Arriquíbar y Mezcorta, Nicolás de. Bilbao (Vizcaya), 17.IX.1714 – Madrid, 18.IX.1775. Comerciante y economista.
Miembro de una conocida familia vizcaína, arraigada en Bilbao, estrechamente vinculada al Consulado y Casa de Contratación de la Villa —su padre fue su cónsul en 1714 y 1738— y propietaria de un próspero negocio comercial especializado en la exportación de lana. Su niñez transcurrió en Bilbao y su formación guardó una estrecha correspondencia con la extracción comercial de su entorno familiar y social.
Una vez culminada su educación primaria, fue alumno de la cátedra de Matemáticas que mantenía el Consulado de Bilbao. Todo apunta a que se inició con rapidez en el negocio familiar, al ser, de los tres hermanos varones, el único preparado para ello. Probablemente, debido a la amplitud que fue tomando ese negocio, se trasladó siendo joven a Madrid. Allí figuraba, en 1741, al frente de una compañía de comercio propia —Arriquíbar y Compañía— que en sus inicios parecía una mera comisionada del negocio de su padre. La muerte de éste, cuatro años después, le ayudó a consolidar sus actividades. Éstas se extendían al giro de letras, la representación ante la Corte de diversos comerciantes bilbaínos, la comercialización de bienes y, muy probablemente, aunque de manera marginal, la participación en empresas manufactureras; no obstante, el grueso de la misma siguió siendo la exportación de lana a Londres, Ámsterdam y la mayoría de los centros franceses de comercio de alguna importancia, a cambio de la cual importaba pescado y diversos bienes de consumo. A la consolidación de su posición en Madrid le ayudó también su cómoda inmersión en el pujante mundo de los negocios comerciales y financieros vizcaínos allí asentado (los Gorbea, Uría Nafarrondo, etc.), de donde procedía su mujer, Ana Josefa de Mendieta. El matrimonio, que no tuvo descendencia, emparentó y mantuvo estrechas relaciones con la familia bilbaína de los Gardoqui, a la que perteneció el futuro ministro de Hacienda de Carlos IV.
A comienzos de los años sesenta, tras pasar algo más de dos décadas en Madrid, Arriquíbar volvió a instalar su residencia en Bilbao. Comenzó entonces a alternar la gestión de sus negocios con la participación en las instituciones del Señorío. En 1765 y 1769 fue nombrado prior del Consulado —el cargo de máxima responsabilidad—. Como tal, tomó parte en expedientes de la máxima relevancia, como las negociaciones con el fin de promover la construcción del camino de Bilbao a Castilla a través de la peña de Orduña o de preservar los intereses comerciales de Bilbao de los intentos de desviar el tráfico de la lana castellana hacia la ruta Burgos-Santander.
También participó en las sucesivas juntas de comerciantes que promovió el propio Consulado con el fin de dar respuesta a las exageradas críticas planteadas por el padre Calatayud en sus Doctrinas prácticas (1739) con relación a los supuestos hábitos usureros de los traficantes de hierro de Bilbao, así como al empleo en el comercio de pesos y medidas irregulares. En su segundo mandato como prior promovió una reedición de las famosas Ordenanzas del Consulado. Al margen de su participación en esta insigne institución comercial, también lo hizo en las Juntas del Señorío. Durante el período 1772- 1774 fue regidor por el bando gamboíno y responsable de distintas comisiones encargadas de gestionar el recién inaugurado camino entre Bilbao y Castilla. Por su parte, en el ámbito municipal de Bilbao, colaboró en la definitiva institucionalización de la Casa de Misericordia, como fundador de la Hermandad del Refugio, que a partir de 1770 llevó a cabo un importante proceso de modernización de su estructura interna.
