Fernández de Guevara y Laynez, Vicente de. Vicente de Guevara. Estella (Navarra), 1573 – Madrid, 9.XII.1655. Cisterciense (OCist.), abad general de la Congregación de Castilla, obispo del Nombre de Jesús en Filipinas.
Tuvo por patria, fray Vicente de Guevara, la ciudad de Estella (Navarra), donde nació en 1573 de padres honrados y nobles, que se llamaban Juan Fernández de Guevara y Beatriz Laynez; poco más se sabe de sus primeros años. A los quince ingresó en el monasterio de Santa María de Huerta (Soria) y lo recibió, el 22 de enero de 1593, fray Luis de Rivera, en su segundo trienio. Huerta se hallaba en uno de sus momentos cumbre; en el noviciado, Vicente de Guevara coincide con otros dos futuros personajes en la Orden y en la Iglesia española, fray Ángel Manrique y fray Pedro de Oviedo: ambos serán obispos como él, también después de ocupar varios cargos de gobierno y universidad, y Guevara y Manrique, generales de la congregación.
El 22 de enero de 1594 emite la profesión monástica en manos de fray Bernardo Gutiérrez; contaba en ese momento veintiún años. Como todos los monjes que salen de Huerta, pasará todavía dos años más de formación monástica y luego cursará sus estudios de Filosofía en el colegio que tenía la congregación en el monasterio de Rioseco (Burgos), y tres años después marchará a Salamanca para estudiar Teología.
Guevara demostrará enseguida, por su observancia religiosa y su mucha prudencia, que su fuerte era el gobierno. Debuta como superior en el priorato de Madrid; cuando su connovicio y hermano de comunidad, fray Pedro de Oviedo, es nombrado abad del Colegio de Alcalá, lo lleva consigo como prior claustral, y de ahí pasa a la abadía de Huerta, su monasterio de profesión; en Huerta ha sido elegido por segunda vez fray Lorenzo de Zamora, quien tiene que renunciar porque está haciendo la visita a los monasterios catalanes de Poblet y Santes Creus; es el trienio de 1611 a 1614.
Durante su gobierno ayudará a su vez a sus dos connovicios, Oviedo y Manrique, al pago de sus respectivos grados; la comunidad tenía demasiados gastos en su tiempo y no pudo fray Vicente, dice el cronista, hacer obra constructiva de consideración en el monasterio, como sus sucesores y antecesores. Cuando acaba su trienio, sigue gobernando sin interrupción otros monasterios. De Huerta pasará a la abadía de Hoya (Pontevedra), y luego a la de Montederramo (Orense); alternando con el cargo de definidor general, gobernará otras siete abadías más. El cronista observa que, siendo su gobierno en todas las abadías tan pacífico y acertado desde que empezó, nunca estuvo sin oficio, hasta que, el 6 de mayo de 1641, fue elegido para el más alto cargo de la congregación: abad general de ella.
Al acabar su gobierno en la congregación, aún no le dejan tranquilo; Felipe IV lo presenta a la abadía cuatrienal de Iranzu, en Navarra; cuando acaba este mandato se retira a Madrid, pero en ese mismo año recibe el nombramiento de obispo del Nombre de Jesús, en las islas Filipinas; era en 1649, y fray Vicente tenía ya sus setenta y seis años; no se sabe si por humildad o consciente de su edad y de lo que suponía un largo viaje, el hecho es que renuncia al obispado a los seis meses. Todavía en 1653, con ochenta años, lo nombran definidor, pero su vida terrena se extingue definitivamente, en Madrid, el 9 de diciembre de 1655.
En su larga vida ajetreada tiene siempre un recuerdo de afecto y atención, con un reguero de regalos continuo, a su monasterio de profesión, Huerta, donde se entrenó como abad; el 4 de septiembre de 1649 escribe una carta a sus hermanos de Huerta, único documento escrito que se conserva de este buen pastor y excelente gobernante. A su muerte, los monjes hortenses instituyeron, en agradecimiento, un aniversario a su memoria.
Obras de ~: Carta a la comunidad de Huerta, s. l., 4 de septiembre de 1649 (inéd.).
Bibl.: C. Cordón, Obispos, Generales y Abades de Huerta, s. l., s. f. (inéd.) (en Archivo de la Abadía de Santa María de Huerta, fols. 28v.-29v. y 73r.-73v.); A. Manrique, Cisterciensium seu verius Ecclesiasticorum Annalium a condito Cistercio, vol. IV, Lugduni, 1659, págs. 680, 690, 711 y 714; F. Zamora y Lucas, “Mitras y coronas en el Real monasterio de Santa María de Huerta”, en Celtiberia, 23 (1962), págs. 7-50; P. Guerin, “Guevara, Vicente de”, en Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1068.
Agustín Romero Redondo, OCist.