Armenteros, Diego. ?, p. m. s. xvi – 1604 post. Consejero de Indias.
Probablemente relacionado con la familia de Tomás de Armenteros, secretario privado de la duquesa de Parma que destacara especialmente en el apartamiento de Granvela, aquel vínculo debió de facilitar sin duda su ascenso en la administración. Indicio de ello es que su nombre apareciera dos veces en el libro de gobierno del cardenal Espinosa entre los que pretendían oficios “de asiento”, en una ocasión, propuesto precisamente por la propia duquesa de Parma. Al inicio de su carrera ejerció como corregidor en diferentes destinos. Ya el 22 de noviembre de 1566 el Consejo Real aprobaba su residencia como corregidor de Tenerife y La Palma. Posteriormente, el 4 de agosto de 1570, se consultó su residencia como alcalde mayor del adelantamiento de León, tarea informada favorablemente y en la que contribuyó en la recolección de libros para la biblioteca de San Lorenzo dirigida por Ambrosio de Morales, requisando unos pertenecientes al conde de Luna. Igualmente, el 17 de julio de 1579, el Consejo Real consultó a Felipe II la residencia del licenciado Armenteros en el corregimiento de Segovia y el 26 de agosto de 1583 en el corregimiento de Valladolid, informadas ambas consultas de forma favorable. Posteriormente, fue nombrado alcalde del Crimen de la Chancillería de Granada, con título de 10 de octubre de 1584, en lugar del licenciado Pedro Bravo de Sotomayor, nombrado alcalde de Casa y Corte. Aquí continuó con su tarea recolectora, reclamando papeles y libros de autores extranjeros de parte del Rey al licenciado Benito Rodríguez Valtodano.
También se atrajo el rencor de la duquesa de Feria por su manera de actuar contra su hijo. Igualmente, recibió el encargo del Rey de cometer una visita a Francisco Duarte, provisor de la Armada responsable de graves y permanentes irregularidades en la búsqueda de pertrechos, y a su hijo y subordinados, por cédula de 9 de febrero de 1586. Sus pesquisas en este cometido, le convirtieron en objeto de amenazas por parte de los intermediarios enriquecidos por el provisor. Tal vez debido a ello, solicitó su traslado a la Corte. Junto a su eficacia en estas y otras comisiones que le fueron encomendadas, el insistente apoyo que recibió del conde de Barajas, Francisco Zapata de Cisneros, a la sazón presidente del Consejo de Castilla, le ayudó a llegar a esta Corte. Así, por ejemplo, el 9 de agosto de 1587, cuando se hallaba en Sevilla a causa de la comisión relacionada con Duarte, el presidente ponderaba al Monarca lo bien que él mismo le conocía. Armenteros fue finalmente recibido como alcalde de casa y corte en lo criminal el 22 de agosto de 1589, con título de un mes antes, mientras continuaba ejecutando la compleja inspección que se le había encargado. Sin embargo, su actuación inicial no terminó de satisfacer al presidente como manifestó en el memorial que envió al Rey el 5 de octubre de ese mismo año, comentando el comportamiento y aptitud de los alcaldes. En él decía entre otras cosas, que le parecía juez entero y experto y que tenía facilidad para el delicado entendimiento de causas criminales a pesar de que tendía a sentenciar más guiado por su intuición que por los méritos del proceso, sin embargo, su edad y la pereza no le facilitaban para el trabajo de las rondas y aquellas otras actuaciones a las que habían de acudir personalmente los alcaldes. Con todo, en su puesto cortesano continuó ocupándose de la visita de Francisco Duarte y sus ramificaciones con mayor seguridad, junto a nuevas causas. Una de ellas fue la relativa a la acuñación de plata labrada con falta de ley en Castilla, ocasión en la que se puso de manifiesto la confianza del Monarca en Armenteros, cuando el Monarca le prohibió comunicar al presidente del Consejo Real, Rodrigo Vázquez de Arce, que había recibido comisión al respecto, y le fue confiada la adquisición de ciertas cantidades de plata en Granada. Otra de estas actuaciones estuvo relacionada con la hacienda de Antonio de Guevara.
