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Antonio de Alvarado

Biografía

Alvarado, Antonio de. Belorado (Burgos), I.1561 – 20.IV.1617. Benedictino (OSB), escritor ascético y místico.

Se llamaba Naveda Alvarado, porque era hijo de Juan de Naveda y de Beatriz de Alvarado, los dos de noble linaje. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Valladolid y acabados sus estudios determinó hacerse monje en el monasterio de San Benito el Real de la misma ciudad, donde tomó el hábito el 1 de febrero de 1581 y en el que profesó en 1582.

En 1584 fue enviado a estudiar artes al colegio de San Esteban de Ribas de Sil (Orense) y luego al de San Vicente de Salamanca, de donde fue prior (1592- 1595). Posteriormente fue lector de artes de Ribas de Sil (1595-1598), abad del monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos) (1601-1603), secretario del abad general fray Juan de los Arcos (1603-1604) y el Capítulo General de 1604 le nombró predicador.

Más tarde fue abad del colegio de pasantes de San Benito de Zamora (1607), prior (1609-1610) y predicador (1610-1613) de su monasterio de Valladolid, y finalmente abad del monasterio de Irache (Navarra) (1613-1617) —en cuya Universidad se había graduado en filosofía, teología y cánones en 1608—, donde alcanzó, de Paulo V, la aprobación definitiva de aquella Universidad el 7 de octubre de 1615.

Murió en su pueblo natal, yendo de Irache a Valladolid para la celebración del Capítulo General de 1617, tras recibir con gran fervor los últimos sacramentos, y fue enterrado en el panteón familiar de la iglesia parroquial, con tanta fama de santidad que la parroquia de su pueblo natal jamás quiso desprenderse de sus restos, a pesar de las repetidas demandas del monasterio de Valladolid, y la Congregación le dio el título de venerable. Escribió diversas obras espirituales de carácter ascético-místico, siendo la que más difusión tuvo y la que mayor renombre le dio su Arte de bien vivir y guía de los caminos del cielo (1603), basado en el Ejercitatorio de la vida espiritual (1500) de fray García de Cisneros, antiguo monje de Valladolid y reformador y abad de Montserrat, al cual enriquece. Fue el mayor propagador en España de la devoción de la esclavitud mariana, iniciada en Alcalá de Henares por la concepcionista franciscana Inés de San Pablo hacia 1595, comenzando por fundar en el monasterio de Valladolid una cofradía de la esclavitud mariana, que luego se extendió a los otros monasterios, para la cual escribió: Guía de los devotos y esclavos del Santísimo Sacramento y de la Virgen Desterrada (1613) y el Ramillete de flores y excelencias de Nuestra Señora y guía de los esclavos de su penoso destierro (1617). También escribió un Arte de bien morir y guía de los caminos de la muerte (1610), muy acorde con el sentimiento religioso de la época, en que toda actividad tenía su propio arte. Dejó diversos sermones, entre ellos el que, siendo abad de Irache, predicó en los Carmelitas Descalzos de Pamplona, con motivo de la beatificación de santa Teresa de Jesús.

Sus obras completas se publicaron en Pamplona en 1617 y en dos volúmenes en el centenario de su muerte (1717), el primero de los cuales fue nuevamente impreso en 1903. Su Arte de bien vivir fue el libro de oración y meditación común a todos los monjes benedictinos de la Congregación de San Benito de Valladolid, desde que el Capítulo General de 1610 ordenó que se practicara en todos los monasterios, de manera que sustituyó al mencionado Ejercitatorio de fray García de Cisneros. Fray Antonio tenía desde hacía muchos años una salud quebradiza, una voz delgada y una fuerte sordera que le apartaban del trato de los hombres, pero que le llevaban a hablar constantemente con Dios, porque le favorecía la guarda del silencio interior y del recogimiento exterior.

