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Manuel Pérez Fernández

Biografía

Pérez Fernández, Manuel. Madrid, 3.I.1830 – Sevilla, 26.I.1894. Escolapio (SChP), hagiógrafo y vicario general de las Escuelas Pías en España y Ultramar.

De familia humilde, alumno de Escuelas Pías de San Fernando, en Lavapiés. Terminada la primera y la segunda enseñanza, a los 15 años pidió entrar en la Orden en el mismo colegio, vistiendo el hábito el 29 de noviembre de 1845. Durante el noviciado, por la escasez de profesores —se acababan de abrir de nuevo los noviciados prohibidos por el Gobierno— dedicaba parte del tiempo a dar clases de primera enseñanza. Profesó de votos solemnes en 1847. Sin terminar los estudios profesionales, en 1852 fue destinado como profesor de Matemáticas de los jóvenes escolapios al colegio de Albarracín, donde se ordenó sacerdote. Había sido alumno del prestigioso matemático, P. Jacinto Feliú.

Del colegio de Albarracín pasó al de Getafe, como maestro de jóvenes y profesor de Matemáticas. Durante los 16 años que estuvo en aquel colegio, se dedicó también a la investigación histórica de las Escuelas Pías. Con la ayuda de sus mismos alumnos hizo un índice cronológico de los principales anales. Para este trabajo, consiguió traer de Italia, Austria, Hungría, Polonia y Bohemia gran cantidad de datos históricos. Parte de esos estudios los publicó en 1859. Por estos mismos años compuso la Corona Calasancia, “o noticias biográficas de los varones ilustres de las Escuelas Pías”, publicada en cuatro volúmenes en 1865.

En 1872 fue nombrado rector del colegio de Sanlúcar de Barrameda. Ni el brutal allanamiento del colegio en aquellos días de revolución política, ni las amenazas, ni la cárcel, donde le encerraron con sus religiosos, le hicieron callar y ceder de sus derechos sobre la enseñanza y los medios para ejercerla. Con ello consiguió que los liberaran y pudieran volver al colegio. En su afición por las biografías, escribió la del entonces Venerable —hoy santo— Pompilio María Pirrotti, de las Escuelas Pías.

En 1875 fue elegido rector del Real Colegio de Escuelas Pías de San Antón. Promovió la disciplina en el estudio y el orden en las escuelas. Recibía con frecuencia visitas de obispos, que le consultaban, y luego le ayudaban en las necesidades de las escuelas. La obediencia le pidió renunciar al rectorado, para que pudiera trasladarse a Lisboa, donde solicitaban la apertura de un colegio, que luego no pudo llevarse a cabo. Volvió de rector a San Antón, hasta 1881; pero pronto, en 1885, fue promovido en Roma a procurador general de la Orden ante la Santa Sede.

En la casa madre de Roma tuvo la satisfacción de trabajar en el archivo general de la Orden, de donde sacó a la luz antiguos e importantes documentos desconocidos, sobre todo relativos al Fundador, San José de Calasanz. Era al mismo tiempo asistente general, y como tal vino a España, acompañando en las visitas canónicas al vicario general, P. Juan Martra, quien, al dejar este cargo por enfermedad, le nombró su sucesor en el mismo, hasta que fue confirmado oficialmente en el capítulo general de 1888.

Como vicario general, recorrió los colegios de España en visitas frecuentes, a pesar de que gozaba de poca salud. Tomó como obligación primordial la organización de las casas de estudios para los religiosos jóvenes. Con esa finalidad, abrió en el Monasterio de Irache (Navarra) la Casa Central Interprovincial de Filosofía, un noviciado —también interprovincial— y una escuela de niños, donde los jóvenes escolapios se ejercitaban en la práctica para su futuro ministerio. Abandonando el edificio de San Marcos de León, donde se cursaban los estudios de Teología, obtuvo para esos estudios el edificio de San Pedro de Cardeña (Burgos), asimismo con noviciado y escuela. Estimuló las fundaciones de la Orden en Ultramar, respondiendo a las insistentes demandas que recibía de los obispos de aquellas tierras. Con el fin de atenderles y extender la Orden, tuvo la feliz idea de abrir una tercera casa central de estudios en Sevilla. Los religiosos que allí se preparaban eran llamados generalicios, pues dependían sólo del vicario general de España, y tenían que estar siempre dispuestos a trabajar en los colegios de América. Así, mandó escolapios a Chile: Concepción (1886), Yúmbel (1886) y Copiapó (1887); Argentina: Buenos Aires (1891) y Córdoba (1894); y Panamá (1889). Se abrieron colegios en España: Ugena (Toledo) y Estella (Navarra). Sus ideales escolapios de expansión contagiaron de entusiasmo a muchos religiosos jóvenes. En una de las visitas a Getafe, la de 1893, presintiendo su futuro, decía a los demás religiosos: “Ya poco les daré qué hacer”. En efecto, murió en el colegio de Sevilla, no sin dejar nombrado a su sucesor en el cargo de vicario general, el P. Francisco Baroja.

 

Obras de ~: Lecciones De Religión y Moral, Madrid, Tip. de las Escuelas Pías, 1858; Compendio de Historia Sagrada, Madrid, Tip. de las Escuelas Pías, 1858; Noticias Biográficas de Varones Ilustres de las Escuelas Pías, Madrid, Tip. de las Escuelas Pías, 1865; Vida del B. Pompilio María Pirrotti, Madrid, Tip. Santos Laxé, 1875 (reed. en 1887); A. Armini, Vida del Ven. P. Glicerio Landriani, trad. del italiano de ~, Madrid, Suc. Rivadeneyra, 1887; Cartas circulares (inéds.).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Provincial de las Escuelas Pías TD, Necrología, 55, Romae, 1894, c. 0099/03.

T. Viñas, Index Bio-Bibliographicus Scholarum Piarum, 167-172, Romae, Tip. Vaticana, 1909; C. Lasalde, Historia Literaria y Bibliográfica de las Escuelas Pías, t. III, Madrid, Tip. San Antón, 1927, págs. 197-204; C. Vila Palá y L. M. Bandrés Rey (coords. y dirs.), Diccionario Enciclopédico Escolapio, Salamanca, Ed. Calasancias, 1983, págs. 428-429.

                                              

Valeriano Rodríguez Sáiz, SChP

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