Iglesias Barcones, Tomás. Villafranca del Bierzo (León), 25.VIII.1803 – Madrid, 8.V.1874. Obispo, patriarca de las Indias Occidentales, consejero real, senador.
Su pueblo natal tenía una colegiata que entonces era una jurisdicción exenta, llamada nullius dioeceseos.
Fue hijo del pertiguero de dicha colegiata, oficio humildísimo y paupérrimo, y tenía otro hermano que fue canónigo de la misma. Comenzó los estudios en la Universidad de Madrid y más tarde continuó los de Teología y Derecho Canónico en la de Valladolid, donde consiguió los grados de bachiller en ambos Derechos en 1825 y de licenciado en Cánones en 1830.
Fue racionero de la iglesia colegial de su pueblo natal y más tarde chantre y presidente del Cabildo colegial.
Desempeñaba dicho destino cuando el 28 de diciembre de 1849 fue presentado por la reina Isabel II para el Obispado de Mondoñedo, para el que fue preconizado el 20 de mayo de 1850 por el beato Pío IX.
Su elevación al episcopado se debió enteramente al rey consorte, Francisco de Asís, que lo miraba con especial afecto y desde 1847 demostró gran interés para que fuera nombrado obispo. El 8 de septiembre sucesivo recibió la consagración episcopal en Madrid, en la iglesia de los carmelitas, de manos del nuncio Brunelli.
El 31 de diciembre hizo su ingreso en la diócesis.
El 28 de mayo de 1851 dirigió una carta pastoral a sus diocesanos haciendo su presentación como nuevo obispo y en ella denunció los errores doctrinales de su tiempo —racionalismo, materialismo e irreligiosidad— e invitó a la unión de sacerdotes y fieles para luchar contra ellos.
El 19 de enero de 1852, Isabel II lo presentó al Papa para el título de patriarca de las Indias Occidentales, al que estaban unidas la procapellanía mayor del Palacio Real, la jurisdicción castrense y el título de limosnero mayor de la Reina. El 23 de abril de 1852 presentó la dimisión al Obispado mindoniense, que le fue aceptada por la Santa Sede el 31 de agosto sucesivo, y el 27 de septiembre del mismo año fue nombrado patriarca de las Indias. Un año más tarde fue aprobado el primer “Reglamento orgánico del clero castrense” (1853) y al año siguiente fueron aprobados dos “Reglamentos especiales de párrocos y subdelegados castrenses” (1854). En 1857 mantuvo una controversia con el arzobispo de Toledo sobre su jurisdicción en el convento de Concepcionistas de San Pascual de Aranjuez. En 1859 dirigió una carta pastoral, con tono de cruzada, al ejército expedicionario de la guerra de África.
En 1862 fue uno de los veinticuatro obispos españoles que asistieron en Roma a la canonización de san Miguel de los Santos y de los mártires de Japón. En tal ocasión recibió del Papa el título nobiliario de patricio romano. En 1867 volvió por segunda vez con motivo de la solemne fiesta del centenario del martirio de san Pedro y firmó el mensaje dirigido a Pío IX pidiéndole la convocación de un concilio ecuménico.
Cuando en septiembre de 1868 la revolución destronó a Isabel II, siguió a la Soberana en su destierro de París y en julio de 1869 se trasladó a Tarbes, por lo que fue duramente atacado por la prensa adicta al nuevo régimen. No juró la Constitución de 1869 ni fidelidad al rey Amadeo I de Saboya. El 20 marzo de 1869 envió una exposición a las Cortes en favor de la unidad religiosa de España. Asistió al Concilio Vaticano I, pero no tuvo una actuación destacada en él.
Durante su ausencia de España se produjo un cisma en la jurisdicción castrense, que duró quince meses.
