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Manuel Gómez Raba

Biografía

Gómez Raba, Manuel. Santander (Cantabria), 21.II.1928 – 3.I.1983. Pintor y escultor.

Dio sus primeros pasos en el mundo artístico con el pintor local Flavio San Román. En 1946, y tras obtener sus conceptos formativos, decidió trasladarse a Madrid para continuar su aprendizaje con Eduardo Chicharro. En 1949 tuvo que regresar a Santander para realizar el servicio militar y, acabado éste, se planteó romper con las enseñanzas académicas y buscar su propio camino artístico. Se adentró en los conceptos cubistas a través de Picasso, Bracque y Gris. De la fase cubista de Raba casi no quedan testimonios, ya que el afán perfeccionista del pintor le llevaba a destruir muchas de las obras que él mismo consideraba carentes de interés. Son obras (Pintura, c. 1950) próximas al cubismo sintético, de buena composición y desarrollo cromático, resueltas con gran acierto y expresividad. No permaneció ajeno a los nuevos aires culturales que se daban con la Escuela de Altamira o el Grupo Proel.

En 1951, participó en la muestra Joven Pintura Montañesa en la Galería Sur de Santander y expuso en la Sala Proel junto a su hermana Carmen, también pintora. Se trata de una obra figurativa y simbólica, muy influida por Marino Marini y por el sentido escultórico de Henry Moore (Figura ecuestre, 1951, Caja Cantabria). Fue ésta su última exposición figurativa, pues en los diez años siguientes inició una intensa búsqueda que le llevó por los caminos de la abstracción y el informalismo, en donde las formas se iban descomponiendo, experimentando con nuevos materiales. En tanto esa búsqueda no le daba los resultados apetecidos, seguía destruyendo su obra y evitando aparecer ante el público. Más aún, en su afán de no dejar huella y de economizar materiales, llegó a pintar sobre cristal para no destruir lienzos. Al mismo tiempo, se adentró en la filosofía existencialista, especialmente de Heiddeger, que influyó en su obra de manera acusada. Los protagonistas de sus pinturas eran parajes remotos misteriosamente hallados, que representaban los ámbitos peligrosos de nuestra existencia.

Los trabajos de los sesenta suelen poseer fondos matéricos planos, ejecutados con arenas y serrín mezclados con pigmentos y colas que dan un aspecto rugoso marcado por líneas curvas de colores planos. En los de 1961-1962, la superficie ya ha dejado de lado lo plano, para presentar un aspecto arrugado, donde las marcas geométricas se van estrechando. Empiezan a aparecer las grietas frente a las complejas estampaciones trabajadas anteriormente, con tonalidades cálidas de rojos, violetas, amarillos y cenizas. Es un informalismo claramente matérico, con normas propias. Hasta este momento, ha elegido el camino de la individualidad, alejándose del centro artístico de Madrid y estableciendo su estudio en Santander. A partir de 1961 su vida transcurría a caballo entre ambas ciudades. Su obra se introducía, cada vez más, en la abstracción matérica, alejándose del informalismo clásico. En 1963, realizó su segunda exposición individual importante en la Galería Prisma de Madrid, con trabajos sobre soporte de madera, aunque ésta permanecía oculta. El público no la entendió, pero aceleró el proceso creativo de búsqueda del relieve pictórico y de signos diferenciadores como la representación de paisajes lunáticos con la presencia de fallas, cráteres, grietas..., de formas extrañas a mitad de camino entre la pintura y la escultura.

