Mogrovejo de la Cerda, Juan. Madrid, c. 1600 – Cuzco (Perú), 1665. Escritor y regidor.
Los padres de Juan Mogrovejo de la Cerda fueron el Dr. Juan de Bedoya Mogrovejo (c. 1580-1629), natural de Potes, valle de Liébana (Cantabria), e Isabel de la Cerda. El Dr. Juan de Bedoya Mogrovejo fue nombrado en 1622 fiscal del Crimen en la Real Audiencia de Lima, razón por la cual se trasladó con su familia al Perú. Isabel de la Cerda, su mujer, fue nieta del Dr. Juan de Almazán y de la Cerda. médico del rey Felipe II, nieto a su vez de Luis de la Cerda y de la Vega, V conde y I duque de Medinaceli. Procedía, pues, de una familia arraigada desde antaño en el virreinato del Perú, a la que pertenecieron, entre otros, el capitán Juan Mogrovejo de Quiñones, subordinado de Francisco Pizarro, o santo Toribio de Mogrovejo, organizador de la Iglesia peruana. El abuelo del escritor, por su parte, participó en la empresa colonial como alcalde del Crimen de la Real Audiencia de Lima. Fue a su muerte cuando el conde de Chinchón, virrey en Perú a comienzos del siglo xvii, acomodó a su padre en un corregimiento de opinión.
Todo ello parece indicar que Juan Mogrovejo de la Cerda pasó a las Indias siendo aún muy joven. Allí ejerció como corregidor de Azángaro y, desde 1647, como regidor de Cuzco, cargo que desempeñaría hasta el final de sus días. Como tal participó activamente, a la altura de 1658, en el proyecto de canalización de aguas que sirvió para mejorar el abastecimiento de la ciudad peruana. Su carrera como letrado culminaría en 1662, cuando fue elegido alcalde ordinario junto con Bernardino de Silva. Aquel mismo año actuó como comisario general al frente de las tres compañías de Caballería ligera que se formaron como parte de la nueva milicia constituida en Cuzco. Finalmente, Juan Mogrovejo de la Cerda murió en Cuzco a mediados de 1665, cuando aún desempeñaba los oficios reseñados.
De su actividad literaria han llegado hasta nuestros días dos obras debidas íntegramente a su pluma. La primera de ellas, conocida como La endiablada, fue compuesta en torno a 1624, en plena juventud del escritor. Su contenido se articula a través del diálogo de dos diablos, Asmodeo y Amonio, que proyectan su mirada crítica sobre diversos personajes madrileños e indianos cuyas costumbres quedan retratadas con ingenio en una obra satírica que inauguró esta veta en la literatura peruana. La segunda pieza, Memoria de la gran ciudad de Cuzco, reconstruye la historia de la ciudad y explica el origen de sus principales símbolos.
El texto es conocido gracias a un manuscrito de 1690 debido a la mano de Toribio Alfonso Mogrovejo de la Cerda, hijo del regidor, quien sacó a la luz la obra veinticinco años después de la muerte de su padre.
Obras de ~: La endiablada, Perú, c. 1624; A. López de Haro, Árbol de los Veras: Con algunos Elogios y otros Arboles de diversas Lineas de ascendientes del Conde de la Roca por ~, Milan, Henrico Estefano, 1636; Memoria de la gran ciudad de Cuzco (ms. de T. A. Mogrovejo de la Cerda, 1690; ed. de M.ª C. Martín Rubio y H. Villanueva Urte, Cusco, Rotary Club, 1983); El predicador (desapar.); De los hijos ilustres (desapar.); La dama muda (desapar.).
Bibl.: S. Gostautas, “Del Árbol de los Vera a La endiablada”, en VV. AA., Estudios de historia, literatura y arte hispánicos ofrecidos a Rodrigo A. Molina, Madrid, Ínsula, 1977, págs. 181- 199; R. Chang-Rodríguez, “La endiablada, relato peruano inédito del siglo xvii”, en R. Chang-Rodríguez (ed., present. y bibl.), Prosa hispanoamericana virreinal, Barcelona, Borrás, 1978, págs. 43-76; S. Gostautas, “Un episodio de la picaresca americana: hijos de algo, hijos de nada”, en M. Criado del Val (dir.), La picaresca: orígenes, textos y estructura. Actas del I Congreso Internacional sobre la Picaresca, 1979, págs. 995- 1012; S. Gostautas, “La endiablada de don Juan Mogrovejo de la Cerda y El diablo cojuelo de Luis Vélez de Guevara”, en Bulletin Hispanique, LXXXV (1983), págs. 137-159; J. M.ª González-Cotera Guerra, Pasajeros a Indias de Liébana y sus valles circundantes 1503-1790 según la documentación del Archivo General de Indias, Madrid, 2005.
Eduardo Torres Corominas
