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Justa Lostau Páramo

Biografía

Lostau Páramo, Justa. Burgos, 26.V.1866 – 21.III.1939. Hija de la Caridad (HC), superiora local, enfermera.

Nació en el seno de una familia cristiana, de buena posición económica. Sus padres, Eugenio Lostau Pérez, confitero, e Inocencia Páramo y Mendieta, tuvieron seis hijos. Justa fue la más pequeña. Aún no había cumplido un año cuando murió su padre (17 de enero de 1867). Su hermano Mariano, seis años mayor que ella, que llegó a ser un prestigioso médico cirujano, célebre por su labor de investigación científica en el ejercicio de su profesión, influyó, sin duda, en la inclinación de sor Justa a la profesión sanitaria. Recibió una esmerada educación y adquirió un nivel muy elevado de cultura general.

A los diecinueve años, solicitó su ingreso en la Compañía de las Hijas de la Caridad, y fue admitida en el seminario (14 de febrero de 1885), donde se formó como hija de la Caridad. Sus primeros destinos fueron el colegio de Santa Cruz en Madrid (1885), Hospital y Escuelas de Peralta (Navarra) (1892), donde fue superiora local, y Hospital y Escuelas de Falces (Navarra) (1912), también con el mismo cargo.

Por estos años, sor Justa se interesó en la formación técnico-profesional de las Hijas de la Caridad que trabajaban en los hospitales. Sor Josefa Bengoechea, visitadora provincial, le encargó la organización de cursos con este fin en el Asilo Hospital de Convalecientes de San Nicolás en Madrid. En los salones del Dispensario de San Cayetano de la Guindalera, Madrid, especie de sucursal del real noviciado, se abrió la primera escuela de estudios para hermanas enfermeras, bajo el magisterio de dos prestigiosos profesores del Hospital de Convalecientes y bajo la dirección de sor Justa Lostau, con asistencia en el año 1917 de sesenta hermanas, y cuarenta en el curso 1918. Luego se trasladaron estos estudios al colegio de Nájera, en Carabanchel, al noviciado y al Hospital General. Impulsó la publicación de un manual que recogiera las lecciones de competentes médicos. Se publicó el año 1917. En él se adapta para las Hijas de la Caridad el programa oficial para la carrera de enfermeras (Real Orden del 7 de mayo de 1915). Sor Justa escribió el prólogo. Se publicó un segundo manual en 1925 más completo y adaptado a los nuevos adelantos. Llevó también el prólogo de sor Justa. Ella misma fue excelente formadora de Hijas de la Caridad enfermeras y no perdió ocasión para que todas se pusieran a un alto nivel.

El problema de Marruecos, al que se tuvieron que enfrentar los inestables gobiernos de fines del siglo xix y principios del xx, seguía candente. Numerosos levantamientos reclamaban las correspondientes operaciones militares. La guerra estalló de nuevo con la aparición de Abd-el-Krim, que abandonó Melilla y preparó, desde las tribus del interior de Marruecos, el ataque por sorpresa contra las tropas españolas. Las posesiones españolas en África quedaron convertidas en un terrible campo de batalla. La llamada de los soldados que caían y morían con frecuencia sin tener a nadie a su lado fue oída por las Hijas de la Caridad, que respondieron ofreciendo sus servicios tanto en ambulancias como en hospitales. Por Real Orden del 31 de agosto de 1921, las Hijas de la Caridad se hicieron cargo de los hospitales del norte de África.

El 2 de septiembre de 1921 partió para Melilla sor Justa Lostau con otras veinticinco Hijas de la Caridad con esta misión. Excelente organizadora, nombrada superiora local del Hospital Docker en Melilla, coordinó todos los demás hospitales y secciones que se iban implantando. Los visitaba con frecuencia, recorría las diferentes líneas de fuego para conocer las necesidades y acompañar a las hermanas que iban a colaborar con los equipos quirúrgicos que allí estaban actuando. Ella misma asistía a las operaciones.

