Sánchez Cuervo, Luis. Carrión de Calatrava (Ciudad Real), 21.VI.1876 – Madrid, 28.XI.1936. Ingeniero de caminos, profesor de Electrotecnia, académico de Ciencias.
Cursó la primera enseñanza con los padres Escolapios, en Alcira (Valencia), donde sufrió la avenida del Júcar de 1884. Estudió en la Escuela de Caminos, en Madrid, en la que terminó la carrera en 1897. Tras un primer momento en que se dedicó a la enseñanza de Matemáticas, marchó a París para trabajar en Thomson-Houston y asistir a la Escuela Superior de Electricidad. Al regresar, en 1900, trabajó en la filial española de dicha casa, de la que fue ingeniero jefe en 1903, siendo nombrado subdirector al fusionarse con AEG en 1905. En 1909, en el Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, trató sobre “algunos problemas comerciales resueltos por la tracción eléctrica de los ferrocarriles”. Sobre este asunto, que le interesaría luego durante toda la vida, escribió numerosos artículos y realizó trabajos tan importantes como la electrificación de la línea del puerto de Pajares.
En 1913 entró en la Escuela de Caminos para explicar Cálculo, pero enseguida pasó a cubrir la vacante dejada por González Echarte en el 2.º curso de Electrotecnia, mientras que Saturnino Zufiaurre explicaba el 1.º. En alguna época intercambiaron el puesto, de modo que algunas promociones estudiaron ambos cursos con un sólo profesor. Dejó fama de profesor muy exigente.
En 1910, fundó, con patentes noruegas, la Sociedad Ibérica del Azoe y en 1912, aprovechando las vacaciones, marchó a Cristianía a estudiar los saltos de agua noruegos a la vez que se interesaba por la industria del nitrógeno. Después de su entrada en la Escuela, Sánchez Cuervo intervino en gran cantidad de comisiones y participó en sociedades tales como Hidroeléctrica Española o la Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas, SICE. En 1919 fue director general de Obras Públicas, con Ossorio y Gallardo como ministro, en un gobierno de concentración, presidido por Maura, que duró entre los meses de abril y julio. Estuvo presente en varios congresos como el de Riegos de Zaragoza, de 1913, en que presentó una memoria sobre la regulación de los ríos mediante embalses. En 1922 fue elegido académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en la que ingresó en abril de 1925, con un discurso sobre la energía que fue contestado por Blas Cabrera. Ejerció el cargo de secretario de la sección de Ciencias Físicas.
En 1934, a requerimiento de sus antiguos condiscípulos de Alcira, redactó un proyecto en defensa de la Acequia Real del Júcar, en que proponía una solución alternativa al plan de mejora de los riegos de Levante incluido en el Plan Nacional de Obras Hidráulicas. Integraba allí, la conducción de aguas del Tajo al Segura con la solución de traída de aguas del Ebro, propuesta por Félix de los Ríos, para beneficio de los riegos del Júcar. La Guerra Civil le sorprendió en Madrid, donde se creyó a salvo a causa de su ideología republicana, pero encontró la muerte al salir en defensa de un amigo amenazado.
Obras de ~: “Algunos problemas comerciales resueltos por la tracción eléctrica de los ferrocarriles”, en Revista de Obras Públicas (ROP), 57 (1909), págs. 109-114; “Normalización de las corrientes fluviales, principalmente mediante embalses”, en ROP, 61 (1913), págs. 553-557 y 597-599; “Nuevo ábaco para el cálculo de líneas de transporte de energía”, en ROP, 62 (1914), págs. 79-81; “Aplicación de las construcciones de la estática grafica al cálculo de líneas eléctricas de tracción”, en ROP, 64 (1916), págs. 73-76 (presentada al Congreso de Valladolid de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias), “Electrificación de los ferrocarriles españoles”, en ROP, 67 (1919), págs. 437-440, 449-453, 464-469 y 475- 480; “Presente y porvenir de las electrificaciones ferroviarias”, en ROP, 81 (1933), págs. 461-465; En defensa de la Acequia Real del Júcar, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1934.
Bibl.: P. González Bueno, “Ingenieros de Caminos olvidados: Don Luis Sánchez Cuervo”, en ROP (febrero de 1973), págs. 135-137.
Fernando Sáenz Ridruejo