Anzano, Tomás. Huesca, p. s. xviii – Zaragoza, 15.III.1795. Economista, escritor y traductor.
De esta importante figura de la Ilustración española todavía escasamente conocida se tiene más información de su producción literaria que de su vida personal, en la que, en todo caso, destaca su vertiente profesional en calidad de servidor público. Así, posiblemente nacido en el seno de una familia acomodada de Huesca, seguramente originaria del lugar llamado Anzano, situado a pocos kilómetros de la capital, debió de acceder tempranamente a Madrid para realizar una carrera en la función pública que le llevaría a diversos lugares de la geografía nacional, siendo sucesivamente secretario de la Intendencia del Ejército y Reino de Aragón, director del Real Hospicio de San Fernando en Madrid, tesorero del Ejército de Orán (alrededor de 1777), contador y comisario ordenador del Ejército de Castilla la Vieja (a partir de 1783) y, por último, tesorero del Ejército y reinos de Aragón, Navarra y provincia de Guipúzcoa.
La referida dedicación profesional marcaría profundamente la temática de sus obras, con la excepción de la Oración panegírica de San Pío V, publicada en 1779, escrita junto a su hermano José Antonio Anzano, miembro de la Orden Franciscana, para agradecer los favores curativos del santo hacia su primo Manuel de Lay y Anzano, médico de cámara en la Corte. Un año antes habían visto la luz unos Elementos preliminares para poder formar un sistema de gobierno de Hospicio general, sin duda relacionados con el puesto mencionado que Anzano ocupaba entonces en el Hospicio de San Fernando de Madrid.
El resto de los cargos a que dedicó su vida como funcionario están de un modo u otro vinculados a la administración o al abastecimiento de contingentes militares, por lo que su actividad diaria habría de familiarizarle con los problemas relativos a los mercados de subsistencias. Esta circunstancia deja una huella singular en sus reflexiones sociales y económicas, en las que se percibe, más que el efecto de una aséptica mente teórica, la voluntad de resolver el problema práctico de garantizar, dicho en pocas palabras, alimentos a buen precio, de modo que la obra de Anzano remite a la trascendental cuestión agraria que acaparó una parte fundamental de las reflexiones económicas durante el siglo xviii, especialmente a partir de su segunda mitad, cuando maduró la conciencia de las graves carencias de que adolecía la estructura productiva del país.
Las obras de Tomás Anzano tienen como fundamental elemento integrador el asunto de las crisis de subsistencias. A la preocupación central por el desarrollo de la agricultura se le une la necesidad de dar una respuesta operativa al problema del abastecimiento alimenticio de la población, el cual no parecía resuelto por la aplicación de las medidas reformadoras de carácter liberalizador, poderosamente contestadas por esta razón por parte del economista aragonés.
Así, sus escritos económicos tienen su origen inmediato y explícito en dos momentos de grave escasez alimenticia: uno sucedido mediados los años sesenta, cuyo mayor exponente fue el Motín de Esquilache en Madrid —el más conocido de los muchos que tuvieron lugar en España—, al que obedecen las dos obras sobre la economía aragonesa publicadas en 1768; y otro producido en la primavera de 1789, que influirá en su traducción comentada del Ensayo sobre la policía general de los granos del autor francés Claude Jacques Herbert, publicada en 1795, por encargo oficial del Consejo de Castilla, precisamente en el mismo año en que vio la luz el Informe de Ley Agraria de Jovellanos, en esta ocasión siguiendo los designios gubernamentales que estaban frenando la liberalización del mercado agrario adoptada en los años sesenta por los Campomanes y Floridablanca, en el seno de la más amplia involución ideológica generada por el temor a la vecina Revolución Francesa.
Al mismo tiempo, cabe afirmar que Anzano se ve espoleado también por un acicate de tipo doctrinal, terreno en el que se maneja con soltura, de modo que las publicaciones de 1768 resultan ser una contestación argumentada analíticamente a la Respuesta Fiscal sobre abolir la Tasa y establecer el Comercio de Granos (1764) de Pedro Rodríguez de Campomanes —donde se aprecia un vivo rescoldo escolástico—, mientras que los comentarios hechos al Ensayo sobre la Policía general de los granos de 1795 reproducen también la continuación de un debate doctrinal en el seno de un mercantilismo que evoluciona lentamente, siendo protagonistas en la argumentación del oscense las ideas que adopta del influyente y reputado autor suizo Jacques Necquer, ministro de Finanzas en Francia durante los períodos 1777-1781 y 1788- 1790, quien se había destacado como un fuerte opositor a las ideas de la escuela fisiócrata, a partir de una concepción más realista, pragmática y social que la sostenida por Jean François Quesnay y sus discípulos.
