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José Sánchez-Covisa y Sánchez-Covisa

Biografía

Sánchez-Covisa y Sánchez-Covisa, José. Huete (Cuenca), 28.VI.1881 – Caracas (Venezuela), 24.VI.1944. Médico, catedrático, dermatólogo.

Estudió la carrera en el Colegio de San Carlos de la Facultad de Medicina de Madrid. Fue alumno interno por oposición de la Facultad de Medicina y de la Beneficencia Provincial. De estudiante trabajó en la Cátedra de Patología y Clínica Médicas que regentaba Manuel Alonso Sañudo y a quien siempre —junto a Juan de Azúa y Suárez— consideró su maestro. En 1906 fue designado ayudante de Clínicas del Hospital de San Carlos. En 1904 obtuvo el grado de doctor con la tesis titulada Algunas consideraciones generales sobre el concepto de la clorosis. En 1904 ganó una plaza en la Beneficencia Municipal de Madrid, ingresando en 1908 por oposición en el cuerpo médico de la Beneficencia Provincial, siendo destinado al Hospital San Juan de Dios de Madrid y concretamente al servicio de Dermatología que dirigía Juan de Azúa y Suárez donde se formó en la especialidad. En 1912 accedió a la categoría de médico de número, y en 1922, a la muerte de Azúa, obtuvo la plaza de profesor de número. En 1926 ganó por oposición la Cátedra de Dermatología y Sifilografía de la Facultad de Medicina de Madrid, sustituyendo igualmente a su maestro. Tras ser designado director del Hospital de San Juan de Dios, en 1937, en plena Guerra Civil, pasó a desempeñar una plaza de profesor agregado temporal de Dermatología en la Facultad de Medicina de Barcelona exiliándose tras la Guerra Civil.

Sánchez-Covisa fue un formidable dermatólogo, que mostraba, además de una gran formación en medicina interna, una capacidad docente unánimemente reconocida por sus compañeros y alumnos. Hizo la primera descripción, junto a Julio Bejarano Lozano, del cuadro clínico de las piodermitis crónicas, que no es sino la primera descripción clínica del queratoacantoma, y que ya había sido señalado muchos años antes por Juan de Azúa, aunque sin ninguna repercusión. A las lesiones que observó en el prepucio de niños de dos años, muy parecidas a los chancros sifilíticos, las denominó “piodermitis genitales chancriformes de la primera infancia”. Meritorios también fueron sus estudios con José Gay Prieto, uno de sus discípulos más aventajados, sobre la trasmisión al conejillo de indias de lesiones a partir de casos de linfogranulomatosis inguinal subaguda o enfermedad de Nicolás-Favre.

Entre sus múltiples aportaciones a la dermatología, destacaron sus estudios sobre la sífilis y la lepra, dos enfermedades que en esos momentos tenían en España una gran importancia debido a sus repercusiones sanitarias. En relación a la primera, sobresalieron sus esfuerzos por conseguir un tratamiento adecuado para lo que utilizó en su clínica numerosos ensayos terapéuticos, siendo pionero concretamente en los relacionados con el bismuto. En cuanto a la lepra, además de sus estudios clínicos, brillaron sus propuestas para luchar contra la enfermedad desde el punto de vista sanitario, lo cual fue muy reconocido por las autoridades en esta materia. Entre ellas, cabe destacar una mejor formación dermatológica de los médicos, la creación de un cuerpo especializado, la declaración y tratamiento obligatorio de la enfermedad, la prohibición de la entrada en el país de leprosos, la reclusión forzosa de los casos más peligrosos, el tratamiento en domicilio de los casos más leves, la prohibición de matrimonios entre enfermos y sanos, así como la creación de colonias regionales de enfermos leprosos. Una de sus obras estrella en esta materia fue la creación de un Instituto de Enseñanza Leprológica. Tales propuestas tuvieron amplio eco y la mayoría de ellas pudieron posteriormente llevarse a cabo con la ayuda de las autoridades en materia de sanidad.

