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Juan Bautista de Goizueta Huici

Biografía

Goizueta Huici, Juan Bautista de. Goizueta (Navarra), c. 1720 – Madrid, 9.IX.1782. Economista, director de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas.

Nada se conoce de sus años de infancia y juventud, ni de su formación teórica y práctica. Su primera aparición documentada le sitúa en 1750 en la ciudad de San Sebastián, salida natural del valle navarro que le vio nacer. En aquel año sustituía en sus ausencias a José Iturriaga en la dirección de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, lo que significaría que ya por aquel entonces era un hombre de valía y consideración en la dirección comercial con una trayectoria contrastada dentro de la misma. Su hermano Juan Manuel podría haberle abierto el camino, ya que había trabajado como maestre en los primeros navíos de la Guipuzcoana, llegando a ser factor principal de Caracas en 1749.

Desde entonces hasta el final de sus días no dejaría de ser un personaje clave en esta sociedad mercantil, nacida en San Sebastián a partir de la Cédula Real de 25 de septiembre de 1728, gracias a la iniciativa del consulado de la ciudad y de la provincia de Guipúzcoa. Una compañía por acciones creada con la intención de reactivar el intercambio comercial de la metrópoli con la costa venezolana, cuyo principal producto, el cacao, estaba amenazado por el contrabando de los comerciantes holandeses instalados en sus bases del Caribe. Adquirir sus dos cosechas anuales, transportarlas a la Península y satisfacer la demanda del mercado interior fueron los objetivos primarios del proyecto guipuzcoano que serían cumplidos con creces en sus primeros años de actividad. Su giro fomentó la producción del cacao y el desarrollo ganadero de la provincia caraqueña al mismo tiempo que aseguró el abastecimiento del producto a un precio muy inferior al que se pagaba años atrás en la metrópoli. Los accionistas se beneficiaron del reparto variable de dividendos, que en algunos años de bonanza llegó al 20 por ciento de interés. La Corona, por su parte, vio reprimido el comercio ilícito de aquella zona y se vio favorecida en su guerra contra Inglaterra por la acción de los navíos y de los hombres de la Guipuzcoana, que defendieron con acierto las costas venezolanas y ofrecieron anticipos de dinero al Rey. Felipe V agradeció esta implicación derogando en julio de 1742 el artículo 5 de su cédula de erección, que supuso en la práctica la concesión del monopolio en el comercio del cacao. Desde ese momento, la Guipuzcoana se erigiría como una auténtica compañía privilegiada.

Esta coyuntura económica tan positiva se iba a interrumpir con la rebelión de Juan Francisco de León en Venezuela, iniciada como consecuencia de los desmanes provocados por los factores de la Guipuzcoana en aquellas tierras. En el trasfondo del conflicto subyacía el resentimiento y la insatisfacción suscitados entre las clases dirigentes locales por su desplazamiento en el ejercicio del poder que históricamente habían ostentado en la colonia. Un conflicto que iba a interrumpir bruscamente el comercio caraqueño y que tras su resolución militar provocaría, según la Orden de 24 de mayo de 1751, el traslado a la Corte de la sede principal. De esta forma se materializaba el deseo de la Corona por mantener el control de esta sociedad mercantil que tanto había favorecido.

Y sería en esta segunda etapa, la madrileña, cuando la figura de Goizueta alcanzaría gran relevancia en los asuntos de la Compañía Guipuzcoana. Verificado el traslado de su estructura rectora a Madrid, fue nombrado secretario de su dirección principal, constituida de forma colegial por José de Iturriaga, Juan Antonio Yunibarbia y José Agustín de Zuaznábar. Su matrimonio con Francisca Antonia de Zuaznábar en 1753 —hermana del citado José Agustín, y sobrina y viuda a la vez de Miguel Antonio de Zuaznábar y Larramendi, personaje de importancia capital en la historia del establecimiento y desarrollo de esta sociedad— favoreció sus aspiraciones al contar con el apoyo de este poderoso grupo familiar originario de Hernani. No cabe más que interpretar el enlace como un reforzamiento de esta alianza familiar que trataba de mantener su posición e influencia en el gobierno de la Guipuzcoana, aun después del traslado de su dirección a Madrid. La unión matrimonial vino bendecida con un importante cuerpo de hacienda aportado por la joven viuda, a quien le tocaría gestionar como curadora los bienes heredados por su hijo Hermenegildo de Zuaznábar y Zuaznábar, quien estaba llamado a cumplir en el futuro un papel destacado en esta organización comercial.