Más concretamente, el ideario de Anzano, como se ha advertido, casi exclusivamente agrarista y representante de la crítica a la política liberalizadora del Gobierno ilustrado de mediados los años sesenta, parte de una interpretación escolástica del funcionamiento real del mercado de granos para ofrecer una visión pesimista del caso aragonés, precisado de una intervención que controlara la actividad comercial y que rehabilitara el sistema de los pósitos públicos, aunque introduciendo su gestión privada, y que erigiera una compañía de agricultura o asociación privilegiada que protegiera a los labradores de los abusos de quienes tenían la capacidad de controlar los mercados agrarios, es decir, las llamadas “manos fuertes”, básicamente, grandes propietarios y comerciantes. De todas formas, a pesar de tratarse de una propuesta en general contraria a la política gubernamental, sí refiere Anzano elementos acordes con dicha política, como cuando recomienda la enseñanza de la Agronomía a través de academias, cuando insiste en la extensión de los regadíos mediante el proyecto de la “Acequia Imperial”, o cuando plantea facilitar la financiación no sólo de la labranza, sino también de los fabricantes, a quienes considera beneficiarios indirectos del desarrollo agrario.
Esta línea argumental tiene su coherente desarrollo en las “observaciones” que Anzano plantea doctrinalmente a Herbert en la referida traducción y adaptación de 1795. De la obra de Necker Sobre la legislación y el comercio de granos —publicada originalmente en 1775 y que había sido traducida al castellano en 1783 por Miguel Jerónimo Suárez— el español adopta la necesidad de la intervención del Estado para conseguir una nación fuerte y rica, pero también atenta a la felicidad de su población, adquiriendo gran relevancia la protección de las clases no privilegiadas. Igualmente, respecto al tratamiento del problema de las subsistencias, se ha de regular el comercio de modo que nunca salgan más alimentos de los que entran. De no actuar así, se encarecería el precio del trigo, a lo que sucedería inicialmente un descenso de los salarios reales, los cuales, a largo plazo, se elevarían nominalmente y harían menos competitivas las manufacturas nacionales, a lo que se unirían graves tensiones sociales, intensificadas cuando la cosecha fuera pobre.
Finalmente, junto a lo expuesto, otra nota característica destacable, por ser pionera, de la aportación de Anzano es la de dedicar gran parte de sus reflexiones a Aragón, región que en sus escritos tiene sus propias peculiaridades e intereses frente al resto de las comunidades nacionales y frente al extranjero, una perspectiva que no se adoptaba desde el último tercio del siglo xvii, con la excepción paralela en el tiempo de los escritos sobre la economía aragonesa del gaditano Mateo Antonio Barberi. Como consecuencia de ello, Anzano estuvo imbricado en la actividad de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, la institución señera de la Ilustración aragonesa, una de las más importantes de la España de Carlos III, erigida en 1776.
Obras de ~: Reflexiones económico-políticas sobre las causas de la alteración de precios que ha padecido Aragón en estos últimos años en lo general de los abastos y demás cosas necesarias al mantenimiento del hombre, Zaragoza, José Fort, 1768; Discursos sobre los medios que pueden facilitar la restauración de Aragón. Continuación de las Reflexiones económico-políticas, Zaragoza, José Fort, 1768; Elementos preliminares para poder formar un sistema de gobierno de Hospicio general, Madrid, Manuel Martín, 1778; con Fr. J. A. Anzano, Oración panegírica de San Pío V, Madrid, Manuel Martín, 1779; C. J. Herbert, Ensayo sobre la policía general de los granos, sobre sus precios, y sobre los efectos de la agricultura. Obra anónima traducida del francés al castellano. Observaciones sobre ella y análisis del comercio del trigo, trad. y “observaciones” de ~, Madrid, Antonio Espinosa, 1795.
Bibl.: F. Latassa, Bibliotecas Antigua y Nueva de escritores aragoneses, ed. aum. y rev. por M. Gómez Uriel, t. I, Zaragoza, Calisto Ariño, 1884; C. Herranz, Notas para un estudio crítico sobre los economistas aragoneses, Zaragoza, Imprenta de La Derecha, 1885; C. Forcadell, “Anzano, Tomás de”, en VV. AA., Gran Enciclopedia Aragonesa, vol. I, Zaragoza, Unión Aragonesa del Libro, 1980; J. Usoz, Pensamiento económico y reformismo ilustrado en Aragón (1760-1800), tesis doctoral, Zaragoza, Universidad, 1996; “El pensamiento de Tomás Anzano: una propuesta agrarista de la Ilustración económica aragonesa”, en VV. AA., Actas de la 1.ª Reunión de la Asociación Ibérica de Historia del Pensamiento Económico, Barcelona, diciembre de 1999; “El Pensamiento Económico de la Ilustración aragonesa”, en E. Fuentes Quintana (dir.), Economía y economistas españoles. III. La Ilustración, Barcelona, Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores, 2000; “La teoría escolástica de los precios en la obra de Tomás Anzano”, en VV. AA., Actas Segundo Encuentro de la Asociación Ibérica de Historia del Pensamiento Económico, Oporto, diciembre de 2001; L. Perdices de Blas y J. Reeder, Diccionario de Pensamiento Económico en España (1500-2000), Madrid, Fundación ICO-Editorial Síntesis, 2003.
Javier Usoz Otal