González de Castejón y Salazar, Pedro. Marqués de González de Castejón (I). Tudela (Navarra), 24.VII.1719 – Madrid, 19.III.1783. Marino y ministro.
Fue bautizado en la iglesia colegial de Santa María de Tudela el 24 de julio de 1719. Fue el segundo hijo de los cuatro que tuvieron Juan Manuel González de Castejón y Camargo, natural de la localidad riojana de Inestrillas (17 de marzo de 1686), que fue alcalde mayor de Tudela, y Juana Salazar y Gascón, nacida en la localidad soriana de Medinaceli, lugar donde contrajeron matrimonio el 7 de agosto de 1712.
Ingresó en la Real Compañía de Guardia Marinas de Cádiz el 9 de noviembre de 1737. Ascendido a alférez de fragata el 19 de noviembre de 1740, realizó diferentes salidas de vigilancia por el Mediterráneo contra los piratas berberiscos y transportó tropas y material a Italia, donde a la muerte del emperador Carlos VI, Felipe V se presentó como competidor a sus dominios en Italia con el objetivo de obtenerlos para sus hijos del segundo matrimonio con Isabel de Farnesio.
En este contexto, España, unida a Francia en el Segundo Pacto de Familia, se enfrentó a Austria apoyada fundamentalmente por Inglaterra.
El 14 de junio de 1741 embarcó en el Hércules, navío de setenta cañones que se incorporó a la escuadra de Juan José Navarro y Búfalo. En la mañana del 22 de febrero de 1744, la escuadra española comandada por Navarro, embarcado en el Real Felipe, que contaba con doce navíos con un total de fuego de ochocientos dieciocho cañones, entre los cuales se encontraba el Hércules, se encontró, aislada de los franceses, con la armada inglesa compuesta de cuarenta y un buques para un total de dos mil cuatrocientos noventa cañones. Antes de la una de la tarde rompieron los ingleses el fuego contra la inferior escuadra española, dando comienzo la batalla naval de Sicié, que se prolongó hasta las seis y media, hora a la que los británicos iniciaron su retirada ante la imposibilidad de rendirla, y atisbar la llegada francesa. “El navío Hércules, maltratado en su costado con muchos balazos a flor de agua, rendidos sus palos, masteleros y vergas, cortado todo su aparejo y parte de sus xarcias, y perdido todo su velamen excepto el trinquete, hizo derrota como pudo, dirigiéndose a Cartagena donde fondeó el 27 de febrero”. Pedro González de Castejón, que “herido demostró en la lucha valor, actividad y gran presencia de ánimo”, fue ascendido por Orden de Su Majestad, el 13 de mayo de 1744, a los dos empleos inmediatos: alférez de navío y teniente de fragata.
En los años posteriores prestó sus servicios en distintos navíos y diferentes escenarios: Mediterráneo, Pacífico y Atlántico, desarrollando con su devenir los diversos grados de su profesión: ascendió a teniente de navío, el 20 de noviembre de 1749; el 24 de enero de 1750 fue nombrado ayudante del mayor general de la Armada, año que partió a bordo del Sorpresa rumbo a América, donde permaneció hasta 1753, fecha en que regresó a Cádiz; el 20 de marzo de 1754, ascendió a capitán de fragata y el 13 diciembre de 1760, a capitán de navío, y recibió el mando del navío Asia, que formaba parte de la escuadra del marqués del Real Transporte.
España entró en una nueva confrontación con el Reino Unido, litigio que se desarrolló fundamentalmente en tierras portuguesas y en la isla de Cuba. Al mando del Conquistador, al año siguiente, en la escuadra de Gutierre de Hevia y Bustamante, compuesta de doce navíos de línea y cuatro fragatas, partió con destino a la isla de Cuba, arribando a la misma en el momento en que el capitán general y gobernador de la isla, Juan Prado Portocarrero, avistaba la escuadra inglesa del almirante Pocock: veintidós navíos, diez fragatas, tres bombardas y ciento cuarenta embarcaciones de transporte con diez mil hombres del ejército y más de tres mil negros zapadores, razón por la cual mandó cerrar la bocana de la bahía con cables, maderos y barrenando tres navíos, el de Castejón, junto al Neptuno y el Europa, para impedir la entrada de los británicos. Los capitanes de la flota inutilizada fueron asignados al mando de las fortificaciones; de esta manera, Pedro pasó a comandar la defensa de la Puerta de la Tierra y sus baluartes. Los ingleses desembarcaron el 7 de junio de 1762 al este de La Habana en Cojimar, concentrando sus esfuerzos en la conquista, en la parte derecha de la bahía, del castillo de San Pedro de la Roca, más conocido como “El Morro” que dominaba la ciudad, gobernado por el capitán de navío Luis Vicente de Velasco e Isla, que contaba con sesenta y cuatro cañones de bronce y algunos de hierro. Tras una heroica y extenuante defensa, el 30 de junio se abrió brecha en el bastión, precipitándose los ingleses a su conquista, logrando consolidar su posición; en la postre defensa murió Velasco, su segundo el navarro capitán de navío Vicente González de Bassecourt y la mayor parte de la guarnición. Despejado el camino, todo el esfuerzo bélico se concentró en las últimas defensas de La Habana. El 11 de agosto “los baluartes septentrionales del recinto (Puerta de la Tierra) estaban deshechos o cuarteados junto a Castejón ciego de furia con la imposibilidad de corresponder al enemigo con igual ofensa”.
