Brossa Cuervo, Joan. Barcelona, 19.I.1919 – 30.XII.1998. Poeta, dramaturgo y artista.
Hijo de una familia menestral barcelonesa, de su infancia guardó el grato recuerdo de algunos espectáculos teatrales populares que había visto, de un juego de prestidigitador que le abrió las puertas de la magia y de las lecturas tradicionales catalanas de finales del siglo xix y principios del xx, que había leído en la biblioteca de su padre.
Joan Brossa es el poeta vanguardista catalán más representativo del siglo xx. Sus inicios literarios se sitúan durante la Guerra Civil española, en la cual participó en el bando republicano cuando era muy joven.
Combatiente en el frente de Lérida, tomó notas sobre una escaramuza que después convirtió en material literario. Ya en Salamanca, y durante el posterior servicio militar, empezó a escribir “imágenes hipnagógicas”, producto de sueños o estados inconscientes.
De vuelta a Barcelona, y a través de amigos a los que pedía consejo sobre sus pruebas literarias, conoció a J. V. Foix en el año 1941, y poco después a Joan Miró y Joan Prats. Estos hombres, que habían sido los puntales de la vanguardia catalana de los años treinta, le introdujeron en el surrealismo, tanto desde el punto de vista literario como desde el artístico. Su principal fuente de información fue la biblioteca de Joan Prats, a través de la cual se documentó extensamente en los principios del arte del siglo xx. En general, la documentación utilizada, así como sus gustos, se inclinaron más por el arte que por la literatura. Su referente literario fue J. V. Foix, quien le aconsejó la práctica del soneto. Así, de la desconexión y la forma casi exclusivamente nominal de las imágenes hipnagógicas, pasó a la frase elaborada, a la adjetivación y al intento de dar un sentido global a todo el texto. Sus primeros libros, La bola i l’escarabat (1941-1943) y Fogall de sonets (1943-1948), son libros de sonetos llenos de imágenes oníricas encadenadas unas con otras por asociaciones inconscientes.
En el año 1947, gracias al conocimiento de Arnau Puig, Joan Ponç y otros amigos, emprendió la aventura de Algol, germen de lo que después fue la revista Dau al Set, ya que fue comprada por un grupo de pintores, con los cuales decidieron hacer una nueva publicación.
Entre los integrantes que la formaban estaban Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Joan Ponç y Joan Josep Tharrats, pintores; Arnau Puig, filósofo, y Joan Brossa como poeta. La revista pretendía abrir una nueva plataforma en el ambiente hermético de la cultura del régimen franquista. Dentro de los presupuestos del surrealismo, unió un arte y una literatura esencialmente mágicos a una información musical y plástica actual, lo cual le dio una proyección internacional.
Por otra parte, la voluntad de experimentación llevó a Brossa a la realización de algunos poemas llamados experimentales durante los años cuarenta y principios de los cincuenta, como una hoja llena de alfileres, de 1947, o los primeros poemas experimentales de 1941 y 1942, una curiosa mezcla de palabras en libertad y caligramas, en los que se insertan imágenes hipnagógicas. Su primer objeto fue un trozo de corteza hallado en la basura, de 1943, y el siguiente, ya más elaborado, de 1951: un martillo colocado al lado de un naipe, hecho a partir de las mitades de otros dos.
Asimismo, cuando el poeta quiso transcribir la libre fluencia del sueño, el soneto se le quedó corto. Por este motivo, la prosa se le impuso. Durante la época de Dau al Set publicó prosas en la revista y escribió el libro Proses de Carnaval (1949) y la pseudonovela Carnaval escampat o la invasió desfeta (1949). En estos textos se encuentran algunos elementos que después aparecerán en muchas otras obras de Brossa: saltos al vacío, digresiones absurdas, o el tono bíblico o de oráculo (como los célebres oráculos dedicados a Antoni Tàpies, Modest Cuixart y Joan Ponç, publicados en Dau al Set).