Sus escritos son la muestra de lo mucho que había leído y de que era un experimentado maestro en los caminos del espíritu. Las obras que publicó no son originales, sino florilegios de doctrina de otros varones espirituales antiguos y contemporáneos suyos, pero no se limitó a extractar, sino que aportó su propia experiencia y sintetizó los temas de la vida espiritual, especialmente acerca de la oración, de manera que tienen la originalidad de ser una síntesis propia.

El abad Luciano Serrano de Silos dice que a su obra se la podría llamar “Tratado de perfección y virtudes cristianas”, y uno de los censores de su obra señala que contiene “las flores de los libros espirituales más provechosos; y éste sólo, bien leído y entendido, basta por todos”. Como todos los benedictinos de su época, tiene la preocupación de armonizar el intelectualismo y el voluntarismo, de la mano de la Biblia, que maneja con maestría, y de los santos padres, con preferencia santo Tomás de Aquino, san Bernardo y san Agustín, seguidos de san Gregorio, san Jerónimo, san Ambrosio, san Juan Crisóstomo, san Anselmo, san Buenaventura y otros teólogos antiguos y contemporáneos, de diferentes órdenes religiosas, y como ellos es benigno en la doctrina y suave en los medios, sin olvidar la energía necesaria, de manera que alienta más que atemoriza.

Divide la vida espiritual en activa y contemplativa, asegurando que es mejor la mixta, que hermana a ambas; que la oración es para todos y no sólo para frailes y monjas, como medio de apartarse de los vicios y alcanzar y conservar las virtudes; considera la oración mental mejor que la vocal; enseña los pasos y medios necesarios para orar, trata de las dificultades, los escrúpulos y sus remedios, de la compostura del cuerpo que debe armonizar con los sentimientos del que ora la oración, recomienda las jaculatorias, como medio de conservar la presencia de Dios, aporta temas de meditación para cada día de la semana, reduce la contemplación a dos vías, afirmativa y negativa, con dos modos de contemplar distintos en cada una de ellas, a saber, ascendente, de las criaturas a Dios, y descendente, de Dios a las criaturas, de manera que, cuando habla de la contemplación, se basa en el conocimiento oscuro de Dios, atribuido a san Juan de la Cruz, sino es que le corresponde a Alvarado la paternidad de esta joya, cuya identidad de estilo, dice el padre Serrano, parece probarlo.

Dice que hay que salir de sí y transformarse en el Amado; que a Dios le conocemos como podemos, pero le amamos tal como es, con lo que indica que es más importante la voluntad que el intelecto, el afecto que el conocimiento. Además fue el primero que en el lenguaje místico acuñó la noción de contemplación adquirida. Su estilo claro y discreto en la doctrina, de lenguaje fluido y candente, rebosante de unción, va revestido de un conjunto de cualidades que de justicia colocan a su autor en el número de los ascéticos clásicos, siendo entre los benedictinos el autor más leído, junto con Luis Blosio. Sin duda alguna, se le puede considerar el más genuino representante de la ascética benedictina de la Congregación de Valladolid y uno de los más señalados predicadores y maestros espirituales que tuvo en el siglo xvii, además de ser uno de los más conocidos escritores espirituales de la época.

 

Obras de ~: poesías varias en Biblioteca de Santa Cruz, Valladolid, ms. 229 (1594), fols. 34v.-36v., 101r.; Arte de bien vivir y guía de los caminos del cielo, Valladolid, Francisco Fernández, 1603, 2 vols. (vol. 1, Pamplona, Matías Marés, 1608; vol. 2, Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1608; los dos volúmenes en Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1613; Pamplona, 1617; Irache, Nicolás de Assiayn, 1616; Madrid, Lucas Antonio de Bedmar, 1717, 2 vols., el primero de los cuales fue nuevamente impreso en Madrid, en 1903); Arte de bien morir y guía de los caminos de la muerte, Irache, 1607 (Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1611; Irache, Nicolás de Assiayn, 1615); Práctica manual de la vida cristiana, Valladolid, 1610 (atrib.); Guía de los devotos y esclavos del Santísimo Sacramento y de la Virgen Desterrada, Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1613 (Barcelona, Sebastián Cormellas, 1613, 1614 y 1623); Instrucción para la cofradía de los Esclavos de la Santísima Virgen Desterrada, que se fundó en San Benito de Valladolid, Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1613 (Valladolid, Alonso del Riego, 1732); Ramillete de flores y excelencias de Nuestra Señora y guía de los esclavos de su penoso destierro, Pamplona, Nicolás de Assiayn, 1617 y 1618; diversos sermones, entre ellos el publicado en Sermones predicados en la Beatificación de la B. M. Teresa de Jesús, Madrid, Alonso Martín, 1615, autógrafo en el archivo de la Congregación de Valladolid, abadía de Silos (Burgos), Documentación varia, vol. XII, fol. 439r.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Congregación de Valladolid (Abadía de Silos), Actas de los capítulos generales, vol. I, fols. 425r., 452r., 453r., 474r., 483r., 504v.; vol. II, fols. 13r., 19v., 26r., 364v., abadía de Silos, Burgos.

