Frías y Jacott, Francisco de. Conde de Pozos Dulces (III). La Habana (Cuba), 1.X.1809 – París (Francia), 24.VIII.1877. Periodista, político, economista y agrónomo.
Hijo de Antonio Frías y Gutiérrez de Padilla, quien se había trasladado a La Habana a finales del siglo xviii procedente de la isla del Hierro en las Canarias, y adquirió una estancia en las afueras de la ciudad, conocida como el Vedado, donde originalmente se había prohibido la tala de maderas. Antonio Frías había casado en La Habana con Bernarda Jacott y Martínez, hija del tesorero general de la Factoría de Tabaco de la isla de Cuba, que heredó el título nobiliario y a su muerte en 1848 lo ostentó su primogénito, Francisco Frías y Jacott. Éste se había educado en Baltimore en Estados Unidos y a la muerte de su padre, en 1829, regresaría a Cuba para entrar en posesión de la herencia, que consistía principalmente en los terrenos del hoy día barrio habanero del Vedado. Después pasaría algunas temporadas viajando por la Península y Europa entre 1832 y 1834, donde volvería una década después para establecerse en París para cursar estudios de Ciencias, profundizando en geología y los adelantos agrícolas. A su vuelta a Cuba fueron notables sus esfuerzos en favor de la modernización de las explotaciones agrarias y la industria pecuaria cubana, defendiendo la mejora de la cría caballar y la abolición de la esclavitud por anacrónica y poco rentable, proponiendo la introducción en Cuba de indios de América para trabajos agrícolas, en estudios científicos como Memoria sobre la industria pecuaria en la isla de Cuba, premiada en los juegos florales convocados por el Liceo Artístico Literario de La Habana en 1849 y el Informe que presentó en 1851 como inspector del Instituto de Investigaciones Químicas. Ocupó entonces los cargos de consejero de la Junta de Fomento y de inspector del Instituto de Investigaciones Químicas y fue elegido socio de número de la Sociedad Económica de Amigos del País y más tarde presidente de su sección de Agricultura y Comercio.
De ideas liberales, participó en el movimiento político reformista cubano y después partidario de la anexión de Cuba a Estados Unidos, especialmente atraído por la experiencia de Texas que se separó de México en 1835 y se convirtió en un estado de la Unión norteamericana en 1845. El conde de Pozos Dulces, desilusionado con los fracasos del movimiento reformista, se unió a los partidarios del anexionismo.
Su hermana María Dolores Frías estaba casada con Narciso López —un revolucionario venezolano que era veterano de los ejércitos de Bolívar—, que era la figura más importante del movimiento anexionista cubano. Su cuñado, después de organizar dos expediciones con el propósito de derrocar el Gobierno de la isla para anexarla a la Unión de Estados del Norte, fue capturado y condenado a muerte en 1851, pero su muerte no puso fin al movimiento. Las autoridades españolas persiguieron con más determinación a los anexionistas y a mediados de agosto de 1852 descubrieron una conspiración organizada por el conde de Pozos Dulces, llamada de la Orden de la Estrella Solitaria, que pretendía una invasión militar de Cuba procedente de Nueva Orleans, por lo que Pozos Dulces fue reducido a prisión en la fortaleza del Morro y después confinado en la Península. El Decreto de Amnistía de 22 de marzo de 1854, que permitió a todos los implicados en conspiraciones fijar libremente su residencia en España o establecerse en el extranjero, le llevó a Estados Unidos para continuar conspirando