Íñiguez de Heredia Alzola, Benito. Gaudencio. Dallo (Álava), 16.IV.1882 – Valdemoro (Madrid), 1.VIII.1936. Siervo de Dios, religioso de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OH), mártir.
El siervo de Dios Gaudencio Íñiguez de Heredia era hijo del matrimonio formado por Remigio Íñiguez de Heredia Gámiz, labrador y sacristán, y Gregoria Alzola Alday. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento, en la parroquia de San Pedro Apóstol, por el sacerdote Gregorio Gómez, y se le impuso el nombre de Benito. Siendo todavía muy pequeño murió la madre; el padre, Remigio, viudo y desilusionado del mundo, dejando a sus hijos en manos de los abuelos paternos, ingresó en la Orden Hospitalaria, consagrando su vida a Dios. Benito, todavía niño, siguió la vida familiar bajo la responsabilidad del abuelo paterno y frecuentó la escuela de Heredia, el pueblo vecino, logrando una cultura adecuada a su tiempo y circunstancias, mientras ayudaba al abuelo en los trabajos de labranza y pastoreo. Como cristiano, frecuentaba la parroquia y pertenecía a la Cofradía del Rosario. A los diecisiete años siguió los pasos de su padre, lo mismo que su hermano Alejandro, y entró también en la Orden Hospitalaria, incorporándose en Ciempozuelos el 17 de mayo de 1899.
El 4 de julio del mismo año recibía el hábito hospitalario, con el nombre de fray Gaudencio, dando inicio al noviciado canónico. Un año después, el 10 de julio, emitió la profesión de los votos temporales.
La profesión solemne la hizo el 12 de marzo de 1905, juntamente con su padre y su hermano fray Mauricio. Como hospitalario formó parte de las comunidades de Ciempozuelos, Carabanchel, Madrid, Barcelona. Pronto le confiaron otros puestos de responsabilidad: fue superior de Valencia, Palencia y Málaga, “cargos que desempeñó con humildad y caridad tanto con los religiosos como con los pobres enfermos”. De no menos importancia fueron, por su solicitud y ecuanimidad, los servicios de ecónomo y procurador que se le confiaron a continuación, primero en el Hospital de San Rafael, de Madrid, y después en el sanatorio psiquiátrico de Ciempozuelos, “donde el Señor le tenía reservada la corona del martirio”. Habiéndose posesionado las autoridades el último día del mes de julio de 1936 del sanatorio psiquiátrico de Ciempozuelos, y preocupado el superior beato Guillermo Llop por los proveedores del sanatorio, mandó al siervo de Dios Gaudencio el 1 de agosto con dinero a Madrid para liquidar algunos pagos pendientes. Muy de mañana salió de casa, tomó el tren, pero los vigilantes milicianos del sanatorio, le siguieron adelantándose al tren. En Valdemoro, de acuerdo con el jefe miliciano de la estación, lo detuvieron y se lo llevaron detenido. Le robaron y difundieron la noticia de que se escapaba con dinero. Por la noche, juntamente con dos sacerdotes y otros dos señores, fue asesinado, siendo todos enterrados en el cementerio de Valdemoro, en una fosa común. Abierta su causa como martirio en la diócesis de Madrid (1952) y aprobado el proceso diocesano en Roma, sigue su curso de estudio ante la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano.
Bibl.: O. Marcos Bueno, Violencias, profanaciones y asesinatos cometidos por los marxistas en los Establecimientos de San Juan de Dios: Ciempozuelos, Carabanchel Alto y Talavera de la Reina, Palencia, Editorial Hospitalaria, 1938; R. M. Saucedo Cabanillas, “Hasta el Cielo”. Biografía y martirio de 54 Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, Madrid, ARGES, 1952; O. Marcos Bueno, Testimonio Martirial de los Hermanos de San Juan de Dios en los días de la persecución religiosa española, Madrid, Editorial Hospitalaria, 1980; F. Lizaso Berruete, Testigos de la misericordia hasta el martirio, Madrid, Editorial Hospitalaria, 1992.
José Luis Martínez Gil, OH