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Miguel Ángel Houasse

Biografía

Houasse, Miguel Ángel. París (Francia), c. 1680 – Arpajon (Francia), 30.IX.1730. Pintor.

Hijo y alumno de René-Antonine Houasse, reputado pintor colaborador de Charles Le Brun en las decoraciones pictóricas de Versalles, Grand Trianon incluido, o del palacio de las Tullerías, acompañó a su padre cuando éste fue nombrado director de la Academia de Francia en Roma de 1699 a 1705. De vuelta en París, en 1706 ingresó en la Academia Real de Pintura y de Escultura para completar su formación, siendo aceptado como miembro de la misma al año siguiente y designado en 1710 peintre ordinaire du roi.

Mientras, Felipe V, nieto de Luis XIV y rey de España desde 1700, buscaba nuevos retratistas para su Corte, ya que los que en ese momento ocupaban el puesto no eran del agrado de su esposa, Gabriela de Saboya, quien prefería un artista francés más cercano a los refinados gustos de la nueva dinastía. Tras varios contactos previos, fue finalmente Jean de Orry, recaudador de finanzas del rey de Francia, el que impulsó el nombramiento del joven Houasse como pintor retratista de la nueva dinastía hispana.

En Madrid, desde abril de 1715, poco después del segundo matrimonio de Felipe V con Isabel de Farnesio, Houasse no tardó en iniciar los retratos de diversos miembros de la Casa Real, combinando en ocasiones elementos del retrato cortesano español del siglo XVII, con especial atención a Velázquez, con detalles y adornos decorativos propios del retrato francés de finales del reinado de Luis XIV, con Rigaud como principal representante.

En 1717 retrató a Luis de Borbón, primogénito del Rey, que contaba por entonces con diez años de edad y que, como Luis I de España, ocupó brevemente el trono siete años después al fallecer prematuramente, mostrando al joven personaje en postura que recuerda la de Luis XIV con armadura de mano de Rigaud.

Sin embargo, Houasse evitó la riqueza de accesorios propia del anterior, para plasmar, ante un fondo neutro, al heredero con vestimenta definida por una delicada gama de plateados grises en total armonía con la blanca corbata de encaje, la peluca y el juvenil rostro del personaje. No parece, sin embargo, que a los reyes gustara demasiado esta delicada imagen, casi ausente, además, de todo aparato decorativo, por lo que el Monarca pronto tantearía a otros retratistas para el cargo.

Houasse siguió, sin embargo, al servicio del Rey, atendiendo cuantas composiciones y géneros de todo tipo se le encargaban, desde paisajes a cartones para tapices. Así, entre 1719 y 1720 pintó Bacanal y Sacrificio a Baco, cuadros de temática dionisíaca, en los que revela cierta influencia de Poussin, aunque en Houasse la mayoría de las figuras eludan las frenéticas danzas del anterior, para ofrecerse en actitudes más reposadas, no faltando los atrevidos escorzos en los personajes tumbados, mientras alguna muchacha, con un cántaro en la cabeza, se aleja de espaldas al espectador en femenino caminar.

Por otro lado, pronto recibió el encargo de pintar, para el palacio de La Granja, toda una serie de vistas de las diversas residencias regias, cuadros donde, pese a su formación académica, interpretó el austero horizonte castellano con verismo, lejos del riguroso paisajismo geométrico empleado por los pintores oficiales que trabajaban en París o Versalles, o de las habituales y repetitivas frondas de las fiestas galantes. Al respecto, se hace evidente su interés por la claridad y ligereza de toque de los panoramas cercanos a Madrid plasmados por Velázquez en sus numerosos retratos del Alcázar.

