personalista y la necesaria consideración de cuerpo. Hizo, además, aportaciones a la antropología de la vejez. Su tesis básica es que la edad senil debe ser divida en dos edades, con características y necesidades distintas. En la primera (hasta los ochenta-ochenta y cinco), el viejo puede estar activo y tiene futuro, proyecta cosas, pero se diferencia del joven son distintas la vivencia del tiempo (no apremia la actividad obligada en el adulto) y el recuerdo (es capaz de darle mayor sentido a los recuerdos, pues puede captar la vida pasada como un todo). En la última etapa de la vida, denominada “cuarta edad”, un término que confiesa no le agrada domina la inevitable soledad, la menor respuesta afectiva al recuerdo y la sensación de ser olvidado.
Fundó las Revista Medicina Española, Revista Española de Neurooftalmología y Neurocirugía y Archivo Español de Morfología, órgano oficial del CSIC en la sección de Neuroanatomía. Fundó, junto a Sixto Obrador de Madrid, Adolfo Ley, Eduardo Tolosa y con los portugueses Almeida Lima y Vasconcellos Marques, la Sociedad Luso-Española de Neurocirugía, la segunda en Europa después de la inglesa, siendo segundo presidente. Fue también presidente de la Sociedad Española de Neurología y de la Sociedad Española de Anatomía y miembro de honor de varias sociedades, como las Sociedades de Neurocirugía de Francia, Holanda, Inglaterra, Alemania, Italia y varias americanas.
Tanto como especialista en las distintas ramas de la Ciencia que tocó, como decano organizó el Primer Congreso de Historia del País Valenciano (1971) que, en palabras de López Piñero, fue “la principal reunión científica del siglo XX en torno a la investigación histórica de la que actualmente se denomina Comunidad Valenciana”.
En su producción como poeta hay dos períodos: la adolescencia y juventud y la vejez. Algunos de los poemas de su primera época se reeditaron junto a poesías de Barcia Caballero y Barcia Elizegui en un libro, Salterio, publicado en 1986, y dedicadas a la Virgen, aunque se incluyen algunos poemas no religiosos. Ya anciano publicó varios libros de poesías, Canto de Cisne (1988), “mi último libro” le llamó (contaba a la sazón con ochenta y ocho años). En 1989, publicó Aún no se ha muerto el cisne (1989), a raíz de la muerte de su esposa, a quien dedica la mayoría de los versos, y finalmente, en 2001, publica Como el eco.
Fue presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas durante años y un gran deportista. Participó en su juventud en concursos hípicos y siguió montando a caballo hasta avanzada edad. Era patrón de yate, y participó en numerosas regatas, habiendo sido campeón de España de la serie Anduriñas.
Se casó con María de la Encina Salorio Suárez, con la que tuvo cuatro hijos. La hija mayor, María de la Encina, es madre del conocido bailarín Nacho Duato, y tiene una nieta, por tanto, bisnieta de Barcia Goyanes, Inés Mínguez Duato, también médico.
Los dos hijos varones del matrimonio siguieron también la carrera de medicina y vida universitaria. Juan Luis, el hijo mayor, que fue el primer catedrático de neurocirugía de España, y también el hijo mayor de éste, Juan Antonio Barcia Albacar, es neurocirujano. El segundo hijo, Demetrio, es catedrático de Psiquiatría.
Otros títulos y honores: académico de la Real Academia de Medicina de Valencia (presidente y presidente de honor); miembro de honor de la Real Academia de Medicina de Barcelona; miembro de honor de la Real Academia de Medicina de Zaragoza; miembro de honor de la Real Academia de Medicina de Galicia; miembro de honor de la Sociedad Italiana de Neurocirugía; miembro de honor de la Sociedad Inglesa de Neurocirugía; miembro de honor de la Sociedad Francesa de Neurocirugía; miembro de honor de la Sociedad Holandesa de Neurocirugía; miembro de honor de la Sociedad Portuguesa de Neuropsiquiatría; presidente de honor de la Sociedad de Neurocirugía de Levante; miembro de honor de la Sociedad Española de Historia de la Medicina; miembro de honor de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Alicante; fundador y presidente de la Sociedad Luso Española de Neurocirugía (1948, segunda del mundo después de la británica); presidente de la Sociedad Valenciana de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía; presidente de la Sociedad Española de Anatomía; presidente de la delegación en Valencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas; Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad; Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio; Encomienda con Placa de la Orden de San Gregorio el Magno; Cruz Azul de Plata de la Seguridad Social; Cruz de la Cruz Roja Española; medalla de la Universidad de Valencia, medalla de oro del Colegio Médico de Valencia; primera medalla de oro de la Sociedad Española de Neurocirugía; medalla de oro de la Ciudad de Valencia; medalla de oro a título póstumo de la Sociedad Española de Anatomía.
Obras de ~: La vida, el sexo y la herencia, Madrid, Morata, 1928; “Algunas consideraciones acerca de los desdoblamientos de la personalidad con motivo de un caso clínico”, en Crónica Médica (CM) (marzo de 1929); “Causalidad y teleología en la psicoterapia”, en CM (septiembre de 1929); “El tratamiento de la hiperpertensión endocraneal con el agua destilada fría”, en CM (diciembre de 1932); “Las raíces filosóficas de la medicina. Las posiciones ante el ser viviente”, en Medicina Española (ME) (1939); “Las raíces filosóficas de la medicina. El sentido de la enfermedad”, en ME, XIV (1940); “Las modificaciones en la técnica de la ventriculografía”, en ME, XVI (1940); Los tumores cerebrales, Barcelona, Salvat, 1942; con Recio Amat, La nómina anatómica de Jena, Valencia, Ed. Saber, 1948; “La operación de Ebin y nuestras ideas sobre la vía piramidal”, en Medicina Clínica, XV, 5 (1950); con Moncayo Marqués, La nómina anatómica de París, Valencia, Ed. Saber, 1960; con Juan Luis Barcia Salorio y Demetrio Barcia Salorio, “El palencefalograma”, en ME (julio de 1962); Onomatología anatómica nova. Historia del lenguaje anatómico, Valencia, Publicaciones Universidad de Valencia, 1978; Salterio, Valencia, Artes Gráficas, 1986; Canto de Cisne, Valencia, Artes Gráficas Soler, 1988; Aún no se ha muerto el cisne, Valencia, Artes Gráficas Soler, 1989; La Saga de los Barcia, edición privada, Valencia, 1992; y pasaron tres años [...], edición privada, Valencia, 1992; El Mito de Vesalio, Valencia, Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana,1994; La vejez como fenómeno humano, Madrid, Publ. SmithKlein-Beecham, 1997; La Anatomía en la Biblia, Valencia, Anales Valencianos 1999; Como el eco, Valencia, Artes Gráficas, 2001; Escritos escogidos, Valencia, Artes Gráficas, 2002.
Bibl. ~: D. Barcia, “La obra psiquiátrica de Juan Barcia Caballero”, en Anales de Psiquiatría, II (1986), págs. 121-128; D. Barcia, “La historia de la histeria a través de la producción científica de los Barcia”, en Anales de Psiquiatría, VII (1991), págs. 430-439; D. Barcia, “Profesor Juan José Barcia Goyanes, In memoriam”, en Revista de Psicogeriatría, 4-1 (2004).
Juan José López-Ibor Aliño