Hernando Ortega, Teófilo. Torreadrada (Segovia), 14.IV.1881 – Madrid, 10.III.1976. Médico especialista en terapéutica farmacológica y patología digestiva.
Sus padres fueron María Ortega y Pedro Hernando, médico, que abandonó el ejercicio al trasladarse a Madrid para facilitar los estudios de su hijo; al poco tiempo murió su esposa. Teófilo tuvo una hermana, llamada Teresa, quien contrajo matrimonio con el médico José Sánchez Covisa.
Teófilo Hernando comenzó el bachillerato en el instituto Cardenal Cisneros, de Madrid, y lo finalizó en el instituto de segunda enseñanza de la ciudad de Burgos. Estudió Medicina en la Facultad de Medicina de Madrid; obtuvo el grado de licenciado en junio de 1903 con la calificación de sobresaliente. Ya como estudiante era conocido entre sus compañeros y maestros por su afición a la lectura de libros extranjeros. Obtuvo por oposición puestos como el de interno del Hospital General de Madrid y del Hospital Clínico. Dos personas le influyeron de forma decisiva a lo largo de sus estudios: el cirujano Alejandro San Martín, quien le contagió sus ideas liberales, y Santiago Ramón y Cajal, quien le inculcó la rigurosidad científica y lo inició en la investigación.
Finalizados los estudios de la licenciatura, cursó las asignaturas de doctorado en 1904 y tres años más tarde presentó su tesis, Estudio crítico del tratamiento de la luxación congénita de cadera, que fue calificada con sobresaliente. Ese mismo año ingresó en el cuerpo de beneficencia y fue nombrado también profesor auxiliar interino de la Facultad de Medicina. En un primer momento pudo estar interesado por la cirugía dado el tema de su tesis y el hecho de que fuera ayudante de su maestro San Martín. También estuvo tentado por la histología, ya que colaboró un tiempo con el histólogo Nicolás Achúcarro. Sin embargo, finalmente, se decantó por la terapéutica.
En 1911 fue pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios para estudiar farmacología en el Instituto de Estrasburgo con el profesor Oswald Schmiedeberg. La farmacología es la disciplina médica que se ocupa de los remedios medicamentosos o fármacos. Hasta principios del siglo xix los medicamentos fueron sustancias naturales procedentes de los tres reinos, especialmente del vegetal. A lo largo de ese siglo, la terapéutica farmacológica sufrió cambios decisivos gracias al desarrollo de disciplinas básicas como la química y la biología. La primera etapa consistió en el aislamiento de los principios activos de los productos naturales. Le siguió la aclaración experimental del mecanismo de acción de los medicamentos en el organismo, que vino acompañada de la creación de centros consagrados al estudio de la farmacología experimental. Después surgió la síntesis química de medicamentos, muchos de los cuales actuaban sobre las causas de enfermedad. Pues bien, el Instituto que dirigió Oswald Schmiedeberg en Estrasburgo, y en el que completó sus estudios Teófilo Hernando, llegó a ser uno de los más importantes de la época. La capital alsaciana se convirtió en la meca mundial de la farmacología, donde acudían a aprender todos los que deseaban estar al tanto de los progresos de la floreciente farmacología experimental. Schmiedeberg combinó dos disciplinas: por una parte, la farmacología sensu stricto, y por otra, la fisiología y la fisiopatología experimental.
Después Teófilo Hernando marchó a Austria y Alemania a formarse en otro de los campos que cultivó: la patología digestiva. Ya en España había mantenido un estrecho contacto con Juan Madinaveitia, en el Hospital General de Madrid. Estuvo primero en la clínica médica del profesor Friedrich Kraus; después en la de enfermedades del aparato digestivo de Albrecht Albu, y en Dresde trabajó con el profesor Georg Kelling, uno de los pioneros en la aplicación de las endoscopias y las celioscopias.
En 1912 Teófilo Hernando Ortega ganó la cátedra de Terapéutica de la Facultad de Medicina de Madrid, con un tribunal que presidió Santiago Ramón y Cajal. Sustituyó a Manuel Márquez Rodríguez, quien, a su vez, había sustituido a Benito Hernando Espinosa. Desde que ocupara el puesto de catedrático Francisco Javier de Castro Pérez (1874-1887), la cátedra de Terapéutica Farmacológica disponía de laboratorio, herbario y jardín de plantas medicinales con más de cuatrocientas especies, aparte de un museo. Sin embargo, a pesar de haberse formado con Schmiedeberg, las clases de Hernando apenas contemplaron las tareas de laboratorio, como era habitual en la enseñanza del resto de disciplinas médicas en la España de la época. Hernando intentó, sin éxito, repetidas veces, conseguir dinero del Ministerio para la investigación. Aun así, trató de desarrollar una docencia conforme a lo que había aprendido en el extranjero.
