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Jean Ranc

Biografía

Ranc, Jean. Montpellier (Francia), 28.I.1674 – Madrid, 1.VII.1735. Pintor.

Tras realizar sus primeros estudios artísticos en el taller de su padre, el pintor académico Antoine Ranc, en 1697 marcha a París, donde completa su formación junto a Hyacinthe Rigaud, el más famoso retratista de la época, convirtiéndose después en su colaborador y captando con rapidez la elevada elegancia propia de su estilo. En 1703 ingresa en la Academia Real de Pintura y de Escultura de París, y a partir de 1707, es nombrado académico en la disciplina del retrato.

La protección de su maestro, con cuya sobrina, Margarita, se casa en 1715, le abre el camino dentro de la Corte, pintando en los siguientes años a diversos miembros de la familia real y al propio Luis XV.

Como es lógico, tampoco le faltarán encargos de la aristocracia, como muestran las efigies de los duques de Orleáns y de Chartres, tratando también asuntos alegóricos y mitológicos, como en Vertumno y Pomona, obra realizada hacia 1721 y donde el llamativo vestido rojo de la joven diosa de la abundancia y los frutales y el entorno vegetal la sitúan muy cerca de la estética rococó.

Al tiempo, Felipe V necesitaba encontrar desde Madrid a un sustituto de Miguel Angel Houasse como retratista oficial de la Corte, al no adaptarse éste totalmente a sus gustos en dicho género. En principio ofrecería el puesto a Rigaud, que ya le había plasmado oficialmente como rey de España antes de su venida a Madrid, aunque el viejo maestro se disculparía por motivos de edad mientras sugería el nombre de Ranc para el cargo. Al final, y con la mediación del cardenal Dubois, el citado obtiene el nombramiento y parte de Francia hacia Madrid en septiembre de 1722, no tardando en recibir, por parte de los monarcas, los primeros encargos oficiales para retratar a diversos miembros de la familia real.

Al respecto, se podría fechar a finales de año La familia de Felipe V, obra de pequeñas dimensiones donde figura sentado el Monarca junto a su segunda esposa, Isabel de Farnesio; el primero rodeado por los hijos de su primera esposa, Luis y Fernando, ambos luego en el trono de España, y la segunda por el infante Felipe, vestido como en algunos retratos infantiles de la época, con traje de niña, y el futuro Carlos III, al que señala en expresivo gesto mientras éste contempla un retrato femenino en dorado y ampuloso marco oval. El cuadro, ambientado en un salón casi en penumbra en el que apenas se adivina la silueta de un jarrón o, al fondo, algunas arañas de cristal, carece de todo lujo ambiental, aunque éste se manifieste claramente en las vistosas indumentarias de los personajes.

A continuación, plasmará individualmente a los reyes en una pareja de efigies de 1723, telas con las que Ranc impone en España el solemne y majestuoso retrato de corte francés puesto de moda por Rigaud en el país vecino. Así, junto a la de Isabel de Farnesio, siempre altiva de expresión, muestra al Monarca al aire libre, cubierto con brillante armadura y con una bengala en la mano, agitándose el fajín en numerosos pliegues. No obstante, esta pompa militar parece chocar con la expresión serena y casi sonriente del modelo, convirtiéndose, en todo caso, en una de las imágenes favoritas del Rey. Como tal, Ranc la repetirá, con ligeras variantes, en no pocas ocasiones, valga como ejemplo la hoy conservada en la Academia de San Fernando.

También mantendrá la misma postura y ademán en el Retrato ecuestre de Felipe V, obra donde, por lo demás, sigue las pautas de Mignard en su efigie de Luis XIV, con el caballo en posición de media corbeta y la figura de la Victoria, con la corona de vencedor y la palma, volando por encima del jinete. No obstante, y evocaciones de Velázquez aparte, para la realización de su cuadro Ranc tampoco parece ajeno al Retrato del cardenal- infante Don Fernando en la batalla de Nordligen, lienzo de Rubens conservado en el Alcázar y donde, como en el firmado por Ranc, una disputada batalla se desarrolla bajo las patas del animal, en la lejanía.

Pintará también a los infantes, y más tarde reyes, Fernando VI y Carlos III, ambos ricamente ataviados, como si fueran adultos, aunque Ranc siempre introduzca en estos casos algún elemento que alivie el exceso de rigidez en el modelo. De esta forma, el infante Fernando aparece, junto a su animado perro, ante un paisaje ajardinado con una fuente al fondo, repitiendo personaje y animal la posición con la que ya figuraban en el cuadro de la familia real antes citado.

Por su parte, el joven Carlos III se muestra en el suntuoso interior de un gabinete, con una dorada consola sobre la que destaca un libro que en esos momentos consulta y en el que caen, de un cercano jarrón, algunas rosas, al tiempo que otras florecillas aparecen en su mano derecha. Junto a estas notas delicadas, la casaca azul del protagonista adquiere una tonalidad intensa, casi esmaltada, decorados sus bordes y mangas con amplios y dorados bordados.

