Lasaga Carazo, Miguel. Murguía (Álava), 6.IX.1892 – Guadalajara, 6.XII.1936. Religioso de la Sociedad Salesianos de Don Bosco (SDB), sacerdote, educador, mártir, beato.
Después de ser alumno de los salesianos en su ciudad natal, pasó al noviciado de Carabanchel Alto (Madrid), donde profesó como salesiano en 1912.
Recibió la ordenación de presbítero en Barcelona en 1921. Estuvo en Turín (Italia), como encargado del Boletín salesiano en lengua española, y luego pasó a Perú. Regresó a España en 1928 y estuvo en la casa de Atocha y en 1930 fue destinado a Mohernando (Guadalajara), de donde fue director a partir de 1934.
Desde el 14 de julio de 1936 en la casa salesiana de Mohernando se celebraban unos ejercicios espirituales.
Al producirse el levantamiento del día 18, todos los que residían o estaban allí empezaron a notar los efectos, con mayor intensidad a partir del 23. Este día, se presentaron en la casa unos veinte hombres armados y les instaron a que se les entregaran las armas que, según ellos, había allí escondidas pero no encontraron nada.
El día 24 llegaron el alcalde de Mohernando y tres hombres más con órdenes del Gobierno Civil de Guadalajara para que los salesianos la evacuaran. Como el inspector, Felipe Alcántara, no cedió, el alcalde y sus acompañantes quedaron en consultar al gobernador sobre los menores de edad que había en la casa. La decisión llegó al día siguiente, 25 de julio. Según las milicias del pueblo, los menores se podían quedar bajo la protección del Comité Obrero de Guadalajara; los demás debían abandonar inmediatamente la finca, para su incautación. Así, pues, todos los mayores, excluidos los enfermos, que se quedaron con los menores, comenzaron un penoso éxodo por las orillas del río Henares, donde, entre juncos y matorrales, se escondieron durante varios días.
Fueron descubiertos cuando el inspector salesiano Felipe Alcántara se acercó hasta Humanes para poner un telegrama a Madrid, que censurado por el Gobierno Civil de Guadalajara, dio a conocer el lugar en que estaban escondidos. Poco después, se verían sorprendidos por un grupo de milicianos armados, con quienes se fueron para entrevistarse con el gobernador de Guadalajara y exponerle la situación. El gobernador dio orden de que los salesianos expulsados volvieran otra vez a la casa de Mohernando, en los mismos coches que les habían llevado hasta Guadalajara. En el que iban Andrés Jiménez Galera y Eulogio Cordeiro no regresó a Mohernando, al haberse apoderado de él unos milicianos. Los demás coches sí. Los salesianos volvían a estar en casa, pero detenidos allí, por estar repletas las cárceles de Guadalajara.
El 31 de julio se presentaron en la casa unos milicianos al mando de un sargento antiguo alumno del colegio salesiano de Mataró, conocido de Felipe Alcántara, que prometió volver al día siguiente para trasladar a todos los detenidos a la capital. Pero su promesa tardó dos días más en cumplirse y, mientras, unos milicianos se llevaron el día 2 de agosto a la cárcel de Guadalajara al grupo de jóvenes que debía haber entrado en quintas el día 1, y a Miguel Lasaga, el director. No regresaron más. Al día siguiente, 3 de agosto, sí se presentó en casa el citado sargento. Venía acompañado de un grupo de milicianos y traían varios vehículos. En ellos llegaron los salesianos a Madrid.
Después de conducirlos a distintos lugares, acabaron en la cárcel de Ventas. La casa de Mohernando, libre de los salesianos, quedó como cuartel general de milicias.
Miguel Lasaga y los seis jóvenes salesianos que le acompañaron permanecieron cuatro meses en la cárcel de Guadalajara, haciendo allí, en lo posible, vida de comunidad. Pero el día 6 de diciembre de 1936 la cárcel fue asaltada y se produjo una masacre. Miguel Lasaga, de cuarenta y cuatro años, junto con los seis jóvenes religiosos salesianos, fueron asesinados con armas de fuego.