A lo largo de las décadas de 1920 y 1930 hubo en la Residencia de Estudiantes de Madrid un ambiente propicio para el cultivo de la investigación experimental, especialmente en el terreno de la morfología, de la fisiología y de la farmacología. Uno de los que lo fomentó fue el entonces ya prestigioso Cajal y también, de forma destacada, lo hizo la actividad de Juan Negrín en el laboratorio de fisiología de la Junta para la Ampliación de Estudios, que no se ciñó a esta rama, sino que estableció relaciones interdisciplinares con otras áreas, como la farmacología. Teófilo había formado parte del tribunal de las oposiciones en las que Negrín sacó la cátedra de Fisiología de Madrid. Al modo del Instituto de Estrasburgo, solía mandar a sus discípulos a que se formaran con Negrín. Durante estos años vieron la luz numerosas publicaciones realizadas conjuntamente, en las que participaron los que llegarían a integrar la nueva generación de farmacólogos, como Rafael Méndez, Ramón Pérez Cirera, Ángel Rodríguez Olleros, Francisco García Valdecasas y Lorenzo Velázquez, entre otros.
Teófilo Hernando publicó abundantes artículos tanto en revistas españolas como extranjeras. Los temas abordados fueron, asimismo, amplios, pero los que destacaron estaban dedicados a la terapéutica farmacológica y a la patología digestiva. De aquéllos sobresalen los que redactó sobre el uso de los digitálicos, los medicamentos que actuaban sobre la secreción gástrica, las vitaminas y hormonas, los extractos hepáticos y la iatrogenia. Los relativos a la patología digestiva fueron la mayoría y versaron sobre temas como los cánceres y el aparato digestivo, las alteraciones gastrointestinales en los enfermos endocrinos, alteraciones en la secreción del jugo gástrico y la úlcera péptica, los problemas de la vesícula biliar y las enfermedades hepáticas. Las revistas en donde aparecieron sus trabajos fueron las españolas La Crónica Médica, El Siglo Médico, España Médica, Archivos de Enfermedades del Aparato Digestivo, La Gaceta Médica Española, Archivos de Medicina, Cirugía y Especialidades, y las extranjeras La Presse Médicale, Le Progrès Médical, Bulletin de la Société de Thérapeutique, Annales de Thérapie Biologique, Tournée de Thérapeuqtique de Paris y Archiv für experimentelle Pathologie und Pharmakologie, importante revista creada por Oswald Schmiedeberg y editada desde 1872 por Klebs, Naunyn y el propio Schmiedeberg, en la que a lo largo de los años se puso de manifiesto la vinculación entre la patología, la farmacología y la fisiología.
Aunque la mayor parte de su producción fueron artículos, también llegó a escribir algunos libros. En 1910 publicó un folleto donde daba a conocer los trabajos de Paul Ehrlich, La quimioterapia de Ehrlich: fundamentos, aplicaciones, uno de los artífices de la moderna quimioterapia etiológicamente orientada. Más tarde dirigió, junto con Gregorio Marañón, el Manual de Medicina Interna. Redactado por treinta y cinco especialistas procedentes tanto del mundo académico como de la práctica hospitalaria y privada, fue éste un texto de referencia obligatoria durante muchos años en España. Teófilo Hernando se ocupó de los capítulos dedicados a las enfermedades del estómago y al uso de digitálicos. En 1952 apareció El problema de dosificación de los remedios y en 1958 publicó Psicofarmacología y remedios atarácticos, donde asimilaba y difundía los hallazgos más recientes en este campo de la farmacología. En Alemania editó Wechselbeziehungen zwischen den Störungen der inneren Sekretion und dem Verdauungsapparat, en 1960. Ya en su vejez, en 1973, apareció el libro Cómo empiezan y cómo se anuncian algunas enfermedades.
