Herrera y Chiesanova, Adolfo. Cartagena (Murcia), 1847 – Madrid, 10.III.1925. Numísmata.
Nació en una familia cuya rama materna —los Chiesanova— poseía en el entorno de Cartagena algunas minas que fueron su principal fuente económica; la escueta información sobre la nómina familiar de Adolfo Herrera sólo incluye a su madre y los tres hermanos de ésta, un hermano de Adolfo llamado Francisco, y dos primos, Manuel Aznar y Alejandro Harmsen, barón de Mayals. Contrajo matrimonio con Magdalena Gil García (Murcia, 1851/1852-Madrid, 1933), hermana del poeta Ricardo Gil, y propietaria de fincas en Molina (Murcia). Herrera vivió siempre a caballo entre Madrid y Santa Pola —su residencia veraniega y en donde fue vicecónsul de Perú desde 1909—, con estancias y viajes ocasionales a su Cartagena natal.
Sus primeras actividades en el campo de las antigüedades datan de 1868, fecha en que protagonizó la recuperación de objetos arqueológicos tras la demolición del castillo de la Concepción en Cartagena; en 1869 realizó también excavaciones en esta ciudad y en 1870 fue el interlocutor de la comisión que gestionó el traslado de piezas desde Cartagena al Museo Arqueológico Nacional, entrando así en contacto con Juan de Dios de la Rada, que llegaría a ser uno de sus principales amigos, aunque Herrera hablaba de Rada como “mi distinguido maestro”.
En 1871 Adolfo Herrera inició su primera aventura editorial fundando la revista bimensual Cartagena Ilustrada, de escasa fortuna (1871-1872), en la que colaboró activamente su futuro cuñado, el poeta Ricardo Gil. Entre 1872 y 1879 preparó la primera parte de su Medallas de Proclamaciones y Juras de los Reyes de España, la obra publicada en 1882 que le abrió las puertas de muchas instituciones y le presentó internacionalmente. En ese año comenzó a cartearse con Manuel Danvila Collado, el que fuera ministro de Gobernación, con Juan Pérez de Guzmán y Gallo, Manuel Rico Sinobas y Francisco María Tubino.
Ingresó como correspondiente de la Real Academia de la Historia en 1883 y en esa fecha asistió con Juan de Dios de la Rada y Delgado al V Congrès International des Américanistes celebrado en Copenhague, donde conoció a Anatole Bamps, Eugène Beauvois, el barón J. de Baye y Christian Balmson. Sin embargo, con casi treinta y seis años, la actividad de Herrera como contador de navío en el arsenal de Cartagena y las ocupaciones derivadas de sus propiedades mineras no debían de dejar mucho tiempo para el estudio y la escritura. En 1885, la afición común a la bibliofilia le puso en contacto con Aureliano Fernández-Guerra, a quien ayudó a incrementar su colección de obras de Quevedo; también entonces asistió a la constitución de la Sociedad Arqueológica de Carmona —de la que fue socio fundador y preeminente— bajo los auspicios de George Bonsor (1855-1930), con quien le uniría una gran amistad.
Uno de los mejores amigos de Adolfo Herrera en aquellos años fue Víctor Balaguer (Barcelona, 1824-Madrid, 1901), a quien sucedería en 1901 en el sillón de la Real Academia de la Historia y con quien mantuvo una larga relación epistolar desde 1886 hasta su muerte; también en ese año se inició su relación con el bibliógrafo chileno José Toribio Medina y con Atanasio Morlesín Soto —el hombre fiel de Antonio Cánovas— quien, en su condición de director de la Real Academia de la Historia (1882-1897), conocía la valía de Herrera. Desde 1887 el acercamiento de Herrera a figuras claves del escenario político fue cada vez más evidente; prueba de ello es el aumento de su correspondencia con Manuel Danvila Collado, con su amigo y ministro de Ultramar Víctor Balaguer y con el propio Cánovas. En ese progresivo acercamiento a la actividad política hay que incluir la estrecha relación con Alejandro Pidal Mon, que presidiría las Cortes durante el gobierno Cánovas de 1891-1892; la relación entre ambos está directamente relacionada con la construcción de la estatua en honor de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz (1526-1588), en cuya ejecución Herrera fue el interlocutor con Mariano Benlliure por encargo de Cánovas y Pidal. Tras dejar la Marina en 1890, Herrera figuró en las listas de candidatos a gobernadores provinciales de 1891-1892.
Entre los proyectos literarios de Adolfo Herrera de aquel final de siglo, el único de envergadura que no llegó a cuajar fue la realización de un Índice bio-bibliográfico de la arqueología española, que le permitió, sin embargo, cartearse con la mayor parte del plantel de arqueólogos e historiadores españoles, entre los que se encontraban Joaquín Botet y Sisó, Álvaro Campaner, Mariano Catalina, Francisco Collantes, Antonio Pirala, José Enrique Serrano Morales y Francisco Javier Simonet.