Así, bajo una luz diáfana, plasmó paisajes de distinto carácter aunque siempre plenos de autenticidad, como la Vista del Palacio de El Pardo y Panorama de Aranjuez. Sumergido el primero en un verdoso entorno de bosques y colinas, en el segundo muestra una amplia y austera llanura en la que, junto a la alameda del Tajo, apenas se percibe la arquitectura palaciega. Pero fue en las diversas vistas de El Escorial donde Houasse mostró sus mejores logros dentro de la citada serie. En Panorama del Monasterio de El Escorial, por ejemplo, visualiza el edificio, al fondo y en lo alto, desde un bosquecillo animado con populares y diminutas figuras en primer plano, siempre en su pincel más realistas que los estereotipados personajes de los ya citados paisajistas franceses. Pero fue en su conocida Vista de El Escorial con monje donde Houasse, bajo una atmósfera luminosa donde se recorta la amplia silueta del monasterio, logró el mejor lienzo de la serie, apoyado en un suave cromatismo, no faltando la figura, en primer plano, del fraile que, sumido atentamente en la lectura, parece resaltar el carácter religioso de la construcción.

El maestro también realizó una serie de obras donde, bajo los más puros celajes, los personajes comparten protagonismo con diversas estatuas o ruinas clásicas diseminadas en su entorno, no faltando los edificios que se vislumbran en la lejanía, entre la abundante vegetación. Al efecto, son muy demostrativos títulos como Paisaje con Hércules Farnesio, Joven dibujando esculturas o Paisaje con mujeres cortando flores.

Convertido este amplio conjunto de vistas en unas de las mejores realizaciones de su carrera, Houasse, se erigió, como todo un renovador de este género, entre los artistas de su tiempo por su técnica libre y directa, preludiando, incluso, los avances del paisajismo francés de la siguiente centuria.

También intentó el maestro representar el lúdico mundo de las elites de su tiempo, con títulos como Academia de dibujo, donde un grupo de notables pinta al modelo desnudo que, con gran naturalismo, ocupa el centro de la escena, o El juego del billar, donde los presentes aparecen alrededor del tapete verde en las más diversas posturas, alcanzando en sus Máscaras jugando a las cartas en un jardín, una atmósfera casi rococó. Son escenas donde Houasse, con su sentido de observación y aptitud para la anécdota, combinó elementos naturalistas con otros extraídos de las fiestas galantes, destacando también por la hábil utilización del colorido y la cuidada composición de figuras y actitudes.

Otras escenas, de corte más popular, están ubicadas en tranquilos parajes que cobraban alegría ante los bailes o juegos de los personajes, como en Fiesta aldeana o en Aldeanos y caminante. Pero la tela más destacada en este apartado fue su Vista de Madrid con vendedor de pájaros, donde, con un fondo poblado por los edificios de la cornisa del Manzanares, con la mole del Alcázar como elemento más destacado, las figuras del primer término conforman una multicolor y jovial escena, plena de armonía y gusto por lo cotidiano. De este modo, Houasse se adelantaba, de nuevo, a sus coetáneos para preludiar a los futuros pintores de cartones de la Fábrica de Tapices, como José del Castillo o Francisco de Goya.

Pintor también de escenas religiosas, en La Huida a Egipto, la dulzura de los personajes o el luminoso foco que emana de la figura del Niño y rompe la oscuridad reinante, recuerdan la Adoración de los pastores de Le Brun. En cuanto a los seis cuadros encargados para el noviciado de los jesuitas sobre La vida de san Francisco Regis, Houasse se muestra con dibujo firme, muy atento a la utilización de la luz como elemento que ayude a evocar lo sobrenatural en la escena. En todo caso, la disposición de los personajes y la actitud de sus gestos en alguno de los lienzos del conjunto, como en la Curación milagrosa de la madre Montplaisant, inspirarían directamente a Goya para su San Francisco de Borja y el moribundo impenitente, de la catedral de Valencia, o su San Bernardino de Siena de San Francisco el Grande.

