Tello y Muñoz, Jorge Francisco. Alhama de Aragón (Zaragoza), 23.IV.1880 – Madrid, 28.IX.1958. Médico, catedrático, histopatólogo.
Realizó la carrera en el Colegio de San Carlos de Madrid obteniendo el grado de licenciado con Premio Extraordinario. Aunque en un principio se decantó por la cirugía por influencia de José Ribera Sans, tras obtener una plaza de alumno interno por oposición en las asignaturas clínicas, solicitó un cambio de destino dentro del Hospital concretamente a la Cátedra de Histología y Anatomía Patológica, lo cual le fue concedido. Ya por entonces, mostró un enorme entusiasmo por la histología, hasta el punto de comprarse con sus ahorros un microscopio para seguir estudiando en su casa. Santiago Ramón y Cajal, viendo su capacidad de entrega, trabajo y vocación, rápidamente le distinguió y le solicitó su incorporación plena a la cátedra cuando acabase la carrera. Terminada ésta, se integró en ella, siendo considerado especialmente por Cajal. En 1903 accedió al grado de doctor con la tesis Terminaciones nerviosas sensitivas en los pelos y otros órganos, que fue calificada con Premio Extraordinario. Ya doctor, en 1903 Cajal le hizo ayudante de clínica primero con carácter interino, pasando al año siguiente a ser ayudante numerario.
Su carrera universitaria continuó siempre junto a Cajal; fue nombrado en 1905 profesor auxiliar de Histología y Anatomía Patológica de la Facultad de San Carlos de forma interina, y pasó a ser profesor auxiliar numerario en 1910. Su trabajo transcurrió en esos años, siempre al lado de Cajal, entre la Cátedra, el Laboratorio de Investigaciones Biológicas del cual fue nombrado ayudante en 1907 y el Instituto Cajal.
Años después, en 1912, fue nombrado jefe de sección de dicho Instituto.
Influido por su maestro profundizó en su formación y decidió marcharse al extranjero. En 1911 le fue concedida una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios para desplazarse a Berlín donde trabajó con Lentz en el Instituto Koch para el estudio de enfermedades infecciosas, a la vez que acudía al Hospital Moabit trabajando en anatomía patológica con Clement Benda. Fue allí donde comenzó sus estudios sobre la hipófisis, estudios que años después le llevarían a distinguir en su lóbulo anterior un retículo fibrilar distinto al descrito hasta ese momento.
De vuelta a Madrid, continuó junto a su maestro en la Cátedra, compaginando dicha labor con una nueva responsabilidad fruto de su formación en Berlín, ya que en 1912 fue designado jefe de la Sección de Epidemiología del Instituto Nacional de Higiene de Alfonso XIII, Instituto del que más tarde sería su director en 1920. Su vida estuvo permanentemente unida a Cajal, ya que éste siempre confió ciegamente en él, pudiéndosele considerar el primer discípulo de Cajal y con el que más años permaneció unido, prácticamente desde primeros de siglo hasta su fallecimiento.
Durante los años siguientes asumió cuantas funciones o responsabilidades le asignaba su maestro, por lo que no es de extrañar que desempeñara un sin fin de cargos de confianza. Entre ellos, cabe destacar el de subdirector del Instituto Cajal en 1922, del cual sería en 1934 nombrado su director, sucediendo a su maestro.
Cajal tenía especial empeño en ver culminada las obras del nuevo Instituto que llevaría su nombre y que por malentendidos, modificaciones del proyecto original, trámites administrativos, etc., se retrasaba de forma exagerada e injustificada. Ante tantos problemas, Cajal pensó que nadie mejor que Tello para acompañarle en llevar a término dicho cometido.
En 1925 fue nombrado encargado de la Cátedra de Histología e Histoquimia Normal y Anatomía Patológica, y en 1926 ganó por oposición la Cátedra de Histología y Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina de Madrid, vacante por jubilación de su maestro.
Esta Cátedra había sido ocupada durante algo más de un año por Luis del Río Lara, el cual se trasladó desde Zaragoza para ocupar la vacante de Cajal.
La trayectoria de Tello estuvo marcada por dos fases bien diferentes. Una antes de la Guerra Civil Española junto a su maestro, y luego como catedrático y director del Instituto Cajal; y otra tras ésta, en la que permaneció diez años separado de sus cargos sin poder generar la ciencia que llevaba dentro, por lo que su aportación científica en ese período fue menor.
Para su desdicha, cuando fue repuesto en la Cátedra, aunque coincidió con la jubilación, comenzó a perder vista como consecuencia de una atrofia de la mácula, lo cual le impedía trabajar junto al microscopio. Con independencia de esta segunda fase de su vida, Tello fue el primer discípulo y continuador de la obra de Ramón y Cajal, siendo quien con mayor dedicación siguió sus estudios y defendió la teoría del neurotropismo de su maestro. Las aportaciones de Tello fueron, sin lugar a dudas, importantes. Una de ellas es la demostración de que el retículo neurofibrilar no es un aparato fijo y estable, sino que tiene capacidad de transformarse de forma reversible en condiciones fisiológicas. Esto lo puso de manifiesto al estudiar las neurofibrillas de reptiles en estado de hibernación, observando cómo éstas son en esa situación más escasas y de gran grosor, en comparación con animales en condiciones normales. Estos trabajos fueron los primeros que se realizaron mediante el método de nitrato de plata, tinción que acabada de ser inventada e introducida por Cajal.