Teófilo Hernando también realizó incursiones en el terreno de la historia de la medicina. En 1960 publicó El legado de Marañón a la medicina y a los médicos españoles. En 1968 se encargó de anotar la versión de Andrés Laguna de la obra de Pedacio Dioscórides Anazarbeo, Acerca de la materia medicinal y los venenos mortíferos (1555), en la que incluía un estudio de la vida y obra de Andrés Laguna, que después se reeditó en dos ocasiones y que continúa teniendo su valor en los recientes estudios historico-médicos.
En 1919 fue elegido miembro de número de la Real Academia de Medicina de Madrid, ocupando la vacante que había dejado a su fallecimiento el fisiólogo Gómez Ocaña. En 1922 leyó su discurso de ingreso que tituló Patogenia de la úlcera gástrica y duodenal, en donde ya daba noticia de uno de sus hallazgos más significativos: la inconstancia de la hiperclorhidria en el ulcus.
Antes de 1933, en el período en el que Marcelino Pascua estuvo al frente de la Dirección General de Sanidad durante la Segunda República, la gestión sanitaria avanzó en proyectos, como la creación de una Escuela Nacional de Enfermeras Visitadoras, y se mejoró la situación presupuestaria y organizativa de todo un conjunto de instituciones que dependían de la Dirección General de Sanidad: Instituto Nacional de Higiene, Hospital Nacional de Enfermedades Infecciosas, Escuela Nacional de Sanidad, Escuela Nacional de Puericultura y el Instituto de Farmacobiología, dirigido por Teófilo Hernando.
Fue nombrado presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva y de la de Nutrición en 1933, desempeñando dicha función hasta 1936, siendo el primer presidente que tuvo la Sociedad.
Se puede enmarcar a Hernando en la llamada Generación de 1914, cuyos miembros se sentían europeístas, ajenos a cualquier nacionalismo e imperialismo. Eran conscientes del atraso científico de nuestro país y también fueron partidarios del republicanismo. Al poco de empezar la guerra, Teófilo Hernando firmó un manifiesto junto a varios intelectuales, entre los que se encontraban Ortega y Gasset, Pío de Río Ortega, Gonzalo R. Lafora, Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, Antonio Machado, Ramón Pérez de Ayala, Juan Ramón Jiménez, Gustavo Pitaluga y Antonio Marichalar, en el que se ponían del lado de la República “que con un heroísmo ejemplar lucha por sus libertades”.
Sin embargo, con el tiempo, algunos se abstuvieron de intervenir. Teófilo Hernando se exilió, como tantos otros, en Francia. Muy pocos universitarios pudieron quedarse allí y realizar alguna obra científica. No pudo ejercer la medicina; sólo le fue permitido a Gregorio Marañón por ser doctor honoris causa de la Sorbona. Desde el inicio de la contienda española, el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas en México se solidarizó con el gobierno republicano. A Daniel Cosío Villegas —encargado de negocios en Portugal— se le ocurrió la idea de que México debía acoger a científicos e intelectuales españoles, para que continuaran sus actividades, mientras se decidía el futuro de España y en previsión de que la República fuese derrotada. Ideó un plan para invitar a unos cuantos científicos españoles de renombre para que prosiguieran en México su labor y para que ayudaran a levantar el nivel de la ciencia y la cultura mexicanas. Junto a Teófilo Hernando figuraban también los nombres de Fernando de los Ríos, Claudio Sánchez Albornoz, Luis Zulueta, Enrique Díez Canedo y Gregorio Marañón.
Igual que sucedió con Gregorio Marañón, prefirió Francia y al cabo de los años regresó a España como catedrático de Farmacología de la Universidad Central, repuesto en su cátedra el día antes de su jubilación por el régimen franquista. También se reintegró a las tareas de la Real Academia de Medicina.
Sin embargo, la posguerra trajo consigo la casi total desaparición de la medicina experimental y de los hábitos científicos, situación que se prolongaría muchos años. Teófilo Hernando fue presidente del Consejo de Cultura, que recibió de manos de Miguel de Unamuno; miembro de cinco academias americanas y miembro de honor y Medalla de Oro de otras tantas academias españolas. Recibió, asimismo, muchos homenajes, como el que tuvo lugar en el Instituto de Terapéutica Clínica de la Facultad de Medicina de Sevilla, durante uno de los cursos de “Actualizaciones Clínico-Terapéuticas de las Enfermedades del Aparato Digestivo”, organizado por Felipe Martínez Pérez y por iniciativa de Gabriel Sánchez de la Cuesta, o el que le ofreció la Facultad de Madrid con motivo de su onomástica a sus ochenta y seis años, o el que recibió del Ayuntamiento de Torreadrada a sus noventa años.