Grandes eran los riesgos que corrían en estos viajes, por lo que era necesario que fueran acompañadas de fuerzas militares en recorridos de muchos kilómetros, incluso a través de terrenos montañosos. En enero de 1922 eran ya ciento cincuenta y ocho las Hijas de la Caridad en Marruecos y más tarde llegaron a doscientas.

En Melilla hubo hasta cinco hospitales, a los que se añadían los de Taracee, Tetuán, Alcazalquivir, además del servicio en líneas de fuego. En frase del propio ministro de la guerra, De la Cierva, aquellos barracones que parecían cloacas, con la llegada de las hermanas, en menos de dos meses sufrieron una gran transformación.

Aún en tierras africanas mantuvo sor Justa su interés por la formación de todas las hermanas. Acudió al rey Alfonso XIII (10 de octubre de 1922) para suplicarle que las hermanas que servían en el ejército en el norte de África tuvieran también la posibilidad de ingresar en el Real Cuerpo de Enfermeras Militares de Hijas de la Caridad creado por Real Orden del 20 de mayo de 1922 destinadas al servicio de los hospitales militares de la patria. Le hizo saber que estaban dispuestas a pasar por los exámenes teórico-prácticos correspondientes.

La respuesta no se hizo esperar. Una circular de Alcalá-Zamora al alto comisario de España en Maruecos, publicada en el Diario Oficial del Ministerio de Guerra (17 de diciembre de 1922) autorizó a efectuar en los hospitales militares de África los exámenes y las prácticas determinadas por la Real Orden del 20 de mayo de 1922.

Sor Justa se apresuró a buscar profesores. Sesenta y dos Hijas de la Caridad de Melilla comenzaron sus estudios, y a éste siguieron otros grupos.

Terminada su misión en Melilla (1926), volvió a Madrid como hermana sirviente de la Casa de Nájera en Carabanchel. Continuó con la dirección de los cursos de enfermeras. Con este mismo cargo pasó al Hospital Militar de Burgos (1927). Durante la Guerra Civil, se encargó de organizar y coordinar los numerosos hospitales de sangre que rápidamente se fueron instalando por toda esta zona: cuatro en el mismo Burgos, y otros en Aranda de Duero, Villarcayo, Sedano, Oña, Briviesca, y Valdelateja. Trabajó además en la sala de operaciones del Hospital Militar de Burgos.

Con motivo de sus cincuenta años de vocación (14 de febrero de 1935), el teniente alcalde del Ayuntamiento de Burgos, José Ramón Echevarrieta, solicitó para sor Justa la Cruz de Beneficencia y el nombramiento de Hija Predilecta de la ciudad pero no hay noticias de que le fuera concedida; el tiempo que se avecinaba no era muy propicio.

La prensa local se hizo amplio eco de su muerte y entierro, que constituyó una impresionante manifestación de duelo. Gentes de todas las clases sociales, y no pocos heridos que recibieron sus solícitos cuidados, le rindieron su homenaje póstumo.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Congregación de la Misión, Madrid, Correspondencia de Sor Justa Lostau, carpeta L; Hospital y Escuelas de Peralta, carpeta Visitas Canónicas; carpeta Hospitales Militares.

P. Vargas, “El Dispensario de San Cayetano de la Guindalera, Madrid”, en Anales de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad (ACMHC) (Madrid), t. XXXVIII (1930), págs. 13-16; “Hospitales militares de Marruecos”, en ACMHC, t. XLIV (1936); “Bodas de Oro de Sor Justa Lostau”, en ACMHC, t. XLIII (1935), págs. 258-259; “Las Bodas de Oro de Sor Justa Lostau”, en Diario de Burgos, 14 de febrero de 1935; J. Ruiz Fernández, “A Sor Justa en sus Bodas de oro”, en Diario de Burgos, 16 de febrero de 1935; “Una vida al servicio del prójimo. Ha muerto Sor Justa Lostau”, en Diario de Burgos, 23 de marzo de 1939; P. Vargas, Historia de las Hijas de la Caridad de la Provincia Española, Madrid, 1996 (ed. restringida), págs. 782-803.

 

María Socorro Martín Vicente, HC

 

 

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