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Juan Antonio Ansaldo Vejarano

Biografía

Ansaldo Vejarano, Juan Antonio. Arechavaleta (Guipúzcoa), 24.VI.1901 – San Juan de Luz (Francia), 20.IV.1958. Aviador militar, caballero laureado de San Fernando.

Nacido en una familia en la que seis hermanos fueron aviadores y entre los seis reunirían una Laureada de San Fernando, tres Medallas Militares y una Medalla Aérea, tras licenciarse en Derecho a los veinte años de edad, ingresó en el Cuerpo Jurídico Militar, siendo promovido a teniente auditor de 3.ª en 1923.

Aquel mismo año, por estar en posesión del título de piloto civil, ingresó en la Aviación Militar, incorporándose al aeródromo de Nador, donde —para realizar las prácticas correspondientes— había sido destinado al 3.er Grupo de Escuadrillas de Marruecos.

Realizó con esta unidad un importante número de servicios de guerra, en misiones de reconocimiento, ametrallamiento y bombardeo de las posiciones y núcleos enemigos en Amesauro, Sidi Dris, Ifeermín, el yebel Udía, Afrau y muchos otros objetivos, destacando su audacia y su agresividad en el ataque con bombas y ametralladora al campamento del rebelde Burrahai. Terminado el período de prácticas con informe muy favorable de su jefe, fue destinado al 4.º Grupo de Escuadrillas de Marruecos, en la zona occidental, y allí quedó formando parte de la 1.ª escuadrilla Bristol, a las órdenes del capitán Ortiz.

Localizado por el reconocimiento aéreo el 22 de marzo de 1924, un aeroplano adquirido por Abd el Krim, en Tizzi Moren, en la kabila de Bocoia, amparado en una excavación realizada en un montículo, rodeado de emplazamientos de ametralladoras, el día 23 se llevó a cabo contra él un duro ataque con bombas y ametralladora en el que varios aviones resultaron alcanzados por el fuego de tierra.

El teniente Ansaldo, que con su acostumbrada acometividad rozaba el suelo en sus pasadas para asegurar los blancos, resultó herido en una pierna por una bala rifeña, pero no quiso abandonar la misión, y siguió atacando con encarnizamiento hasta que el teniente Orduña, su observador, le comunicó que no quedaban más bombas ni munición de ametralladora, regresando entonces a las líneas españolas, aterrizando con seguridad en Tafersit, a donde llegó en estado muy grave por la gran cantidad de sangre perdida.

Por este heroico acto fue propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando.

Siete meses tardó el teniente Ansaldo en ser dado de alta para el servicio, siendo entonces destinado a Getafe, al Grupo de Caza, dotado con aviones Martinsyde; allí sufrió un accidente que le produjo heridas que tardaron tres meses en curar, y en agosto de 1925 fue destinado a la 2.ª Escuadrilla del Grupo Expedicionario Breguet XIX, participando con él en las gloriosas jornadas de Kudia Tahar, en septiembre. En esta acción, una de las más gloriosas realizadas por los soldados españoles, por la que se concedieron nueve laureadas, derrocharon los aviadores valor y esfuerzo, un día tras otro, desafiando el fuego enemigo que alcanzó a todos los aviones repetidas veces, derribando a cuatro de ellos. El teniente Ansaldo fue uno de los distinguidos entre tantos que lo fueron. Liberada finalmente Kudia Tahar, el Grupo Expedicionario regresó al frente oriental, y allí tomó parte en las operaciones de la bahía de Alhucemas, en la ampliación de la cabeza de playa, en la conquista de la kabila de Beni Urriaguel, y en las que siguieron hasta la total pacificación de nuestra zona de Protectorado.

En diciembre de 1926 le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando, y en un brillante acto castrense celebrado en el parque de El Retiro, en Madrid, le fue impuesta por S. M. el Rey. En la Real Orden de concesión se lee: “El Teniente Auditor de Tercera, del Cuerpo Jurídico Militar, D. Juan Ansaldo Vejarano el día 23 de marzo de 1924 salió del aeródromo de Tauima con dirección a Tizzi Moren, pilotando el Havilland n.º 51, a fin de destruir otro aeroplano enemigo descubierto el día anterior en este último punto, sacar fotografías de los efectos sufridos por el bombardeo, y, en último término, bombardear la casa de Abd el Krim y los poblados cercanos de Bocoya o Beni Urriaguel. Descubierto el aparato enemigo, se arrojaron bombas para destruirle, desde una altura que, en ocasiones, llegó a cincuenta metros aproximadamente, en las ocho pasadas dadas por el Havilland por encima del blanco, con gravísimo riesgo, no ya de que los tripulantes fueran heridos, sino de que un impacto en alguna de las partes más vulnerables del motor o del aparato, obligase, en el caso más favorable, a aterrizar en el campo enemigo.

Después de haber inutilizado el aparato descubierto, fue el Teniente Auditor Ansaldo herido gravemente por un proyectil enemigo en la pierna izquierda; no obstante, conservó la dirección del aparato que tripulaba e hizo señas al observador del mismo para que se hiciese cargo de los mandos mientras él se vendaba, y para que le dijese si quedaban aún bombas por arrojar.

Recibida contestación afirmativa e indicación de la casa de Abd el Krim, se dirigieron a ella, reduciendo Ansaldo los gases para que su aparato no ganase demasiada altura, arrojando las dos últimas bombas que le quedaban. Realizado el cometido que se le confió, con extraordinario valor militar y técnico, y una vez encima del campamento de Tafersit, recuperó el piloto del Havilland los mandos del aparato y aterrizó normalmente sin que éste sufriera avería ni desperfecto alguno”.

