Rambaud Goma, Luis. Barcelona, 22.VIII.1900 – Salas de los Infantes (Burgos), 28.VIII.1938, Aviador militar.
Apenas cumplidos los dieciséis años de edad, ingresó en la Academia de Artillería, en Segovia, de la que salió promovido a teniente en 1921; tres años más tarde, en 1924, formando parte de la 22.ª promoción, se hizo piloto y fue destinado a Marruecos, al Grupo Bristol con el que en el verano de 1925, en vísperas del desembarco de las tropas españolas en la costa de Alhucemas, llevó a cabo una agotadora labor en vuelos de reconocimiento, obteniendo fotografías fundamentales para el Mando que carecía totalmente de cartografía de un terreno nunca antes pisado por los soldados españoles. Participó en los bombardeos que abrieron paso a las fuerzas que en La Cebadilla y en Ixdam crearon las “cabezas de playa”, y en el avance por las kabilas de Bocoia y Beni Urriaguel, en aquellas jornadas en que tanto entusiasmo y esfuerzo derrocharon los aviadores. El 1º de octubre, mientras en vuelo rasante bombardeaba su escuadrilla para posibilitar el avance de las tropas sobre Axdir — capital de la efímera república del Rif—, fue su aparato alcanzado por el fuego rifeño, y derribado hubo de posarse en el agua de donde fue rescatado por un falucho.
Resultó herido por un disparo enemigo el 9 de mayo de 1926, en el curso de un ataque con bombas y ametralladora a los barrancos próximos a la loma de Los Morabos, y días después se distinguió, con el Grupo Breguet XIV, en los bombardeos sobre el Gorges, batiendo los cañones con que el enemigo hostilizaba la plaza de Tetuán. Realizó numerosos vuelos en apoyo de la columna Capaz, en aquel estupendo raid, uno de los más brillantes episodios de la campaña, que en gran parte debió el éxito a la abnegada labor de los aviadores que con sus vuelos de reconocimiento, apoyo por el fuego y abastecimientos, hicieron posible la audaz empresa. En 1927, Rambaud, ya ascendido a capitán, resultó gravemente herido en un accidente sufrido en la toma de tierra, en el aeródromo de Auámara, al regreso de una misión de bombardeo en el macizo de Beni Gorfet.
Llegada la paz fue destinado al Grupo de Experimentación, como jefe de la 2.ª Escuadrilla, y dos años más tarde, en situación de “supernumerario” voló como piloto de ensayos en la fábrica de aviones Loring realizando las pruebas en vuelo del autogiro de La Cierva, C-12, con el que realizó el vuelo Madrid-Lisboa en julio de 1929. En aquella época, uno de los más prestigiosos jefes de la Aviación Militar, definiría a Rambaud como “piloto listo, hábil y escalofriantemente valiente”.
El 18 de julio de 1936 se encontraba destinado en Marruecos, y desde el primer momento actuó pilotando un Nieuport 52, en la protección del “puente aéreo” y las plazas de Ceuta y Tetuán. A mediados de agosto, pasó a la Península y tomó el mando de la escuadrilla de caza española de Heinkel 51 con la que en inferioridad numérica, combatió día tras día en apoyo de las columnas que desde el sur avanzaban sobre Madrid, resultando herido leve en un combate sobre Talavera de la Reina. En septiembre recibió el encargo de formar el 1-G-70, con todos los hidroaviones Dornier “Wal” que habían quedado en la zona nacional, y con este Grupo logró controlar el mar de Alborán y el golfo de Cádiz. En febrero de 1937 se hizo cargo de los hidroaviones Cant Z-501 con los que en la mallorquina base de Pollensa organizó el Grupo 2-G-62.
Ascendido a comandante en marzo, fue destinado a Salamanca, a la Jefatura del Aire, permaneciendo en este destino en el que su capacidad de trabajo y sus dotes de organizador dieron gran fruto hasta los últimos meses de aquel año en que en la Legión Cóndor se hizo cargo del mando de las tripulaciones españolas de Heinkel 111, participando en la batalla de Teruel.
En julio de 1938 recibió el mando del 2.G-27, grupo de reconocimiento dotado con bimotores Dornier Do-17 —los famosos “bacalaos”— y con él participó en la batalla del Ebro, siendo propuesto para el ascenso por méritos de guerra. En el escrito de propuesta, el teniente coronel Aymat, decía: “Es uno de los pilotos más activos y arrojados del Servicio; posee una gran cultura profesional”.
El 28 de octubre de aquel año, a consecuencia de un acto de sabotaje, se incendió en vuelo el “bacalao” que pilotaba, cayendo en un bosquecillo próximo a Salas de los Infantes, pereciendo toda la tripulación con la excepción del mecánico que pudo salvarse con el paracaídas.
Con antigüedad de la fecha de su muerte fue ascendido a teniente coronel, por méritos de guerra, y le fue concedida la Medalla Militar Individual.
Bibl.: J. Goma, Historia de la Aeronáutica española, t. II, Madrid, Gráficas Huérfanos Ejército del Aire, 1951; J. Salas Larrazábal, La guerra de España desde el aire, Barcelona, Ariel, 1971; VV. AA., Galería Militar Contemporánea, t. IIII, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1973; J. Warleta, Autogiro. Juan de la Cierva y su obra, Madrid, Instituto de España, 1977; J. Canudas, Historia de l’Aviació catalana, 1908-1936, Barcelona, Edicions de la Magrana, 1983; E. Herrera Alonso, Entre el añil y el cobalto. Los hidroaviones en la guerra de España, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica, 1987; VV. AA., Historia de la Aviación española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; E. Herrera Alonso, Una bahía con alas, la base de hidros de Pollensa, Madrid, Ministerio de Defensa, 1995; J. Salas Larrazábal, Guerra Aérea 1936- 1939, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1999; E. Herrera Alonso, Cien aviadores de España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; M. Gonzalez Álvarez, Operación “Fuego Mágico”, Valladolid, AF Editores, 2005.
Emilio Herrera Alonso