Algunos de estos recursos seguramente procedían del trasvase de otro de los registros literarios que Brossa practicó desde sus inicios: la poesía escénica, como él prefería llamar a su teatro. Probablemente por la necesidad de introducir acción y movimiento a sus textos, el poeta barcelonés escribió poemas para escenificar desde 1944. Obras como Ahmosis I, Amenofis IV, Tutenkhamon, de 1947, o La mare màscara, de 1948, podrían figurar en cualquier antología de teatro dadaísta, ya que están llenas de diálogos de sordos, de repeticiones absurdas, de ceremoniales, de solicitudes a la participación del espectador, etc. El extremo lo representa la obra Sord-mut, de 1947, que consiste únicamente en una subida y bajada de telón.
Posteriormente introducirá más argumento en sus obras, pero sin olvidar los contrastes y la fuerza poética que el teatro tiene que tener siempre, según él.
Esa introducción de movimiento en los poemas se tradujo también en otra forma, que es producto de otra de las grandes aficiones de Brossa: el guión de cine. Los pocos guiones del poeta (Foc al càntir y Gart, de 1948) son también de esta primera época y tienen todas las constantes del cine surrealista: transformaciones, falta de relación entre las distintas secuencias, objetos inesperados, etc. Más tarde, entre 1967 y 1970, escribirá unos guiones para películas de Pere Portabella, con resultados desiguales.
Finalmente son también de finales de la década de los cuarenta las odas libres, donde empieza la reivindicación de una Cataluña libre de sumisiones económicas, políticas o religiosas (especialmente en el libro Des d’un got d’aigua fins al petroli, de 1950), y un libro muy particular de formas populares, Romancets del dragolí, de 1948, donde enlaza surrealismo y literatura popular, como ya había hecho Rafael Alberti.
A partir de 1950, la producción poética de Brossa emprendió un nuevo camino, marcado por su interés por el hombre y la sociedad que le rodea. João Cabral de Melo, poeta que trabajaba en el consulado del Brasil en Barcelona, influyó decisivamente en este cambio.
Así, en el mismo año, Brossa escribió Em va fer Joan Brossa, libro de poemas totalmente prosaicos que ocupaban un mínimo espacio. Se trataba de dar el máximo con el mínimo posible. Este camino le alejó de la literatura catalana del momento, ya que los cenáculos literarios no entendieron su propuesta y consideraron que aquello no era poesía, sino simple fotografía de la realidad. La poesía catalana de los años cincuenta iba por otros derroteros y cuando, a partir de los sesenta, se impuso el realismo social, su tono narrativo y serio, así como la escasa preocupación por la forma, poco tuvieron en común con el proceso de depuración poética que Brossa había practicado desde 1950.
La intensificación del compromiso político llevó a Brossa a la práctica de otra forma poética a partir de 1951: la oda sáfica. El modelo formal fue Costa i Llobera, el poeta mallorquín que trasladó el espíritu y la forma de Horacio a la literatura catalana. Pero los modelos de tono y tema fueron Verdaguer y Guimerà. Entre 1951 y 1959, Brossa escribió un total de diez libros de odas, con títulos tan significativos como El pedestal són les sabates o Avanç i escampall. La virulencia y la claridad de este tipo de poemas son tan fuertes y directas, que muchos fueron censurados o mutilados cuando por primera vez se publicaron en la recopilación Poesia Rasa de 1970. A partir de 1960, la oda sáfica quedó arrinconada en favor de la experimentación, pero Brossa la reanudo, junto con el soneto, cuando las circunstancias políticas del país lo exigieron, como fueron los momentos posteriores a la muerte de Franco.
El compromiso político es también evidente en su teatro, donde abunda la línea temática entre 1951 y 1959. La estructura de los poemas escénicos de este período es más tradicional, ya que las obras presentan tres actos, hay un mínimo hilo argumental y la acción se deriva de la trayectoria vital de un protagonista.
También se incorporan géneros tradicionales, como el sainete o el cuadro de costumbres. Pero la forma no es clásica, ya que los actos presentan una serie de acciones desconectadas y los diálogos a menudo son incoherentes. Entre las obras de este período destacan Els beneficis de la nació, de 1958, y Or i Sal, de 1959.
Aunque la década de los cincuenta se encuentre marcada por la temática, no está exenta de experimentación.