Reconocido en Cartagena y Murcia como referente intelectual, en 1895 la posición de Herrera era ya muy sólida y su universo científico se había ido ampliando. En ese marco hay que situar su nueva aventura editorial, Historia y Arte (1895-1896), que atrajo colaboraciones de altísimo nivel, poniendo a Herrera en contacto con Rodrigo Amador de los Ríos, Emilio Ferrari, Federico Balart, Antonio Rodríguez Villa o el escritor Juan Valera. De esas fechas data también su primer contacto con Enrique Aguilera y Gamboa, marqués de Cerralbo, y en 1901 Herrera fue propuesto para suceder a Víctor Balaguer en la Academia, lo que suponía una mayor vinculación a los trabajos de la institución y una menor capacidad de movimiento hacia Cartagena y Murcia.
Desde 1912 la participación de Adolfo Herrera en la vida de la Academia creció de forma importante con su nombramiento como tesorero (1912-1925), en sustitución del fallecido Bienvenido Oliver; en este puesto hay que contar las importantes reformas planeadas con el arquitecto Adolfo Fernández Casanova durante la dirección de Fidel Fita, contemporáneas de una reducción de su producción intelectual. Murió en Madrid el 10 de marzo de 1925; una semana más tarde, la Academia aceptó la donación que su viuda, Magdalena Gil, hacía de la biblioteca de su marido (más de dos mil volúmenes) y de todo su archivo, que constituyen hoy el Legado Herrera (Real Academia de la Historia, 9-6361 a 9-6416).
Obras de ~: Medallas de Proclamaciones y Juras de los Reyes de España, Madrid, Imprenta de Manuel Ginés, 1882 (2.ª ed., Madrid, Cayón, 1977); F. Garrucci, El Augusto de la Villa Veientana descrito por el P. Rafael Garrucci de la Compañía de Jesús, traducido del italiano por [...] ~, Madrid, 1884; “Dos de Mayo de 1567”, en Historia y Arte, 2 (1896), págs. 53-55; Auto lírico-religioso en dos actos representado todos los años en la Iglesia Parroquial de Santa María de Elche los días 14 y 15 de agosto. Le precede una carta del maestro Felipe Pedrell y un escrito de D. ~, Madrid, Talleres de Faustino Echevarría, 1896; Medallas españolas, Madrid, 1899-1910, 56 vols.; con C. Fernández Duro, Medallas de los gobernadores de los Países Bajos en el reinado de Felipe II. Noticia biográfica del Excmo. Sr. D. Víctor Balaguer y Cirera. Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública del Sr. D. ~ el día 29 de diciembre de 1901, Madrid, Real Academia de la Historia, 1901; “Benito Arias Montano”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (RABM), 6 (1902), págs. 168-170; “Discursos de medallas y antigüedades”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH), 42 (1903), págs. 426-430; “Principales mosaicos encontrados en Itálica. Memoria y dibujos de D. Pelayo Quintero”, en BRAH, 43 (1903), págs. 512-518; “Don Gaspar de Quiroga”, en BRAH, 46 (1905), págs. 353-356; “Puerta de Sevilla, en Carmona”, en BRAH, 48 (1906), págs. 407-410; P. Bordeaux, Los falsos reales de a ocho de Birmingham. Fabricación en Birmingham el año 1796 de falsos reales [...] españoles contramarcados en China, trad. de ~, Madrid, 1911; El duro. Estudio de los reales de a ocho españoles y de las monedas de igual o aproximado valor en los dominios de la Corona de España, Madrid, Real Academia de la Historia, 1914; “Las mejoras de la Academia durante la Dirección del padre Fita”, en BRAH, 72 (1918), págs. 120-121; “Catálogo de monedas hispano cristianas y de medallas conmemorativas en oro”, en BRAH, 72 (1918), págs. 431-433; con J. López de Ayala, A. Vives, J. R. Mélida, A. Blázquez y V. Lampérez, “La iglesia visigótica de San Pedro de la Nave (Zamora)”, en BRAH, 76 (1920), págs. 103-104.
Bibl.: J. de D. de la Rada y Delgado, “Sobre el libro titulado Medallas de proclamaciones y juras de los reyes de España”, en BRAH, 2 (1882), págs. 338-346; V. C astañeda, “Necrología del excelentísimo señor don Adolfo Herrera y Chiesanova”, en BRAH, 86 (1925), págs. I-VI; “El Excelentísimo Señor Don Adolfo Herrera y Chiesanova”, en RABM (1925); J. M. Abascal y R. Cebrián, Adolfo Herrera Chiesanova (1847-1925), Madrid, Real Academia de la Historia, 2006.
Juan Manuel Abascal Palazón