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Fernando Claudín Pontes

Biografía

Claudín Pontes, Fernando. Zaragoza, 24.VIII.1913 – Madrid, 16.V.1990. Político y escritor.

Hijo de topógrafo, realizó sus primeros estudios, hasta el bachillerato elemental, en su ciudad natal. Acabó el bachillerato en Madrid, ciudad a la que se había trasladado su familia en torno a 1930, después de abandonar proyectos como el ingreso en la Escuela Naval Militar. Comenzó los estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Exactas mientras preparaba el ingreso en la Escuela de Arquitectura en la que solo llegaría a cursar el primer año de carrera, 1933-1934.

Desde edad muy temprana se inició en la actividad política. En la Federación Universitaria Escolar (FUE) luchó contra la monarquía durante la dictadura de Primo de Rivera. En 1932, durante la II República, se hizo militante de las Juventudes Comunistas a cuya dirección accedió a los pocos meses. Con el fracaso de la llamada Revolución de Asturias de octubre de 1934 y la represión consiguiente, Claudín pasó un periodo de vida ilegal clandestina. Vuelto a la normalidad, tras un servicio militar reducido, se puso a la cabeza de la delegación de las juventudes comunistas para llevar a término el proceso de unificación con las juventudes socialistas. En marzo de 1936 nacieron las Juventudes Socialistas Unificadas, (JSU). Claudín formó parte de su dirección, dedicado a tareas de agitación y propaganda y la dirección de periódicos como Juventud o el semanario Ahora, ya durante la guerra. Unos años antes, en 1934, había contraído matrimonio con su compañera de organización Josefina López Sanmartín.

Durante la Guerra Civil fue director de prensa y propaganda a las órdenes de la Junta de Defensa de Madrid y más adelante desarrolló las mismas funciones en el ejército republicano, en Madrid y en Valencia. Durante los primeros meses de la guerra combatió en el frente del Guadarrama. En 1937 fue elegido miembro del Comité Central del Partido Comunista de España, (PCE). Pasó el último año de la guerra en la zona centro-sur republicana reorganizando la defensa y, finalmente, el repliegue de militares y dirigentes comunistas con vistas al abandono de España ante la inminente derrota. Claudín salió en la madrugada del 28 de marzo de 1939 con rumbo a Orán (Argelia), desde el aeródromo militar de Lomonte, próximo a Cartagena, previamente tomado al asalto por fuerzas armadas comunistas.

Como para muchos españoles, para Claudín llegó la hora de un exilio inclemente, más incierto todavía por la inestabilidad internacional y las amenazas de guerra inminente en Europa. Primero pasó una temporada en un campo de concentración de Argelia. A los pocos meses, fue trasladado a Moscú para trabajar en la Internacional Juvenil Comunista. Aquí nació su hija, pero Claudín ya estaba divorciado. Fue enviado a París a trabajar de nuevo en la dirección de los órganos de prensa de la JSU, con ese nombre aún pese a la ruptura con las juventudes socialistas. En guerra y con la invasión hitleriana de Francia, los dirigentes comunistas optaron por salir del país, la mayoría con destino a las Américas. Claudín residió en diferentes países, México, Cuba, Chile y Argentina, dedicado a las organizaciones juveniles comunistas exiliadas y a construir los primeros puentes para la resistencia en el interior de España. Al finalizar la guerra, de regreso a Francia, instalado en Toulouse, Claudín se ocupó de la preparación de los militantes y de los materiales –documentos, armas, propaganda– que el partido empezaba a enviar a España de un modo más regular. En 1946 fue cooptado al Buró Político, el máximo órgano dirigente del partido.

En 1947 Claudín fue enviado a Moscú como responsable máximo de los españoles residentes en territorio soviético. En este año casó con la refugiada vasca Carmen Urondo, estudiante en el Instituto de Planificación del Transporte Ferroviario, con la que tendría dos hijas, Carmen y Tania (+2000). Era el tiempo en que en la URSS se vivía un notorio recrudecimiento de la represión estalinista, con la vuelta a las purgas y depuraciones de los años 30, ahora extendidas también a países del bloque socialista como Hungría, Yugoslavia, Polonia y Checoslovaquia. En el partido comunista español se desarrollaron campañas con métodos y resultados similares, si bien menos trágicos. Como cabeza de la delegación comunista, apoyado por los máximos dirigentes –Dolores Ibárruri, Vicente Uribe y Santiago Carrillo–, Fernando Claudín fue el responsable de indagaciones y condenas aplicadas a diversos dirigentes, militantes y otros españoles no afiliados, acusados de falsos delitos y complots imaginarios o de querer abandonar la URSS. Fueron los años negros del final de la era estaliniana, parcialmente revisados y corregidos con alguna rehabilitación a mediados de los años 50 coincidiendo con los procesos de deshielo y desestalinización. Al mismo tiempo, Claudín siguió en Moscú cursos de formación en marxismo-leninismo en las organizaciones del partido comunista soviético, gracias a los cuales sería considerado desde entonces el teórico de la cúpula dirigente del comunismo español.