Ésta se recoge incluso en las odas y los sonetos y se traduce en un progresivo desorden de la frase, en la ausencia de puntuación y en una escritura telegráfica, que desembocará en el soneto monosilábico final de Malviatge, de 1954. Esa especie de desconfianza hacia el lenguaje le llevará también a un sintetismo progresivo en la poesía cotidiana o antipoesía.
En ésta, desde el principio, había mostrado un gran interés por el concepto, a través de lo que se podría llamar “poemas-definiciones”. Esta tendencia se acentúa en los libros de principios de los sesenta, especialmente en Maneres, de 1959, Poemes civils, de 1960, o El saltamartí, de 1963. En este período, el poeta plantea constantemente una reflexión sobre la relación entre el significado y el significante de la palabra y, en especial, sobre la relatividad del segundo.
Este hecho, junto al aislamiento de la palabra y el carácter detonante del contenido de los poemas, conducirá a Brossa hacia la poesía visual. Desde 1959 el poeta había desarrollado en su estudio una experiencia única: las Suites de poesía visual, poemas desplegables en el espacio y el tiempo, que se componen de materiales frágiles y sencillos, pero sobre todo de letras. Esto llevó a Brossa a la introducción de poemas visuales en libros como El saltamartí y sobre todo en Poema sobre Frègoli i el seu teatre y Petit Festival, de 1965, dos libros unitarios sobre Frègoli, el transformista italiano tan admirado por Brossa.
A partir de este momento, la producción poética brossiana se centrará en la poesía visual, una poesía que traspasa el significado de la palabra para centrarse en la letra. Situado en la tradición vanguardista de los juegos letristas, Brossa irá más allá hasta desconectar totalmente las letras del lenguaje. En la poesía visual del poeta barcelonés, las letras se independizan y aportan significados expresivos muy diversos. Asimismo, la incorporación de otros códigos como las cartas o las ilustraciones antiguas sirven igualmente como estímulo para la reflexión sobre la realidad de las cosas o para la denuncia de situaciones sociales injustas.
En 1969 publica Quadern de poemes, primer libro de poesía visual en catalán. Y a partir de 1970 intensifica este tipo de poesía. De ese año son las series de los Poemas habitables, un conjunto de cuarenta y tres libros de poesía visual. También de 1970 son Poemes per a una oda y Nocturn matinal, con litografías de Tàpies. Anteriormente ya había hecho incursiones en el libro de artista: Cop de poma, de 1963, con Miró, Tàpies, Villèlia y Mestres Quadreny, y El pa a la barca, de 1963, y Novel·la, de 1965, también con Tàpies. Desde este momento su colaboración con artistas plásticos ya no se interrumpirá. Oda a Joan Miró con Joan Miró, de 1973, Tal i tant con Frederic Amat, de 1983, El bosc a casa con Perejaume, de 1990, o Brossa i Chillida a peu pel llibre, de 1996, figuran entre los libros más significativos, junto a una larga y estrecha colaboración con Antoni Tàpies, que recoge todos los temas predilectos de ambos autores: la magia, los juguetes, Wagner, etcétera.
Como consecuencia de la edición en serigrafías de pósters-poemas, a partir de esas fechas Brossa participa en exposiciones de poesía experimental, tanto en España (cabe destacar la primera exposición de poesía visual en la Península realizada en la Petite Galerie de Lérida, en 1971) como en el extranjero.
En este proceso no fue extraño que el objeto pasase también a formar parte de las formas de expresión de Brossa: en un primer momento, con la intención de valorar las cosas más menospreciadas y descubrir la magia en el objeto más vulgar; en un segundo instante, para profundizar en el sentido de las cosas (como el reloj de múltiples agujas) o para representar al concepto (como la bombilla con la palabra “poema” impresa). Los objetos de Brossa son cotidianos y su gracia está muchas veces en la fuerza de la evidencia y en el contraste entre el título y el objeto insólito, lo cual comporta una crítica social irónica o un simple juego. El procedimiento es el mismo que Brossa había hecho servir en los poemas discursivos y visuales, pero llevado al extremo.
Los objetos de Brossa, después de aquellos primeros poemas experimentales de los años cuarenta y cincuenta, se realizan a partir de 1967. Su primera exposición de poemas objeto en Barcelona fue en 1972.
