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Marcos de Villalba

Biografía

Villalba, Marcos de. Cebreros (Ávila), p. m. s. xvi – Fitero (Navarra), 1591-1592. Monje cisterciense (OCist.), abad, reformador, general de la Orden, escritor.

El libro de bautizados de Cebreros, hoy en el Archivo Diocesano de Ávila, comienza en 1541, pocos años después, probablemente, del nacimiento de Fr. Marcos. Pero el libro de toma de hábitos del Monasterio de Montesión (Toledo), libro que hoy se halla en el Monasterio de Santa María de Huerta (Soria), se dice (hábito 111): “Fr. Marcos de Villalba, hijo de Basco de Villalba, natural de Zebreros, tomo el habito de monje el 25 de octubre de 1557, siendo abad el P. Jerónimo de Lalo. Fue general de la Orden y después abad de Fitero en donde murió santamente y es tenido en reputación de Venerable por conservarse su cuerpo incorrupto”. Ingresó, pues, en este cenobio toledano, cabeza de la reforma cisterciense de la llamada Congregación de Castilla. Se ignoran los pasos de su vida hasta verle figurar en puestos de relieve en la Congregación. En 1569, a los doce años de su ingreso ya se reconocen públicamente sus méritos científicos, cuando el capítulo general de la Congregación decretó: “Iten manda el Capítulo que los estudiantes que están en Sobrado vayan al Colegio de Alcalá y nombrase el dicho Monasterio de Sobrado por collegio de Artes, y mandase vaya a Alcalá el P. Fr. Marcos de Villalba para que lea una licion cada dia y presida las conclusiones”.

Muñiz sintetiza así los servicios prestados a la orden: “Rector del Colegio de Alcalá antes de erigirse en abadía. Abad de Montesión, dos veces del Colegio de Salamanca, que le venera como su Fundador, Visitador, Consiliario, dos veces Difinidor General, electo General Reformador en 1581, y últimamente sublimado a la Abadía perpetua de Fitero por el Señor Felipe II, en 1589, a quien el Señor Manrique llama Varón a todas luces grande, prudente y docto, fue uno de los sugetos más venerados de su tiempo tanto en la Religión como fuera; mereciéndose la estimación de todos y en particular del Rey Felipe II, que le consultaba en los mayores negocios”.

Sus dotes de gobierno fueron excepcionales, y, cosa rara, reconocidas por todos cuantos se han ocupado de su vida. En 1581, siendo rector de Alcalá y abad presidente de Montesión, le correspondía, por este último cometido, presidir el capítulo general. Llegado el momento de la elección, habían sido propuestos como candidatos dos sujetos, fray Luis de Rivera, abad de Benavides, y fray Marcos de Villalba, habiendo recaído los sufragios en este último, quedando constituido superior supremo de la Congregación.

Felipe II recurrió a él para encomendarle la princesa Felipa, hija del príncipe Antonio de Portugal, que hallándose religiosa en un monasterio portugués, deseaba trasladarse a las Huelgas de Valladolid. Fray Marcos se interesó en complacer al Rey, arreglando los trámites, si bien aquélla se trasladó al monasterio de Belén, de la misma ciudad, y por fin a santa Ana de Ávila.

Se le considera el fundador del Colegio Cisterciense de Salamanca comenzando en 1583. Deseando elevar lo más posible el nivel cultural de la Congregación, se reunió con fray Atanasio Morante y fray Ángel de Vitoria —ambos habían desempeñado el cargo de general antes que él— en el monasterio de Oseira, con el fin de estudiar la manera de proceder a impulsar los estudios. En ella se trazó el primer plan de estudios de la Congregación, del que se carecía hasta aquella fecha.

Se señalaron también los centros de formación de los monjes, pero en la mente de Villalba bullía hacía tiempo la erección de un nuevo colegio, alejado, en lo posible, de los monasterios, para que los estudiantes pudieran entregarse más fácilmente a profundizar en las ciencias, sin menoscabo del silencio y del ambiente de recogimiento que debía presidir todos los actos del colegio, y para cuando llegara el estío, no se les permitiría andar vagando de monasterio en monasterio, sino que debían concentrarse todos los estudiantes en el monasterio de Sacramenia (Segovia), donde aprovechasen el tiempo repasando las asignaturas del curso bajo la vigilancia de maestros competentes.

Los otros dos monjes eran partidarios de fundar el colegio en Oseira, pues tratándose de un monasterio con un potencial económico muy fuerte, éste por sí mismo podía afrontar la mayor parte de los gastos, dejando libres a otros monasterios que se debatían en medio de grandes estrecheces económicas. Villalba, en cambio, era de parecer contrario, pues se echaba de menos un colegio a la sombra de la célebre universidad. Tal proyecto entrañaba serias dificultades, pero después de recomendar Villalba el asunto a varias comunidades de religiosas, y tras serias deliberaciones del definitorio, se llegó al acuerdo de erigirlo en la ciudad salmantina.

Así, pues, al finalizar su mandato en 1584, ofreció a la Congregación como fruto sazonado la erección del Colegio de San Bernardo del Destierro de Salamanca, obra grandiosa, que llegaría a ser plantel de sabios, que ilustraron la orden en todos los campos del saber humano.

Felipe II seguía admirando los grandes valores de Villalba, de tal manera que necesitando un abad de prestigio para presidir los destinos del monasterio de Fitero (Navarra), propuso a fray Marcos, quien con agrado general fue elevado a la dignidad de aquel monasterio. “Su elección —escribe La Fuente— fue tenida por tan acertada como las de Obispos que solía aquel Rey, pues vivió y murió en opinión de santidad”. Pero vivió poco tiempo, pues falleció a poco de tomar posesión del cargo, según unos en 1591, y según otros en 1592.

Henríquez, después de ponderar sus virtudes y fama de santidad, le juzga digno de figurar en su Menologio Cisterciense entre los santos y bienaventurados de la Orden, añadiendo que a los siete años de su muerte, tal vez movidos por algún milagro obrado, abrieron su tumba y encontraron su cuerpo incorrupto. Muñiz dice que el P. Cardillo de Villalpando escribió una biografía suya, cuyo manuscrito se encontraba en el monasterio de Fitero.

 

Obras de ~: Diffiniciones de la Sagrada Orden del Cistel y Observancia de España, Salamanca, 1584; Dubios de Villalba, pequeño tratado que figura como apéndice de la obra anterior; Carta consolatoria a Felipe II con motivo de la derrota de la Armada Naval enviada a Inglaterra, Salamanca, 1588; In Isaiam Prophetam, lib.X, (ms. ined.); Historia de la Orden de san Bernardo (incompleta).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional (AHN), Sección Clero, Definiciones de los Capítulos Generales de la Congregación de Castilla, ms. 16536, Libro de Palazuelos, 24r.; Exodio y progresos de la Congregación Cisterciense de Castilla, ms. 16521, 73r..

A. de Yepes, Crónica General de la Orden de San Benito, t. VII, Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1618, fol. 313, col. 1.ª; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense Española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, pág. 349; J. Goñi Gaztambide, Historia del Monasterio de Fitero, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1965; D. Yáñez Neira, “Fray Marcos de Villalba”, en Cistercium, XXVI (1974), págs. 179-197; F. L ópez Hernández, Personajes abulenses, vol. I, Ávila, Obra Social Caja de Ávila, 2004, págs. 221-222; S. Yanguas, Memorias del Monasterio de Fitero del P. Calatayud, Pamplona, Gobierno de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 2005, págs. 23 y 127.

 

Francisco Rafael de Pascual, OCist.