Las sucesivas bajas producidas en la dirección madrileña de la compañía no tardarían en encumbrar la posición de Goizueta. En 1754 fue elegido para cubrir de forma definitiva la ausencia del director José de Iturriaga, responsabilidad que desempeñaría hasta su muerte, en 1782, y que compartiría en diferentes etapas con José Agustín de Zuaznábar, Luis Bernardo de Larrarte y Vicente Rodríguez de Rivas.

Paralela a esta trayectoria en la Guipuzcoana anduvo su relación con la Real Compañía de La Habana, que le vendría dada por un paquete de acciones propiedad de su primera mujer. Esta compañía por acciones había nacido al amparo de la Real Cédula de 18 de diciembre de 1740 para fomentar el comercio con la isla caribeña, principalmente de su tabaco. Problemas de orden interno y supuestas irregularidades en su gestión provocarían el inicio de una larga auditoría y el traslado en 1752 de su sede principal de La Habana a Madrid. En este contexto enrarecido Goizueta fue elegido miembro de su Junta particular en 1757, como representante de los accionistas de Cuba. Su intervención trató de justificar la gestión de los fundadores, haciéndose valedor —como ya lo hiciera en la Compañía Guipuzcoana— de las posiciones defendidas por el grupo vasconavarro al que pertenecía. Su experiencia directiva y sus amplios conocimientos sobre el comercio salvaron la inexorable decadencia de las operaciones de la habanera con propuestas conducentes a diversificar el giro, ampliar el tráfico a otros mercados coloniales y especializar su intercambio azucarero.

Esta dedicación a la actividad comercial le facilitaría su ingreso en el tribunal de la Contaduría Mayor de Cuentas y su posterior nombramiento como ministro de la Real Junta de Comercio y Moneda (1778). No tardaría en ser designado presidente de la Junta general de accionistas de la Real Fábrica de Tejidos de Ezcaray en un intento de reflotar su actividad, lastrada por una larga crisis financiera que amenazaba su futuro.

Inmerso en el espíritu reformista de la Ilustración que le tocó vivir, sus inquietudes intelectuales y el amor a su país le llevaron a ingresar, en 1772, en la caja madrileña de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, como socio de mérito, y poco tiempo después, a formar parte de los socios fundadores de la Real Sociedad Económica Matritense.

A lo largo de su vida mantuvo una relación especial con la tierra que le vio nacer. En 1762 y 1778 fue nombrado alcalde de Goizueta, un cargo que delegaría en representantes nombrados al efecto. Además, fue prefecto en Madrid de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros (1773-1776), trabajando por estrechar los lazos con la congregación hermana de San Ignacio de Loyola.

En el plano personal trató de reconducir su vida tras el fallecimiento, en 1767, de su primera mujer, con la que no tendría hijos. En el verano de 1768 casó en segundas nupcias con María Javiera, hija del burgalés Juan Felipe de Pinedo, regidor perpetuo de Madrid y ministro de la Contaduría Mayor de Cuentas, en la que él mismo trabajaría. Tampoco tuvo suerte con su descendencia, pues los dos hijos nacidos de esta unión morirían a corta edad. Juan Bautista de Goizueta dejó los negocios mundanos en 1782, siendo enterrado al pie del altar de Nuestra Señora de la Soledad, en la madrileña parroquia de San Sebastián.

 

Obras de ~: Resumen de las utilidades que ha trahido y trahe al Estado al Comercio General de la Nación y a la Real Hacienda, la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, s. l. [1764]; Resumen de las utilidades que ha traido al Estado, al Comercio general de la nación y a la Real Hacienda la Compañía Guipuzcoana de Caracas, Madrid, 24 de octubre de 1765.

 

Bibl.: R. Basterra, Los navíos de la Ilustración. Una empresa del siglo xviii, Caracas, Imprenta Bolívar, 1925; R. D. Hussey, The Caracas Company, 1728-1784, Boston, Cambridge University Press, 1934; J. Estornés Lasa, La Compañía Guipuzcoana de Caracas, Buenos Aires, Ekin, 1948; J. Caro Baroja, La hora navarra del siglo xviii (personas, familias, negocios e ideas), Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1969; V. Amézaga, Hombres de la Compañía Guipuzcoana, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1979; M. Gárate Ojanguren, La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1990; Comercio ultramarino e ilustración. La Real Compañía de La Habana, San Sebastián, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1993.

 

Juan Luis Blanco Mozo

 

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