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Pedro Mejía de Trillo

Biografía

Mejía de Trillo, Pedro. ?, f. s. XV – Santo Domingo (República Dominicana), 12.VIII.1528. Religioso franciscano (OFM).

Uno de los protagonistas y de los primeros misioneros en la isla La Española y en las otras Antillas, y también uno de los hombres de la máxima confianza del cardenal Cisneros, pero del que, sin embargo, no se tienen noticias anteriores, y aún después, las que se tienen son muy fragmentarias, entresacadas de los documentos en los que él aparece como protagonista, o del que se hace alguna referencia. Por ello su biografía no puede ser sino fragmentaria. No obstante se sabe por una Cédula Real de 6 de noviembre de 1528 que su padre se llamaba Rodrigo y que residió en La Española.

Ingresó en la Orden Franciscana al parecer en la Custodia o provincia de Andalucía, pero se desconoce cuándo. Asimismo, se sabe que pasó a Indias como misionero en 1507, pero tampoco se conoce la fecha exacta ni otros datos al respecto. Sin embargo, su personalidad no tardó en ponerse de manifiesto, pues ya en la primavera de 1510 fue el propio virrey, Diego Colón, quien solicitó su asesoramiento y el de otros dos franciscanos a propósito del repartimiento general de los indios en La Española. En 1513 fray Alonso de Espinar, ministro provincial de la provincia franciscana de Santa Cruz de La Española, que regresaba de España con una expedición de misioneros franciscanos, murió en alta mar, y en su lugar fue designado para sustituirlo el padre Mejía.

Se ignora si fue él el fundador, pero sí al menos el cofundador de los colegios franciscanos en La Española para la enseñanza de los nativos en los primeros años de la evangelización, especialmente de los hijos de los caciques, de los que ya el Rey hacía mención altamente laudatoria en 6 de junio de 1511, escribiendo a Diego Colón, pero el propio Rey se dirigió al padre Mejía, el 21 de marzo de 1513 y el 19 de abril de 1513 para que se pusiera de acuerdo con el bachiller Hernán Juárez, que iba a La Española para enseñar Gramática a esos niños indios, quizá solicitado por él, o más probablemente por el padre Espinar durante su estancia en España; esto viene, además, a indicar que ya entonces la enseñanza a los indios no se limitaba simplemente a la doctrina cristiana y primeras letras.

Para esos niños, según otra Real Cédula de 27 de junio de 1512, se enviaron, desde España nada menos que “dos mill cartillas para mostrar a los mochachos”.

Sin embargo, otra Cédula Real de 24 de febrero de 1513 a los jueces de apelación daba a entender que el dicho bachiller venía impartiendo allí sus enseñanzas de Gramática desde bastante tiempo atrás.

El 20 de diciembre de 1514 llegaron a La Española los padres jerónimos, enviados por el cardenal Francisco de Cisneros, con amplios poderes, para informarse del estado de cosas en aquellas tierras, y poner los remedios oportunos. Para ello solicitaron de los franciscanos y dominicos informes y sus opiniones por escrito sobre los medios más aptos para el buen régimen y conservación de los naturales. En nombre de los franciscanos dio su parecer el padre Pedro Mejía, parecer que, a juicio de Manuel Serrano y Sanz (1918), era “sensato en algunas cosas, utópico y absurdo en el fundamento de otras”. En 1519 propuso la supresión de la encomienda y la reunión de los indios en poblados, siendo él el primero y principal en llevarlo a la práctica; como también el principal en ejecutar la normativa legislada por la Corona respecto a la libertad de los indios en los años 1525-1527, como se verá después.

En 1520, en la Congregación General celebrada en Burdeos, fue nombrado ministro provincial de la única Provincia franciscana existente entonces en el Nuevo Mundo, creada en 1505, Santa Cruz de La Española. Como provincial que era, vino al Capítulo General de toda la Orden celebrado en Burgos (España) en 1523; aprovechando la oportunidad se entrevistó con el entonces ministro general de la Orden, y después cardenal de la Iglesia, Francisco de los Ángeles Quiñones, exponiéndole la situación de su provincia, y éste a su vez le hizo entrega de unas Instrucciones para el buen régimen de aquella provincia, habida cuenta de sus especiales condiciones, y en concreto sobre los límites territoriales a los que podría extenderse la misma. Tales límites quedaban restringidos a las islas Antillas, si bien en la práctica no siempre pudieron ser observados; límites que frenarían la expansión de la provincia, que con distintos altos y bajos terminaría por desaparecer como tal, cuyo declive, por lo reducido del número de religiosos provenientes de España, desviados a partir de entonces hacia el continente, le tocó soportar al padre Mejía en sus últimos días. En la misma ocasión del Capítulo General es nombrado por el emperador Carlos V protector de los indios en las Antillas, al mismo tiempo que otro franciscano venido de México al Capítulo General, fray Juan Suárez o Xuárez, fue también nombrado protector de los indios y obispo de La Florida. Aprovechando la oportunidad, a su regreso a Indias llevó consigo a cuatro nuevos misioneros franciscanos.

Sin duda, fue reelegido provincial, pues en 1526 concedió permiso como tal a fray Remigio de Faulx (uno de los misioneros franciscanos enviados a la misión de Cumaná, Venezuela, en el Capítulo General de Rouen, en mayo de 1516), para incorporarse a la provincia de Pánuco en la Nueva España, junto con un compañero; vino a corroborar este aserto la Cédula Real 6 de noviembre de 1528, arriba citada, en la que se llamaba la atención a los oidores de la Audiencia de La Española por haber cobrado varias veces las mismas deudas de impuestos a varias personas, entre ellas, al padre del provincial de La Española.

Además existen numerosas cédulas reales dirigidas a fray Pedro Mejía en los años 1525-1527 otorgándole amplios poderes para que, en unión con el gobernador de la isla Fernandina (Cuba), hiciera cumplir lo legislado en las nuevas leyes referente a la puesta en libertad de los indios que estuvieren vacantes o vacaren en lo sucesivo, no sólo en La Española, sino también en Cuba, así como para que le informe sobre el trato que se daba a los indios, y otros asuntos relacionados con el Gobierno. Estos poderes debían de ser bastante amplios, pues en una Cédula Real de 15 de febrero de 1528 a los oidores de la Audiencia de La Española, se ordenaba a éstos que no se entrometieran en los asuntos de los indios de Cuba, pues las atribuciones que tenía encomendadas fray Pedro Mejía, las asumía ahora el nuevo obispo. Poco después de esta última fecha fallecía fray Pedro Mejía en la ciudad de Santo Domingo de La Española.

 

Bibl.: L. Torres de Mendoza, Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las antiguas posesiones de América y Oceanía, vol. XI, Madrid, 1864-1884, págs. 147-152; A. Ortega Pérez, “Las casas de estudios en la Provincia de Andalucía”, en Archivo Ibero Americano (AIA), IV (1915), págs. 151-155; M. Serrano y Sanz, Orígenes de la dominicación española en América, vol. I, Madrid, Casa Editorial Bailly Baillière, 1918, pág. 397; J. García Oro, “Santa Cruz de Indias: Hombres e ideas de Cisneros en América”, en AIA, 46 (1986), págs. 655-683; L. Gómez Canedo, “Desarrollo de la metodología misional franciscana en America”, en AIA, 48 (1986), págs. 216-220; H. Zamora Jambrina, “Contenido Franciscano de los Libros Registro del Archivo de Indias de Sevilla hasta 1550”, en AIA, 48 (1988), págs. 25-34.

 

Hermenegildo Zamora Jambrina, OFM

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