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Andreu Alfaro Hernández

Biografía

Alfaro Hernández, Andreu. Valencia, 5.VIII.1929 – 13.XII.212. Escultor y dibujante.

Su formación artística es esencialmente autodidacta.

Se sintió atraído en su infancia por el dibujo, aunque su inicial labor artística se desarrollaría en el seno de un grupo plural de jóvenes inquietos, propio de la primera posguerra española, denominado Rogle Obert, decantándose entonces particularmente, en sus primeras experiencias estéticas compartidas, hacia la pintura de cuño más bien informalista. Más tarde, ya en 1957, Andreu Alfaro se vincula al histórico Grupo Parpalló y preocupado y atraído por una serie de trabajos escultóricos llevados a cabo, por él, con hilo metálico. Un modo muy sintomático de dibujar en el aire.

Pronto asumiría claras influencias constructivas, pasando a experimentar con planchas metálicas pulidas.

El Segundo Parpalló, tras la reducción de los participantes en el grupo, encabezado por Aguilera Cerni como teórico, recondujo y acentuó los presupuestos geométricos y constructivos de sus miembros, especialmente desde la perspectiva de la integración de las artes. Este hecho reforzó las preferencias nacientes del joven Alfaro, en sus preocupaciones a favor de conectar de forma estrecha su naciente lenguaje escultórico con los temas del espacio en general y de los espacios arquitectónicos y urbanos en particular. Sin duda, se trataba de una opción determinante para su trayectoria artística inmediata y posterior.

Paralelamente sus planteamientos experimentan un giro cada vez más intenso hacia los postulados del constructivismo ruso. También la influencia de las esculturas de Jorge Oteiza se hace notar sobre sus planchas, formas sugerentes y espacios construidos. No deja de dibujar. Tiene una especial facilidad para representar la realidad sin levantar el lápiz del papel, en un juego continuo de observación, memoria y simplificación de la imagen, reduciéndola a sus rasgos básicos y esenciales.

Un requisito básico para lograr la adecuada comprensión de la vida y la obra artística de Andreu Alfaro consiste en tener siempre presentes sus postulados vitales, de compromiso civil e ideológico, de actitud crítica frente al olvido de nuestro patrimonio cultural, en especial del patrimonio de carácter inmaterial: la historia, la lengua o la memoria compartida.

Otro tanto hay que apuntar en relación a determinadas figuras y aportaciones históricas nacionales o internacionales, que han merecido su interés en algún momento de su itinerario. Tal sucede, por ejemplo, con Joan Fuster o con Goethe, por subrayar aspectos determinados del nacionalismo o del clasicismo, respectivamente. Y otro tanto habría que sugerir en relación a su apreciación tan particular de la tradición del barroco o, por contraste, con su no menos acentuada admiración por los kuroi griegos.

De todas estas facetas y aspectos de su personalidad derivarán actitudes y preferencias, decantamientos y opciones de clara incidencia en sus proyectos y realizaciones.

Con el inicio de los años setenta, Alfaro decide ampliar el campo de sus experimentaciones, más allá del hilo de hierro y de las planchas metálicas pulidas, pero sin abandonar sus afanes de integración de las artes. De ahí que haga sus primeras incursiones en el trabajo con las varillas metálicas cuadrangulares, de fabricación industrial, opción que dará paso a una de las etapas más características de su trayectoria personal: la de las generatrices.

De manera especial le sigue preocupando y atrayendo la intrínseca relación existente entre la escultura y la arquitectura, que debe precisamente valorarse en sus encuentros con el medio urbano. E igualmente tiene muy clara la necesidad de arbitrar soluciones para superar la escisión existente entre, por una parte, la apropiación, colección y conservación del arte (en instituciones determinadas, públicas o privadas) frente a la franca vocación comunicativa que la obra artística en sí misma conlleva, en su apertura a la mostración, contemplación y fruición públicas. Y, en ese sentido, dos planteamientos se perfilan en su quehacer: su predilección por la escultura instalada en espacios públicos y su preocupación por la elaboración de series múltiples, que permitan un mayor y más fácil acceso a sus obras, por parte del público interesado.

Dos recursos en los que Alfaro ha puesto e invertido buena parte de su dedicación artística.

