Argáiz y Esquível, Francisco Javier de. Peralta (Navarra), 1740 – Pamplona (Navarra), 1793. Político foral e ilustrado.
Miembro de un destacado linaje navarro, originario de la Navarra media, terrateniente y especialmente activo en la vida política del reino, en particular desde mediados de siglo xviii, cuando el padre, Francisco Antonio, alcanzó un protagonismo notable en el Ayuntamiento de Pamplona, del que fue alcalde en dos ocasiones (1757-1758 y 1760-1761). Fue el primogénito de una familia numerosa y el único hijo que siguió la carrera castrense. Ingresó en la Academia en 1754. Tras ocupar diferentes rangos, en septiembre de 1767 fue promovido a alférez de navío.
Dos años después, tras casi catorce años de servicio en los departamentos de Cádiz, Cartagena y El Ferrol, obtuvo el permiso real para fijar su residencia en Pamplona. En 1773, en atención a sus méritos, se le concedió el retiro con el grado de alférez de navío y disfrute militar limitado a causas criminales. Aunque centrado inicialmente en la gestión del nutrido patrimonio familiar heredado —los Argáiz eran propietarios de numerosas heredades, tierras blancas y viñedos, reunidas en diferentes mayorazgos, así como de un rentable negocio de comercio de vino—, dio inicio muy pronto a una intensa vida política. Ésta se desarrolló en el Ayuntamiento de Pamplona, del que fue concejal en 1774-1775 y 1777-1778, y alcalde en 1783-1784, y en la Diputación de Navarra, a la que perteneció como diputado entre 1775 y 1786. Su participación en ambas instituciones revela los intereses de los sectores ilustrados y reformadores navarros, a cuya defensa contribuyó siempre desde posiciones protagonistas.
En el Ayuntamiento de Pamplona trabajó principalmente en las áreas de policía, obras públicas y beneficencia.
Elaboró numerosas ordenanzas municipales, promovió la conducción y distribución por medio de fuentes públicas del agua procedente de un nacedero extramuros de la ciudad —una vieja aspiración de los pamploneses en su intento de mejorar las condiciones sanitarias municipales—, contribuyó decisivamente a la modernización de la Casa de Misericordia y participó personalmente en otras facetas de la notable remodelación urbana que Pamplona conoció durante esos años.
También como diputado foral intervino en algunos de los asuntos más decisivos de la política navarra del último cuarto del siglo xviii, como la participación del reino en el comercio libre con las colonias (1778) o la fallida fundación en Pamplona de un consulado de comercio.
Especialmente destacable fue su gestión a partir de 1783 en la política de obras públicas, en particular en la transformación en carretera del camino de herradura hacia Guipúzcoa y en los planes finalmente frustrados, para la construcción de un canal navegable que uniera el Mediterráneo con el Cantábrico. Su influencia en el seno de la Diputación comenzó a declinar a mediados de los años ochenta. En mayo de 1786 abandonó esa institución para ocupar una plaza de número en la Cámara de Comptos, en la que le alcanzó la muerte. No obstante, de su celo por las cuestiones públicas da fe que todavía en 1790 participara en la creación de una efímera Sociedad Patriótica de Navarra.
En el ejercicio de todas estas actividades le favoreció su cercanía con los ilustrados de las otras tres provincias forales. Argáiz fue miembro benemérito entre 1774 y 1793 de la Sociedad Bascongada de Amigos del País y gestionó entre 1777 y 1779 la modesta sección que ésta mantenía en Pamplona.
A su vez, su familia emparentó con notables linajes nobiliarios vinculados a la dirección de dicha Sociedad, como los Esquível de Vitoria, los Peñaflorida de Azcoitia y los Aranguren de Mondragón. A este último perteneció su mujer María Jesús Aranguren, con la que se casó en 1778.
Su servicio a las instituciones del reino tuvo su máxima expresión en las Cortes navarras de 1780- 1781, las séptimas del siglo y, desde el punto de vista político y económico, las de mayor trascendencia.
En ellas se abordaron temas de enorme significación, como la participación de Navarra en el comercio con América, el traslado de las aduanas, el marco regulador del comercio del grano o la red provincial de caminos. En torno a estos problemas fue aflorando el programa de reforma característico de los sectores ilustrados navarros —entre los que también destacó la figura de J. M. Magallón, marqués de San Adrián—, cuyo ideólogo y portavoz indiscutible fue precisamente Argáiz.