en favor de las pretensiones anexionistas. Pero una vez disuelta la Junta Cubana Revolucionaria, a causa de sus irreconciliables disensiones internas, ideológicas y estratégicas, el conde de Pozos Dulces volvió a París en 1856. Durante su permanencia en la capital francesa publicó su folleto La cuestión de Cuba en 1859 y envió al periódico habanero El Correo de la Tarde numerosos artículos que fueron recogidos en la Colección de escritos sobre agricultura, industria, ciencias y otros ramos de interés para la Isla de Cuba en 1860, año en el que también vio la luz su magistral estudio La cuestión del trabajo agrícola y de la población de la isla de Cuba, teórica y prácticamente examinada. A su regreso a Cuba en 1861 fue nombrado secretario de la compañía de ferrocarriles y regidor del Ayuntamiento de La Habana, a la vez que le fue ofrecida la dirección del influyente periódico liberal habanero El Siglo. Desde sus columnas llevó a cabo una gran campaña periodística para alcanzar las reformas políticas, sociales, económicas y administrativas que demandaba Cuba, que dio como resultado el Decreto de 29 de noviembre de 1865 para nombrar una junta de información sobre las bases en que debían fundarse las leyes especiales para el gobierno de Cuba y de Puerto Rico. Elegido alcalde del Ayuntamiento de Villaclara, fue comisionado para formar parte de dicha junta de información, marchando a finales de octubre de 1866 a la capital de la metrópoli, donde fue nombrado presidente de la sección de Inmigración y, consecuente con sus principios, abogó por el predominio de la raza blanca. Pero el fracaso de la junta de información le hizo regresar a Cuba, donde reasumió la dirección de El Siglo y colaboró con El Ateneo, una publicación de ciencias y artes. Además fue nombrado miembro de la Academia de Ciencias Médicas y de la Sociedad Económica.
Implicado en las revueltas independentistas cubanas de 1868, se exilió nuevamente en París, donde residió en lo sucesivo dedicado a las tareas periodísticas, colaborando en los principales periódicos de Cuba, así como en otros diarios de la América hispana y en revistas científicas neoyorquinas y de París.
Como escritor manejaba con limpieza la prosa, sabía ser agradable y ameno en la exposición de sus ideas y ante todo, era de admirar en él la firmeza con que sostenía sus convicciones. En algunos de estos escritos se le atribuyen los seudónimos de Américo, Asur, Un cubano, J. de F., Un homme de la race latine o sus iniciales C. de P. D., correspondientes a su conocidísimo título de conde de Pozos Dulces, como parecen refutar Vidal Morales Morales, Domingo Figarola- Caneda, Carlos M. Trelles, José Antonio Ramos, Friedlander, Francisco Pérez de la Riva y otros muchos de sus biógrafos.
Casó con Evelia Faurés y Pigiot, con la que no tuvo hijos, y vivió con cierta estrechez, a pesar de que varios opulentos compatriotas querían asignarle una pensión, hasta principios de 1877, en que una enfermedad le hizo pasar a Mentone, próxima a Niza, donde estuvo cerca de siete meses, hasta que, agravándose la enfermedad, volvió a París para morir. En la barriada del Vedado de La Habana, que él y su familia habían fundado, se erigió una estatua en 1916 a la memoria de este notable escritor y periodista, y a mediados del siglo pasado se fundó una Academia de Ciencias Económicas y Sociales Conde de Pozos Dulces, “tomando prestado el nombre del título nobiliario de Francisco de Frías y Jacott, ilustre agrónomo y economista, precursor de la independencia de Cuba”.