Entre sus otras muchas contribuciones, sobresale también la demostración de un retículo argentófilo en las células conjuntivas embrionarias, así como en las células de lóbulo anterior de la hipófisis. Destacan además sus importantes trabajos sobre la estructura de las placas motrices, observando cómo en un nervio motor seccionado el proceso de regeneración tiene lugar a través de las vainas de Schwann degeneradas para llegar a la fibra muscular estriada. En esta situación los núcleos de la placa motriz dañada actúan como atrayendo a los elementos regenerados insinuándose una marcada ramificación. Otra aportación suya es la observación de cómo en las glándulas sebáceas y mamarias, durante la secreción se suceden dos estados en el retículo de Golgi: en primer lugar se produce una hipertrofia de éste y a continuación se disgrega y dispersa. Este hecho fue confirmado posteriormente por otros autores. Tello, además de gran histólogo, fue un destacado bacteriólogo y sanitario.
Desde su puesto en el Instituto Nacional de Higiene trabajó activamente en el control de diversas epidemias, y acometió a partir de 1920 la reorganización y renovación del mismo.
El prestigio de Tello fue de gran magnitud. Este reconocimiento tuvo su máxima expresión en su ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina de la que fue elegido académico de número en 1923, con el discurso Ideas actuales sobre el neurotropismo.
Tomó posesión del Sillón número 40 que había ocupado Antonio Fernández Chacón Moreno, y fue contestado, para su satisfacción y orgullo, por su maestro Ramón y Cajal. El discurso de contestación de Cajal estuvo lleno de palabras de admiración para su discípulo, admiración permanente desde que le conoció de estudiante. La lectura de este discurso demuestra cuánto veía de bueno Cajal en él, y de la descripción que hace de sus aportaciones científicas cabe desprender el alto valor que su maestro le daba como continuador y defensor de su obra. El reconocimiento académico a Tello es sólo uno más de los que recibió a lo largo de su vida, aunque a él lo que más le satisfacía era el laboratorio, la enseñanza, las publicaciones y el microscopio que tenía en su casa, como solía repetir a sus discípulos.
En 1929, se desplazó a México, donde impartió un importante curso teórico-práctico en el Instituto Hispano-Mexicano por designación de la Junta de Ampliación de Estudios. En él presentó un sin fin de preparaciones, realizadas muchas de ellas por su maestro o por él mismo, e impartió un total de once lecciones teóricas. Este curso fue un éxito por cuanto muchos médicos mexicanos pudieron ver de forma directa la práctica de los métodos de tinción realizados por el propio Tello.
En 1932 se creó la Comisión para las Investigaciones Sanitarias, de la cual fue su presidente, con Gregorio Marañón, Gustavo Pittaluga, Teófilo Hernando y José Domingo Hernández Guerra como vocales y secretario respectivamente. Su labor en el área sanitaria se resume en el impulso que dio a la bacteriología y a la epidemiología sanitaria. Estallada la contienda civil, Tello fue ratificado en su cargo de director del Instituto Cajal, a la vez que fue nombrado en 1937 decano de la Facultad de Medicina. El gobierno, pensando que Madrid iba a ser tomado, le instó a trasladar el Instituto Cajal a Valencia, a lo cual se opuso, consiguió su objetivo y permaneció de director durante todo el resto de la Guerra Civil. Permaneció pues en Madrid y al terminar la guerra fue sometido a un expediente de depuración acusado de ser marcadamente izquierdista, ateo, librepensador y de haber prestado su adhesión al gobierno marxista. Tal expediente fue resuelto a su favor en 1945, aunque no fue repuesto en su plaza de catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid hasta 1949, unos meses antes de jubilarse.
Tello publicó un total de cincuenta y cuatro artículos en los años en que permaneció viva la figura de su maestro. Muchos de estos trabajos lo fueron en la revista Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas y no pocos, en el Boletín de la Sociedad Española de Biología. Parte de su producción científica la publicó en revistas extranjeras, fundamentalmente francesas o alemanas. En su historia como publicista se notan una serie de años vacíos de publicaciones, coincidentes con los diversos períodos de su vida. Llama la atención que entre los años 1916 y 1921 no publicó ningún trabajo sino tan sólo en 1918 un libro con Cajal, apenas alguno durante los años de la Guerra Civil, y posteriormente a partir de la terminación de ésta muy pocos debido a la falta de un laboratorio en que investigar, ya que había sido separado de la Cátedra.
