Aguayo, Alonso de. Arévalo (Ávila), 1606 – Sahagún (León), XI.1680. Monje benedictino (OSB), obispo.
De familia noble, fueron sus padres Alonso de Aguayo, mayordomo del marqués de los Vélez, y Bernardina de Sedeño, natural de Toledo. En 1620 ingresó en el Colegio de Infantes del monasterio de San Benito de Valladolid, de donde salió al año siguiente para tomar el hábito en el de San Benito de Sahagún, el 24 de junio de 1621. Pronto fue nombrado prior mayor de su casa de profesión y después abad de San Mancio de Medina de Rioseco (Valladolid), dependiente de Sahagún.
En 1641 fue nombrado procurador general en la Corte de Roma de la congregación de San Benito de Valladolid, a la que su monasterio pertenecía, cargo que desempeñó hasta 1649. Entonces fue llamado a Nápoles por el virrey, conde de Oñate, a título de consejero, puesto en el que estuvo dos años, pasados los cuales fue reclamado por el general de San Benito, quien lo hizo abad de Sahagún en 1651. Fue reelegido para el mismo cargo en 1653 y en él perseveró hasta 1657.
En 1660, a la muerte del abad Jerónimo Velarde, los monjes lo eligieron de nuevo, pero su elección fue contestada por el prior y su partido, quienes lograron del general su deposición y destierro a la abadía de San Salvador de Oña (Burgos). Al año siguiente un nuevo general, fray Rosendo Mújica, lo rehabilitó nombrándolo su secretario. El Capítulo de 1665 lo designó procurador general de la congregación en Madrid, siendo entonces nombrado miembro del Consejo Real. En 1668 fue propuesto para el obispado de Gaeta, en Italia, pero no quiso aceptar. Sin embargo, al año siguiente fue presentado para auxiliar del obispo de Ávila, Andrés Girón, que era ya muy anciano. El 23 de febrero de 1671 se despacharon las bulas y fue nombrado obispo titular de Cesarea. Hasta la muerte de Girón, en 1673, residió en Ávila como gobernador del obispado, pero entonces se retiró a su pueblo natal, al palacio que allí tenían sus padres. Sin embargo muy pronto volvió a su monasterio de Sahagún, donde permaneció hasta su muerte.
No se sabe que escribiera nada, pero en su tiempo tuvo fama de gran predicador y de hábil paleógrafo. Era también muy versado en leer escrituras cifradas y de él se contaba que estando en Roma, durante el cónclave del que salió electo papa Inocencio X (1644), logró descifrar una carta del duque de Florencia, lo que nadie antes había podido conseguir. Fue enterrado en la iglesia abacial de Sahagún, entre los retablos de los santos Reyes y de santa Gertrudis, que él había costeado, además de donar otras muchas alhajas a su monasterio.
Bibl.: R. Escalona, Historia del real monasterio de Sahagún, sacada de la que dexó escrita el Padre Maestro Fr. Joseph Pérez, Madrid, J. Ibarra, 1782, págs. 219-221; E. Zaragoza Pascual, Los Generales de la Congregación de San Benito de Valladolid (1613-1701), Silos, Stvdia Silensia VIII, 1982, págs. 476-477; “Abadologio del monasterio de San Benito de Sahagún (siglos x-xix)”, en Archivos leoneses, 77, (1985), págs. 122-123.
Miguel C. Vivancos Gómez, OSB