El PCE celebró en Praga en 1954 su primer congreso en el exilio (el V de su historia). Comenzó el rejuvenecimiento de sus dirigentes que culminó en 1956 con el ascenso de Carrillo a la secretaría general de facto. Claudín fue enviado a París en 1955 para dirigir el trabajo ideológico y de educación. Empezó a desempeñar al mismo tiempo la dirección de la revista teórica del partido Nuestra Bandera. En esos años era el virtual número dos del comunismo español. El partido incrementa su presencia en España. Su influencia llega a ámbitos no proletarios, como los estudiantes, los intelectuales y los profesionales. Presenta su política de “reconciliación nacional” para superar el pasado de enfrentamientos armados y construir una España de libertades para todos los españoles. Como táctica para derrotar a la dictadura franquista defiende la Huelga Nacional Política. Pero la gran convocatoria de junio de 1959, apoyada por Claudín incluso con su presencia clandestina en Madrid, resultó ser un rotundo fracaso. A partir de ese año Claudín empezó a pensar que esta táctica no era la adecuada, que los análisis comunistas de la situación sociopolítica de España y de la URSS no eran los correctos y que en la dirección del partido no se facilitaba la discusión en la toma de decisiones. Claudín fue abriendo una brecha discrepante. Pronto encontró el apoyo de su camarada Federico Sánchez (Jorge Semprún).

Para dirimir unas discrepancias acumuladas a lo largo de varios años se reunió la dirección comunista en Praga en la primavera de 1964. Se mantuvieron las posiciones y las diferencias se acentuaron. La mayoría rechazó las posiciones de los disidentes, consideradas derrotistas y claudicadoras. Fueron apartados de los órganos de dirección y finalmente expulsados del partido en 1965. Claudín dio a conocer los documentos de la controversia que tuvieron una acogida discreta, especialmente en medios universitarios madrileños. Lo que no fue óbice para que, algún tiempo después, el secretario general, Carrillo, hiciera suyas algunas de las tesis de los discrepantes.

Expulsado a las “tinieblas exteriores”, en expresión de Semprún, Claudín empezó una etapa muy difícil, por cuanto un “revolucionario profesional”, como se decía y era el caso, carecía de medios propios de vida. Su actividad se centró en la traducción al español de obras rusas y en la escritura de libros y artículos en revistas como Cuadernos de Ruedo Ibérico y la editorial del mismo sello, donde apareció su primera gran obra, La crisis del movimiento comunista, el análisis teórico e histórico de la crisis del movimiento en el que Claudín se había educado y había vivido cerca de treinta años. Hablar de esta crisis era hablar de su propia crisis. Poco a poco, durante todos estos años, el análisis de los regímenes y sistemas comunistas existentes, incluidos los partidos comunistas occidentales, llevó a Claudín a posiciones cada vez más alejadas de la tradición comunista, heterodoxas, críticas del leninismo y sus métodos.

En el verano del 1975 Claudín dejó atrás 36 años de exilio y se instaló definitivamente en Madrid, “el foro”, como había escrito nostálgicamente desde París muchas veces. Se convirtió entonces en un atento observador y analista de la evolución política española con dos perspectivas complementarias, la consolidación de la democracia por un lado y la defensa de una política de la izquierda desde posiciones cada vez más próximas al socialismo democrático. Esto le llevó a ser crítico con el comunismo español, con el secretario general y otros dirigentes, y a colaborar con instituciones vinculadas al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), como la Fundación Pablo Iglesias –cursos, seminarios, publicaciones…–, en funciones de director de publicaciones (1979-1980), de director–coordinador (1979) y de presidente, desde 1988 hasta su muerte.

La segunda gran preocupación intelectual de Claudín fue el estudio del comunismo en los países del “socialismo real”, su evolución y perspectivas en la que iba a ser su última década histórica. Claudín intuyó su final, su imposible prolongación, aunque apenas llegó a ver la consolidación de los procesos revolucionarios que determinaron el colapso final en el año 1989. Objeto especial de su curiosidad intelectual fue el proceso de perestroika puesto en marcha por Mijail Gorbachov, al que dedicó ensayos, conferencias y congresos en gran número. Porque, después de haber vivido los años más duros del comunismo y de haber imaginado su reforma y transformación radical, pudo asistir a su lento desmoronamiento preguntándose insistentemente por el inmediato futuro postcomunista. No llegó a ver el momento final, pero no dudó en apostar por un futuro pluralista y democrático para la URSS y los países socialistas de Europa Oriental. Así lo dejó escrito en su último artículo, publicado póstumamente, respondiendo a la pregunta más reiterada de sus últimos años, quizá de toda su vida de militante, dirigente y estudioso del comunismo, “¿A dónde va la Unión Soviética?”.

Gran parte de la vida de Claudín consistió en plantearse preguntas transcendentales sobre la sociedad, la historia, el poder y su ejercicio. Si en los primeros años se sintió atraído por las luces del octubre ruso y durante muchos años siguió a los guías y timoneles del sistema bajo el que vivía más de un tercio de la humanidad, su voluntad de saber y su capacidad analítica, con los instrumentos del marxismo en buena medida, serían los que le llevarían a someter a revisión las verdades y dogmas aceptados, a descubrir los numerosos errores, cuando no crímenes, cometidos en nombre de los ideales. Así, iría alejándose quedamente por nuevos derroteros, críticos siempre con el pasado, abiertos a los interrogantes del futuro, sin respuestas cerradas y preconcebidas.