De sus publicaciones sobresalen, además de sus múltiples contribuciones histopatológicas en revistas, sus colaboraciones con Ramón y Cajal en las últimas ediciones del Manual de Anatomía Patológica y nociones de Bacteriología Patológica, en el Manual técnico de Anatomía Patológica y en Elementos de Histología normal y de técnica micrográfica. Su pasión y reconocimiento por su maestro le llevó a escribir varios artículos sobre él. En realidad nadie conocía tan bien como él su personalidad científica y humana en base a la cantidad continuada de años que había pasado junto al científico y a la profunda confianza que siempre Cajal depositó en Tello. Entre ellos, destacan los referidos a su labor científica, histológica, un ensayo sobre su voluntad y un análisis general de su figura y de lo que representó para la Ciencia española y universal.
Uno de los aspectos de más interés en su obra fue su capacidad de crear escuela en el campo no sólo de la histología sino también en el de la anatomía patológica.
Ello debe considerarse de gran mérito, pues la figura de Cajal pesaba mucho sobre él y no sólo no se vino abajo cuando murió Cajal, como algunos presagiaban, sino que, por el contrario, unió a un numeroso grupo de colaboradores hasta crear una verdadera escuela. Algunos de ellos estuvieron un tiempo con Cajal en su etapa final, por lo que pueden considerarse dentro de la escuela de Tello. Un hecho trascendente, además, en la obra de Tello, es el que puede considerársele el iniciador de la primera escuela española de anatomopatólogos. Entre sus muchos discípulos destacaron, entre otros, Luis Rodríguez Illera, Luis Agustín Ruiz de Arcaute, Jorge Ramón Fañanás, Antonio Ruiz Falcó, Ramón Martínez Pérez, Julio Rodríguez Puchol, Pedro Rodríguez Pérez, Felipe Jiménez Asúa, Fernando de Castro Rodríguez, Julián Sanz Ibáñez y Pedro Toledo Moreno.
Obras de ~: “Contribución al conocimiento del encéfalo de los teleósteos y los núcleos bulbares”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 7 (1909), págs. 1-29; “La influencia del neurotropismo en la regeneración de los centros nerviosos”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 9 (1911), págs. 123-159; “Un curioso retículo de las células del lóbulo anterior de la hipófisis”, en Boletín de la Sociedad Española de Biología, 1 (1912); “Una variación más de los métodos de la plata para la rápida impregnación del tejido conectivo”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 12 (1914), págs. 285-288; “Algunas experiencias de los injertos nerviosos con nervios conservados in vitro”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 12 (1914), pág. 145; con S. Ramón y Cajal, Manual técnico de Anatomía Patológica, Madrid, Nicolás Moya, 1918; “El retículo argentófilo de las células conectivas”, en Zeischrift Anat. und Entwicklung, 65 (1922); “Génesis de las terminaciones nerviosas motrices y sensitivas”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 14 (1922); “Sur le formation des chaînes primarie et secondarie du grand sympathique dans l’embryon du poulet”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 23 (1925); con S. Ramón y Cajal, Elementos de Histología normal y de técnica micrográfica, Madrid, Tipografía Artística, 1928; con S. Ramón y Cajal, Manual de Anatomía Patológica y nociones de Bacteriología Patológica, Madrid, Tipografía Artística, 1930; “Contribution à la connaisance des terminaisons sensitives dans les organes ganitaux externes et de leer development”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 28 (1933); “Santiago Ramón y Cajal”, en Anales de Medicina Interna (1934); Cajal y su labor científica, Conferencia en la Universidad Central, Cátedra Valdecilla, Madrid, 1935; Cajal y su labor histológica, Madrid, 1935; “Evolution structure et conexions du corps mamillaire chez le souris blanche avec des indications chez d´autres mammiferes”, en Travaux du Laboratoire de Recherches Biologiques de L’Université de Madrid, 31 (1936-1937), pág. 77; “Sobre las células satélites en los nervios motores oculares y sobre la formación de los nervios motores y sus esbozos musculares”, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, 40 (1949), págs. 1-120; “Cajal o la voluntad”, en ABC (Madrid), 1 de mayo de 1952.
Bibl.: J. M. del CorraL, “Necrológica en Memoria del Excmo. Sr. D. Jorge Francisco Tello y Muñoz”, en Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, 75 (1958), págs. 403- 411; F. de Castro, “F. Tello, discípulo de Cajal”, en Revista Ibys, 17 (1959), págs. 134-144; F. Tello Valdivieso, “F. Jorge Francisco Tello. Esquema Biográfico”, en Revista Ibys, 17 (1959), págs. 109-133; A. P. Rodríguez Pérez, “La obra científica de J. Francisco Tello”, en Revista Ibys, 17 (1959), págs. 145-166; J. M. López Piñero, T. Glick, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, “Tello Muñoz, Jorge Francisco”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. II, Barcelona, Ediciones Península, 1983, págs. 347-348; R. González Santander, “Francisco Tello Muñoz”, en La Escuela Histológica Española. III. Oposiciones a Cátedras de Histología y Anatomía Patológica. Currículum Académico y Científico de sus Catedráticos. (1873-1950), Alcalá de Henares, Universidad, 1998, págs. 149-154 y 259-262.
Manuel Díaz-Rubio García