Llegada la paz, ya con categoría aeronáutica de jefe de Escuadrilla, realizó el curso de observador y sirvió en distintos destinos en la Península, hasta el 14 de abril de 1931, en que, al proclamarse en España la República, causó baja a petición propia en las filas del Ejército. Intervino en el levantamiento del general Sanjurjo, en agosto de 1932, y participó activamente en la preparación del levantamiento de 1936. El 20 de julio, cuando desde un campo próximo a Cascais, en Portugal, despegaba con el general Sanjurjo para trasladarle a Burgos a tomar el mando de las fuerzas alzadas contra el gobierno del Frente Popular, sufrió un grave accidente en el que el general resultó muerto y él, herido de gravedad.

Sin apenas estar repuesto de las heridas sufridas en el accidente, se incorporó en Burgos a las Fuerzas Aéreas del Norte, recibiendo el mando de la unidad de Dragones, con la que combatió en todos los frentes que cubría la Aviación del Norte —desde Ávila al Pirineo y toda la cornisa cantábrica—, logrando en el primer servicio, el 16 de agosto, levantar el sitio de Atienza, ametrallando y bombardeando, forzando al enemigo a retirar la artillería de las inmediaciones del pueblo.

En septiembre, en el frente de Huesca, su aparato fue alcanzado por la caza enemiga, incendiado y derribado, aunque Ansaldo, con heridos a bordo, logró llevar el aparato a las filas propias; pocos días después, en el frente de Oviedo, participó en los durísimos combates, y en un ataque con ametralladora, destruyó dos aviones en el aeródromo enemigo de Carreño.

En noviembre recibió en Vitoria el mando de un heterogéneo grupo compuesto por tres trimotores Fokker F-VII, un Dragón, una escuadrilla de Breguet XIX y una escuadrilla de caza, de Heinkel 51, con el que se distinguió en los combates en torno a Villarreal, haciendo fracasar la ofensiva vasca contra el escaso número de medios y efectivos "nacionales" del frente de Álava. El 28 de diciembre resultó derribado su avión, logrando llegar a Lasarte, salvando al avión y sus tripulantes. Fue tal su actividad en estos primeros meses de la contienda, que en diciembre contaba ya con ciento veintitrés servicios de guerra realizados, con doscientas dieciséis horas voladas, habiendo tenido veinte encuentros con la caza enemiga, y sufriendo en sus tripulaciones nueve heridos, uno de ellos él mismo. En 1937, al mando del 4-G-12, grupo de biplanos Romeo 37, actuó en los frentes del Tajo y en la durísima batalla del Jarama, rechazando los ataques enemigos en Segovia, y en las duras jornadas de la batalla de Brunete. En octubre recibió el mando del 3-G-28, grupo de trimotores Savoia 79, con el que actuó en las últimas fases de la campaña del Norte y en las operaciones para contener la ofensiva republicana sobre Teruel. Participó en la batalla del Maestrazgo que llevó a las tropas "nacionales" a las playas del Mediterráneo, actuó en la batalla del Segre, y hubo de hospitalizarse al resentirse de las heridas sufridas en el accidente de Cascais; al ser dado de alta recibió el mando del Grupo 8-G-28 de bimotores Caproni 310, y al frente de él actuó en la larga y cruenta batalla del Ebro, y en la posterior ofensiva sobre Cataluña que obligó al ejército republicano a internarse en Francia. Por su actuación en la campaña, le fue concedida la Medalla Militar.

Finalizada la guerra, fue nombrado jefe de la 2.ª Escuadra de la 2.ª Región Aérea, hasta que, ascendido a teniente coronel, fue designado agregado aéreo a las embajadas de España en París y Londres. Resaltó su brillante personalidad en aquellos momentos tan duros para Europa y tan delicados para España, que a duras penas podía mantener su “neutralidad”. Fue importante la actividad desarrollada desde aquel delicado destino, en la tramitación del armisticio entre Francia y Alemania. En 1942 cesó como agregado aéreo.

Juan Antonio Ansaldo, fervoroso monárquico, se exilió en 1943 a Francia y murió en San Juan de Luz el 20 de abril de 1958, sin haber regresado a España.

Además de la Cruz Laureada de San Fernando, Ansaldo recibió numerosas recompensas, entre las que destacan la Medalla Militar, dos Cruces de Guerra, cinco Cruces de 1.ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, tres Medallas de Sufrimientos por la Patria, Medalla de la Campaña 1936-1939, Medalla Militar de Marruecos con pasadores “Ceuta” y “Melilla”, Medalla de la Paz de Marruecos, Cruz del Mérito Militar de Italia, Cruz de la Orden del Mérito del Águila Alemana y comendador de la Orden de la Corona de Italia.

 

Bibl.: F. Acedo Colunga, El alma de la Aviación Militar española, Madrid, Espasa Calpe, 1928; J. Gomá Orduña, Historia de la Aeronáutica española, t. II, Madrid, Imprenta Prensa Española, 1951; L. Serrano de Pablo, Historia de Tablada, Sevilla, 1971; R. de la Cierva, Historia ilustrada de la guerra civil española, t. I, Barcelona, Planeta, 1977; Servicio Histórico Militar, Galería militar contemporánea, t. VI, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1980; Instituto de Historia y Cultura Aérea, Historia de la Aviación española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; J. Salas Larrazábal, Guerra aérea, 1936-1939, Madrid, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1998-2003; E. Herrera Alonso, Heroísmo en el cielo: laureados de San Fernando en el Museo del Aire, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1999; Cien aviadores de España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; J. Salas Larrazábal, La guerra de España desde el aire, Barcelona, Altaya, 2008.

 

Emilio Herrera Alonso