Desde el 27 de julio de 1594 fue promocionado a consejero de Indias, con título extendido cuatro días antes. En su nuevo destinó prodigó consejos sobre el funcionamiento judicial que no fueron atendidos, pese a valorarse su formulación, y condujo una comisión muy relacionada con su carrera anterior, una visita de las galeras cuyos resultados se anunciaron importantes desde un principio, como se deduce del hecho de que Armenteros fuera preguntado en su curso por el sentido de sus indagaciones respecto a personajes como Miguel de Oviedo, a quien el Consejo de Italia deseaba aumentarle de cien a doscientos ducados la renta de un hijo suyo en Nápoles. Concluida la visita en 1596, de ella salieron tocados grandes personajes cortesanos como el adelantado y un compañero del Consejo de Indias, razón por la que Felipe II decidió constituir un tribunal especial de seis miembros para dirimir las apelaciones, sustrayendo esta potestad a los alcaldes. Ante tal resolución, Armenteros comunicó al Rey los miembros del Consejo Real inhábiles para formar parte del tal comité, bien a causa de sus relaciones con los encartados, bien por otros motivos (todos salvo Guardiola, Tejada, Valladares, Sarmiento y Gasca) y defendió la entrada en el mismo de los alcaldes Gudiel y Barrionuevo. Pese a que el licenciado Valladares Sarmiento apoyó el punto de vista de Armenteros, finalmente fue desatendido.
La gran influencia de estos personajes hizo inútiles sus oficios y le originó una abierta oposición dentro del mismo Consejo de Indias, encabezada por Pedro Díaz de Tudanca, que le condujo al aislamiento político en el seno del organismo. Los últimos años de su carrera política confirmaron la opinión dominante en la Corte sobre su tendencia a actuar libre de compromisos.
Obtuvo autorización real para casar a su hija con el licenciado Hernando Ramírez, hijo del doctor Ramírez, ex oidor de la Chancillería de Valladolid, por quien intercedió para la obtención de algún oficio en 1594. Permaneció como consejero hasta el 8 de julio de 1604, fecha en que se retiró.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Consejos Suprimidos, lib. 721, fols. 16, 27 y 55r.; lib. 707, fols. 8r., 20v., 26r., 31v., 35r., 188v. y 200r.; Archivo Zabalburu, carpetas 147 y 148, n.os 169 y 171 y n.º 47, respect.; Instituto Valencia de Don Juan, envío 16, caja 27 bis; envío 21, caja 32 n.º 1543; envío 28; envío 43 caja 55, n.º 54; envío 58, caja 78, cuad. II, n.º 12; envío 63, caja 85, fols. 34r.-35r.; envío 92, caja 133, cuaderno 5, fols. 2r., 42v., 57v., 60v., 99r., 136v. y 172; Bristish Library, add. 28.345, fols. 136r.-137v.; add. 28.346, fols. 282r.-283v.; add. 28349, fol. 212; Archivo General de Simancas, Contaduría Mayor de Cuentas, 1.ª época, leg. 1688.
P. Gan Giménez, La Real Chancillería de Granada (1505- 1834), Granada, Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 1988, pág. 189; J. Martínez Millán, “Un curioso manuscrito: el libro de gobierno del cardenal Diego de Espinosa (1512?-1572)”, en Hispania, 183 (1993), pág. 334 y 337; I. J. Ezquerra Revilla, “Diego de Armenteros”, en J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales (dirs.), Felipe II 1527-1598. La configuración de la Monarquía hispana, Salamanca, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1998, pág. 327; E. Schaefer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, vol. I, Madrid, Marcial Pons-Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 2003, pág. 339; I. J. Ezquerra Revilla, “Diego de Armenteros”, en J. Martínez Millán y S. Fernández Conti (dirs.), La Monarquía de Felipe II: la Casa del rey, vol. II, Madrid, Fundación Mapfre Tavera, 2005, págs. 748-751.
Alejandro López Álvarez