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Miguel Aldama y Alfonso

Biografía

Aldama y Alfonso, Miguel. La Habana (Cuba) 8.V.1820 – 15.III.1888. Empresario y político revolucionario.

Hijo de un peninsular procedente de Navarra, Domingo Aldama y Aréchaga, que había emigrado a Cuba para trabajar y que casó con Rosa Alfonso y Soler, una cubana cuya familia poseía cuantiosos bienes de fortuna procedentes de la industria azucarera. Tuvieron cuatro hijos y su primogénito fue Miguel.

Miguel Aldama y Alfonso de joven viajó por Alemania, Francia, Inglaterra y los Estados Unidos y en estos países recibió la preparación para regir negocios importantes. Al regresar a Cuba casó con Hilaria Fonts y Palma, con la que tuvo cinco hijos. En La Habana, Aldama comenzó a familiarizarse con la administración de empresas agrícolas, industriales y mercantiles y, con sus propios esfuerzos, aumentó considerablemente la fortuna de su familia y antes de cumplir cincuenta años ya figuraba entre los primeros empresarios cubanos, pues tenía intereses en instituciones de crédito, ferrocarriles, seguros marítimos, almacenes de depósito y sobre todo fábricas de azúcar porque, ya por sí solo, ya en condominio, era dueño de los cinco ingenios más importantes de Cuba. Sus unidades industriales tenían un valor que se calculaba en varios millones de pesos y su residencia era el palacio más bello de La Habana, que en el cuarto de baño tenía el primer inodoro (water-closet) que se instaló fuera de Inglaterra, donde se había inventado. En el aspecto político y social, su vida en la isla era, al principio, la de un empresario para quien resultaba esencial la urgencia de favorecer el desarrollo agrícola e industrial sobre bases científicas, por ello facilitó ayuda económica al gran investigador Álvaro Reynoso para perfeccionar químicamente la fabricación de azúcar y en su ingenio “Concepción”, ubicado en la provincia de Matanzas, se efectuó en 1863 la primera reunión agrícola de Cuba, en la cual se realizaron pruebas del primer arado movido por vapor.

Se reunía con su cuñado Domingo del Monte y amigos como Gaspar Betancourt, Cirilo Villaverde y Ramón Zambrana en el llamado Club de La Habana para hablar de literatura y de los problemas de gobierno de la colonia. Este grupo era en 1840 partidario de la anexión de Cuba a la Unión norteamericana, pero cuando el triunfo del Norte en la Guerra Civil de los Estados Unidos (1865) puso fin a las posibilidades de la anexión de Cuba, Miguel Aldama fundó, junto con otros empresarios cubanos, el Círculo Reformista que buscaba reformas constitucionales al régimen español que les permitieran ejercer el control político de la isla, al igual que el económico que ya tenían. Después del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en Yara (1868), Miguel Aldama se puso del lado de la independencia, particularmente cuando el gobernador se negó a discutir con él los problemas de Cuba que habían provocado la rebelión. Entonces se vio obligado a abandonar la isla, y fue nombrado agente general de la República de Cuba en Armas en Nueva York, en 1869, cuando puso su persona y su fortuna al servicio de la independencia de Cuba. El pretendiente al trono español ofreció hacerlo gobernador de Cuba si se sumaba a la causa carlista, pero Aldama no aceptó, pues ya para aquella época se había convertido en decidido partidario de la independencia de la isla, a pesar de lo cual, cuando el Gobierno español propuso dar a Cuba una Constitución igual a la de Canadá, él y otros cubanos de Nueva York aceptaron la propuesta como base de negociaciones, pero los rebeldes en Cuba la rechazaron.

Entonces se formaron dos bandos opuestos entre los exiliados cubanos en Nueva York: los aldamistas y los quesadistas, que algunas veces se querellaban más entre ellos que contra la metrópoli. Manuel de Quesada era el agente confidencial de Carlos Manuel de Céspedes en el exterior y este último, el presidente de la República de Cuba en Armas. Los dos grupos adversarios impedían con sus rivalidades la organización eficaz del servicio de aprovisionamiento material de las expediciones. Aldama renunció al cargo el 8 de mayo de 1871, y hallándose accidentalmente en París en 1872, manumitió a todos sus esclavos. Carlos Manuel de Céspedes fue separado de su cargo en 1872 y su sucesor, Salvador Cisneros Betancourt, volvió a nombrar a Aldama agente de la República hasta que la Paz del Zanjón en 1878 puso fin a la guerra. Miguel Aldama había perdido su inmensa fortuna durante la guerra y murió pobre diez años después en La Habana, en Prado 84, la casa de su amigo José María Zayas. Su tumba se encuentra en el cementerio Greenwood de Nueva York, pues su última voluntad fue ser enterrado, junto con su padre y esposa, en tierra libre.

 

Bibl.: F. Santa Cruz y Mallen, conde de San Juan de Jaruco y de Santa Cruz de Mopox, Historia de Familias Cubanas, t. 1, La Habana, Editorial Hércules, 1940, págs. 29- 30; A. Álvarez Pedroso, Miguel de Aldama. Trabajo leído por el Académico correspondiente en Marianao, provincia de La Habana en recepción pública, día 10 de mayo de 1948, La Habana, Imprenta El Siglo XX, A. Muñiz y Hnos., [1948]; J. Quintana, “Miguel Aldama”, en Bohemia (La Habana), 14 de mayo de 1954, págs. 133 y 139-141; O. Costa, Cubanos de acción y pensamiento, Miami, Ediciones Universal, 2003; R. C. Arango, La sacarocracia, Miami, Ego Group, 2006.

 

Rubén C. Arango Santaballa

 

 

 

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