De regreso a España se formó un Consejo de Guerra para juzgar el proceder de la Junta gobernante, al tiempo que llegaban los reconocimientos para Pedro González de Castejón, que se le otorgó la Encomienda de Orchenta de la Orden Militar de Santiago.
A continuación, obtuvo el mando del navío Velasco para combatir el corso en el Mediterráneo, empresa que llevó a cabo hasta 1767, cuando fue nombrado, el 14 de agosto, subinspector de batallones. Tras haber ostentado el mando del astillero del Guarnizo durante poco tiempo, el 29 de junio de 1769 fue nombrado jefe de escuadra y, el 18 de julio de 1772, inspector general de Marina, lo que le permitió formar parte de la Junta de Guerra como consejero. Posteriormente, en 1774 fue ascendido a teniente general de la Armada.
En esto, la Corte de Madrid decidió castigar a Argel por su política en el norte de África y apoyo a los piratas berberiscos. El mando del ejército se confió al teniente general Alejandro de O'Reilly y Mac Dowell, transportado por una flota de guerra comandada por Pedro González de Castejón. El 8 de julio de 1775, a las cuatro y media de la madrugada, se inició el primer desembarco de ocho mil hombres, completándose hacia las seis y media con la mayor felicidad; los navíos, fragatas y jabeques con su fuego lo apoyaban. Las primeras tropas, en contra de las órdenes recibidas, formaron en orden de batalla avanzando en persecución del enemigo, que simulaban huir para parapetarse en un terreno quebrado defendido por atrincheramientos; acometidos por una multitud de moros, retrocedieron hacia la playa creando un total desconcierto con la tropa que acababa de llegar. Masacrados trabajaron con ardor en levantar una trinchera estrecha e insuficiente. Al anochecer se emprendió el reembarco de las tropas, concluido a las tres de la madrugada del día 9, y “se hizo tan cabal, que al fin hubo lanchas paradas, y gritándose de ellas, para que acudiera el que quedase”.
Con la llegada de la flota a Alicante estalló el clamor popular de descontento, con importantes consecuencias en la política nacional, siendo la más notable la sustitución del marqués de Grimaldi por José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca. Por el contrario, Pedro obtuvo su reconocimiento con la concesión del título de marqués de González de Castejón, y a la muerte de Julián de Arriaga, y a propuesta de éste, se le nombró, el 31 de enero de 1776, secretario de Estado y de despacho universal de la Marina (ministro de Marina, en la terminología actual), siendo el primero que, desde la Escuela Naval de Guardia Marinas, ascendió a su máxima dirección.
A partir de ese momento llevó a cabo importantes reformas en la Armada, orientadas a mejorar la preparación de los oficiales de la Marina, como fue la creación de dos nuevas Academias Navales en Cartagena y Ferrol, que se unieron a la existente en Cádiz. En lo que se refiere a la investigación académica, apoyó la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, patrocinando sendas cátedras de Mineralogía y Metalúrgica. Bajo su dirección, la Armada experimentó una transformación total con una positiva modernización, aprobándose medidas para mejorar la situación de la Marina, como fue el incremento de los efectivos de la Armada, la publicación de las ordenanzas de arsenales, y el establecimiento de un nuevo sistema de ascensos y de informes anuales. Además, aumentó el prestigio del cuerpo de pilotos, concediendo a sus individuos el tratamiento de don, creó la clase de artilleros de mar, aumentó los premios a la clase de tropa, creó la matrícula de mar en diversos puntos del continente americano, para proveer la necesidad siempre creciente de marinería, aumentó las fuerzas de batallones, reglamentó la manera de pasar las revistas de comisario mensuales y la de dar los comandantes de los buques los estados de entrada y salida. Por último, fomentó la construcción naval y las obras civiles de arsenales, aumentando la armada con diez navíos, otras tantas fragatas, cuatro corbetas, cuatro urcas, tres jabeques, dos bergantines y otros muchos buques menores. En cuestión de arsenales, terminó el de Cartagena, potenció los de Ferrol y La Habana y dio mayor fuerza al cuerpo general frente a los funcionarios civiles. En cuanto a materias primas, fomentó una fabricación nacional que diera la máxima autonomía a la Armada y surtiera con calidad a la marina mercante. Asimismo, para mejorar la calidad de los cañones de la Armada, introdujo un espía en la fábrica de Carron en el Reino Unido, mientras otro visitaba fábricas en Noruega y Suecia.
