Garay Oyarbide, María Isabel. Múzquiz (Vizcaya), 1946 – Santander (Cantabria), 10.I.2016. Escultora y pintora.
Vizcaína de nacimiento, desde 1968 pasó a residir en Cantabria. Su trayectoria expositiva tiene inicio en proyectos individuales de la Galería Puntal de Santander (1971 y 1977) y de Torrelavega (1977 y 1981), hasta las fundamentales muestras del Museo de Bellas Artes de Santander (1981), la Fundación Santillana (1982) y la Fundación Marcelino Botín (1985 y 1995). Las exposiciones individuales se multiplicaron en distintas galerías, museos e instituciones, como Cornión de Gijón (1986) y Museo Jovellanos de la misma localidad (1986), Siboney (1986), Edurne de Madrid (1987, 1989, 1991, 1992, 1993, 1994 y 1996), Sala Piñole de Gijón (1987), Rafael Ortiz de Sevilla (1991), Plus- Kern de Bruselas (1991), Rekalde de Bilbao (1993), Museo Barjola de Gijón (1995), Carmen de la Calle de Jerez (1996) y Pescadería Vieja de la misma localidad (1996). Participó asimismo en multitud de proyectos expositivos colectivos, destacando sus constantes y habituales comparecencias en Arco desde 1985 y 1986 con la Galería Trazos Dos de Santander, y con Edurne desde 1988; con esta galería estuvo presente en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de 1988 e Interarte del mismo año, en Art London de Londres en 1989, en Art Cologne de 1995, además de en otros proyectos organizados en la Estación de Francia en Barcelona (1989), la Fundación Marcelino Botín (1991) o en el Palacio de Sobrellano de Comillas (1995).
Fue uno de los referentes entre los ochenta y noventa y su obra parte de unos planteamientos que presentó en el Museo de Bellas Artes de Santander en 1981 con trabajos realizados sobre barro refractario, modelado y cocido a muy altas temperaturas, piezas sólidas a base de grandes figuras dotadas de cierto estatismo, en ocasiones despiezadas, con una iconografía antropomorfa u objetual, siempre dentro de un esquematismo de formas arcaizantes, esencialismo rotundo contra el anecdotismo, con el triunfo de las formas puras, plenas de silencio, aisladas o formando soberbios conjuntos que evocan la magia de otros mundos por conocer. El desarrollo de estas obras le llevó a una continuidad evolutiva patente en sus yelmos, bloques abstractos, etc., que previamente había ya experimentado con sus Presencias de la Fundación Marcelino Botín de 1985, en donde aparecen oquedades significativas, que evidencian un cuidado y dominio técnico del barro refractario especialmente llamativo, que conjuga con su neorromanticismo arqueológico en su evocación de ruinas florentinas que presenta en 1987 en Madrid. A finales de los ochenta, siempre sobre esa base de síntesis material y formal, volvió a arriesgar conjugando esta vez el acero cortén y el barro refractario, en giro inconformista, para crear distintas piezas de iconografía variada, clásica o doméstica, aparentemente abstracta, pero siempre con cuidados referentes reales. Importante es la serie Barras y estrellas, con creaciones que tienden al horizontalismo policromático que esa conjunción material le permite, piezas que se expanden en el suelo, con un recorrido constructivo y de espacios pensados e integradores, de geometrías modulares, serie que desarrolla aún más en otra denominada Sobre triángulos, de excelente discurso.
El paso siguiente fue también decisivo, por cuanto elevaba sus formulaciones de “planimetría” horizontal para, trabajando con barras de acero corrugado, acero cortén, llevar a cabo estructuras minimalistas, modulares, secuenciales, seriadas, cúbicas —también triangulares— y abiertas, de espacios reflexionados, aligeradas en altura, de cierto discurso ingenieril, serie magnífica titulada Aire armado, que poco a poco va encerrando sobre sí. Estas secuencias minimalistas y secuenciales, aireadas en retículas verticales, las volvió a condensar en otra brillante serie titulada Fugas, recuperando esencialmente el sentido horizontal y los juegos policromáticos, sobre la misma esencia minimalista y con sorprendentes cualidades bien maduradas, especialmente reflexivas, sobre la base de un absoluto dominio espacial.
Garay se erige así en una de las escultoras claves del panorama cántabro del último cuarto del siglo XX, de acuerdo a sus formulaciones y reflexiones, riesgos y controles matéricos y espaciales, plenas de una gran madurez y continuidad, contundencia y seriedad que quedaron de manifiesto en la gran exposición revisionista que le dedicó el Museo de Bellas Artes de Santander en 2002.
Obras de ~: Pupitre de Ulyses, 1987; Tumba de Kafka, 1988; Barras y estrellas, 1990; Aire armado II, 2002; Módulo y materia n.º 53, 2002; Fugas, 2002.
Bibl.: VV. AA., Isabel Garay. Esculturas, catálogo de exposición, Santander, Museo de Bellas Artes de Santander, 1981; I. Garay. Presencias, catálogo de exposición, Santander, Fundación Marcelino Botín, 1985; Isabel Garay. Florencia, evocación de las ruinas, catálogo de exposición, Madrid, Galería Edurne, 1987; Isabel Garay. Esculturas 1985-1992, catálogo de exposición, Madrid, Galería Edurne, 1992; Isabel Garay. Aire armado II, Madrid, Galería Edurne, 1994; Isabel Garay. Esculturas, catálogo de exposición, Gijón, Museo Juan Barjola, 1995; Isabel Garay. Fugas 1995, catálogo de exposición, Madrid, Galería Edurne, 1996; J. Cámara, “Una revisión”, en VV. AA., Isabel Garay 1985-2002, catálogo de exposición, Santander, Museo de Bellas Artes de Santander, 2002.
Salvador Carretero Rebés