Cacicedo Canales, Manuel. Udalla (Cantabria), 30.IX.1909 – San Román de la Llanilla (Cantabria), 1990. Imaginero y escultor.
Nace en el seno de una familia de trabajadores del campo. Cuando cuenta con dieciséis años se traslada a Bilbao para realizar estudios de Comercio durante dos años. En 1927, un fugaz paso por el estudio de Quintín de la Torre le animó a dedicarse a la escultura.
Ingresa en el taller de Moisés de Huerta dedicándose a “sacar puntos”. Ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao con dieciocho años, estudios que se prolongan durante cuatro años. Allí tendrá por maestros a Higinio Basterra y Federico Sáenz. En 1935 obtiene por oposición una bolsa de viaje de estudios al extranjero (París y Bélgica), proyecto truncado al desencadenarse la Guerra Civil. Terminada la guerra, vuelve a Bilbao, en donde había establecido su taller y cuenta con clientes. No obstante, su interés se centra en el ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1941), para completar su larga formación, donde sigue las pautas oficialistas, sobre todo las enseñanzas de Enrique Pérez Comendador, catedrático de Modelado del Natural y Composición, escultor e imaginero tradicionalista seguidor de la escultura de los siglos xvii y xviii y afamado por sus pasos procesionales. Asesorado por sus profesores, cursa estudios de maestro imaginero en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla, estudios que fueron sufragados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y, posteriormente, por la Obra Sindical de Artesanía.
Una vez finalizada esta muy larga etapa formativa, en 1948 se traslada a Corella (Navarra), en cuya Escuela de Artes y Oficios ejercerá una labor docente, al tiempo que participa en diversas exposiciones, como la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1948. Decide abandonar la enseñanza para dedicarse por entero a su profesión escultórica e imaginera. De nuevo regresará a Bilbao, donde monta un taller para trabajar por encargo: en 1951 la Hermandad de la Pasión de Pamplona le encarga el paso procesional Cristo de la Tercera Caída, obra que concluye en 1952. Un año más tarde realiza una réplica de la obra para la parroquia de San Román de la Llanilla (Cantabria), pieza que será exhibida en la exposición del Museo Municipal, patrocinada en el Ateneo de Santander en 1953.
Este mismo año participa en el Concurso de Escultura Religiosa de Bilbao, donde obtiene el segundo premio. En 1955 el Ayuntamiento de Cintruénigo (Navarra) le encarga dos bustos de Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera, respectivamente, encargos muy habituales para los escultores oficialistas de la época. También en Cantabria se suceden los encargos: Virgen de la Esperanza para la Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza de Santander; Cristo de la Agonía, paso procesional para la Cofradía del Silencio de Santoña (Cantabria) y la lápida monumental dedicada a Pedro Gómez Oreña, en el pórtico de la iglesia de Santa Lucía de Santander.
En 1961, Manuel Cacicedo decide regresar a Cantabria, instalándose en su pueblo natal. Un año más tarde, en 1962, tiene lugar una exposición homenaje que se le dedica en Santo Toribio de Liébana (Cantabria).
Los años posteriores son de intenso trabajo, a la vez que traslada su residencia a San Román de la Llanilla (Santander), desde donde ejecuta una ingente obra de encargo: la estatua del obispo José Eguino y Trecu, costeada por suscripción popular en Santander en 1968; o el proyecto de mayor envergadura inacabado, como es el paso procesional de La entrada triunfal del Jesús en Jerusalén, encargado en 1967 por el gremio de Santander, obra hoy inconclusa. Su carácter polifacético en cuanto a la diversidad de materiales, queda plenamente reflejado en la escultura Sepulcro de Tomás Soto Pidal (1970), trabajada en mármol de Carrara; en la talla de la Virgen del Carmen para el cementerio de Ciriego (1971); en la estatua en bronce conmemorativa de Daniel, fundador de la Obra San Martín de Santander; o en el paso Jesús con la cruz a cuestas, realizado en 1977 para una cofradía santoñesa.
Desde 1980 hasta su muerte, su actividad viene marcada por tres piezas: el encargo monumental para la plaza de Liendo (Cantabria) del doctor José Bravo y de Saturnino Candina y el Monumento a la vaca, para el Ayuntamiento de Santander. En 1990, el Museo de Bellas Artes de Santander le dedica una exposición homenaje donde se muestran las obras más significativas de su trayectoria. Poco tiempo después fallece, no sin antes dejar constancia por escrito de la donación de su obra a la ciudad de Santander, que fue expuesta durante años en el Centro Cultural Doctor Madrazo de Santander.
Su concepto y estilo han permanecido siempre fieles y uniformes dentro de los ropajes del realismo, academicismo, naturalismo e historicismo. Un realismo oficialista e incluso del régimen, que toma como base referencial el realismo barroco castellano y andaluz, predominando el sentimiento frente a la razón, especialmente en las obras procesionales, muy ligadas al sentir popular, erigiéndose más en un imaginero que en un escultor. Su habilidad técnica es indiscutible, siendo un consumado detallista en cualquiera de los materiales utilizados: madera, mármol, piedra, barro o escayola. Su gusto por el más arraigado realismo clásico le lleva a policromar su obra.
Obras de ~: El paria, 1934; Judas, c. 1955; Obispo José Eguino y Trecu, 1968; Los hijos del astronauta, c. 1972; Monumento a la vaca, 1982-1983.
Bibl.: S. Carretero Rebés y B. Poole Quintana, Manuel Cacicedo, Santander, Museo de Bellas Artes, 1990 (col. Cuadernos de Arte, vol. 5); S. Coombs, “The Sculptor Manuel Cacicedo in Retrospect”; en Anglo-Spanish Society, 156 (1991); F. Cubría, “Manuel Cacicedo. La herencia olvidada”, en El Diario Montañés (Santander), 14 de febrero de 1993; G. Rodríguez, La Escultura en Cantabria, Santander, Fundación Marcelino Botín, 2000.
Salvador Carretero Rebés