De otra parte, de los hechos de armas acaecidos bajo su mandato, su labor fue decisoria y organizativa. Así, reanudó nuevas campañas contra la piratería berberisca, obteniendo algunos éxitos que llevaron la tranquilidad a las costas españolas del Levante. Y, después que, en 1776, el primer ministro portugués marqués de Pombal iniciase una política de hostigamiento contra las posesiones españolas en América, alentado por Gran Bretaña. Carlos III le ordenó organizar una expedición de castigo en América; la escuadra y convoy partieron de Cádiz el 13 de noviembre. Tras tomar varias fortalezas, rindió la colonia de Sacramento y la cercana de San Gabriel, así como algunos puertos francos del contrabando inglés. La caída del marqués de Pombal propició la firma de un tratado por el que se obtuvo definitivamente la colonia de Sacramento y en África las islas de Fernando Poo y Annobón. Al marqués de González de Castejón, por la prontitud en avituallar y preparar la escuadra, se le concedió el 28 de octubre de 1777 la Gran Cruz de la Real Orden de Carlos III.
A continuación, dado que desde el Congreso de Utrecht, Inglaterra ondeaba su bandera en Menorca, Carlos III, deseoso de su recuperación, le ordenó la organización de una expedición de guerra, que, partiendo de Cádiz, simulase otro objetivo. El 19 de agosto de 1781 arribó la escuadra a Menorca, logrando desembarcar la tropa en la playa de la mezquita y cala de Alcofa. El general Murray se vio obligado a retirarse a la fortaleza de San Felipe, resistiendo hasta el 4 de febrero, en que izó bandera blanca.
La euforia por la toma de Menorca indujo a lograr la rendición del Peñón bajo el mando del mismo duque de Crillon y sus tropas. El ingeniero francés M. d’Arçon, en el ínterin, expuso al Rey los planos de sus baterías flotantes, con insumergibles e incombustibles que atacarían por mar. La idea convenció al Rey, a pesar de la opinión contraria de sus consejeros y en especial de Crillon, que solicitó ser eximido de toda responsabilidad. El día 13 de septiembre entraron en acción las flotantes, sus blindajes respondieron pero era tal la cantidad de bala roja disparada, que las placas de las corazas se recalentaron provocando, cerrada la noche, la aparición de fuego que explosionó la pólvora. Aunque la ofensiva continuó, su intensidad fue menguando.
La declaración de guerra con Inglaterra, también, inició una amplia confrontación en el golfo de México y en los territorios americanos lindantes. El marqués de González de Castejón, en apoyo de las fuerzas destacadas, preparó y envió una flota, al mando de José Solano y Bote, protegiendo a sesenta y dos embarcaciones de transporte con doce mil cuatrocientos dieciséis soldados. Se logró la conquista de La Luisiana y La Florida, cedidas en el intercambio por La Habana, se expulsó a los ingleses de América Central y se consiguió dominar las islas Bahamas.
Pedro González de Castejón y Salazar, primer marqués de González de Castejón, murió el 19 de marzo de 1783, sin descendencia, dejando por universal heredera a su esposa Felipa Campbell y Wadron, nacida en El Puerto de Santa María (Cádiz), hija de Diego Campbell, capitán del regimiento de Caballería de Granada, y de Juana Francisca Wadron, ambos de Escocia.
Bibl.: V. de Cadenas y Vicent, Caballeros de la Orden de Santiago. Siglo xviii, t. V, Madrid, Hidalguía, 1980, págs. 6-7; Extracto de los expedientes de la Orden de Carlos 3.º, t. V, Madrid, Hidalguía, 1983, págs. 200-202; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; J. F. González de Castejón y Hernández, marqués de Velamazán, González de Castejón: nobleza castellana-navarra, Soria, Ingrabel, 1998; Don Pedro González de Castejón. Ministro de Marina de Carlos III, Zaragoza, Centro de Estudios Borjanos- Institución Fernando el Católico, 2003; M. Peña, “Don Pedro González de Castejón, primer marqués de González de Castejón y ministro de Marina de Carlos III”, en Cuadernos Agredanos (Burgos), n.º 13 (2005).
José Francisco González de Castejón y Hernández, marqués de Velamazán