Fue miembro de la Sociedad Bascongada de los Amigos del País, institución señera de la Ilustración en tierra vasca, en la que ingresó, como socio de mérito y benemérito, en 1768, tan sólo tres años después de que fuera fundada, perteneciendo a ella hasta su muerte. Fue, sin duda, uno de los miembros vizcaínos más activos de la misma. Su principal dedicación fue la realización de diversos informes destinados al fomento de manufacturas. En 1771 elaboró dos, destinados a la creación en Bilbao de una fábrica de carruajes y otra de listonería y textiles de seda. En los años posteriores colaboró estrechamente con la sociedad para configurar una compañía privilegiada dedicada a salar, escabechar y enriquecer el pescado, con el fin de que éste pudiera después ser comercializado sin sufrir merma en el mercado interior español. Todo ello culminó en la fundación, en 1775, de la Compañía de Pesca Marítima en las Costas del Mar Cantábrico, una empresa privilegiada, cuya existencia fue, sin embargo, muy exigua —se disolvió apenas seis años después—, a pesar de contar con el patrocinio del gobierno de Carlos III. A la muerte de Arriquíbar, la Sociedad Bascongada, en razón a los numerosos servicios prestados, no pudo sino dedicarle un merecido “elogio póstumo” en el que destacaba su “genio profundamente calculador” y, en palabras del director, el conde de Peñaflorida, su condición de “eminente político y comerciante”.
Precisamente, la Sociedad Bascongada fue la destinataria de la única obra que se le conoce: Recreación política. Reflexiones sobre el Amigo de los Hombres en su tratado de población, considerado con respeto a nuestros intereses. La componían originariamente dos grupos de cartas. El primero contenía once, dedicadas preferentemente a la agricultura, y fue redactado entre octubre de 1764 y octubre de 1765; el segundo constaba de siete, relativas a la industria, y fue escrito entre mayo de 1768 y mayo de 1769. En 1771, Arriquíbar incorporó a este segundo grupo una última carta, sobre la única contribución.
Al parecer, su deseo, insatisfecho por causas que se desconocen, era la redacción de un tercer grupo de cartas, versado sobre el comercio y la navegación. El grueso del libro (excluida la última carta) fue presentado a las Juntas Generales de la Sociedad Bascongada de 1770, con tan buena acogida que se le invitó al autor a culminar la realización del mismo.
Asimismo, se le conminó a preparar una obra sobre aritmética política, materia a la que había aludido reiteradamente en su obra. La Sociedad pretendía que los alumnos de su centro docente —el Seminario de Vergara— comenzaran así a instruirse en los rudimentos de la “utilísima ciencia” de la economía política. El resultado fue la traducción del discurso del economista británico Charles Davenant, Of the Use of Political Arithmetick, in all Considerations about the Revenues and Trade (1698). Se trataba de un breve tratado, de formato divulgativo, mediante el cual se pretendía persuadir de la conveniencia de incorporar el análisis cuantitativo al estudio de las cuestiones demográficas y económicas, tal y como había sostenido décadas antes W. Petty, descubridor de la aritmética política. La traducción española del tratado de Davenant fue realizada en Bilbao, a lo largo del invierno de 1771, de la mano de un autor anónimo. Una vez concluida, la Sociedad Bascongada adoptó la decisión de imprimirla junto a la Recreación política; sin embargo, razones de índole económica desaconsejaron materializar esta idea de forma inmediata. De esta manera, la institución vasca se convirtió en la depositaria de los textos manuscritos de Arriquíbar, que convirtió en lectura habitual en sus juntas y comisiones. La edición definitiva de los mismos fue realizada en 1779, bajo la dirección de otro insigne miembro de la Sociedad, el ilustrado alavés Valentín de Foronda.
La Recreación política representa un buen ejemplo de la literatura económica que floreció en España a raíz de la llegada al trono de Carlos III. El subtítulo de la obra —“Reflexiones sobre el Amigo de los Hombres en su tratado de población, considerado con respecto a nuestros intereses”— pone de manifiesto que el objeto de la misma era realizar un examen crítico del popular y muy divulgado L’Ami des hommes, ou Traité de la population (1756-1760) del francés Victor Riquetti, marqués de Mirabeau. La literatura agrarista francesa de mediados de siglo y, en particular, la proveniente de la escuela fisiócrata se hallaban en su máximo apogeo cuando Arriquíbar comenzó a escribir sus cartas. La resonancia que el libro de Mirabeau y otros similares empezaban a tener entonces en España le llevó a tratar de “examinar con imparcialidad sus proposiciones” y, sobre todo, a rebatir aquéllas cuya adopción sería, a su juicio, perjudicial para los intereses económicos españoles. De hecho, si alguna idea atraviesa transversalmente el contenido de la Recreación política, es la de que el origen de las riquezas no se hallaba únicamente en las actividades agrícolas; también la industria era un sector igualmente productivo y creador de trabajo “útil”. Más aún, Arriquíbar, haciendo uso de conceptos económicos muy modernos en su tiempo, como el modelo circulatorio de la renta y el multiplicador de la renta y el empleo, defendía que las posibilidades de crecimiento de la economía española no se hallaban propiamente en la agricultura. La capacidad de expansión de este sector económico se veía seriamente limitada en razón a la rigidez de las necesidades de bienes de primera necesidad y, en particular, al difícil acceso que la agricultura española tenía a los mercados internacionales, debido a la falta de un mercado interior bien estructurado y al atraso en las vías de comunicación.