Cabe decir que Alexandre Cirici, en un artículo aparecido en la revista Serra d’Or de aquel mismo año, consideraba los objetos expuestos como antecedentes del arte conceptual.
Este camino conceptual alejó a Brossa de la tradición literaria de que partía para introducirlo en el mundo de la plástica, pero la elección de las diferentes opciones expresivas siempre fue coherente respecto a su propósito poético global: la presentación particular del mundo en que vive el hombre ante los ojos de un lector- espectador que se ve obligado a reflexionar sobre ello. Brossa nunca olvidó el papel del receptor, lo cual se acentuó en su poesía escénica, donde a partir de los sesenta tomaron carta de naturaleza las acciones espectáculo, aunque ya las realizaba desde 1947. De manera paralela a la poesía literaria, las obras se sintetizaron para llegar a la mínima acción cotidiana en que el espectador era un actor más. Del mismo modo, el aislamiento de la cotidianidad prevista o imprevista tomaba un carácter insólito y se convertía en centro de atención y, por lo tanto, en motivo de sorpresa. Además, Brossa practicó otro tipo de acciones, como son los ballets, las acciones musicales (la mayoría de ellas realizadas en colaboración con J. M. Mestres Quadreny), los stripteases y los monólogos de transformación. De gran trascendencia fue la representación en St. Paul de Vence, en 1968, de Concert irregular, acción realizada con música de Carles Santos. En todos los casos, había una voluntad de ruptura de las fronteras entre las artes, especialmente con la música, intentando siempre sacar el máximo rendimiento al género.
Las experimentaciones sucesivas para llegar a la esencia de la palabra, el objeto o la acción no le alejaron de las formas métricas tradicionales, especialmente del soneto. Durante las décadas de los sesenta y los setenta, Brossa escribió algunos libros de sonetos, en los que experimentaba con las posibilidades de esta forma. En Sonets del vaitot, de 1965-1966, y Els ulls de l’òliba, de 1974, llegó a hacer sonetos visuales.
La fecha de la muerte de Franco y el paso a la democracia incrementó el compromiso civil de Brossa. Retornó a las odas sáficas y a los sonetos políticos, pero además inició una nueva forma métrica, de raigambre medieval: la sextina. Su longitud (seis estrofas de seis versos cada una) la hacía adecuada para el compromiso social, los homenajes y las elegías. Además, la repetición obsesiva de las seis palabras rima la hacían apta para todo tipo de juegos. Así, desde el primer libro, Sextines 76, se encuentran sextinas numéricas, alfabéticas o conceptuales. Las experimentaciones le llevaron incluso a confeccionar una sextina cibernética.
Poco después, en libros como Qui diu foc diu flama de 1978, que alterna sextinas y sonetos con palabras rima (una forma híbrida entre los dos tipos de estrofas) o en Furgó de cua de 1989-1991 (escrito exclusivamente en esta forma mixta), se impone ya un tema, que será el eje de los últimos libros del poeta: la reflexión sobre la vida humana. Aunque éste era un tema que Brossa siempre había trabajado, aquí se transforma en algo más serio, en la resonancia de la persona que cree haber llegado ya al final del camino.
Esta línea de reflexión será continuada en Suite tràmpol o el compte enrera, de 1992. Y en la misma línea se podría situar el libro póstumo de Joan Brossa (que se preparaba para festejar su ochenta aniversario): Sumari astral de 1997. Su primera parte, una composición larga de versos libres, presenta una retahíla de reflexiones encabalgadas, que constituyen el testamento literario del poeta.