Retornando al ámbito de lo mitológico, en 1727 el Rey le encargó que pintara los modelos sobre los que habían de tejerse, en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, una serie de tapices que representaran las aventuras de Telémaco. Pero el maestro no llegó a realizar más que un modelo, La llegada, a la isla de Calipso, de Telémaco y Mentor, obra poblada de estilizadas figuras, casi evanescentes en sus delicados gestos, que darían lugar a dos paños, complementarios entre sí, sobre esta historia entre la ninfa y el hijo de Ulises.

Houasse permaneció al servicio del Rey como pintor de cámara hasta el final de su vida, siempre como artista refinado, capaz de cultivar todos los géneros, con su sentido armónico en las composiciones, vivaz colorido y gracia en las figuras, dejando en la Corte madrileña lienzos de un sentido luminoso de sorprendente modernidad.

De salud frágil, obtuvo una licencia para restablecerse en Francia en 1727. Volvió para partir de nuevo a su país y morir en 1730 en Arpajon, localidad cercana a Chartres.

 

Obras de ~: Hércules y Licia, 1707; San Francisco de Regis repartiendo limosnas, c. 1716; Retrato de Luis de Borbón, 1717; Bacanal, 1719; Sacrificio a Baco, 1720; San Francisco de Regis predicando, c. 1723; Paisaje con Hércules Farnesio, 1725; Joven dibujando esculturas, 1725; Sagrada Familia, 1726; Academia de dibujo, 1728; La llegada, a la isla de Calipso, de Telémaco y Mentor, c. 1729.

 

Bibl.: Y. Bottineau, L’Art de cour dans l’Espagne de Philippe V, 1700-1746, Bordeaux, Féret et Fils, 1962, págs. 431- 445; F. J. Sánchez Cantón, Escultura y Pintura del siglo xviii, en M. Almagro Basch et al., Ars Hispaniae: historia universal del arte hispánico, t. XVII, Madrid, Plus Ultra, 1965, págs. 88- 93; J. J. Luna, “M. A. Houasse”, en Reales Sitios (Madrid), n.os 42-45 y 47-48 (1974-1975); P. Junquera, “Las aventuras de Telémaco. Tres series de tapices del Patrimonio Nacional”, en Reales Sitios, n.º 52 (1977), págs. 46 y 51; VV. AA., Museo del Prado, vol. II, Cuenca, Editorial Pablo López de Osaba, 1980, págs. 352-355; J. J. Luna, “Houasse en la Corte de Madrid. Notas y documentos”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños (Madrid), tirada aparte (1981), págs. 1-21; Miguel Angel Houasse, 1680-1730, pintor de la corte de Felipe V, catálogo de exposición, Madrid, Ayuntamiento, 1981; VV. AA., Arte Español del siglo xviii, en J. Pijoán (dir.), Summa artis: historia general del Arte, t. XXVII, Madrid, Espasa Calpe, 1984, págs. 37-38, 82-86, 89 y 92; VV. AA., Diccionario Larousse de la Pintura, vol. II, Barcelona, Planeta-De Agostini, 1987, pág. 949; A. E. Pérez Sánchez y J. L. Díez García, Museo Municipal. Catálogo de las pinturas, Madrid, Museo Municipal, 1990, págs. 128-130; J. L. Morales y Marín, Pintura en España, 1750-1808, Madrid, Cátedra, 1994, págs. 62-63, 88-89 y 317; D. Rodríguez Ruiz, “Retrato y escena del rey”, en Descubrir el Arte (Madrid), n.º 17 (julio de 2000), pág. 39; D. Rodríguez Ruiz y J. H. Miranda, “La Granja. Retrato y escena de Felipe V”, en Álbum (Madrid), n.º 61 (2000), págs. 35-39; F. Calvo Serraller (dir. y coord.), Enciclopedia del Museo del Prado, vol. IV, Madrid, Fundación Amigos del Museo del Prado, 2006, págs. 1295-1297; VV. AA., La Guía del Prado, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, págs. 393-394.

 

Ángel Castro Martín