Por el contrario, la industria era presentada en su libro como un sector más dinámico y flexible en cuanto a las posibilidades de consumo de sus productos y con más potencialidades en cuanto a su desarrollo futuro.
En defensa de esta estrategia de crecimiento, cuyos fundamentos conectaban no sólo con la omnipresente en el siglo XVIII obra de Uztáriz, sino con la vieja tradición industrialista defendida por diversas corrientes del arbitrismo español de la centuria precedente, este miembro de la Sociedad Bascongada aducía la importancia del consumo como origen y causa de la producción, defendía una actitud positiva hacia el lujo moderado y destacaba el papel económico dinamizador que debía desempeñar la ganancia individual, si bien teniendo siempre presente que las posibilidades de recuperación de la economía española también pasaban por una presencia activa del Estado, que debía reformar el sistema fiscal de rentas provinciales, practicar un moderado proteccionismo en el comercio exterior y realizar una batería de reformas de orientación liberalizadora orientadas hacia dos finalidades centrales: “industria fomentada y agricultura repartida”. Como resultado de todos estos planteamientos, la Recreación política representaba una extensa y fundamentada refutación de las ideas económicas del marqués de Mirabeau, especialmente de las más característicamente fisiócratas, al entender que su adopción resultaría absolutamente inapropiada para el futuro de la economía española. Sus pormenorizadas apreciaciones críticas tenían, en cambio, muchos puntos en común con el mercantilismo tardío de fuerte tendencia liberal de autores como F. V. de Forbonnais, Plumard de Dangeul y otros economistas franceses relacionados con el influyente núcleo de V.
de Gournay, quienes habían liderado la oposición a las ideas fisiócratas en la Francia de la década de los años cincuenta.
Junto a su mirada acendradamente industrialista, muy relacionada con el perfil reformador de la propia Sociedad Bascongada, la obra de Arriquíbar destacó también en el conjunto del siglo XVIII español debido al uso exhaustivo que en ella se realizaba de una rudimentaria metodología cuantitativa en el análisis de la economía española y sus posibilidades de crecimiento. Esta cuestión era una consecuencia directa de la familiaridad de Arriquíbar con la aritmética política. Como ya se ha mencionado, su obra se vio antecedida por la traducción española del tratado sobre este tema realizado por Davenant. Esta traducción fue la única de ese género de literatura económica que vio la luz en la Ilustración española y constituyó una magnífica manifestación del afán cuantitativo en el tratamiento de los temas económicos, que constituyó uno de los ejes vertebrales de todo el pensamiento económico del setecientos español, desde Uztáriz hasta Jovellanos. También se debió a ella una parte importante de la notable difusión que la Recreación política alcanzó ya en su propia época. El libro no sólo fue muy apreciado por Jovellanos, Alcalá Galiano, Anzano o Foronda, sino que, a través de Sempere y Guarinos, pasó a engrosar la relación de los tratados económicos más insignes del siglo XVIII español y ejerció una influencia significativa, en cuanto a su orientación liberalizadora e industrialista, en los del siglo posterior, al menos, hasta la generación de Colmeiro.
Obras de ~: Recreación política. Reflexiones sobre el Amigo de los Hombres en su tratado de población, considerado con respecto a nuestros intereses, Vitoria, Tomás de Robles y Navarro, 1779, 2 vols. (ed. y est. prelim. de J. Astigarraga y J. M. Barrenechea, Bilbao, Instituto Vasco de Estadística, 1987).
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Jesús Astigarraga