Anuncibay Letona, Esteban. Beato Ovidio Bertrán. Mijancas (Álava), 26.XII.1892 – Lorca (Murcia), 18.XI.1936. Hermano de las Escuelas Cristianas, La Salle (FSC), educador, mártir y beato.
Fue bautizado al día siguiente de nacer. Ingresó en el Noviciado Menor de Bujedo (Burgos) con dieciséis años, y tomó el hábito el 28 de junio de 1909. Tuvo que volver a su casa por enfermedad pero regresó restablecido en 1910. Emitió los primeros votos en Bujedo el 31 de octubre de 1911 y la profesión perpetua en Madrid el 25 de julio de 1919. Inició su apostolado en la escuela Beneficencia, de Madrid. Pasó a ser director de la escuela de Chiclana y posteriormente de Puente de Vallecas, uno de los barrios más pobres de Madrid, donde se encontraba cuando en 1931 quisieron quemar la escuela. Después dirigió la de San Fernando (Cádiz), posteriormente la de San Luis (Sevilla), y a continuación la de Lorca, donde estaba cuando sobrevino la persecución religiosa que le llevó a la muerte a los cuarenta y tres años de edad.
En Lorca, los Hermanos de las Escuelas Cristianas atendían la escuela elemental San José. Formaban la comunidad cinco hermanos: el director, Ovidio Bertrán, más Hermenegildo Lorenzo, Luciano Pablo, Estanislao Víctor y Lorenzo Santiago, todos ellos muy jóvenes.
Modesto Sáez Manzanares, beato Hermenegildo Lorenzo —Revilla del Campo (Burgos), 30.VII.1903 – Lorca (Murcia), 18.XI.1936—, había ingresado en el Noviciado Menor de Bujedo en julio de 1916 y profesado en 1928. También estuvo en la escuela de Puente de Vallecas, desde donde pasó, por breve tiempo, a Melilla. Volvió a Madrid, a la escuela Santa Susana, y de allí fue a la escuela Sagrado Corazón, de Jerez, y a la de Almería. Su última comunidad fue la de Lorca, donde murió a los treinta y tres años de edad.
Germán García García, beato Luciano Pablo —Quintanilla de la Mata (Burgos), 28.V.1903 – Lorca (Murcia), 18.XI.1936—, que también fue asesinado a los treinta y tres años de edad, procedía asimismo del Noviciado Menor de Bujedo, donde había profesado en 1928. En 1922 comenzó su apostolado en la escuela San Martín, de Madrid. En 1926 pasó al colegio Maravillas, también en Madrid, donde estuvo cinco años. Cuando el colegio fue incendiado el 11 de mayo de 1931, se trasladó a la escuela La Inmaculada, de Santiago de Compostela. Estuvo después un año en la escuela La Purísima, de Sevilla, volvió otro año a Madrid y en 1934, fue destinado a Lorca.
Más joven aún era el Hermano Crisógono Cordero Fernández, beato Estanislao Víctor —Bustillo de la Vega (Palencia), 8.X.1908 – Lorca (Murcia), 18.XI.1936—, quien falleció a los veintiocho años. Ejerció su apostolado en la escuela de Peñuelas, en Madrid, desde 1930, y a raíz de su profesión religiosa perpetua en 1933, fue destinado a la escuela San José de Lorca.
Y más joven era aún, pues sólo tenía veintitrés años en el momento del asesinato, el hermano Emilio Martínez de la Pera y Álava, beato Lorenzo Santiago —Hueto de Arriba (Álava), 8.VIII.1913 – Lorca (Murcia), 18.XI.1936—. Había hecho sus primeros votos como Hermano de las Escuelas Cristianas el 15 de agosto de 1930 y en 1933 fue destinado a la escuela San José de Lorca, única comunidad en que vivió y desde la que ejerció su actividad apostólica.
El 30 de julio de 1936 se presentó en la escuela San José un grupo de personas que se decían “trabajadores de la enseñanza”, reclamando que les entregaran el inmueble en nombre del Frente Popular. El director, hermano Ovidio Bertrán, llamó al abogado de la escuela, que consiguió diferir lo que exigían aquellos señores. Pero cuando esperaban que volvieran para exigir la entrega del edificio, los que acudieron fueron veinte milicianos que invadieron la casa, hicieron un registro en todas las dependencias en busca de armas y de dinero, que no hallaron, y terminaron sacando a los hermanos atados y detenidos. Los encerraron en los sótanos de un edificio y el 1 de agosto los trasladaron a la cárcel, donde ya estaban detenidos otros sacerdotes, religiosos y católicos significados por sus creencias.
