Díaz Hernández, María. Maridíaz. Vita (Ávila), 1495 – Ávila, 1572. Religiosa, asceta, venerable.
Se da como fecha de su nacimiento el año 1495, en Vita, una aldea que se asienta en las últimas estribaciones de la sierra, cuando la tierra comienza a tenderse en la llanura… A dos kilómetros se encuentra El Parral, un anejito del municipio de Vita, más pequeño aún que ella… A unos trescientos metros de El Parral se levanta la ermita de la Virgen de ese nombre. Alonso Díaz de Víctor y Catalina Hernández fueron sus padres. Vivían del cultivo del campo y algún ganado. Buenos cristianos, destacándose su padre por la piedad y generosidad. Además de María, tuvieron otros tres hijos: Francisco, Alonso y Francisca.
De la infancia, juventud y años adultos antes de irse a Ávila Maridíaz, tenemos pocos datos. No se puede precisar el año en el que Maridíaz llegó a Ávila. Debió ser en torno a 1550. ¿Dónde vivió en Ávila Maridíaz? Primero en una casita del Barrio de Las Vacas, donde estuvo un año y medio aproximadamente. Amasando pan e hilando, sacaba para ir comiendo ella y la niña que la acompañaba. Con ocasión de caer enferma Maridíaz, un buen cristiano llamado Juan de Santiago la visitó y, dándose cuenta del tesoro espiritual que era aquella mujer, le ofreció una casa que tenía en el Barrio de Santo Domingo, cercana a la de su propio domicilio. Aquí, dónde permaneció unos siete años hasta 1557, siguió viviendo de su trabajo y de unas gallinitas. De 1557 a 1563, Maridíaz, vive en casa de Doña Guiomar de Ulloa, persona muy amiga de Sta. Teresa. Julián de Ávila, declara: “Por orden de sus confesores (P. Prádanos, jesuita), más por probarla que por otro fin, vino a servir a cierta señora adonde padeció muchos trabajos. En casa de Doña Guiomar estuvo Santa Teresa de 1555 a 1558. Algo más de un año coincidió con Maridíaz, estableciéndose entre ellas una santa amistad.
Los últimos ocho o nueve años de su vida los pasa Maridíaz en San Millán, que primero fue un pequeño monasterio cisterciense, fundado hacia 1444, desde 1547 Colegio de Doctrinos y en 1568 Colegio para clérigos, siendo transformado en 1585 en verdadero Seminario tridentino. Los protagonistas del traslado de Maridíaz a San Millán fueron el Maestro Gaspar Daza y Francisco Salcedo. Junto a la tribuna de la Iglesia prepararon su humilde habitación. Luís Vázquez escribe: “Abrieron en este aposento una ventanilla que salía al altar mayor, para consuelo de la sierva de Dios, porque desde allí pudiese estar asistente al Santísimo Sacramento.” En San Millán muere el 17 de noviembre de 1572.
En aquel momento álgido de la espiritualidad de la ciudad, en el S. XVI, Maridíaz centra de alguna manera todo aquel movimiento. Todos los personajes que desfilan por aquel escenario se relacionan con Maridíaz. Y la veneran. Y todos la llaman a boca llena santa. Y recordamos que muchos de ellos fueron figuras impresionantes por su virtud y su saber: Santa Teresa de Jesús, San Pedro de Alcántara, San Francisco de Borja, Padre Lobo, los jesuitas Padres Prádanos, Álvarez… Todo un mundo de espirituales al que habría que añadir tantas gentes sencillas como la conocieron y oirían hablar de ella con contenida y respetuosa aclamación”.
La muerte de Maridíaz provocó en Ávila la mayor explosión de multitudes que ninguna otra muerte ha producido nunca en ella. Hasta el Cabildo de la Catedral vino solemne y espontáneamente a hacer el entierro, por acuerdo tomado en la misma mañana del día de su muerte. El acta del Cabildo abulense son estas palabras: “hoy falleció la madre Maridíaz…, mujer de admirable ejemplo y particular entendimiento y aprobación de cuantos varones doctos en letras divinas la examinaron, tanto que no sabía leer pero en negocios y puntos divinos y términos tocantes a gustar de Dios y caminar por su servicio tuvo especial perfección y esto en satisfacción de todos los estados de Ávila y fuera de ella desde los grandes señores y prelados y señoras hasta menores…
En el año 1974 B. Jiménez Duque publicó el artículo citado “Espiritualidad de María Díaz”, en el que dice: “Si quisiéramos estructurar de algún modo la espiritualidad de Maridíaz, yo me atrevería a señalar como notas determinantes de la misma las tres siguientes (admiro de cuanto de subjetivo arriesgan todas estas simplificaciones, o quizá mejor, complicaciones): Una nota ascética: la obediencia a sus confesores. Una nota que diríamos mística: su fervor eucarístico. Y una nota de Psicología sobrenatural, que da colorido y sabor a las anteriores: su confianza, ese talante optimista y sereno con que vive su vida heroica de amor y abnegación”.
Bibl.: B. Jiménez Duque, Maridíaz (La “Santa de Ávila” en el siglo XVI), Ávila, 1989 (Colección TAU), pág. 10; F. López Hernández, Personajes abulenses, vol. I, Ávila, Obra Social Caja de Ávila, 2004, págs. 415-420.
FRANCISCO LÓPEZ HERNÁNDEZ