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María de Velasco y Mendoza

Biografía

Velasco y Mendoza, María de. ?, c. 1458 – Roa (Burgos), 1509. Noble.

Fue señora principal perteneciente al importante linaje de los Velasco y nieta por vía materna del famoso marqués de Santillana. Sus padres fueron el condestable Pedro Fernández de Velasco y Mencía de Mendoza, siendo sus hermanos los condestables Bernardino e Íñigo Fernández de Velasco.

Nacida hacia 1458, pues en 1492 tenía 34 años, fue prometida por sus padres con el poderoso Juan Pacheco, maestre de Santiago y marqués de Villena, en 1472, apenas alcanzada la edad núbil. El matrimonio tenía como objetivo reforzar la posición de ambas casas en los turbulentos años finales de Enrique IV, donde la sucesión al trono quedaba abierta a la disputa entre la princesa Juana, motejada como la Beltraneja, y los futuros Reyes Católicos.

Este primer matrimonio de María de Velasco no se prolongó más allá de diciembre de 1474 y del mismo nació una hija póstuma, Mencía Pacheco, a quien le cupo la villa de Riaza como herencia y quien casó con Diego de Cárdenas, I duque de Maqueda. De esta forma Riaza quedó vinculada a la casa de los Maqueda.

No permaneció María de Velasco muchos años viuda, pues en 1479 casó con Beltrán de la Cueva, I duque de Alburquerque, el otro gran privado de Enrique IV. María hubo de afrontar en los primeros años de matrimonio la oposición del duque, quien según una protesta ante notario de 1483 declaraba haberse visto obligado al casamiento por miedo a su suegro el condestable. De hecho, ya desposada María de Velasco permaneció bajo la custodia del conde de Miranda, “secuestrada”, como medida de presión sobre el I duque de Alburquerque, para conseguir que este accediese a lo que se le exigía. Buena prueba de estas dificultades es que el primer hijo, Cristóbal de la Cueva, se demoró hasta noviembre de 1488. Luego siguieron una hija fallecida niña y otro varón, Pedro de la Cueva. Pese a ello, la duquesa de Alburquerque supo ganar la confianza de su marido, quien a la postre le concedió el lugar preferente en la escultura fúnebre que adornaba la capilla mayor del panteón ducal en San Francisco de Cuéllar. De este modo, María de Velasco logró para sí y sus hijos una buena posición para después de los días del duque de Alburquerque según atestigua su testamento.

La actuación de María de Velasco en defensa de los intereses de sus hijos es ejemplo de la capacidad de acción de que disponían las mujeres de las élites en el periodo moderno. Sus decisiones resultaron cruciales tanto para la configuración territorial del señorío que disfrutaría su primogénito como para los de los duques de Alburquerque. Así, lograría en un acuerdo con el II duque de Alburquerque desgajar Roa de Duero del patrimonio de los Alburquerque para convertirla en la piedra angular del estado señorial de su hijo Cristóbal de la Cueva. Por otra parte, María de Velasco hizo valer su sangre Velasco para negociar con su pariente el II conde de Siruela el matrimonio entre la hija y heredera de este, Leonor de Velasco, y el citado Cristóbal. También procuró ciertas obras en sus señoríos para favorecer la riqueza agrícola, caso de Riaza, donde se construyó una importante presa. Para su hijo menor, Pedro de la Cueva, buscó acomodo en la Iglesia, aunque esta iniciativa no prosperó por la negativa de Pedro.

Falleció María de Velasco en Roa de Duero en 1509, tras procurar la concordia entre sus dos hijos para evitar pleitos a su muerte. En sus años de viudedad algunas fuentes la denominan “duquesa de Roa”, como una entrada del libro de actas de 1506 del regimiento de Burgos o una carta de 1507 del secretario Conchillos al secretario Miguel Pérez de Almazán, aunque no parece que nunca se le expidiera tal título, pues en documentos dirigidos por los Reyes Católicos a María de Velasco en 1497 y 1499 se refieren a ella como duquesa de Alburquerque. En este sentido, puede entenderse más como un título de cortesía social, que no evitó que el VIII conde de Siruela pretendiera rehabilitar el título en 1646.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Casa Ducal de Alburquerque (ACDA), 5 nº 17; ACDA, 5 nº 22; ACDA, 10 nº 23; Archivo General Simancas (AGS), Cámara de Castilla, Diversos, leg. 37, doc. 26; AGS, Cámara de Castilla, Diversos, leg. 37, doc. 27; AGS, Registro General del Sello, leg. 1497-8, doc. 146; Archivo Histórico Nacional (AHN), Consejos, lib. 2755, fol. 227r; Archivo Histórico de la Nobleza (AHNob), Fernán Núñez, c. 101, doc. 14; AHNob, Fernán Núñez, c. 17, doc. 5(3); AHNob, Fernán Núñez, c. 89, doc. 22 (1 y 3); Archivo Municipal de Burgos, Libros de Actas, 43, fol. 190v; Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (ARChV), Registro de Ejecutorias, c. 135, doc. 34; Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss. 2018, Descendencia de la casa y linaje de Velasco.

P. Salazar y Mendoza, Origen de las dignidades seglares de Castilla y León, Toledo, impreso por Diego Rodríguez de Valdivieso, 1618, fol. 122r; A. Rodríguez Villa, La Reina Doña Juana La Loca: estudio histórico, Madrid, Librería de M. Murillo, 1892, págs. 156; A. Rodríguez Villa, “Un cedulario del Rey Católico (1508-1509)[II]”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, LV (1909), págs. 137-272; G. Fernández de Oviedo, Batallas y quincuagenas, t. 1, Madrid, Real Academia de la Historia, 1983, págs. 97-98, 108-109, 403; F. Fernández de Béthencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, Casa Real y Grandes de España, t. X, Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2003, pág. 224; A. Franco Silva, Estudios sobre don Beltrán de la Cueva y el ducado de Alburquerque, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2002, págs. 46-51; A. Franco Silva, “Las mujeres de Juan Pacheco y su parentela”, en Historia, Instituciones, Documentos, 36 (2009), págs. 161-182.

 

Diego Pacheco Landero

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