Antes de salir de España el patriarca delegó sus facultades jurisdiccionales castrenses a Francisco de Paula Méndez y las de procapellán mayor de palacio a José Pulido Espinosa. Mientras Espinosa era de ideas liberales y, por tanto, grato al Gobierno, Méndez no fue aceptado por las autoridades civiles como delegado castrense con las facultades que Iglesias le había concedido y, sin contar con él, encomendó dicha jurisdicción al clérigo liberal Santos de la Hoz, que más tarde se retractó de su conducta. El Gobierno separó del ministerio a algunos capellanes y nombró a otros adictos a la causa liberal. Méndez se negó a dar posesión a éstos y por ello fue expedientado y destituido; en su lugar fue nombrado Pulido. El cisma quedó resuelto en marzo de 1872 tras negociaciones entre el Gobierno español y la Santa Sede, que invitó al patriarca a delegar sus facultades al decano del Tribunal de la Rota de la nunciatura de Madrid, Pedro Reales.
A principios de 1874, cuando comenzó a normalizarse la situación religiosa española, tras el fracaso de la Primera República, y cuando era inminente la restauración monárquica en la persona de Alfonso XII, regresó a España y volvió a hacerse cargo de su jurisdicción, autorizado por el Gobierno el 4 de abril de de 1874, pero falleció un mes más tarde. Fue gran canciller y caballero de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III y de la de Isabel la Católica, vicepresidente de sus supremas asambleas, miembro del Consejo del Rey, senador del reino, condecorado con la Cruz de 1.ª Clase de la Orden Civil de Beneficencia y con la de la Corona de Baviera.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico del Senado, Expediente personal del Senador Vitalicio D. Tomás Iglesias y Barcones, Patriarca de las Indias, sig. HIS-0229-05.
Historia contemporánea del clero español, correspondiente a 1851 y 1852, Madrid, Lorente, 1853, págs. 31-32; R. Sanjurjo y Pardo, Los obispos de Mondoñedo, Lugo, Imprenta y Librería de Soto Freire, 1854; E. Moreno Cebada, El Santo Concilio Ecuménico del Vaticano, vol. II, Barcelona, Espasa Hermanos, ¿1870?, págs. 498-499; M. Martínez, “D. Tomás Iglesias y Barcones, un patriarca de Indias (1851-1874)”, en Hispania Sacra, 25 (1972), págs. 109-130; J. Ritzler y P. Séfrin, Hierarchia catholica, vol. VIII, Padua, Il Messaggero di S. Antonio, 1978, págs. 321 y 385-386; V. Cárcel Ortí, Iglesia y revolución en España (1868-1874). Estudio históricojurídico desde la documentación vaticana inédita, Pamplona, Eunsa, 1979, págs. 217, 222, 252, 352, 364, 605, 610, 613, 626 y 637; J. J. Giménez Medina, El magisterio eclesiológico del episcopado español (1847-1970) preparatorio del Concilio Vaticano I, Burgos, Aldecoa, 1982, págs. 85, 112, 122, 153, 166, 170, 179, 245, 366, 384, 392 y 402; F. Díaz de Cerio, Regesto de la correspondencia de los obispos de España en el siglo xix con los nuncios, según el fondo de la Nunciatura de Madrid en el Archivo Vaticano (1791-1903), vol. II, Città del Vaticano, Archivio Vaticano, 1984, págs. 433-436; J. M.ª Fernández Fernández, “La diócesis de Mondoñedo en los siglos xviii y xix a través de las cartas circulares de sus obispos”, en Estudios Mindonienses, 4 (1988), págs. 627-642; M.ª Á. Valle de Juan y A. Pérez Samperio, Próceres y Senadores (1834-1923), vol. I, Madrid, Publicaciones del Senado, 1993, pág. 191; J. R. Rodríguez Lago, “La diócesis de Mondoñedo-Ferrol en la Edad Contemporánea”, en J. Aranda Doncel et al., Historia de las Diócesis Españolas, vol. XV, Iglesias de Lugo, Mondoñedo-Ferrol y Orense, coord. por J. García Oro, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002-2007, pág. 344.
Vicente Cárcel Ortí