Una señora caritativa, con sus cuatro hijas, les llevaba todos los días la comida, que ella misma cocinaba.
En la cárcel, los hermanos pasaban rezando la mayor parte del tiempo; juntos recitaban el rosario y el vía crucis; leían en voz alta algún libro piadoso, etc., y también escribían cartas, la mayor parte de las cuales no llegaron a destino porque los carceleros las rompían.
El 30 de septiembre se constituyó el tribunal popular para juzgarlos y, según el acta, el juez decretó ponerlos en libertad porque los cargos contra ellos no constituían delito alguno. Pero el 2 de octubre, un escrito del Comité del Frente Popular de Lorca mandaba que se ignorase la sentencia.
Los días transcurrían sin poder adivinar el futuro, hasta que el miércoles 18 de noviembre de 1936, a las 5 de la mañana, un jefe miliciano dio orden de sacar a dos sacerdotes y a los cinco hermanos. Les ataron los brazos, les subieron a un camión y les dijeron que les llevaban a otro sitio para prestar declaración.
Pero donde los llevaron fue a las afueras del pueblo, a un monte donde hubo unas minas de azufre, uno de cuyos pozos tenía más de cien metros de profundidad. Les mandaron sentar, atados como estaban, y que rezaran. Un pelotón de milicianos se puso detrás de ellos y el jefe ordenó disparar. Después, remató uno a uno con un tiro en la cabeza. El relato dice que algunos milicianos se pusieron a bailar y a pisotear los cadáveres. Luego les quitaron las cuerdas y, agarrándolos por los pies, los arrastraron hasta el pozo de azufre, donde los tiraron. “Es bastante profundo como para que nadie se entere que están aquí y, caso de que triunfen los católicos, no vendrán a venerar sus restos”, dijo uno de los milicianos.
Actualmente el pozo es conocido como Pozo de los Mártires.
Con los cinco hermanos de las Escuelas Cristianas murió, y con ellos fue beatificado el 28 de octubre de 2007, el párroco de Lorca (Murcia), el sacerdote diocesano José María Cánovas Martínez —Totana (Murcia), 9.VIII.1894 – Lorca, 18.XI.1936—.
Había sido ordenado presbítero en 1921 para la diócesis de Cartagena-Murcia, y destinado como coadjutor de la parroquia de Santiago de Lorca, donde era párroco su hermano mayor. Ejerció allí su ministerio sacerdotal durante quince años. Era también capellán en la escuela de los hermanos de las Escuelas Cristianas.
Los hermanos de La Salle fueron detenidos el 30 de julio de 1936 y el sacerdote el 3 de agosto. Permanecieron juntos en prisión hasta el día de la muerte de todos ellos, el 18 de noviembre: juntos fueron fusilados y arrojados al pozo de una mina de azufre. José María Cánovas tenía cuarenta y dos años de edad.
Todos ellos fueron beatificados en Roma el 28 de octubre de 2007.
Bibl.: L. Sánchez-Ocaña, Muertes Gloriosas, Murcia, La Verdad, 1949; E. Sánchez Baeza, La Persecución Religiosa en la Diócesis de Cartagena-Murcia 1931-1939, Madrid, E. Sánchez, 1988; F. S. C., “Fieles [...] hasta dar la vida, Martirologio Lasaliano”, en Boletín del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Roma), n.º 244 (1998), págs. 107-108; Fratelli delle Scuole Cristiane, La capella dei martiri, Roma, Postulazione Generale [1999]; Hermanos de La Salle, Testigos de Jesucristo; Hermanos de La Salle, 58 Hermanos de La Salle testigos de Cristo Rey. La vida que se entrega, Roma, Postulación General F.S.C., 2007; M.ª E. González Rodríguez (ed.), Quiénes son y de dónde vienen. 498 mártires del siglo xx en España, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 131-135; Hablar hoy de martirio y de santidad, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 145-206; “28 de octubre de 2007. Beatificación de 462 Religiosos y Religiosas Mártires de España, ‘Vosotros sois la luz del mundo’”, en Folletos Con Él. Testimonio y Testigos, n.º 282 (octubre de 2007).
María Encarnación González Rodríguez