Los seis jóvenes salesianos de la Comunidad de Mohernando que murieron junto con su director, Miguel Lasaga, el 6 de diciembre de 1936, todos de veintiún años, fueron: Florencio Rodríguez Güemes —Quintanarruz (Burgos), 7.XI.1915—, candidato al sacerdocio, que había hecho el noviciado en Mohernando y estaba estudiando allí.
Luis Martínez Alvarellos —La Coruña, 30.VI.1915—, candidato al sacerdocio. Estaba estudiando Filosofía.
Juan Larragueta Garay —Arrieta (Navarra), 27.V.1915—, candidato al sacerdocio. Estaba estudiando Filosofía. Con destacadas cualidades.
Pascual de Castro Herrera —Topas (Salamanca), 2.IX.1915—, candidato al sacerdocio.
Heliodoro Ramos García —Monleras (Salamanca), 29.X.1915—, coadjutor.
Esteban Vázquez Alonso —Carrizo de la Ribera (León), 27.VI.1915—, coadjutor.
Antes que este grupo, habían sido asesinados otros dos religiosos salesianos de la comunidad de Mohernando: José María Celaya Badiola —Azoitia (Guipúzcoa), 24.II.1887 – Madrid, 9.VIII.1936—. En 1903 entró como aspirante en Villaverde de Pontones (Cantabria), y al año siguiente, con el oficio de alpargatero, fue admitido al noviciado en Carabanchel, donde profesó como salesiano en 1906. Fue coadjutor.
En 1917 fue a Camagüey (Cuba), de donde regresó dos años después por motivos de salud. Regresó tras un largo período de estancia en Carabanchel, y en 1934 fue destinado a Mohernando, donde se hallaba cuando sufrió la persecución que le llevó a la muerte.
José María sufría parálisis progresiva, por lo que se le permitió quedarse en el colegio, mientras el resto de la comunidad abandonaba la finca por primera vez. La evacuación definitiva del día 3 de agosto le forzó a integrar la expedición a Madrid. Los llevaron a la Dirección General de Seguridad, donde estuvieron detenidos de pie, cara a la pared, y manos atrás. José María, agobiado por su mal, pedía la medicina que tenía en la maleta, ruego que no atendieron. El día 4 de agosto, con los otros salesianos de Mohernando, entraba en la cárcel de Ventas.
Viendo que su salud se agravaba, le trasladaron a la enfermería, donde una extraña inyección acabó con su vida el 9 de agosto de 1936, a los cuarenta y nueve años de edad.
Andrés Jiménez Galera —Rambla de Orla (Almería), 25.I.1904 – Guadalajara, 27.VII.1936—. Ordenado sacerdote en Almería en 1926, entró en 1935 en la Sociedad Salesianos de Don Bosco. Acababa de comenzar el noviciado en Mohernando, cuando sobrevino la persecución religiosa y con ello la expulsión de la casa. Junto con el director, animó a los demás, ofreciendo incluso su vida por la salvación de sus compañeros salesianos.
Cuando eran conducidos de Guadalajara a Mohernando tras el primer desalojo, durante el trayecto, notando algunos milicianos que llevaba un crucifijo, le mandaron arrojarlo al suelo. Ante su decidido no, lo mataron con una descarga de balas en el kilómetro 52 de la carretera. Contaba treinta y dos años de edad.
Estos religiosos fueron beatificados en Roma el 28 de octubre de 2007.
Bibl.: J. L. Bastarrica y J. Mallo, 1936-1939,tres años de historia salesiana, Madrid, E. G. Salesiana, 1970, págs. 91-122; “Mártires Salesianos: Semillas de vida”, en Boletín Salesiano, año CXX, 06 (junio de 2007); P. Marín, Los mártires Salesianos de Madrid, Sevilla, Bilbao y León (1935-1937). Semilla de nueva vida, Madrid, Editorial CCS, 2007; M.ª E. González Rodríguez (ed.), Quiénes son y de dónde vienen. 498 mártires del siglo xx en España, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 227-242; Hablar hoy de martirio y de santidad, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 145-206; Confer, 28 de octubre de 2007. Beatificación de 462 Religiosos y Religiosas Mártires de España, “Vosotros sois la luz del mundo”, “Folletos con Él. Testimonio y Testigos”, n.º 282 (octubre de 2007).
María Encarnación González Rodríguez