Sanz Uruburu, María Victoria. Navalmanzano (Segovia), 8.XI.1888 – Zamora, 25.III.1978. Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl (HC), superiora provincial de las hermanas de la provincia española, pedagoga y maestra.
Nació en el seno de una familia de clase media de hondas raíces cristianas dedicada a la enseñanza en el ambiente rural de Navalmanzano y Los Huertos (Segovia). Sus padres, Eustaquio y María, ejercieron el magisterio en los pueblos de Castilla la Vieja con dedicación y empeño por la promoción popular. Por eso, desde su juventud, María profesó cierta atracción por la tarea educativa y realizó los estudios de Magisterio.
Cuando sintió la vocación religiosa, entró en contacto con las Hijas de la Caridad y sus múltiples actividades sociales a favor de los pobres. La dedicación de las hermanas a la educación y promoción de las clases populares le atrajo y decidió realizar en ella su vocación.
Después de cumplir la prueba y postulantado en el hospital de mujeres incurables de Madrid, ingresó en la compañía (12 de abril de 1910). Realizó su seminario en el llamado Real Noviciado de la calle Jesús, n.º 3, de Madrid, donde conoció a sor Justa Domínguez y compartió con ella sus inquietudes educativas.
Su primer y único destino fue el Colegio de la Medalla Milagrosa de Zamora (18 de marzo de 1911), que apenas tenía siete años de existencia. Aquella institución educativa, establecida en el centro de la ciudad, acogía a niñas de la capital y pueblos de la provincia en régimen de internado y externado al mismo tiempo.
Desde su llegada a Zamora, se dedicó de lleno a la educación y promoción de las niñas del colegio, tratando de aportar ideas innovadoras de mejora, para ofrecer una educación de calidad basada en los valores cristianos. Daba clases, ayudaba en el lavadero, en la cocina o en el comedor, pues había que hacer de todo, ya que la casa carecía de recursos y los tiempos eran de escasez para la sociedad zamorana de la época. Tenía la convicción de que la educación abre puertas de futuro y proporciona medios para que la persona se valga por sí misma ante las dificultades de la vida. Éste será el principio educativo que impulsó su actividad y la instalación de nuevas disciplinas y enseñanzas en el colegio: música, francés, dibujo, pintura, labores artísticas, corte y confección, contabilidad, taquigrafía, mecanografía, clases nocturnas, etc. En esta misión de entrega a la educación pasó veinticinco años, hasta que fue nombrada superiora de la comunidad y responsable de las actividades de la casa (1935). Corrían los años conflictivos de la Segunda República, a los que pronto se sumarían los de la Guerra Civil, durante los cuales simultaneó, con las hermanas de la comunidad, la atención al colegio y a los heridos de los hospitales de campaña instalados en la ciudad. En estos años desarrolló su creatividad e ingenio para ayudar a cuantas personas llamaban a las puertas de la casa.
Terminada la contienda, y dentro del ambiente de restauración de la posguerra, logró el reconocimiento del colegio como centro de bachillerato y enseñanzas técnicas. Seguidamente fue nombrada comisaria o inspectora regional de las comunidades de Zamora y Salamanca (1945). Su preocupación por la educación del mundo rural la llevó a crear escuelas en los pueblos de Castilla, enviando dos o tres hermanas de su comunidad a Villardeciervos (1941), Corrales del Vino y Fuentesaúco (1949), y el nuevo Colegio de San Vicente de Paúl en Benavente (1955), dentro de la provincia de Zamora. Y en la provincia de Salamanca: Peñaranda (1948), escuelas de La Milagrosa en el barrio de la Prosperidad de la capital (1949), El Bodón (1951), Alba de Tormes (1956) y Lumbrales (1957). A esta labor de educación popular se une la creación de la residencia universitaria La Milagrosa, en la capital salmantina, para las alumnas que cursaban estudios superiores, y la preocupación de que las hermanas confiadas a su dirección realizasen estudios universitarios a fin de capacitarse para educar bien y dirigir colegios y escuelas con la debida preparación pedagógica, pastoral y científica. Durante los cuarenta y siete años de su primera estancia en Zamora, llevó a cabo una importante tarea de ampliación y modernización del Colegio de La Milagrosa, llegando a instalar en él la escuela de magisterio de la Iglesia (1957), desde donde se llevó a cabo una labor educativa en red, con un proyecto de valores cívicos, morales y religiosos sólidos.
A la muerte de su visitadora, sor Justa Domínguez de Vidaurreta, fue nombrada sucesora suya (25 de diciembre de 1958), prosiguiendo su labor educativa y promocional a través de sus visitas y actividades de gobierno.
Un artículo publicado por el diario El Correo de Zamora (26 de diciembre de 1958) hace un balance de su misión en Zamora y alrededores, afirmando: “Con este bagaje de realizaciones, esfuerzos, iniciativas, experiencias e ilusiones llega sor María a la responsabilidad de visitadora provincial”. A partir de esta fecha, residió en la casa central de las Hijas de la Caridad de José Abascal, n.º 30, en Madrid, dedicada de lleno al gobierno de las numerosas comunidades y más de once mil hermanas.
Durante los años de su mandato, impulsó la apertura de numerosas escuelas en zonas rurales.
En el otoño de 1964 se reorganizaron las Hijas de la Caridad en España y se estableció una zonificación más descentralizada, cesando como visitadora provincial.
Seguidamente, volvió a su colegio de La Milagrosa de Zamora. Allí permaneció hasta su muerte (25 de marzo de 1978). Su nombre y su memoria están vinculados a la acción educativa de los pueblos salmantino y zamorano, donde pasó la mayor parte de su vida.
Obras de ~: “El Colegio Medalla Milagrosa de Zamora”, en Hoja pedagógica, Madrid, septiembre de 1945, págs. 33-34.
Bibl.: P. Nieto, “Las Hijas de la Caridad en Zamora”, en Anales de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad (ACMHC), XXIX (1921), págs. 217-248; Anónimo, “Sor María Sanz, visitadora provincial”, en El Correo de Zamora, 26 de diciembre de 1958; Anónimo, “Sor María Sanz, nueva Visitadora”, en ACMHC, LXV (1959), págs. 7-8 y 83-86; sección “Noticias de la Casa Central de las HC”, en ACMHC (1959- 1964); Anónimo, “La nueva Visitadora de las HC”, en La Milagrosa (Madrid) (marzo de 1959), pág. 911; Anónimo, “Portada”, en Troquel (Madrid) (febrero-marzo de 1959), págs. 1-2; Anónimo, “Sor María Sanz ha muerto” en ACMHC, XXXVI (1978), pág. 394; VV. AA., Sinfonía para un centenario (1903- 2003), Zamora, Imp. Diputación Provincial, 2003, págs. 11-12.
Ángeles Infante Barrera, HC