En 1964, participó en colectivas en la Drian Gallery de Londres y en la Galería Internacional de Nueva York. Dio un paso importante al ser seleccionado en 1966 para representar a España en la XXXIII Bienal de Venecia, a la que concurrió junto a Alfaro, Gabino, Genovés, Sanza, etc. En 1967 obtuvo una beca de la Fundación Juan March, apreciándose un importante cambio en su evolución estética, con rupturas más acusadas en su obra, por medio de incisiones que recorren las piezas de arriba abajo, resolviendo la superficie en dos o más planos diferenciados, de relieve más pronunciado. El resultado es el aspecto tridimensional en donde el concepto de cuadro va desapareciendo para adquirir características escultóricas, cerca de la idea de los relieves policromados. El concepto rectangular de los marcos se pierde también para ir redondeando ángulos. Toda esta plasticidad se apoya en una sabia integración y articulación de la policromía, resuelta con capas de pintura al fuego superpuestas que dejan ver la madera, pulida y sin policromar. Los años sesenta fueron de actividad frenética para Raba, tanto en su taller como en las exposiciones. La Galería Kreissler de Madrid le llevó a las concurrencias más importantes, exponiendo de forma periódica hasta 1975. Se considera 1970 como el año en el que llegó al cénit cualitativo de su carrera, por su calidad y originalidad. Ese año volvió a la Bienal de Venecia con diez obras maestras.

Entre 1970 y 1972, el concepto artístico se definió totalmente y presentó (1972) la que sería su más importante exposición individual en el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid. Las formas ya habían llegado a su máxima expresión volumétrica, trabajando en planos cóncavos y convexos. Las rupturas suelen centrarse y las fallas salen de ellas de forma radical. A la policromía, dentro de las superficies granuladas, con rayas finas y ligeras, le saca el máximo partido. Por todo ello, en estos momentos se debiera definir a Raba más como escultor que como pintor. Su obra es reclamada para participar en las exposiciones de mayor entidad y es continuamente aclamado por la crítica.

En 1973, regresa definitivamente a Santander y empieza a trabajar en la búsqueda de nuevos materiales que aligeren sus obras. Sustituye el soporte anterior, la madera, por el poliéster, mucho más ligero, adaptando el proceso técnico al nuevo material. Este cambio le impulsa a probar la tridimensionalidad total, siendo ya sus piezas auténticas esculturas de bulto redondo, con aspecto final alabastrado y pétreo. Las obras más relevantes de este período se realizan entre 1974 y 1977. En 1974 presenta su obra en la V Feria de Basilea, en el Real Museo de Bruselas y en la Hans der Kunts de Múnich. Dos años más tarde acude a Tokio y a Art 76 de Basilea (Suiza). En 1977 se presenta a la Bienal de São Paulo (Brasil) y forma parte de la muestra del Museo de Bellas Artes de Santander, titulada Santander y Vanguardia, 1900-1960. Empieza a espaciar la actividad creadora debido a una enfermedad y su última aparición pública tendrá lugar en la edición de Arco 83 de la mano de la Galería Kreissler de Madrid. Muere ese mismo año en Santander. Dos años después de su fallecimiento, la Galería Siboney de Santander organiza su primera exposición retrospectiva. En 1988, en el palacio de Sobrellano de Comillas (Cantabria) se celebró una segunda auspiciada por la Diputación Regional de Cantabria. En 1995, la Fundación Marcelino Botín y el Ministerio de Cultura organizan la exposición póstuma más completa del artista.

 

Obras de ~: Sin título, c. 1949-1950; Figura ecuestre, 1951; Sin título (cráter), c. 1962; Sin título (madera), 1967; Sin título (madera y pintura al fuego), 1968; Sin título (poliéster), 1975; Sin título (diálogo), 1975.

 

Bibl.: VV. AA., Manuel G. Raba, catálogo de exposición, Madrid, Dirección General de Bellas Artes, 1972; VV. AA., Manuel G. Raba, catálogo de exposición, Santander, Palacete del Embarcadero-Galería Siboney, 1985; VV. AA., Raba 1928- 1983, catálogo de exposición, Santander, Diputación Regional de Cantabria, 1988; S. Carretero Rebés, Guía del Museo de Bellas Artes de Santander, catálogo de exposición, Santander, Museo de Bellas Artes de Santander, 1993; VV. AA., Manuel G. Raba, catálogo de exposición, Santander, Fundación Marcelino Botín-Ministerio de Cultura,1995.

 

Salvador Carretero Rebés

 

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