Las varillas metálicas cuadrangulares, adecuadamente engarzadas en torno a uno o varios ejes de rotación, permitirá que tanto en espacios interiores o exteriores, públicos o privados, de mayores o más reducidas dimensiones, las esculturas de Andreu Alfaro seduzcan las miradas del espectador, que deberá ir desplazándose en su entorno para averiguar y descubrir todos los efectos perceptivos que facilitan. Sin lugar a dudas, estas obras abundan en determinadas ciudades, pasan de veinte las esculturas públicas instaladas por Alfaro, sobre todo españolas (Valencia, Madrid, Palma de Mallorca o Barcelona) y alemanas (Núremberg o Colonia), también en Nueva York.

De nuevo en los años ochenta vuelve Alfaro a replantearse nuevos diálogos con otros materiales escultóricos.

Y es así como el mármol o el hierro se incorporan a su tarea e indagaciones artísticas, en este caso dedicadas, como ya se ha apuntado, hacia el mundo barroco y clasicista, a través de una intensa vitalidad concedida a las formas escultóricas, que releen tradiciones y herencias históricas, en una especie de encadenados homenajes, donde las columnas salomónicas y el cuerpo humano, por ejemplo, pueden dialogar sugerentemente entre sí. Etapa de franco y sutil equilibrio entre la abstracción que le ha caracterizado y la figuración insinuada; o donde las varillas cilíndricas establecen curiosos y calculados equilibrios en el espacio, trazando formas, asumiendo normas o encarnando pautas matemáticas. De nuevo, pues, el dibujo exige sus derechos, ahora ya mucho más allá de los simples hilos de hierro, impone su cosmos y ordenación de cuño clásico, pero con recursos radicalmente diferentes. Busca el contorno evocador de los objetos, y refuerza la idea de totalidad, mientras se replantea activamente cuestiones como el peso, el volumen o las texturas, apuntando hacia otros derroteros creativos.

Ése es el reto que abre su trayectoria hacia el siglo XXI.

Cabría apuntar, finalmente, que han sido sus distintas variaciones en torno a los diferentes materiales adoptados las claves correspondientes a sus distintas etapas escultóricas, hecho éste que es altamente significativo de la importante vertiente experimental y de búsqueda que ha presidido su trayectoria como escultor.

Diferentes premios y reconocimientos han ayudado a consagrar a Andreu Alfaro como escultor esencial en el panorama artístico español de los últimos cincuenta años, jugando con las series y los módulos, el color y las formas, la luz y la complejidad. Premio de Honor Jaume I de la Generalitat Valenciana (1980), Premio Nacional de Artes Plásticas, Ministerio de Cultura (1981) y Premio Alfons Roig, Diputación de Valencia (1991).

 

Obras de ~: Alambre y hojalata IV, 1958; Homenaje a Jorge Oteiza, 1961; Camins de Llibertat II, 1962; Un mòn per a infants, 1972; Generatriu I, 1972; Charlotte von Stein, Estación del Norte (Valencia), 1981; Gran Cercle Negre, 1985; Puerta de la Ilustración, 1990; Laocoonte IV, 1995; Pietá, 2000.

 

Bibl.: V. Aguilera Cerni, Panorama del nuevo arte español, Madrid, Guadarrama, 1966, págs. 296-297; A. Cirici Pellicer, L’Art Català Contemporani, Barcelona, Edicions 62, 1970, págs. 327-331; T. Llorens, “Línea, espacio, movimiento, textura y figura en la obra de Alfaro”, en Alfaro, Madrid, Patronato de Museos, 1979, págs. 32-54; J. Martín, “Andreu Alfaro, creación plástica”, en Revista Abalorio (Valencia), n.º 12 (1986), págs. 50-67; R. de la Calle, “Alfaro: las raíces simbólicas de la escultura”, en Catalonia Cultura, n.º 2 (1987), págs. 30-31; F. Calvo Serraller, Alfaro: De Goethe y nuestro tiempo, Madrid, Fundación Cultural Mapfre, 1989; VV. AA., Alfaro, Valencia, Institut d’Art Modern, 1991; V. Jarque Soriano, Andreu Alfaro, Valencia, Tres i Quatre, 1992; VV. AA., “Quadern Monogràfic Alfaro”, en Revista SAO (Valencia), año XXII, n.º 213 (1997); J. F. Yvars, “Los mundos de arte de Andreu Alfaro” en revista Kalias (Valencia) n.os 23-24 (2000), págs. 32-48; V. Jarque Soriano (ed.), Alfaro. Catálogo razonado, Valencia, Institut Valencià d’Art Modern-Generalitat Valenciana, 2005, 2 vols.; VV. AA., Alfaro, Valencia, Institut Valencià d’Art Modern, 2007; D. Borrás, “Muere el escultor Andreu Alfaro”, en El Mundo, 14 de diciembre de 2012.

 

Román de la Calle