Realizó un importante número de publicaciones entre las que resaltan ante todo su libro Elementos de Dermatología escrito en colaboración con Julio Bejarano Lozano, uno de sus más fieles colaboradores y discípulos. Escribió numerosos artículos originales y de divulgación, tanto en revistas especializadas como de carácter general, destacando entre otros los referidos a lepra, que fueron muchos y tocando aspectos muy diversos, los relativos a la sífilis y los efectos secundarios que el salvarsán podía producir en algunos casos, así como otros muchos referentes al cáncer cutáneo y diferentes formas de poiquilodermia. Hizo contribuciones también sobre la importancia y valor de los rayos ultravioletas en dermatología y algunos estudios de interés sobre el concepto y clasificación de las urticarias a frigore. Su interés en investigar y trasmitir lo consiguió igualmente con sus discípulos, ya que creó una gran escuela dermatológica de la que salieron muy valiosos especialistas, algunos de los cuales llegaron a ser catedráticos de la Universidad Española. Entre sus discípulos cabe destacar, entre otros, a Julio Bejarano Lozano, José Gay Prieto, José Gómez Orbaneja, Joaquín Soto de Usa, Emilio Enterría y Augusto Navarro Martín.

Su enorme prestigio le llevó a ingresar en 1928 como académico de número en la Real Academia de Medicina con el discurso titulado El problema social de la lepra en España, ocupando el sillón número 20, en sustitución de Baldomero González Álvarez. Su discurso de ingreso fue contestado por Jorge Francisco Tello y Muñoz.

En 1920 fue elegido presidente del Colegio de Médicos de Madrid, defendiendo una conducta profesional de los médicos que era generalizada y en la que primaban los intereses económicos. Conflictos con ello relacionados y con la sociedad medica La Honradez, le llevaron a dimitir en 1921 por su propia dignidad. Queda en su haber una importante reforma de los Estatutos y la entrada en vigencia de la Certificación única. Fue presidente de la Academia Médico- Quirúrgica, y presidente de honor, y de la Academia Española de Dermatología en dos ocasiones. Académico correspondiente de la Societé Francaise de Dermatologie et Syphiliografie y de la Sociedad Dermatológica Argentina. Fue diputado socialista en la Cortes Constituyentes de 1931, exiliándose tras la Guerra Civil. Bajo el Rectorado, en la Universidad Central, de Claudio Sánchez de Albornoz fue nombrado decano de la Facultad de Medicina, cargo que desempeñó hasta 1934, en que renunció.

 

Obras de ~: Los pseudos-chancros sifilíticos y el tratamiento abortivo de la sífilis, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1919; con J. Bejarano, “Piodermitis chancriformes”, en Actas Dermosifiliográficas (AD), 16 (1924), págs. 154-155; “Posición actual de la Dermatología y Sifilografía”, en La Medicina Ibera, 20 (1926), págs. 305-308; con J. Bejarano, “Piodermitis crónicas”, en AD, 18 (1926), págs. 296-310; con J. Gay Prieto, “Contribución al estudio patogénico de los exantemas salvarsánicos”, en AD, 21 (1929), págs. 302-312; Síndromes ganglionares de origen venéreo, Madrid, Javier Morata, 1929; con J. Gay Prieto, “Contribución al estudio de la enfermedad de Schamberg”, en AD, 33 (1931), págs. 89-102; con J. Gay Prieto, “Contribución al estudio de las formas anormales de poiquilodermia reticular pigmentaria de la cara de Civatte y formas congénitas de poiquilodermia atrófica”, en AD, 24 (1932), págs. 452-507; Diagnóstico precoz del cáncer: precáncer, Madrid, Blas, 1933; con J. Bejarano, Elementos de Dermatología, Madrid, Unión Poligráfica, 1936.

 

Bibl.: F. Tello y Muñoz, Discurso de contestación al ingreso de Sr. Dr. D. José Sánchez-Covisa, Madrid, Real Academia de Medicina, 6 de junio de 1928; J. Gay Prieto, “José Sánchez Covisa (1881-1944)”, en AD, 36 (1944), págs. 8-10. J. Gómez Orbaneja, “José Sánchez Covisa. En el Centenario de su nacimiento”, en AD, 73 (1982), págs. 275-280; A. Albarracín, Historia del Colegio de Médicos de Madrid, Madrid, Ilustre Colegio de Médicos de Madrid, 2000; M. Díaz-Rubio, Médicos españoles del siglo xx. Segunda serie, Madrid, You & Us, 2003.

 

Manuel Díaz-Rubio García