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Narciso López de Uriola

Biografía

López de Uriola, Narciso. Caracas (Venezuela), 13.IX.1798 – La Habana (Cuba), 1.IX.1851. Militar y político.

Nacido en el seno de una familia criolla acomodada, dedicada al comercio, pronto quedó huérfano de padre, siendo acogido, para su formación, en la casa del general Morales. Entró a servir en la milicia, luchando con las tropas realistas en el proceso de emancipación americana, destacando por su valor en las batallas de Las Queseras del Medio (1818) y Carabobos (1819).

Al declararse la independencia de Venezuela, marchó a Cuba, en 1823, con otras unidades del Ejército realista, pasando a la metrópoli cuatro años más tarde; allí comenzó a relacionarse con otros criollos, que como él, se sentían desplazados en España. Siguiendo su vocación militar, participó en la Primera Guerra Carlista, subiendo poco a poco en la escala de mando, alcanzando el empleo de brigadier en 1836 por sus méritos durante la campaña, en la que alternó acciones distinguidas con fuertes derrotas, no obstante lo cual fue ascendido a general en 1840, siendo ya gobernador de Valencia desde el año anterior.

Simpatizante activo del Partido Progresista en los sucesos revolucionarios de 1840, el general Jerónimo Valdés, nombrado capitán general de Cuba, solicitó sus servicios para aquel territorio, siendo encargado Narciso López de Uriola de la gobernación de Matanzas y Trinidad, más por méritos políticos que militares. Se asentó en Cuba y contrajo matrimonio con la hija de un terrateniente cubano, participando activamente, desde entonces, en cuantos movimientos organizó la alta sociedad cubana, tanto económicos como políticos, en los que comenzó a aflorar el descontento con la política de España respecto a la isla.

Al cambiar el gobierno peninsular, alzándose con el poder el general Leopoldo O’Donnell, en 1843, Valdés fue destituido de la Capitanía General de Cuba y, con él, Narciso López de Uriola fue igualmente destituido de todos sus cargos y grados militares. Este revés personal impulsó su abandono del Ejército, entregándose de lleno a la actividad económica, faceta en la que no fue muy afortunado, quebrando muchos de los negocios emprendidos.

Entró en contacto entonces con los incipientes núcleos del autonomismo cubano, implicándose cada vez más en la lucha independentista, con opiniones todavía controvertidas al no decantarse por una nueva república o por la anexión a una potencia, controversia que le acompañó a lo largo de su vida. Descubierta su participación en la conspiración denominada de la Mina de la Rosa Cubana, tuvo que huir, exiliándose en Estados Unidos en 1848, primero bajo el amparo del gobernador del Estado de Mississippi y, más tarde, con el apoyo de distintos grupos de presión, pasó a residir en la ciudad de Nueva York.

En esta ciudad desarrolló su actividad revolucionaria, apoyado por los periódicos más importantes de la época, siendo el adalid de la política anexionista de Estados Unidos respecto a Cuba; organizó el Consejo Cubano con la participación de la resistencia de Matanzas, La Habana y Camagüey, hasta entonces bajo la dirección de Salvador Cisneros Betancourt, proponiendo, entre otras cosas, la compra de la isla al presidente James K. Polk, promoviendo suscripciones públicas con este objetivo, además de preparar la invasión de Cuba con voluntarios estadounidenses.

Sin embargo, la elección en 1849 de un nuevo presidente de Estados Unidos, en la persona de Zachary Taylor, provocó el abandono momentáneo de la idea anexionista. A pesar de ello, Narciso López no cejó en su empeño, inclinándose hacia el bando independentista cubano. Con tal fin, aumentó sus actividades propagandísticas, actividades que culminaron con el diseño de la futura bandera nacional cubana, que, según su idea, dibujada por su amigo Teurbe Tolón y realizada por la esposa de éste, Isabel, ondeó por primera vez en Nueva York, en las fachadas de los periódicos The New York Sun y The Delta, entre el 11 y el 24 de mayo de 1850. Mientras tanto, el 19 del mismo mes, Narciso López desarrolló su acción más radical, desembarcando en la ciudad de Cárdenas con una expedición insurgente compuesta por seiscientos diez hombres, voluntarios de los Estados sureños, y tomando la ciudad después de una fuerte resistencia de su escasa guarnición, diecisiete hombres al mando del coronel Florencio Ceruti.

Al no participar el pueblo cubano en la revuelta del modo que esperaba, Narciso López de Uriola tuvo que reembarcarse precipitadamente ante la llegada de tropas españolas, buscando refugio en Savanah, cerca de Nueva Orleans, donde su barco fue requisado por las autoridades norteamericanas. Perseverando en su empeño, logró armar una segunda expedición en 1851, con la que, a bordo del vapor Creole, desembarcó en la playa del Morrillo, cerca de Bahía Honda, el día 12 de agosto, con la pretensión de formar una república independiente.

Descubierto su desembarco, sufrió un gran descalabro ante las tropas al mando del general Henna, quedando Narciso López abandonado a su suerte y acompañado únicamente por diecisiete hombres. Al intentar nuevamente la huida, fue hecho prisionero en Pinos de Rangel, en las proximidades de Candelaria, siendo entregado al gobernador de Mariel para, posteriormente, ser trasladado a La Habana. Tras un Consejo de Guerra sumarísimo, que le condenó a garrote vil, Narciso López de Uriola fue ajusticiado en La Habana el 1 de septiembre de 1851, impidiendo el redoble de los tambores que se escuchara su voz antes de morir.

De su obra revolucionaria, subsiste hoy su bandera, proclamada oficialmente bandera de la República el 11 de abril de 1869 en la Asamblea de Guaimaro, y ratificada con algunos cambios (el primitivo azul celeste de sus franjas fue sustituido por el azul turquí) por el primer presidente constitucional de Cuba, Tomás Estrada Palma, mediante Decreto de 21 de abril de 1902. Desde ese día, la bandera de Narciso López ondea en el castillo del Morro.

 

Bibl.: Memoria y colección de documentos para la historia de la ridícula invasión, La Habana, Imprenta Faro Industrial, 1850; Gobierno y Capitanía General de La Habana, Colección de los partes y otros documentos publicados en la Gaceta Oficial de La Habana referentes a la invasión de la gavilla de piratas capitaneada por el traidor Narciso López, La Habana, 1851; F. de Acosta y Albear, Compendio histórico del pasado y presente de Cuba y de su guerra insurreccional hasta el 11 de marzo de 1875, con algunas apreciaciones relativas a su porvenir, Madrid, Imprenta de Juan José de las Heras, 1875; A. González Quijano, La Bandera de Cuba revolucionaria, La Habana, Talleres del Ejército, 1928; V. Báez, La Enciclopedia de Cuba, vol. IV, La Habana, 1974; S. Bueno, Figuras cubanas del siglo xix, La Habana, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 1980; I. Sarmiento Ramírez, Los orígenes de la independencia cubana, Oporto, Universidade Portucalense, separata de la Revista Africana, 2001; E. Torres-Cuevas y O. Loyola Vega, Historia de Cuba, 1492-1898: Formación y liberación de la Nación, La Habana, Pueblo y Educación, 2002.

 

Antonio de Pablo Cantero

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