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Juan de Briviesca de Muñatones

Biografía

Briviesca de Muñatones, Juan de. ?, p. t. s. XVI – Huéscar (Granada), 8.I.1570. Alcalde mayor de Galicia, alcalde de Casa y Corte, miembro del Consejo Real y de la Cámara.

Existe una gran dificultad para separar las vidas de los numerosos hermanos Briviesca, tal como afirma A. Marichalar, que supone incentivo adicional para encarar sus biografías. Su inicio en la Administración fue a buen seguro ayudado por su padre, el licenciado Juan Sánchez de Briviesca, alcalde de Casa y Corte. La familia tenía su solar en el pueblo del mismo nombre, señorío de los condestables, donde Pedro Ruiz de Briviesca dejó fundada en 1513 capilla en la iglesia colegial. Casado con Juana de Muñatones, de familia vizcaína radicada desde el siglo xiii en San Juan de Músquiz, Sánchez de Briviesca contó con los apoyos necesarios para favorecer con mercedes a sus hijos, como demuestra el hecho de que por Cédula de 26 de septiembre de 1525, su hijo Gracián de Briviesca fuera nombrado capellán del Emperador. Por su parte, fray Juan de Briviesca fue predicador de Carlos V desde el 18 de agosto de 1540 hasta 1556, con sueldo de 60.000 maravedíes anuales. Igualmente, y en consideración a lo que sirvió Francisco de Muñatones al príncipe, el Emperador decidió que su hermano Ortega de Briviesca le sirviera como mozo de cámara en sustitución de su difunto hermano, plaza que sirvió entre 1544 y 1548. Bien entrado ya el siglo xvii, la estirpe de Muñatones ejemplificó la ironía con que la novela picaresca española tomaba la gloria de los antepasados. En el capítulo primero de La vida de Estebanillo González, “En que da cuenta de su nacimiento, estudios y travesuras, y de un chiste donoso que le sucedió con un valiente y el viaje que hizo de Roma a Liorna”, situado entre 1608 y 1621, su hermano mayor le reprendía en la niñez sus trapazas con el argumento de que descendía, por parte de madre, “[...] del ilustre y antiguo solar de los Muñatones, cuyos varones insignes fueron conquistadores de Cuacos y Jarandilla, y los que en batalla campal prendieron a la serrana de la Vera y descubrieron el archipiélago de las batuecas [...]”, entre otras afirmaciones de este género. Estebanillo opina al respecto: “Reíame yo de todos estos disparates, y por un oído me entraba su reprensión, y por otro me salía”.

Colegial del Arzobispo, tras licenciarse Juan en Leyes, el amparo de su padre y el grupo de origen “fernandino” que dominaba la Corte le permitieron desempeñar plaza de alcalde mayor de Galicia, cargo en el que coincidió con el licenciado Menchaca, si bien sus protectores mostraron voluntad constante de traerlo a la Corte. Este momento llegó con su promoción a alcalde de Casa y Corte el 28 de febrero de 1543, que trajo consigo el cuidado del Archivo de Simancas. Una cédula publicada por Marichalar, que este autor fecha en 1540 pero debe de ser posterior a su nombramiento como alcalde, decía: “Licenciado Briviesca, que al presente tenéis cargo del Archivo de las escripturas que están en la fortaleza de Simancas, por el licenciado Muñatones vuestro hermano, alcalde de mi Casa y Corte, que principalmente tiene el dicho cargo [...]”. No obstante, el licenciado desempeñó fugazmente esta tarea a causa del importante cometido que de inmediato le encargó el Emperador: la aplicación de la justicia cerca de su persona, en el curso de la jornada iniciada en mayo de 1543.

En esta comisión tuvo la oportunidad de asistir a la batalla de Mühlberg, y se le ha atribuido una intervención decisiva en el perdón al elector Juan Federico de Sajonia. La satisfacción de Carlos V con su labor durante la itinerancia regia se tradujo en la repetida propuesta para formar parte del Consejo Real, pero de momento sólo se legalizó su ocupación como archivero de Simancas por Título dado en Augusta el 11 de febrero de 1548. La expedición de Título del Consejo tuvo que esperar hasta el 1 de septiembre de 1554, en Betuña. El nombramiento tenía el objeto de legalizar su entrada en la cámara que acompañaba al Emperador en la gestión de la gracia, en lugar del licenciado Juan Rodríguez de Figueroa. En este ejercicio, las intervenciones de Briviesca fueron variadas e importantes. Además de emplearse como enlace entre la corte del Emperador y la de su hijo, fue testamentario del primero y su rúbrica constó en la abdicación en favor de don Felipe, el 16 de enero de 1556.

De regreso en Castilla, Juan Briviesca se incorporó a la cámara de la princesa Juana a partir del 8 de agosto, con los licenciados Otalora y Velasco y Juan Vázquez de Molina como secretario. Con este último, Briviesca compartió un sentido protector de las gracias eclesiásticas conquistadas por los reyes de Castilla, que les condujo a reivindicar la percepción de subsidio y cruzada revocados por Paulo IV y apoyar las medidas tomadas por Felipe II en el conflicto que le enfrentó al Papa. Eran credenciales apropiadas para su envío como gobernador del arzobispado de Toledo tras la muerte del cardenal Silíceo (junio de 1557), con objeto de secuestrar sus bienes y frutos y así impedir su beneficio por la sede apostólica. Su última labor como gobernador fue la toma de posesión de la mitra toledana el 8 de marzo de 1558 en nombre de Carranza. Se reincorporó a continuación al despacho rutinario de la cámara de la princesa. Decidida por los organismos residentes en Valladolid la necesidad de urgir a Felipe II su regreso a Castilla, el Consejo Real eligió como diputado para hacérselo ver en persona al licenciado Juan Briviesca de Muñatones, aunque no parece que realizara esta embajada.