Pero como siempre, este último período tampoco fue patrimonio exclusivo de los libros reflexivos. La sextina se alternó con los poemas cotidianos cortos (notable en este sentido fue la aparición de la colección de libros Els entra-i-surts del poeta, de 1969 1975, o Passat festes, de 1993-1995) y los poemas visuales y objetos. De un modo especial, después de la exposición antológica de poesía visual en la Fundación Miró en el año 1986, su obra plástica fue objeto de exposiciones en todo el mundo. Asimismo, el hecho de poder disponer de medios para materializar objetos que tenía esbozados permitió aumentar notablemente el catálogo de objetos y obra visual de Brossa, al cual se sumaron las instalaciones y lo que él llamó poemas corpóreos. Desde 1984, estos poemas escultóricos poblaron distintos puntos de la ciudad de Barcelona (el poema visual transitable del Velódromo, las letras de Barcino de la plaza de la catedral, el libro del paseo de Gracia, el reloj ilusorio del teatro Poliorama, etc.) u otros lugares. En el ámbito plástico, fueron particularmente relevantes las exposiciones Brossa 1941-1991 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid en 1991, Joan Brossa, entre les coses i la lectura en el Palau de la Virreina de Barcelona en 1994 y Poesia visual. Joan Brossa en el IVAM Centro Julio González de Valencia en 1997. Y, en cuanto a la dimensión internacional, cabe destacar la participación en la Bienal de São Paulo de 1994 y en la de Venecia de 1997, y las exposiciones Joan Brossa.
Werke 1951-1988 en la Galeria Mosel und Tschechow de Múnich en 1988, Joan Brossa. Poésie visuelle. Poémes objet. Environnements, en el Musée d’Art moderne de Céret y Musée d’art moderne de Collioure, en 1991, Joan Brossa, words are things. Poems, Objects and Installations en Riverside Studios de Londres, en 1992, y Joan Brossa, poeta visual en el Museo de Arte Carrillo Gil y Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México, en 1998.
A partir de la sorpresa que supuso en el momento de su publicación Poesia Rasa (1970), Brossa se impuso como una de las figuras de la literatura contemporánea más interesantes y, en sus últimos años, como un artista excepcional. Los reconocimientos llegaron tarde, pero fueron abundantes (Lletra d’Or de la Generalitat de Catalunya 1981, Premio Ciutat de Barcelona 1987, Medalla Picasso de la Unesco 1988, Premio Nacional de Artes Plásticas y de Teatro de la Generalitat de Catalunya en 1992 y 1998, respectivamente). No obstante, la actividad del poeta no cesó hasta su muerte accidental cuando cayó de las escaleras de salida de su estudio, en diciembre de 1998. Al año siguiente se constituyó una fundación que lleva su nombre, con la finalidad de difundir la obra y el espíritu brossianos.
Obras de ~: El cop desert (poesía escénica inéd.), 1944; Sonets de Caruixa, Barcelona, 1949; Em va fer Joan Brossa, Barcelona, 1951; Suites de poesia visual (poesía visual inéd.), 1959-1962; Poemes civils, Barcelona, R.M., 1961; Or i sal (libro de poesía escénica de 1959), Barcelona, 1963; con A. Tàpies, El pa a la barca, Barcelona, 1963; con J. Miró, A. Tàpies, M. Villèlia y J. M. Mestres Quadreny, Cop de poma, Barcelona, 1963; Teatre de Joan Brossa (incluye cinco obras escritas entre 1953 y 1958), Barcelona, 1964; con A. Tàpies, Novel·la, Barcelona, 1965; Foc al càntir (guión cinematográfico), en español (trad. de Pere Gimferrer), Madrid, 1965; Suites de poesia visual (poesía visual inéd.), 1967-1969; Fora de l’umbracle (libro de poemas inéd.), 1968; Quadern de poemes (poemas visuales y literarios con el título de la portada dibujado por Antoni Tàpies), Barcelona, 1969; Quatre accions espectacle (en catalán y versión española de Pere Gimferrer), Barcelona, 1969; El saltamartí (libro de poemas de 1963), Barcelona, 1969; con A. Tàpies, Frègoli (incluye dos libros de poemas escritos en 1965), Barcelona, 