Gil, Hilarión. Labastida (Álava), 21.X.1873 – Oña (Burgos), 1.X.1928. Jesuita (SI), profesor de historia, misionólogo, gestor y fundador de revistas.
Nacido en plena Guerra Carlista, tan virulenta y recia para estas provincias, sentimentalmente carlistas.
Durante los primeros meses de este año pululan las partidas que van tomando progresiva consistencia a medida que aumenta el desánimo del ejército republicano y el entusiasmo de la población rural vascongada.
La entrada de don Carlos en España (17 de julio), la conquista de Estella (24 de agosto) y la batalla de Montejuna (7-9 de noviembre) aseguraron la ocupación carlista de Navarra y las provincias vascas, con la excepción de las cuatro capitales.
El fervor carlista de los jesuitas vascos se mantuvo, sin embargo, subordinado al bien general de la Compañía en el resto de España. Las cuatro comunidades de la zona: Orduña, Durango, Plasencia y Loyola siguieron abiertas, aunque acomodadas a las nuevas necesidades de la guerra. Conocida la afición de los carlistas a la Compañía pretendieron poner la formación de los jóvenes en sus manos, haciéndoles entrega del seminario de Vergara y de la Universidad de Oñate. El 20 de mayo de 1874 los consultores de la provincia dijeron “que no es conveniente”. La Compañía fue prudente. Dispersos los jesuitas por residencias durante el régimen demoliberal y desplazados sus estudiantes hasta bien entrada la restauración de Alfonso XII, en Poyanne, Dussède, Saint Casina, Carbey, Guinchon o Bayona, por ejemplo, fueron volviendo poco a poco a España. Siendo provincial el padre Martín, en mayo de 1877, cuando finalizado el acomodo del nuevo edificio de Loyola, se habilitó éste para una reorganización del noviciado y juniorado. Fueron los años de maduración en su vocación por parte de Hilarión Gil.
Así pues, ingresó en la Compañía el 9 de octubre de 1888, en Loyola, donde, además, cursó sus estudios de Humanidades (1890-1893) y los de Filosofía (1893-1896), pasando a Oña (Burgos) para cursar su Teología (1901-1904), con un intervalo de docencia (1893-1896) en Valladolid. Pero la cabeza de Gil era la copa forestal y honrada de un estudioso fiel y serio y se le envió a Austria, donde hizo su cuarto año de Teología (1904-1905) en Innsbruck y la tercera probación en Linz, así como estudios de especialización en Historia de la Iglesia y Misionología en Innsbruck y Viena (1906-1908).
De regreso a España fue nombrado profesor de Historia de la Iglesia y de Patología en Oña. Sus alargadas visiones de la historia, conforme con las técnicas más modernas de la historiografía, así como la interrelación entre la Iglesia y la sociedad que Gil sabía entrelazar, con rigor y amenidad, fueron la delicia de sus alumnos. No se olvide que Hilarión Gil fue de la llamada generación del Fichero, opuesta a la de la “Silva”, a la que pertenecieron jesuitas tan eminentes como García Villada, Eusebio Hernández, Laburu o Herrera, entre otros.
De 1909 a 1910 Gil escribió para Razón y Fe una serie de artículos, llamando la atención sobre el hecho misional. Con una salida semejante, en carne propia, Gil inició una actividad, con carácter multiplicativo, para toda España. Primero efectuó un viaje a China en 1913, al que le siguieron muchas iniciativas a favor de las misiones, hasta que cabezas, como almenas humanas y sabias, recogieron sus entusiasmos y enseñanzas. Fueron seguidores tan cualificados como los también jesuitas y misionólogos Víctor Elizando y José Zameza. De todas maneras, la mayor aportación a las misiones de Gil estribó en haber fundado la influyente revista El Siglo de las Misiones (1914), que durante más de cincuenta años fue uno de los hitos más sobresalientes en la incorporación de España al movimiento misional europeo. El viaje histórico hacia atrás de esta revista es tan vertiginoso, tan limpio, servicial y cristiano que su recorrido vuelve a hacer actualidad al emprendedor jesuita Gil.
Fue director de la revista Razón y Fe desde 1919 a 1927 y colaboró, siempre incansable, en la fundación de la revista teológica Estudios Eclesiásticos (1922). Ambas gozan de una excelente salud. Pero Hilarión Gil ya es historia y aunque la historia no se desclasifica, no se puede olvidar su soberanía de juicio y de elección. Así, de sus años de Innsbruck, se cruzó por su biografía trato continuado con sacerdotes polacos, búlgaros, croatas y tironeando de ellos entró una gran atracción por el alma eslava, que creció con sus estudios sucesivos, tanto que estudió ruso y llegó a pedirle con insistencia al padre general Wloduniro Lodóchowski su destino a las misiones de la Etiopía oriental. Falleció en Oña el 1 de octubre de 1928.
Obras de ~: Las Misiones Católicas, Valladolid, 1917; Índices de Razón y Fe, 1954.
Bibl.: A. Valle, “El P. H. G.”, en Razón y Fe, 85 (1928), págs. 168-170; J. Zameza, “El Padre Hilarión Gil”, en Siglo, 15 (1928), págs. 333-340; F. Rodríguez de Coro, “Loyola, condensador de la religiosidad vasca”, en Murga, 16 (1981), págs. 58-74; M. Revuelta González, La Compañía de Jesús en la España contemporánea. I: Supresión y reinstalación (1868-1873), Madrid-Santander-Bilbao, 1988; A. Santos, “Gil, Hilarión”, en Ch. E. O’Neill (SI) y J. M.ª Domínguez (SI) (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico- Temático, Roma-Madrid. Institutum Historicum Societatis Iesu-Universidad Pontificia Comillas, 2001.
Francisco Rodríguez de Coro, SDB