Siempre recibió el cariño de sus discípulos a quienes incitó y ayudó a que completaran su formación en los mejores centros farmacológicos de Europa.
Teófilo Hernando también ejerció la medicina privada. Su consulta, según sus discípulos y amigos, que comenzó hacia 1914, estaba siempre muy concurrida. Entre sus pacientes hubo mucha gente conocida del mundo del espectáculo y de los toros e intelectuales, como Ortega y Gasset.
Murió a los noventa y cinco años el 10 de marzo de 1976 debido a una gripe y sus complicaciones.
Obras de ~: Estudio crítico del tratamiento de la luxación congénita de la cadera: tesis del doctorado, Madrid, Imprenta de los Sucesores de Hernando, 1908; La quimioterapia de Ehrlich. Fundamentos y aplicaciones, Madrid, 1910; “Ueber den Einfluss der Stoffe der Digitalingruppe auf der Blutdruck von Kaninchen”, en Archiv für experimentelle Pathologie und Pharmakologie, 66 (1911), págs. 118-131; “Hojas de digital. Composición, preparados, valoración”, en Los progresos de la clínica, 1 (1913), pág. 163; con G. Marañón, Manual de medicina interna, Madrid, 1915; Patogenia de la úlcera gástrica y duodenal: discurso de recepción / de Teófilo Hernando y Ortega; y contestación de Manuel Márquez leídos el 14 de mayo de 1922, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 1922; Wechselbeziehungen zwischen den Störungen der inneren Sekretion und dem Verdauungsapparat, Halle, Carl Marhold, 1926; “Relaciones entre las enfermedades de la vesícula biliar y la diabetes”, en Anales de Medicina Interna, 1 (1932); La enseñanza de la medicina en España, Madrid, 1934; “Tumores benignos de estómago. Estudio clínico general”, en Revista Española de las Enfermedades del Aparato Digestivo y de la Nutrición, 1945; El problema de dosificación de los remedios, Madrid, 1952; Psicofarmacología y remedios atarácticos, Madrid, Instituto Ibys, 1958; Vida y labor médica del doctor Andrés Laguna, Segovia, Instituto de Diego de Colmenares, 1960; “Enfermedades iatrogénicas del hígado”, en G. E. N., Órgano de la Sociedad Venezolana de Gastroenterología, 20 (1966); Acerca de la materia medicinal y los venenos mortíferos, de Pedacio Dioscórides Anazarbeo: (1555) / [traducido y anotado por] Andrés Laguna [introducción y comentarios por Teófilo Hernando y Ortega], Madrid, Instituto de España, 1968- 1969; Cómo empiezan y cómo se anuncian algunas enfermedades: futuro inmediato de la medicina / discurso de recepción leído por el académico de honor electo Teófilo Hernando Ortega; discurso de contestación de Belarmino Rodríguez Arias, Barcelona, Real Academia de Medicina de Barcelona, 1973.
Bibl.: VV. AA., Homenaje ofrecido a Teófilo Hernando por sus amigos y discípulos, Madrid, Librería y Casa Editorial Hernando, c. 1953; P. Laín Entralgo, “Farmacología, farmacoterapia y terapéutica general”, en Historia Universal de la Medicina, vol. V, Barcelona, Salvat, 1974, págs. 259-267; VV. AA., Homenaje en memoria del profesor Teófilo Hernando Ortega: [sesión celebrada por la Asociación de Especialidades Médicas el día 9 de abril de 1976 en recuerdo del Profesor Teófilo Hernando Ortega con intervención de los doctores Luis Calandre Díaz de la Cebosa, Ángel Albarracín López, Santiago Martínez Fornes y Francisco Vega Díaz], Madrid, Asociación de Especialidades Médicas, 1976; L. Velázquez, “Discurso necrológico en la R. Academia de Medicina en honor y en memoria del profesor Teófilo Hernando”, en Archivos de la Facultad de Medicina de Madrid, 29 (1976), págs. 247-266; “Semblanza de mi maestro, Teófilo Hernando”, en Archivos de la Facultad de Medicina de Madrid, 9 (1981), págs. 1-10; M. M. Ordóñez Alonso, Los científicos del exilio español en México, México, Proyecto Clio, 1998.
José Luis Fresquet Febrer