Obras de ~: Memoria sobre la industria pecuaria en la isla de Cuba, La Habana, Anales de la Real Junta de Fomento- Sociedad Económica de La Habana, 1849; Un Homme de la Race Latine (pseud.), Lettre a Sa Majeste l'Empereur Napoleon III sur l’influence française en Amérique a propos du message de M. Buchanan, Paris, Ledoyen, 1858 (atrib. por D. Figarola- Caneda, Diccionario cubano de seudónimos, La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1922, y VV. AA., Diccionario de la literatura cubana, La Habana, Letras Cubanas, 1980); La question de Cuba, Paris, E. Dentu, 1859 [atrib. por F. Calcagno, Diccionario biográfico cubano, New York, Baker & Godwin, 1878-1886, E. S. Santovenia, “El Conde de Pozos Dulces”, en Social (La Habana), 8 (marzo de 1923), C. M. Trelles, Biblioteca histórica cubana, Matanzas, Imprenta de J. F. Oliver, 1924, y H. E. Friedlander, Historia económica de Cuba, La Habana, J. Montero, 1944]; Un Cubano (seud.), Isla de Cuba. Refutación de varios artículos concernientes a ese país, publicados en el “Diario de Barcelona” en los meses de junio y julio 1859, Paris, Imprenta de d’Aubusson y Kugelmann, 1859 (atrib.); La cuestión del trabajo agrícola y de la población en la isla de Cuba, teórica y prácticamente examinada por el conde de Pozos Dulces, Paris, Imprenta de Jorge Kugelmann, 1860; Colección de escritos sobre agricultura, industria, ciencias y otros ramos del interés para la isla de Cuba, Paris, Imprenta Tipográfica de Jorge Kugelmann, 1860; Cartas del conde de Pozos Dulces sobre la influencia agrícola de la isla de Cuba y sobre ciencias y artes, La Habana, Imprenta La Honradez, 1860; Atraso de la agricultura española y necesidad de mejorarla, Madrid, 1861; Recuerdo de la despedida del Excmo. Sr. Teniente General Don Domingo Dulce, marqués de Castell-Florite, después de haber desempeñado el mando superior, político y militar de la isla de Cuba, La Habana, Imprenta del Mencey, 1866; Reformismo agrario, nota prelim. de José Antonio Ramos, La Habana, Montalvo Cárdenas, 1937.
Bibl.: R. del Monte, “Necrología. El Conde de Pozos Dulces”, en Revista de Cuba (La Habana), 2 (1877), págs. 566- 567; F. Calcagno, Diccionario biográfico cubano, New York, Baker & Godwin, 1878-1886; “El Conde de Pozos Dulces”, en El País (La Habana), 10 (26 de octubre de 1887); V. Morales y Morales, Biografía del Sr. D. Francisco de Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces, La Habana, La Propaganda Literaria, 1887; Diccionario enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes, t. VIII, Barcelona, Montaner y Simón, 1891, pág. 753; M. Sanguily, “Las reformas políticas y el darwinismo. El Conde de Pozos Dulces”, en Hojas Literarias (La Habana), 4 (30 de junio de 1894), págs. 177-206; D. Figarola-Caneda, Diccionario cubano de seudónimos, La Habana, Imprenta El Siglo XX, 1922; E. S. Santovenia, “El Conde de Pozos Dulces”, en Social (La Habana), 8 (marzo de 1923), pág. 43; C. M. Trelles, Biblioteca histórica cubana, Matanzas, Imprenta de J. F. Oliver, 1924; VV. AA., El monumento a Don Francisco Frías Jacott, Conde de Pozos Dulces [Opiniones, artículos y discurso], La Habana, P. Fernández, 1927; J. A. Ramos y Aguirre, Pozos Dulces, el inútil vidente, conferencia leída el día 11 de noviembre de 1936 en el Palacio Municipal, La Habana, Molina, 1936; F. Santa Cruz y Mallen, Conde de San Juan de Jaruco y de Santa Cruz de Mopox, Historia de familias cubanas, t. IV, La Habana, Editorial Hércules, 1940, págs. 145-146; H. E. Friedlander, Historia económica de Cuba, La Habana, J. Montero, 1944; F. Pérez de la Riba, El Conde de Pozos Dulces, un revolucionario sin fusil, La Habana, Imprenta Udar García, 1950; VV. AA., Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, Diccionario de la literatura cubana, La Habana, Letras Cubanas, 1980; R. E. Misas Jiménez, “La ciencia en el programa de desarrollo agropecuario del Conde de Pozos Dulces (1857-1858)”, en J. A. Piqueras Arenas (ed.), Diez nuevas miradas de historia de Cuba, Castellón de la Plana, Universitat Jaume I, 1998; M.-C. Lecuyer, Anticolonialisme à Cuba au xixe siècle: Pozos Dulces (1809-1877), Paris, L’Harmattan, 2001 (col. Publications de l'Équipe de recherche de l’Université de Paris-VIII. Histoire des Antilles Hispaniques, 20); R. C. Arango, La sacarocracia, Miami, Ego Group, Inc., 2006.
Rubén C. Arango Santaballa