1969; Poesia Rasa (recopilación de diecisiete libros de poemas escritos entre 1943 y 1959), Barcelona, 1970; Poemes habitables (poesía visual inéd.), 1970; Poemes per a una oda (poemas visuales de la serie “Habitables”), Barcelona, 1970; con A. Tàpies, Nocturn matinal (poemas visuales y litografías), Barcelona, 1970; Calç i rajoles (libro de poesía escénica escrito en 1963), Barcelona, 1971; con sobrecubierta de P. Casanoves y dibujo de A. Tàpies, Des d’un got d’aigua fins al petroli (libro de odas escrito en 1950), Mataró, 1971; Càntir de càntics (incluye tres libros de poemas escritos entre 1951 y 1952), Barcelona, 1972; Vivàrium (prosas de circunstancias escritas entre 1944 y 1971), Barcelona, 1972; con J. Miró, Oda a Joan Miró (poemas visuales), Barcelona, 1973; Cappare (incluye tres libros de poemas escritos entre 1956 y 1957), Barcelona, 1973; Poesia escènica (seis volúmenes que incluyen casi la totalidad del teatro escrito por Brossa), Barcelona, 1973 1983; La barba del cranc (incluye tres libros de poemas escritos entre 1954 y 1959), Barcelona, 1974; Les ungles del guant (traducción de poemas de Rimbaud), Barcelona, 1974; Poemes visuals (cincuenta poemas visuales de la serie “Habitables”), Barcelona, 1975; Accions musicals (poesía escénica en combinación con la música, escrita entre 1962 y 1968), Barcelona, 1975; Poemes de seny i cabell (incluye ocho libros de poemas escritos entre 1957 y 1963), Barcelona, 1977; Gual permanent (libro de poemas inéd.), 1977; con una aguada de J. Miró, Tres Joans (en homenaje a Joan Prats), Barcelona, 1978; Septet visual (carpeta con siete serigrafías en color de poemas visuales), Barcelona, 1978; con A. Tàpies, U no és ningú (libro de prosas de 1950), Barcelona, 1979; Antologia de poemes de revolta (poemas de carácter social y patriótico pertenecientes a diferentes libros y censurados en el momento de su publicación), Barcelona, 1979; Mapa de lluites (libro de poemas inéd.), 1979 1984; Rua de llibres (incluye ocho libros de poemas escritos entre 1964 y 1970), Barcelona, 1980; con J. Niebla, El camí de l’oca (poemas visuales), Girona, 1981; Ball de sang (incluye diez libros de poemas de la primera época, entre 1941 y 1954), Barcelona, 1982; Els ulls de l’òliba (contiene sonetos de 1974), Valencia, 1982; Els entra-i-surts del poeta. Roda de llibres (1969-1975) (conjunto de siete libros de poemas), Barcelona, 1983-1989; con F. Amat, Tal i tant, Barcelona, 1983; Qui diu foc diu flama (sonetos con palabras rima), Barcelona, 1985; Sonets a Gofredina (sonetos de amor escritos en 1967), Barcelona, 1986; con A. Tàpies, El Rei de la Màgia, Figueres, 1986; Viatge per la sextina (incluye los cuatro libros de sextinas escritos entre 1976 y 1985), Barcelona, 1987; Anafil (segundo libro de prosas de circunstancias escritas entre 1971 y 1986), Barcelona, 1987; El día a día (libro de poemas inéd.), 1988-1992; con P. Jaume, El bosc a casa, Barcelona, 1990; con A. Tàpies, Carrer de Wàgner, Barcelona, 1990; Furgó de cua (libro de sextinas y sonetos con palabras rima escritos entre 1989 y 1991), Barcelona, 1993; con A. Borrell, Trasllat, Calella, 1993; Suite tràmpol o el compte enrera, Barcelona, 1994; con E. Chillida, Brossa i Chillida a peu pel llibre, Barcelona, 1995; Passat festes (poemas escritos entre 1993 y 1995), Barcelona, 1995; Añafil 2 (tercer libro de prosas de circunstancias escritas entre 1986 y 1993 traducido al español por Carlos Vitale.
Inédito en catalán), Madrid, 1995; Arlequins (suite visual de 1968), Barcelona, 1996; La clau a la boca, Barcelona, 1997; Alfabet desbaratat (prosas escritas entre 1948 y 1979), Barcelona, 1998; Memòria encesa. Mosaic antològic (antología de poemas hecha por Brossa a partir de libros anteriores publicados e inéditos), Barcelona, 1998; Sumari astral, Barcelona, 1999.
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Gloria Bordons de Porrata-Doria