Por entonces, su presencia en las comisiones constituidas por el inquisidor general para determinar sobre los luteranos de Valladolid y sobre el arzobispo Carranza reflejó una sintonía con Fernando de Valdés, inadecuada para el desarrollo político que estaba consumándose.

Consolidado Ruy Gómez tras la jornada europea de Felipe II como su principal consejero, Briviesca no pudo evitar su salida de la Corte en la primavera de 1560 hacia Lima como juez de la Perpetuidad.

Con ello, el licenciado dejó de ejercer en el Consejo Real y como tenedor del Archivo de Simancas, entregando el rey los 100.000 maravedíes correspondientes a cada ocupación a sus hijas, por sendas Cédulas de 25 de agosto de 1559. Las irregularidades en las que incurrió en este cargo propiciaron su destitución y encarcelamiento, si bien no tardó en ser rehabilitado. Tomó el hábito de Calatrava y retornando a la cámara entre agosto de 1567 y mayo de 1569. Tras su reingreso intervino, en primer lugar, en las diferentes juntas encargadas de dictaminar sobre el comportamiento del príncipe Don Carlos, mostrando una comprensión compartida por otros letrados, como Hernán Suárez de Toledo. En su dictamen, al tiempo que imponía la pena que las leyes exigían para el comportamiento del príncipe, la muerte, ofrecía al Rey la argucia de eximir al heredero de las leyes ordinarias, opinión a la que se adhirieron Ruy Gómez y Espinosa.

Seguidamente le ocuparon cuestiones relacionadas con el reino de Granada, en las que apoyó la transigencia con la minoría morisca sostenida por el marqués de Mondéjar ya iniciada la rebelión, materializada en la permanencia de la población en el Albaicín, La Vega y la Sierra. Muy pronto tuvo ocasión de exponer sus ideas sobre el terreno, pues —enviado por el Rey a tener “cuenta con su hacienda”— cumplió eficazmente labores de veedor en la Guerra de las Alpujarras con la ayuda del contador Salablanca, aunque no pudo evitar irregularidades. Allí encontró la muerte el 18 de enero de 1570, en la localidad de Huéscar. El 26 de septiembre de 1571 se hizo merced a sus hijas Luisa y Casilda, habidas de su matrimonio con Jerónima Carvajal, de su quitación hasta que fuera provista su plaza. La presentación que Diego Hurtado de Mendoza hizo de su persona, como hombre “en diversos tiempos de próspera y contraria fortuna” representó la inestabilidad cortesana que sacudió la transición entre el reinado del Emperador y el de su hijo.

Juan Briviesca de Muñatones no debe ser confundido con su hermano Gracián Briviesca de Muñatones, quien fue colegial del Arzobispo en Salamanca, alcalde de la Chancillería de Valladolid (plaza en la que asumió el cuidado del Archivo de Simancas en nombre de su hermano Juan, al menos desde septiembre de 1540, hasta que fue nombrado en firme en 1548. Su trayectoria administrativa tuvo lugar a la sombra del marqués de Mondéjar, pues formó parte de los organismos que sucesivamente presidió: el Consejo de Indias (1549-1560) y el Consejo Real (1559-1567).

 

Bibl.: Marqués de Pidal y M. Salvá, Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (CODOIN), vol. 28, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1856, págs. 34 y 41; D. de Simancas, “La vida y cosas notables del Señor Obispo de Zamora Don Diego de Simancas, Natural de Córdoba, Colegial del Colegio de Santa Cruz de Valladolid, escrita por el susodicho”, en M. Serrano y Sanz (ed.), Autobiografías y Memorias, Madrid, Baily-Baillière, 1905, pág. 154; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, vol. I, Sevilla, Imprenta Carmona, 1935, págs. 16 y 76; A. Marichalar, “Tres figuras del xvi. Hernán Suárez de Toledo, Felipe de Borgoña y Briviesca Muñatones”, en Escorial, 17 (1944), págs. 9-67, espec., pág. 66; L. Ferrer Ezquerra y H. Misol García, Catálogo de colegiales del Colegio Mayor de Santiago el Cebedeo del Arzobispo, de Salamanca, Salamanca, Universidad, 1956; F. Menéndez Pidal de Navascués, “Hidalgos talaveranos: el Dr. Hernán Suárez de Toledo y su linaje”, en Hidalguía, 148-149 (1978), pág. 557; L. Fernández Vega, La Real Audiencia de Galicia. Órgano de Gobierno en el Antiguo Régimen. 1480-1808), La Coruña, Diputación Provincial, 1982, 3 vols.; D. Hurtado de Mendoza, Guerra de Granada, Madrid, Castalia, 1986, págs. 80 y 96; P. Gan Giménez, El Consejo Real de Carlos V, Granada, Universidad, 1988, pág. 226; J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales, “La administración de la gracia real: los miembros de la Cámara de Castilla (1543-1575)”, en J. Martínez Millán (dir.), Instituciones y Elites de Poder en la Monarquía Hispana durante el siglo xvi, Madrid, Universidad Autónoma, 1992, págs. 37-38 y 40; L. Cabrera de Córdoba, Historia de Felipe II, rey de España, ed. de J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales, vol. I, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1998, págs. 39 y 124; J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales, Felipe II (1527-1598).

La configuración de la Monarquía Hispana, Salamanca, Junta de Castila y León, 1998, pág. 334; Anónimo, La vida de Estebanillo González, Madrid, Espasa Calpe, 2003, pág. 22.

 

Ignacio J. Ezquerra Revilla

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