J. Sáenz de Aguirre, Ludi Salmanticenses seu Theologia florulenta, Salamanca, Melchor Estévez, 1668, pág. XII; G. de Argaiz, La Perla de Cataluña. Historia de Nuestra Señora de Monserrate, Madrid, Andrés García de la Iglesia, 1677, pág. 452; A. de Heredia, Vidas de Santos, Bienaventurados y Personas Venerables de la Sagrada Religión de N. P. S. Benito, Patriarca de Religiosos, vol. II, Madrid, Melchor Álvarez, 1685, pág. 360; N. Antonio, Bibliotheca Hispana Nova, vol. II, Madrid, Joachimum de Ibarra typographum regium, 1783-1788, pág. 95 (trad. cast. de G. de Andrés y M. Matilla, Biblioteca Hispana, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998, 4 vols.); F. Curiel, Guía de devotos y esclavos del Smo. Sacramento, Barcelona, 1910, págs. 1-14; G. de San Juan de la Cruz, Obras del Místico Doctor San Juan de la Cruz, Toledo, Viuda e Hijos de J. Peláez, 1912, pág. 272; J. Pérez de Úrbel, Semblanzas benedictinas, vol. II, Madrid, Voluntad, 1925, págs. 247-254; L. Serrano, “Ascéticos benedictinos en lengua castellana”, en Revista Histórica, Valladolid, Biblioteca de Santa Cruz, 1925, pág. 16; M. del Álamo, “Valladolid, Congregación de San Benito de”, en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, 66, Madrid, Espasa Calpe, 1929, pág. 960; “Alvarado (Antoin de)”, en M. Villers (dir.), Dictionnaire de Spiritualité, vol. I, Paris, Beauchesne, 1932-1995, cols. 403-405; J. Aramendia, “Las oraciones afectivas y los grandes maestros espirituales de nuestro Siglo de Oro”, II, en Monte Carmelo, 36 (1934), págs. 51-57; J. Ibarra, Historia del monasterio benedictino y de la Universidad literaria de Irache, Pamplona, La Acción Social, 1939, págs. 247 y 260-263; J. M.ª Moliner, Historia de la literatura mística en España, Burgos, El Monte Carmelo, 1961, págs. 115-116; J. Pérez de Úrbel, Varones insignes de la Congregación de Valladolid, Pontevedra, Museo Provincial, 1967, págs. 51-56; M. Garrido, “El benedictino P. Antonio de Alvarado y la esclavitud mariana”, en Scripta de Maria, 4 (1981), págs. 159-183; E. Zaragoza Pascual, Los Generales de la Congregación de San Benito de Valladolid, vol. IV, Burgos, Aldecoa, 1982, págs. 377 y 404-405; vol. V, 1984, pág. 463; “Abadologio del monasterio de Santa María la Real de Irache (958-1839)”, en Studia monastica, 35 (1993), pág. 180; “La práctica de la oración mental metódica entre los benedictinos vallisoletanos del siglo xvii”, en Nova et Vetera (Zamora), 55 (2003), págs. 12-22.

 

Ernesto Zaragoza Pascual

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