La actividad retratística de Ranc pronto adquirirá un ritmo frenético, ya porque el Rey utilizara sus efigies como regalos a importantes personalidades, o por motivos dinásticos, pues era costumbre de la época enviar retratos de los miembros de la familia real a las Cortes extranjeras ante posibles enlaces matrimoniales.

Así, y por expreso deseo del Monarca, se verá obligado a realizar incesantes copias de sus propios trabajos, apenas con algunas variaciones en los fondos o accesorios de las figuras. Pronto necesitará la ayuda de un poderoso taller para atender el exceso de encargos, aunque sus ayudantes nunca alcanzarían la calidad de los originales.

Tras reflejar al óleo a algunos particulares, como a Roberto Michel, escultor de cámara que había llegado a España en 1724, en 1729 visita Lisboa para retratar a la familia real portuguesa por cuenta de Felipe V, ya que eran inminentes diversas bodas entre príncipes españoles y portugueses. Al respecto, y ya de regreso del país vecino, realiza en Sevilla las efigies de Fernando VI, príncipe de Asturias, y María Bárbara de Braganza, su futura esposa. Alrededor de 1734 reflejaría, en formato ovalado, al Cardenal infante don Luis de Borbón, nacido del matrimonio real en 1727 y futuro arzobispo de Toledo.

Minucioso y firme en el dibujo y colorista refinado, la, a menudo, falta de espontaneidad de sus figuras, siempre distinguidas aunque afectadas en posturas y actitudes, acabarían por granjear cierta indiferencia hacia su labor y un trato poco deferente por parte de la Corte, lo que explicaría sus continuas peticiones sobre mejoras en su alojamiento o el pago de atrasos.

Dedicado esporádicamente a otras tareas, como la decoración de carruajes regios o el embellecimiento de algunas de las estancias del Alcázar, al año de concluir las obras, en la Nochebuena de 1734, un incendio destruirá completamente el edificio, no tardando en comentarse que el foco había partido de sus aposentos al arder una lámpara sobre los barnices con los que sus ayudantes trabajaban en esos momentos.

Afectado hondamente por el suceso, Ranc fallecería un año después víctima de una profunda depresión.

 

Obras de ~: Retrato de Luis XV, 1718; El duque de Orleáns, c. 1720; Vertumno y Pomona, c. 1721; La familia de Felipe V, c. 1722; Retrato de Felipe V, 1723; Retrato de Isabel de Farnesio, 1723; Retrato ecuestre de Felipe V, c. 1723; Carlos III de niño, c. 1723; Retrato de Roberto Michel, c. 1728; Retrato del infante Fernando, príncipe de Asturias, 1729; Retrato de Bárbara de Braganza, 1729; Retrato del infante cardenal don Luis Antonio de Borbón, c. 1734.

 

Bibl.: F. J. Sánchez Cantón, “Escultura y Pintura del siglo xviii”, en M. Almagro Basch et al., Ars Hispaniae: historia universal del arte hispánico, vol. XVII, Madrid, Plus Ultra, 1965, págs. 90, 94-98 y 119; J. J. Luna, “Un centenario olvidado: Jean Ranc”, en Goya (Madrid), n.º 127 (julio-agosto de 1975), págs. 22-26; “Jean Ranc. Pinturas de las Colecciones Reales”, en Reales Sitios (Madrid), n.º 51 (1977), pág. 61;, “Jean Ranc. Ideas artísticas y métodos de trabajo a través de pinturas y documentos”, en Archivo Español de Arte, n.º 212 (1980), pág. 449; VV. AA, Museo del Prado, v. 2, Cuenca, Ed. Pablo López de Osaba, 1980, págs. 350-353; VV. AA., “Arte español del siglo xviii”, en J. Pijoán (dir.), Summa artis: historia general del Arte, t. XXVII, Madrid, Espasa Calpe, 1984, págs. 16, 32, 86, 91-94 y 101; J. M. De Azcárate y Ristori, Guía del Museo de la Real Academia de San Fernando, Madrid, Comunidad de Madrid, 1988, pág. 19; J. L. Morales y Marín, Pintura en España, 1750-1808, Madrid, Cátedra, 1994, págs. 76-80, 87, 95 y 296; M. Morán Turina, “Los retratos de Felipe V”, en Descubrir el Arte (Madrid), n.º 16 (junio de 2000), págs. 51-53; D. Rodríguez Ruiz, “Retrato y escena del rey”, en Descubrir el Arte, n.º 17 (julio de 2000), págs. 38 y 40; D. Rodríguez Ruiz y J. H. Miranda, “La Granja. Retrato y escena de Felipe V”, en Álbum (Madrid), n.º 61 (2000), pág. 32; VV. AA., La Guía del Prado, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, págs. 392-395.

 

Ángel Castro Martín