Un primer debate, de gran trascendencia económica, abordó la modificación de la legislación relativa al comercio del grano. Se trataba de ampliar las posibilidades comerciales para los excedentes de grano, vino y aceite procedentes de las comarcas agrícolamente pujantes del centro y el sur del reino. A través de diversos discursos e informes, que reflejan un buen conocimiento de la literatura económica liberalizadora de orientación “agrarista” y fisiócrata, Argáiz trató, sin conseguirlo, de que las Cortes aprobaran modificaciones legales conducentes a flexibilizar la gestión de los pósitos públicos, liberalizar el comercio interior del grano, permitir su extracción en régimen de franquicia y ampliar el límite del precio a partir del cual se impedía su exportación.
De mayor trascendencia aún fue su intervención en el debate parlamentario relativo al sistema aduanero.
Se trataba de dilucidar la conveniencia de trasladar las aduanas forales navarras, situadas a lo largo del Ebro, hasta la línea fronteriza pirenaica. La cuestión era de enorme calado, pues, en caso afirmativo, suponía someter los productos extranjeros a derechos de importación, según la legislación general imperante en la Corona de Castilla, lo cual implicaba suprimir los elementos más característicos de la normativa económica foral —los derechos de tablas vigentes— y propiciar la definitiva integración del espacio económico navarro en el del conjunto de la Monarquía.
Argáiz, apoyado por los sectores partidarios de promover un sector industrial autóctono, que veía en los aranceles un instrumento de protección frente a la más desarrollada manufactura extranjera, y la nobleza terrateniente del sur del reino, necesitada de mercados donde colocar sus excedentes agrarios, trató de persuadir a las Cortes, también sin éxito, de la conveniencia de aceptar el cambio aduanero, incluso, en última instancia, a través de una traslación de las aduanas condicionada a numerosas prerrogativas comerciales y financieras beneficiosas para el reino.
Aunque la mayor parte de los escritos de Argáiz tuvieran el carácter de informes, dictámenes o discursos parlamentarios relacionados directamente con la actividad política descrita, en los años finales de su vida elaboró un extenso escrito, la Breve descripción geográfica, política y económica del Reino de Navarra, cuyo previsible destinatario era el virrey de Navarra, Martín Álvarez de Sotomayor, conde de Colomera. El escrito fue redactado en 1788-1789, tras quince años de dedicación de su autor a los asuntos políticos navarros, y constituye una expresión más de la literatura económico- política que floreció en España durante el reinado de Carlos III. En él se presentaba una descripción de la estructura geográfica, administrativa y económica de Navarra, así como las líneas de un programa reformador que diera satisfacción a los intereses generales del reino.
Argáiz mostraba poseer un notable conocimiento de la literatura económica de la Ilustración española (desde Uztáriz a Campomanes) y europea (principalmente de la elaborada entre 1755 y 1770, en sus expresiones “agrarista”, “cameralista” y fisiócrata), y resumía las principales razones y reclamaciones presentadas por los sectores reformadores en las Cortes de 1780-1781, relativas a la liberalización del sector agrícola y del comercio de sus productos y la traslación aduanera; por este motivo, constituye el manifiesto económico más importante de la generación de ilustrados navarros relacionada con esas Cortes. Aunque su influencia se vio mermada debido a que no fue publicado en su época, alcanzó un influjo intergeneracional, pues parte de sus contenidos fueron presentados en las Cortes de 1817- 1818, en las que las reformas liberales lograron avances notablemente significativos.
Obras de ~: Breve descripción geográfica, política y económica del Reino de Navarra, s. l., 1788-1789 (ed. en Ilustración y economía en Navarra [1770-1793]: el pensamiento económico de José María Magallón y Francisco Javier de Argáiz, est. prelim., notas y ed. de J. Astigarraga, Vitoria, Gobierno Vasco, Departamento de Justicia, Economía, Trabajo y Seguridad Social, 1996).
Bibl.: R. Rodríguez Garraza, Tensiones de Navarra con la Administración Central (1778-1808), Pamplona, Diputación Foral de Navarra-Institución Príncipe de Viana-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1974; M. C. Mina, Fueros y revolución liberal en Navarra, Madrid, Alianza, 1981; E. Lluch, J. M. Barrenechea y J. Astigarraga, “En torno a una familia liberal pamplonesa del xviii: los Vidarte”, en Príncipe de Viana, XLVII (1986), págs. 217-229; J. Astigarraga, “Estudio preliminar”, en F. J. Argáiz y Esquível, Ilustración y economía en Navarra (1770-1793): el pensamiento económico de José María Magallón y Francisco Javier de Argáiz, op. cit., págs. XIII-CXXX; L. Perdices de Blas y J. Reeder, Diccionario de pensamiento económico en España (1500-2000), Madrid, Fundación ICO-Síntesis, 2003.
Jesús Astigarraga