 

Obras de ~: “La revolución pictórica de nuestro tiempo”, en Realidad, nº 1, septiembre-octubre, (1963), págs. 21-49; “’La tarea de Engels en el Anti-Dühring’ y nuestra tarea hoy”, en Cuadernos de Ruedo Ibérico, 3, octubre/noviembre, (1965), págs. 49-57; “Economía política marxista y capitalismo contemporáneo”, en Cuadernos de Ruedo Ibérico, nº 5 (1966), págs. 49-53; “Ficciones y realidades (a propósito del XXIII Congreso del Partido Comunista de la U.S. y de la situación en el movimiento comunista)” y “Ficciones y realidades, Una discusión entre comunistas: Carta de los filósofos alemanes a ‘Unità’” en Cuadernos de Ruedo Ibérico, nº 7 (1966), págs. 87-91 y 92-96 respect.; “Dos concepciones de la ‘vía española al socialismo”, en Horizonte español, Suplemento de Cuadernos de Ruedo Ibérico, t. II (1966), págs. 59-101; La crisis del movimiento comunista. I: De la Komintern al Kominform [prefacio de J. Semprún], París, Ruedo Ibérico, 1970; “La crisis del Partido Comunista de España”, en Cuadernos de Ruedo ibérico, 26/27, agosto/noviembre, (1970), págs. 51-82; “La revolución inoportuna (España 1936-1939)”, en Cuadernos de Ruedo Ibérico, 28/29, diciembre (1970) marzo (1971), págs. 116-151; “Las relaciones soviéticofranquistas. [Crónica de una normalización inconclusa]”, en Horizonte español (1972), t. II, Francia, Ruedo Ibérico, págs. 237-265; Marx, Engels y la revolución del 48, Madrid, Siglo XXI, 1975; Eurocomunismo y socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1977; N. Kruschev, Informe secreto sobre Stalin, textos de F. Claudín et al., Madrid, Taller de Sociología, 1977; Documentos de una divergencia comunista: los textos del debate que provocó la exclusión de Claudín y Jorge Semprún del PCE, Barcelona, El Viejo Topo, 1978; “Superación del Estado burgués. El viejo escenario”, en Teoría socialista del Estado, Madrid, Editorial Mañana, 1978, págs. 125-144; ¿Crisis de los partidos políticos?, ed. de ~, Madrid, Dédalo Ediciones, 1980; La oposición en el “socialismo real”: Unión Soviética, Hungría, Checoslovaquia, Polonia: 1953-1981, Madrid, Siglo XXI, 1981; Santiago Carrillo. Crónica de un secretario general, Barcelona, Planeta, 1983; “La crisis europea de los años treinta”, en S. Juliá (coord.), Socialismo y guerra civil, págs. 9-17, Madrid, Ed. Pablo Iglesias, 1987; K. Mozel y M. Azcárate, La era Gorbachov: la perestroika, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1988; “Octubre rojo: oleadas revolucionarias en Europa (1917-21)”, en Historia 16, 1997; La URSS de Lenin a Stalin: Guerra civil, economía y arte, Historia 16, 1997; (comp.), La perestroika, ¿a dónde va la Unión Soviética?, Madrid, Ed. Pablo Iglesias, 1989; “¿A dónde va la Unión Soviética?”, en Claves de razón práctica, nº 3 (1990), págs. 10-14; “Un texto inédito de Fernando Claudín”, en Política Exterior, n.º 22 (1991), págs. 192-200; F. Claudín y M. Azcárate, Interrogantes ante la izquierda, Barcelona, Ediciones El Viejo Topo, 2001.

 

Bibl.: J. Semprún, Autobiografía de Federico Sánchez, Barcelona, Planeta, 1977; J. Pradera, “El último internacionalista”, en El País, 17 de mayo de 1990; F. Hernández Sánchez, Comunistas sin partido. Jesús Hernández. Ministro en la Guerra Civil, disidente en el exilio, prol. de D. Ginard i Féron, Madrid, Raíces, 2007; F. Nieto, “Derrota, éxodo y dispersión de los comunistas españoles”, en A. Mateos y A. Sánchez Andrés, Ruptura y transición. España y México, 1939, Madrid, Eneida, 2011, págs. 161-183; S. Juliá, Camarada Javier Pradera, Barcelona, Círculo de Lectores, 2012; F. Nieto, La aventura comunista de Jorge Semprún. Exilio, clandestinidad y ruptura, Barcelona, Tusquets, 2014; F. Hernández Sánchez, Los años de plomo. La reconstrucción del PCE bajo el franquismo (1939-1953), Barcelona, Crítica, 2015; P. Mª. Egea Bruno, “El final de la Guerra Civil: Cartagena, marzo de 1939”, en Hispania Nova, Revista de Historia Contemporánea, nº 14 (2016), págs. 140-164.

 

Felipe Nieto Blanco

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